• Amor, de tarde

    Es una lástima que no estés conmigo
    cuando miro el reloj y son las cuatro
    y acabo la planilla y pienso diez minutos
    y estiro las piernas como todas las tardes
    y hago así con los hombros para aflojar la espalda
    y me doblo los dedos y les saco mentiras.

    Es una lástima que no estés conmigo
    cuando miro el reloj y son las cinco
    y soy una manija que calcula intereses
    o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
    o un oído que escucha como ladra el teléfono
    o un tipo que hace números y les saca verdades.

    Es una lástima que no estés conmigo
    cuando miro el reloj y son las seis.

    Podrías acercarte de sorpresa
    y decirme “¿Qué tal?” y quedaríamos
    yo con la mancha roja de tus labios
    tú con el tizne azul de mi carbónico.
    Amor, de tarde Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme “¿Qué tal?” y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.
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  • ──────Solo dame cinco segundos y estaré lista.
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  • — ¿Cinco contra uno? ¿En serio? No me parece justo.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [ Ya hacen falta más usuarios, somos los mismos cinco con un montón de cuentas diferentes. (?) ]
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  • El sol apenas se colaba por el tragaluz de la bodega, iluminando partículas de polvo que danzaban en el aire como pequeños espíritus traviesos. La puerta chirrió al cerrarse detrás de ella, sellando el encierro voluntario que le había prometido a su nonna esa mañana.

    —Solo un par de cajas, Carmina. ¡Cinque minuti! —había dicho Lucia, con esa sonrisa que siempre escondía más de lo que decía.

    Cinco minutos. Claro.

    La bodega de la tienda era un mundo aparte. Estanterías de metal repletas de latas, fideos, frascos de mermelada antigua (¿eran de la temporada pasada o del siglo pasado?), y un rincón misterioso al fondo donde las cajas estaban etiquetadas con la letra temida: “Misc.”.

    Con una escoba en mano y un trapo al hombro, Carmina suspiró.

    —Al menos no hay ratones… espero.

    Empezó con lo más fácil: barrer. O eso pensó, hasta que descubrió que el polvo estaba tan arraigado al suelo que parecía parte de la decoración. El primer estornudo llegó como una explosión.

    —¡Maledizione! —refunfuñó, sonándose la nariz con el borde de su camiseta.

    Avanzó entre cajas, moviéndolas con esfuerzo, hasta tropezar con algo metálico. Abrió una tapa y encontró una caja antigua llena de postales amarillentas y fotos en blanco y negro. Una de ellas mostraba a su abuelo Pietro, joven, con una sonrisa descomunal, cargando un racimo de plátanos como si fuera un trofeo. En la esquina, una nota a mano: “Primer día con la tienda. 1979.”

    Carmina se detuvo un segundo, sonriendo con ternura.

    —Ay, nonno… siempre tan dramático.

    Guardó la foto en el bolsillo trasero de su jeans, sin pensarlo demasiado. Luego siguió con la limpieza, descubriendo que debajo de cada caja había una historia, un objeto olvidado o una araña que no respetaba su espacio personal.

    Tres horas después, salió de la bodega con la cara empolvada, el cabello desordenado, y una sonrisa triunfal. Sostenía en una mano un viejo letrero de madera que decía: “Benvenuti! Aperto con amore.”

    Lucia la miró desde el mostrador, alzando una ceja.

    —¿Cinque minuti, eh?

    Carmina se encogió de hombros.

    —Me entretuve.

    Lucia sonrió con orgullo, mientras el aroma de café recién hecho llenaba el aire.

    —Ven a tomar algo. Te lo ganaste, tesoro.

