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    | ¡Feliz Halloween! |

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    Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa.

    El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces.

    "Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó.

    Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones.

    —¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente.

    —¿Qué ocurre?

    —Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido?

    —Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez.

    Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior.

    Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón.

    —Joven amo.

    —¿Sí, Bard?

    —No es nada.

    Junior soltó un bufido.

    —Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo.

    Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse.

    —Conde Phantomhive —anunció, aproximándose.

    —Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde.

    Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa.

    —Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo.

    Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres.

    —Te perdiste la búsqueda.

    Junior asintió.

    —Sí, qué lástima.

    El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez.

    Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa.

    Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse.

    —No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel.

    —¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse.

    —No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos.

    Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna.

    Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz.

    —Gracias, padre.

    Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida.

    —Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró.

    Luego miró su atuendo.

    —Además, este disfraz es espantoso.

    Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
    | ¡Feliz Halloween! | ------- Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa. El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces. "Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó. Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones. —¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente. —¿Qué ocurre? —Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido? —Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez. Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior. Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón. —Joven amo. —¿Sí, Bard? —No es nada. Junior soltó un bufido. —Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo. Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse. —Conde Phantomhive —anunció, aproximándose. —Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde. Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa. —Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo. Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres. —Te perdiste la búsqueda. Junior asintió. —Sí, qué lástima. El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez. Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa. Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse. —No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel. —¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse. —No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos. Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna. Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz. —Gracias, padre. Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida. —Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró. Luego miró su atuendo. —Además, este disfraz es espantoso. Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
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  • Pura Venganza
    Fandom Multifandom
    CategorΓ­a Acción
    Este rol contiene palabras malsonantes, habla de un tema delicado, sangre y torturas


    Estos últimos meses hemos recibido avisos de más cuerpos encontrados por ciudadanos, todos siguen el mismo patrón.
    Revise cada una de las fotografías, los informes y las pruebas.

    Todo apuntaba a que todos esos atroces asesinatos no han sido a manos de un humano, si no de un demonio.

    La subida de los asesinatos han subido, al igual que mi investigación. La otra noche me encontraba en el único bar del pueblo donde se reúnen otros cazadores y hablan de sus "batallitas".
    Si aquel día fui no fue por simple casualidad, hay un cazador en particular que en sus tiempos mozos, se enfrento al mismo demonio que estoy buscando.

    Aquel hombre tenía ganas de hablar, no me costo que lo hiciera. Le invité a unas copas y en diez segundos comenzó a hablar sin poder parar, me contó todo lo que sabía sobre Malaquias.

    Malaquias, así es como se llama el demonio que estos meses lleva ocupando toda mi mente.

    Las anteriores victimas todas tenían rasgos físicos muy parecidos al igual que bastante explícitos. De echo muchas de aquellas mujeres se me hacían parecidas a una persona en concreto.

    Tanto hoy como mañana los tengo libres, hace cinco días encontraron a la última victima de Malaquías en las profundidades del bosque, más concretamente muy cerca de la orilla del río. En donde me encuentro en estos momentos, necesito encontrar alguna pista, mis instintos me dicen que sigue muy cerca y al ritmo que va, no tardará en buscar una nueva victima.

    Creí haber puesto el móvil en silencio pero estaba equivocado, al ver en la pantalla el nombre de Grayson, me pareció muy extraño que me llamará tan tarde.

    -Grayson, ¿sucede algo?.
    -Elektra aún no ha regresado. Llevo toda la tarde intentando llamarla y no me lo coge.

    Todos mis miedos se aferraron mientras Grayson y yo seguíamos hablando, terminé corriendo por las profundidades del bosque. Al principio no podía pensar con claridad, entonces empecé a seguir una melodía sospechosa.

    Para cualquier ser humano es como el canto de sirena, pero para nosotros los cazadores, desde pequeños nos entrenan, para no terminar cayendo en sus trucos.