    Y Carmina, con las manos sucias pero el corazón lleno, se sentó junto a su nonna, sabiendo que la bodega no solo guardaba productos… también secretos, polvo y recuerdos.
    El sol apenas se colaba por el tragaluz de la bodega, iluminando partículas de polvo que danzaban en el aire como pequeños espíritus traviesos. La puerta chirrió al cerrarse detrás de ella, sellando el encierro voluntario que le había prometido a su nonna esa mañana. —Solo un par de cajas, Carmina. ¡Cinque minuti! —había dicho Lucia, con esa sonrisa que siempre escondía más de lo que decía. Cinco minutos. Claro. La bodega de la tienda era un mundo aparte. Estanterías de metal repletas de latas, fideos, frascos de mermelada antigua (¿eran de la temporada pasada o del siglo pasado?), y un rincón misterioso al fondo donde las cajas estaban etiquetadas con la letra temida: “Misc.”. Con una escoba en mano y un trapo al hombro, Carmina suspiró. —Al menos no hay ratones… espero. Empezó con lo más fácil: barrer. O eso pensó, hasta que descubrió que el polvo estaba tan arraigado al suelo que parecía parte de la decoración. El primer estornudo llegó como una explosión. —¡Maledizione! —refunfuñó, sonándose la nariz con el borde de su camiseta. Avanzó entre cajas, moviéndolas con esfuerzo, hasta tropezar con algo metálico. Abrió una tapa y encontró una caja antigua llena de postales amarillentas y fotos en blanco y negro. Una de ellas mostraba a su abuelo Pietro, joven, con una sonrisa descomunal, cargando un racimo de plátanos como si fuera un trofeo. En la esquina, una nota a mano: “Primer día con la tienda. 1979.” Carmina se detuvo un segundo, sonriendo con ternura. —Ay, nonno… siempre tan dramático. Guardó la foto en el bolsillo trasero de su jeans, sin pensarlo demasiado. Luego siguió con la limpieza, descubriendo que debajo de cada caja había una historia, un objeto olvidado o una araña que no respetaba su espacio personal. Tres horas después, salió de la bodega con la cara empolvada, el cabello desordenado, y una sonrisa triunfal. Sostenía en una mano un viejo letrero de madera que decía: “Benvenuti! Aperto con amore.” Lucia la miró desde el mostrador, alzando una ceja. —¿Cinque minuti, eh? Carmina se encogió de hombros. —Me entretuve. Lucia sonrió con orgullo, mientras el aroma de café recién hecho llenaba el aire. —Ven a tomar algo. Te lo ganaste, tesoro. Y Carmina, con las manos sucias pero el corazón lleno, se sentó junto a su nonna, sabiendo que la bodega no solo guardaba productos… también secretos, polvo y recuerdos.
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  • "¡Deja de cambiar el guión, Belial!"

    El club de actuación. Más por obligación que otra cosa, le tocaba a él cubrir un papel. Uno sencillo e irrelevante, ni cinco minutos estaría en escena. Decía tres líneas y se moría, lo cual poco le molestaba pues terminaba pronto con el suplicio.

    Ah, claro que, si las cosas salieran siempre bien, si fuesen fáciles, ¿sería realmente Beli?

    —¿Cambiar el guión? Pfft. Ustedes cambian la historia, nadie hablaba así en la época. Además, este tipo de daga no se inventaría en otros ochenta años.

    "Ah vaya, habló el experto en Historia, ¿no? Ojalá se reflejara esa energía en tus notas".

    No, experto no era. Ni de cerca. No era que lo hubiese estudiado, era que esa época la había...

    ¿...vivido?
    "¡Deja de cambiar el guión, Belial!" El club de actuación. Más por obligación que otra cosa, le tocaba a él cubrir un papel. Uno sencillo e irrelevante, ni cinco minutos estaría en escena. Decía tres líneas y se moría, lo cual poco le molestaba pues terminaba pronto con el suplicio. Ah, claro que, si las cosas salieran siempre bien, si fuesen fáciles, ¿sería realmente Beli? —¿Cambiar el guión? Pfft. Ustedes cambian la historia, nadie hablaba así en la época. Además, este tipo de daga no se inventaría en otros ochenta años. "Ah vaya, habló el experto en Historia, ¿no? Ojalá se reflejara esa energía en tus notas". No, experto no era. Ni de cerca. No era que lo hubiese estudiado, era que esa época la había... ¿...vivido?
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  • 𝐋𝐈𝐁𝐄𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐒𝐎𝐍𝐆
    Fandom OC
    Categoría Aventura
    𝐋𝐈𝐁𝐄𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐒𝐎𝐍𝐆

    #Rol Privado; Ft. Hiroko

    Seis meses y 13 días, su captura fue inédita. Le fallo enormemente al imperio, la vergüenza carcome su psique. Debió, si. Sargeras tenía razón con su premonición y en cuanto desenfundó la espada se vio rodeado.

    Uno a uno su escuadrón cayó en las garras de los bárbaros conquistadores. El ruido metálico, los gritos de dolor, la sangre derramada se escapa de sus manos y meramente es su culpa.

    La vanidad y el orgullo fueron su condena, Elliot jamás hablo del imperio ni del hombre que los guiaba entre las sombras. Por más que su cuerpo fuera castigado, selló su boca.

    La sangre escurría por su mejilla, los grilletes oxidados se incrustan en la piel, dolor, jodidamente doloroso. Las voces que hablaban de su ineptitud eran el peor castigo, jamás volvería a casa y si lo hacía, no llegaría entero eso podía apostarlo.

    Antes de cumplir 7 meses de condena un rugido en el exterior lo despertó. Los alarmados bárbaros lanzaron un ataque pero, por el ruido de fondo sabe que lo que está ahí arriba no es un grupo de hombres armados que buscan salvarlo y tampoco quiere adivinarlo. Es su oportunidad, la única quizás, de sobreponerse a su destino.

    Los bramidos de las creaturas se avistaron, cuando un guardia sufrió una herida. El tajo lo parte en dos mitades, sangre y vísceras es un escenario poco agradable, el desgarre rompe los barrotes y da por sentado que es su último momento.

    — ¡NO!. ¡NO VOY A MORIR DE ESTA MANERA!.— Se levanta, había enfrentando tipo tipo de creaturas pero nunca una como esa. Es un esqueleto cuadrúpedo recubierto por una masa pantanosa, con un olor a putrefacción que revienta sus fosas nasales, ojos rojos y cinco pares de canidos manchados en sangre y carne picada.

    No le da tregua para prepararse y se lanza contra Elliot, sus fauces quedan atrapadas entre el hombro derecho y el ojo, que lo explota entre su quijada provocando un ruidoso grito de dolor en Elliot, quien ya débil, se desvanece.

    "Que idiota soy... Cómo llegué a pensar que mi hermano vendría a salvarme. Idiota. Idiota... Es mejor así, lo mejor..."

    Sus brazos dejaron de luchar y su cuerpo se entregó a la muerte. Pero ni siquiera Elliot conoce lo que su sangre contiene tras el tiempo convivido con Sargeras. En cuanto la creatura le come el ojo, gruñe y se aleja tanto como puede. Tiembla y se derrite por el ácido dejando un camino de puro hueso molido con moho y hierbas podridas.

    Se desploma de rodillas. Agotado, nervioso, la respiración acelerada y sin creer aún que las palabras de Sargeras eran ciertas "la protección del mago" funcionó.