    π„π‹π„πŠπ“π‘π€ 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓
    Este rol contiene palabras malsonantes, habla de un tema delicado, sangre y torturas Estos últimos meses hemos recibido avisos de más cuerpos encontrados por ciudadanos, todos siguen el mismo patrón. Revise cada una de las fotografías, los informes y las pruebas. Todo apuntaba a que todos esos atroces asesinatos no han sido a manos de un humano, si no de un demonio. La subida de los asesinatos han subido, al igual que mi investigación. La otra noche me encontraba en el único bar del pueblo donde se reúnen otros cazadores y hablan de sus "batallitas". Si aquel día fui no fue por simple casualidad, hay un cazador en particular que en sus tiempos mozos, se enfrento al mismo demonio que estoy buscando. Aquel hombre tenía ganas de hablar, no me costo que lo hiciera. Le invité a unas copas y en diez segundos comenzó a hablar sin poder parar, me contó todo lo que sabía sobre Malaquias. Malaquias, así es como se llama el demonio que estos meses lleva ocupando toda mi mente. Las anteriores victimas todas tenían rasgos físicos muy parecidos al igual que bastante explícitos. De echo muchas de aquellas mujeres se me hacían parecidas a una persona en concreto. Tanto hoy como mañana los tengo libres, hace cinco días encontraron a la última victima de Malaquías en las profundidades del bosque, más concretamente muy cerca de la orilla del río. En donde me encuentro en estos momentos, necesito encontrar alguna pista, mis instintos me dicen que sigue muy cerca y al ritmo que va, no tardará en buscar una nueva victima. Creí haber puesto el móvil en silencio pero estaba equivocado, al ver en la pantalla el nombre de Grayson, me pareció muy extraño que me llamará tan tarde. -Grayson, ¿sucede algo?. -Elektra aún no ha regresado. Llevo toda la tarde intentando llamarla y no me lo coge. Todos mis miedos se aferraron mientras Grayson y yo seguíamos hablando, terminé corriendo por las profundidades del bosque. Al principio no podía pensar con claridad, entonces empecé a seguir una melodía sospechosa. Para cualquier ser humano es como el canto de sirena, pero para nosotros los cazadores, desde pequeños nos entrenan, para no terminar cayendo en sus trucos. [Thxgirlargent91]
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  • Trece días. Un total de trece días necesitó el zorro para estar en buena forma. Habría necesitado menos, pero las heridas fueron brutales. Además, a mitad de su recuperación, tuvo que dar parte de su energía vital para ayudar a un amigo.

    Pero por fin, Kazuo estaba en marcha. Ese Ōmukade había crecido a sus anchas desde su último encuentro. Últimamente, en ese tiempo había atacado una aldea cercana, pero, por gracia divina, solo se cobró víctimas de ganado.

    El zorro, esta vez sí, con sus cinco sentidos puestos, fue en busca del demonio escalopendra, aquel que era capaz de matar y comer dragones. Recorrió todo el valle y la montaña en busca de su rastro. Recordaba su olor; si algo se le daba bien al zorro era recordar aromas, cada matiz que incluso podía saborear en la lengua. Tras una larga caminata, lo encontró: ese rastro que olía a podredumbre y muerte, como si algo estuviera comiendo cadáveres en descomposición. En este punto, el zorro bajó su ritmo, sintiendo cómo esa capa de miasma aumentaba a medida que se acercaba.

    Kazuo era tremendamente silencioso; no se escuchaba ni el crujir de las ramas bajo sus pies, igual que un fantasma. Afinaba su oído; cualquier leve sonido hacía que girara su cabeza de forma brusca, como cuando los cazadores acechan a una presa. Y así era: Kazuo era el cazador y el Ōmukade, su presa. La noche se había cernido sobre él. De seguro, Elisabeth le reprendería por no avisarla para que lo acompañara. Pero no le entusiasmaba darle como regalo de compromiso una noche de matanza a un demonio. Desde luego, era poco romántico.

    "¡Clic!" —Un crujido.

    Ese crujido no lo había emitido Kazuo. Tampoco lo habría provocado ningún animal, ya que la densidad del ambiente era inaguantable para cualquier ser que no estuviera preparado para soportarlo. El zorro se puso en cuclillas, posando sus dos manos sobre la tierra e inclinándose levemente hacia delante, como un gato que se agazapa antes de cernirse sobre su presa. Un silencio sepulcral se instalaba en el ambiente; Parecía que incluso el aire había dejado de correr.