    Al caer su cuerpo se deja ir contra el suelo, la sangre escurre por su rostro y no hay remedio, se intentó, lo intento. Estaba por desmayarse y ahí fue donde la conoció, una danza y un aroma fresco le hizo levantar la cabeza , su visión empeora y se desmaya con un " estás bien " de por medio.
    𝐋𝐈𝐁𝐄𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐒𝐎𝐍𝐆 #Rol Privado; Ft. Hiroko Seis meses y 13 días, su captura fue inédita. Le fallo enormemente al imperio, la vergüenza carcome su psique. Debió, si. Sargeras tenía razón con su premonición y en cuanto desenfundó la espada se vio rodeado. Uno a uno su escuadrón cayó en las garras de los bárbaros conquistadores. El ruido metálico, los gritos de dolor, la sangre derramada se escapa de sus manos y meramente es su culpa. La vanidad y el orgullo fueron su condena, Elliot jamás hablo del imperio ni del hombre que los guiaba entre las sombras. Por más que su cuerpo fuera castigado, selló su boca. La sangre escurría por su mejilla, los grilletes oxidados se incrustan en la piel, dolor, jodidamente doloroso. Las voces que hablaban de su ineptitud eran el peor castigo, jamás volvería a casa y si lo hacía, no llegaría entero eso podía apostarlo. Antes de cumplir 7 meses de condena un rugido en el exterior lo despertó. Los alarmados bárbaros lanzaron un ataque pero, por el ruido de fondo sabe que lo que está ahí arriba no es un grupo de hombres armados que buscan salvarlo y tampoco quiere adivinarlo. Es su oportunidad, la única quizás, de sobreponerse a su destino. Los bramidos de las creaturas se avistaron, cuando un guardia sufrió una herida. El tajo lo parte en dos mitades, sangre y vísceras es un escenario poco agradable, el desgarre rompe los barrotes y da por sentado que es su último momento. — ¡NO!. ¡NO VOY A MORIR DE ESTA MANERA!.— Se levanta, había enfrentando tipo tipo de creaturas pero nunca una como esa. Es un esqueleto cuadrúpedo recubierto por una masa pantanosa, con un olor a putrefacción que revienta sus fosas nasales, ojos rojos y cinco pares de canidos manchados en sangre y carne picada. No le da tregua para prepararse y se lanza contra Elliot, sus fauces quedan atrapadas entre el hombro derecho y el ojo, que lo explota entre su quijada provocando un ruidoso grito de dolor en Elliot, quien ya débil, se desvanece. "Que idiota soy... Cómo llegué a pensar que mi hermano vendría a salvarme. Idiota. Idiota... Es mejor así, lo mejor..." Sus brazos dejaron de luchar y su cuerpo se entregó a la muerte. Pero ni siquiera Elliot conoce lo que su sangre contiene tras el tiempo convivido con Sargeras. En cuanto la creatura le come el ojo, gruñe y se aleja tanto como puede. Tiembla y se derrite por el ácido dejando un camino de puro hueso molido con moho y hierbas podridas. Se desploma de rodillas. Agotado, nervioso, la respiración acelerada y sin creer aún que las palabras de Sargeras eran ciertas "la protección del mago" funcionó. Al caer su cuerpo se deja ir contra el suelo, la sangre escurre por su rostro y no hay remedio, se intentó, lo intento. Estaba por desmayarse y ahí fue donde la conoció, una danza y un aroma fresco le hizo levantar la cabeza , su visión empeora y se desmaya con un " estás bien " de por medio.
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    Individual
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  • Pesadilla en la Iglesia.
    Fandom OC.
    Categoría Slice of Life
    𝕬𝒓𝒚𝒂 𝕮𝒓𝒂𝒘𝒇𝒐𝒓𝒅

    ⠀⠀Era una tarde particularmente gris en España. El antiguo convento se alzaba como un testigo mudo, tallado sobre ruinas que nunca terminaron de morir. Los muros, oscurecidos por la humedad y el tiempo, respiraban el aliento agrio de un pasado más antiguo que el cristianismo mismo. Sobre su portón romano aún se podía distinguir, casi borrado, el perfil de una historia de mármol, susurros recorrían sus oídos al tocarlo.

    ⠀⠀El antiguo monasterio de Poblet, brindaba una especie de confort al transeúnte, probablemente por el tipo de estructura que fue y lo grande que es. Tocó el mármol una vez más, viejo y repleto de polvo, cuántas historias habrían ocurrido aquí.
    ⠀⠀Pero algo ocurría aquí, una extraña sensación, de la que no podía quitarse ese sabor amargo, no como un café o vino añejo, más bien como una flema que no podías escupir. Observó detrás de sí, dos hermanas, una anciana y otra joven.

    ⠀⠀⸻ "Señor Cipriano, un gusto. Soy la hermana Eunice. Ella es la hermana Dakota, recién ingresada." ⸻ La más anciana habló, la joven respondió con una reverencia. Ahora mismo, el santo lucía como apenas un mocoso de unos veinte y cinco años, pero era por siglos mucho más mayor que ellas.
    ⠀⠀Silencioso y cortante, dedicó una miada fría y se acercó a las mismas, también le daban una sensación extraña, ocultaban algo, pero no musitó palabras, su lenguaje corporal fue más que suficiente, pasando de largo. ⸻ "Prepárenme una habitación, dormiré temprano." ⸻ Susurró en un perfecto español. Para luego ingresar nuevamente a la estructura. La hermana más joven quedó atónita, incluso a punto de decirle algo, pero la más anciana simplemente la detuvo, no era bueno provocar la ira de un santo.

    ⠀⠀En su camino por los antiguos pasillos del monasterio, se quedó en silencio, parecía que nadie recorría esta área. A su derecha, la fuente del patio central, a la izquierda, un pasillo oscuro, parecía tallado a mano desnuda, como si no perteneciera a la estructura en sí, la curiosidad ganó más que su interés por dormir. Se acercó rápidamente, sin miedo, sin vacilar, su fe y habilidades eran más grandes que cualquier desafío.
    ⠀⠀Solo para toparse con una puerta, una que no recordaba de aquellos planos. Miró a ambos lados, ninguna de las hermanas estaba cerca, de hecho... nadie, parecía que todo el patio se vació repentinamente.

    ⠀⠀Finalmente, tocó la puerta.
    [Vesse1] ⠀ ⠀⠀Era una tarde particularmente gris en España. El antiguo convento se alzaba como un testigo mudo, tallado sobre ruinas que nunca terminaron de morir. Los muros, oscurecidos por la humedad y el tiempo, respiraban el aliento agrio de un pasado más antiguo que el cristianismo mismo. Sobre su portón romano aún se podía distinguir, casi borrado, el perfil de una historia de mármol, susurros recorrían sus oídos al tocarlo. ⠀⠀El antiguo monasterio de Poblet, brindaba una especie de confort al transeúnte, probablemente por el tipo de estructura que fue y lo grande que es. Tocó el mármol una vez más, viejo y repleto de polvo, cuántas historias habrían ocurrido aquí. ⠀⠀Pero algo ocurría aquí, una extraña sensación, de la que no podía quitarse ese sabor amargo, no como un café o vino añejo, más bien como una flema que no podías escupir. Observó detrás de sí, dos hermanas, una anciana y otra joven. ⠀⠀⸻ "Señor Cipriano, un gusto. Soy la hermana Eunice. Ella es la hermana Dakota, recién ingresada." ⸻ La más anciana habló, la joven respondió con una reverencia. Ahora mismo, el santo lucía como apenas un mocoso de unos veinte y cinco años, pero era por siglos mucho más mayor que ellas. ⠀⠀Silencioso y cortante, dedicó una miada fría y se acercó a las mismas, también le daban una sensación extraña, ocultaban algo, pero no musitó palabras, su lenguaje corporal fue más que suficiente, pasando de largo. ⸻ "Prepárenme una habitación, dormiré temprano." ⸻ Susurró en un perfecto español. Para luego ingresar nuevamente a la estructura. La hermana más joven quedó atónita, incluso a punto de decirle algo, pero la más anciana simplemente la detuvo, no era bueno provocar la ira de un santo. ⠀⠀En su camino por los antiguos pasillos del monasterio, se quedó en silencio, parecía que nadie recorría esta área. A su derecha, la fuente del patio central, a la izquierda, un pasillo oscuro, parecía tallado a mano desnuda, como si no perteneciera a la estructura en sí, la curiosidad ganó más que su interés por dormir. Se acercó rápidamente, sin miedo, sin vacilar, su fe y habilidades eran más grandes que cualquier desafío. ⠀⠀Solo para toparse con una puerta, una que no recordaba de aquellos planos. Miró a ambos lados, ninguna de las hermanas estaba cerca, de hecho... nadie, parecía que todo el patio se vació repentinamente. ⠀⠀Finalmente, tocó la puerta. ⠀
    Tipo
    Grupal
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    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • Cada día que pasa, se siente más y más cansado. Es un círculo vicioso del que no puede salir, aunque lo intente, al final, siempre termina agotado y lamentándose por no dormir cinco minutos más.

    Entre los estudios de la universidad, los estudios complementarios, sus trabajos de medio tiempo y sus responsabilidades sociales, siente que va a terminar colapsando en poco tiempo. A veces la cafeína ya no es suficiente, ni hablar de los remedios caseros como el té de hierbas o las gomitas de melatonina; Nikolay a veces es más cansancio que persona y ya llegó a ese punto donde no le importa que lo vean dormir en clases. Al final, el único que está jodiendo sus estudios y su futuro es él, así que no debería importarle a los demás, ¿no?

    Cada día que menos duerme y mal duerme, siente que su paciencia y sus capacidades de razonar se van perdiendo. Ah, cómo envidia a los demás que sí se pueden expresar, cuánto no daría por gritarle en la cara al siguiente imbécil que se acerque a preguntarle si está dormido. ¿Por qué la gente es tan tonta para eso? Seguramente no está durmiendo y solamente lee el libro de finanzas con los ojos cerrados, agotados y cansados, para no perder el ritmo.