    Fue entonces cuando aquel demonio, tan grande como un dragón, emergió de la oscuridad, profiriendo un rugido ensordecedor. Este, igual que la última vez, se dirigió una carga hacia Kazuo, pero este, rápido, tomó impulso en dirección hacia la criatura. A punto de colisionar el uno con el otro, Kazuo sacó sus garras, clavándolas apenas en el caparazón de su cabeza. Su coraza era terriblemente dura; Debería haberle pedido a Elisabeth un poco de su saliva, ya que esta es venenosa para los Ōmukade. Tras aguantar todo lo posible el agarre, aprovechó la inercia de su cuerpo para elevarse sobre la cabeza del demonio, quedando durante unas milésimas de segundo en pie sobre este con una sola mano. Sin soltar su agarre, dobló su tronco para que sus pies y piernas caigan en cuclillas sobre la cabeza del insecto gigante. Con una fuerza sobrehumana, hizo presión con sus piernas hacia abajo, soltando su agarre en el momento justo en que estas hacían más presión sobre la cabeza del demonio. El impulso que tomó el zorro hizo que la cabeza del contrario se estampara de boca contra el suelo, como si Kazuo hubiera lanzado un proyecto con sus piernas.

    Mientras una polvareda se levantaba por el impacto del Ōmukade contra el suelo, el zorro caía con gracia sobre la rama de un árbol cercano.

    —Esto va a terminar rápido... —decía él con esa calma que a veces podía resultar inquietante.

    Tras unos segundos, el demonio se levantaba. Este retorcía su cuerpo con dolor y furia. Kazuo pensó que, si no podía atravesar su corazón, lo molería a golpes hasta que esta cediera.

    Durante largos minutos, ambos yōkais se regalaban una serenata de golpes. Kazuo era quien más golpe daba y quien más los esquivaba, aunque se llevó alguno que otro en el camino. El demonio escalopendra comenzaba a estar cansado y cada vez más débil. En un último movimiento, Kazuo volvió a embestir de frente, algo bastante necio por su parte, ya que el demonio no era tonto y ya había visto antes de ese ataque.

    El Ōmukade, habiendo aprendido la lección, levantó su cabeza para atrapar el cuerpo de Kazuo, uniendo sus dientes afilados en su carne. Pero de pronto, como si fuera vapor, el cuerpo de Kazuo desapareció, dejando una leve neblina a su paso y una hoja otoñal flotando donde antes estaba su cuerpo, hasta que esta cayó al suelo. Kazuo había desaparecido. El demonio, desconcertado, giró sus ojos telescópicos de un lado a otro buscando al zorro. Pero Kazuo no estaba en su campo de visión. El zorro, como si de un truco de mágia se tratase, estaba justo debajo de la cabeza del Ōmukade, concretamente bajo su mandíbula. Ahí había un punto frágil; un área de su corazón había cedido por los constantes golpes que le había propinado. La mano de Kazuo se llenaba de llamas color zafiro, llamas capaces de purificar y quemar aquello que no puede ser purificado por nada. Juntó y puso rectos los dedos de su mano para, posteriormente, clavar sus garras de una sola estocada en la tráquea del monstruo, atravesándola con facilidad.

    El Ōmukade rugía, rugía con desesperación y dolor. Su cuerpo de escalopendra se retorcía de un lado a otro, volcando árboles y maleza, dejando un destrozo a su paso. Kazuo, insatisfecho, aún con su mano introducida, hizo florecer sus llamas color zafiro, haciendo que la criatura comenzara a arder desde dentro. Segundos más tarde, mientras aún se retorcía de dolor, llamas azules salían crepitantes entre los huecos de su coraza, por su boca y por sus ojos.

    Era un golpe incompatible con la vida, totalmente mortal. Saca sus manos del interior, su cuerpo dejó de moverse progresivamente, quedando solo algunos espasmos residuales de movimiento. Kazuo observaba cómo el cuerpo del demonio que casi lo mata se consumía. ¿Cómo podía haber sido tan descuidado con un demonio tan inferior a él?

    —Esto por haber preocupado a Liz, infeliz —decía Kazuo de forma seria, pero con una calma nuevamente inquietante.