    Que horrible es intentar ser un adulto funcional y responsable.
    Cada día que pasa, se siente más y más cansado. Es un círculo vicioso del que no puede salir, aunque lo intente, al final, siempre termina agotado y lamentándose por no dormir cinco minutos más. Entre los estudios de la universidad, los estudios complementarios, sus trabajos de medio tiempo y sus responsabilidades sociales, siente que va a terminar colapsando en poco tiempo. A veces la cafeína ya no es suficiente, ni hablar de los remedios caseros como el té de hierbas o las gomitas de melatonina; Nikolay a veces es más cansancio que persona y ya llegó a ese punto donde no le importa que lo vean dormir en clases. Al final, el único que está jodiendo sus estudios y su futuro es él, así que no debería importarle a los demás, ¿no? Cada día que menos duerme y mal duerme, siente que su paciencia y sus capacidades de razonar se van perdiendo. Ah, cómo envidia a los demás que sí se pueden expresar, cuánto no daría por gritarle en la cara al siguiente imbécil que se acerque a preguntarle si está dormido. ¿Por qué la gente es tan tonta para eso? Seguramente no está durmiendo y solamente lee el libro de finanzas con los ojos cerrados, agotados y cansados, para no perder el ritmo. Que horrible es intentar ser un adulto funcional y responsable.
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  • La lluvia golpeaba el concreto con una cadencia monótona mientras el prototipo avanzaba por los callejones oscuros de un distrito olvidado. Sus sensores detectaban calor residual, pasos recientes, respiraciones temblorosas escondidas tras muros podridos. No corría: no necesitaba hacerlo. Cada paso suyo era parte de una marcha inevitable, un juicio mecánico que no conocía el perdón. Cuando localizó a los cinco objetivos, ocultos tras una barricada improvisada, no dudó. Su visor rojo brilló intensamente y, en un instante, se activó el protocolo. El Neutralization Blade emergió con un siseo eléctrico, y en apenas doce segundos, todo terminó. No hubo gritos, solo impactos secos y chispazos de armas inútiles al tocar su armadura.

    Los cuerpos cayeron sin gloria, y el cyborg permaneció en silencio ante el humo y la sangre. “Objetivos eliminados”, murmuró una voz grave y distorsionada en su sistema interno. No sabía por qué habían sido marcados. No sabía quién había enviado la señal que lo despertó ni por qué su misión había comenzado nuevamente tras tanto tiempo. Pero la incertidumbre no interfería con la ejecución. Su núcleo operativo no lo permitía. Apagó los sistemas ofensivos y siguió avanzando hacia el siguiente punto, mientras la lluvia lavaba los rastros de su paso, como si el mundo supiera que él no pertenecía a él… solo al deber.
    La lluvia golpeaba el concreto con una cadencia monótona mientras el prototipo avanzaba por los callejones oscuros de un distrito olvidado. Sus sensores detectaban calor residual, pasos recientes, respiraciones temblorosas escondidas tras muros podridos. No corría: no necesitaba hacerlo. Cada paso suyo era parte de una marcha inevitable, un juicio mecánico que no conocía el perdón. Cuando localizó a los cinco objetivos, ocultos tras una barricada improvisada, no dudó. Su visor rojo brilló intensamente y, en un instante, se activó el protocolo. El Neutralization Blade emergió con un siseo eléctrico, y en apenas doce segundos, todo terminó. No hubo gritos, solo impactos secos y chispazos de armas inútiles al tocar su armadura. Los cuerpos cayeron sin gloria, y el cyborg permaneció en silencio ante el humo y la sangre. “Objetivos eliminados”, murmuró una voz grave y distorsionada en su sistema interno. No sabía por qué habían sido marcados. No sabía quién había enviado la señal que lo despertó ni por qué su misión había comenzado nuevamente tras tanto tiempo. Pero la incertidumbre no interfería con la ejecución. Su núcleo operativo no lo permitía. Apagó los sistemas ofensivos y siguió avanzando hacia el siguiente punto, mientras la lluvia lavaba los rastros de su paso, como si el mundo supiera que él no pertenecía a él… solo al deber.
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