    Su venganza no había sido porque lo hubiera estado a punto de matar, sino por el mal rato que pasó Elisabeth cuando lo encontró moribundo. Finalmente, el zorro se volvió y puso rumbo a su templo, esperando que no se le hubiera hecho demasiado tarde para cenar.
    Trece días. Un total de trece días necesitó el zorro para estar en buena forma. Habría necesitado menos, pero las heridas fueron brutales. Además, a mitad de su recuperación, tuvo que dar parte de su energía vital para ayudar a un amigo. Pero por fin, Kazuo estaba en marcha. Ese Ōmukade había crecido a sus anchas desde su último encuentro. Últimamente, en ese tiempo había atacado una aldea cercana, pero, por gracia divina, solo se cobró víctimas de ganado. El zorro, esta vez sí, con sus cinco sentidos puestos, fue en busca del demonio escalopendra, aquel que era capaz de matar y comer dragones. Recorrió todo el valle y la montaña en busca de su rastro. Recordaba su olor; si algo se le daba bien al zorro era recordar aromas, cada matiz que incluso podía saborear en la lengua. Tras una larga caminata, lo encontró: ese rastro que olía a podredumbre y muerte, como si algo estuviera comiendo cadáveres en descomposición. En este punto, el zorro bajó su ritmo, sintiendo cómo esa capa de miasma aumentaba a medida que se acercaba. Kazuo era tremendamente silencioso; no se escuchaba ni el crujir de las ramas bajo sus pies, igual que un fantasma. Afinaba su oído; cualquier leve sonido hacía que girara su cabeza de forma brusca, como cuando los cazadores acechan a una presa. Y así era: Kazuo era el cazador y el Ōmukade, su presa. La noche se había cernido sobre él. De seguro, Elisabeth le reprendería por no avisarla para que lo acompañara. Pero no le entusiasmaba darle como regalo de compromiso una noche de matanza a un demonio. Desde luego, era poco romántico. "¡Clic!" —Un crujido. Ese crujido no lo había emitido Kazuo. Tampoco lo habría provocado ningún animal, ya que la densidad del ambiente era inaguantable para cualquier ser que no estuviera preparado para soportarlo. El zorro se puso en cuclillas, posando sus dos manos sobre la tierra e inclinándose levemente hacia delante, como un gato que se agazapa antes de cernirse sobre su presa. Un silencio sepulcral se instalaba en el ambiente; Parecía que incluso el aire había dejado de correr. Fue entonces cuando aquel demonio, tan grande como un dragón, emergió de la oscuridad, profiriendo un rugido ensordecedor. Este, igual que la última vez, se dirigió una carga hacia Kazuo, pero este, rápido, tomó impulso en dirección hacia la criatura. A punto de colisionar el uno con el otro, Kazuo sacó sus garras, clavándolas apenas en el caparazón de su cabeza. Su coraza era terriblemente dura; Debería haberle pedido a Elisabeth un poco de su saliva, ya que esta es venenosa para los Ōmukade. Tras aguantar todo lo posible el agarre, aprovechó la inercia de su cuerpo para elevarse sobre la cabeza del demonio, quedando durante unas milésimas de segundo en pie sobre este con una sola mano. Sin soltar su agarre, dobló su tronco para que sus pies y piernas caigan en cuclillas sobre la cabeza del insecto gigante. Con una fuerza sobrehumana, hizo presión con sus piernas hacia abajo, soltando su agarre en el momento justo en que estas hacían más presión sobre la cabeza del demonio. El impulso que tomó el zorro hizo que la cabeza del contrario se estampara de boca contra el suelo, como si Kazuo hubiera lanzado un proyecto con sus piernas. Mientras una polvareda se levantaba por el impacto del Ōmukade contra el suelo, el zorro caía con gracia sobre la rama de un árbol cercano. —Esto va a terminar rápido... —decía él con esa calma que a veces podía resultar inquietante. Tras unos segundos, el demonio se levantaba. Este retorcía su cuerpo con dolor y furia. Kazuo pensó que, si no podía atravesar su corazón, lo molería a golpes hasta que esta cediera. Durante largos minutos, ambos yōkais se regalaban una serenata de golpes. Kazuo era quien más golpe daba y quien más los esquivaba, aunque se llevó alguno que otro en el camino. El demonio escalopendra comenzaba a estar cansado y cada vez más débil. En un último movimiento, Kazuo volvió a embestir de frente, algo bastante necio por su parte, ya que el demonio no era tonto y ya había visto antes de ese ataque. El Ōmukade, habiendo aprendido la lección, levantó su cabeza para atrapar el cuerpo de Kazuo, uniendo sus dientes afilados en su carne. Pero de pronto, como si fuera vapor, el cuerpo de Kazuo desapareció, dejando una leve neblina a su paso y una hoja otoñal flotando donde antes estaba su cuerpo, hasta que esta cayó al suelo. Kazuo había desaparecido. El demonio, desconcertado, giró sus ojos telescópicos de un lado a otro buscando al zorro. Pero Kazuo no estaba en su campo de visión. El zorro, como si de un truco de mágia se tratase, estaba justo debajo de la cabeza del Ōmukade, concretamente bajo su mandíbula. Ahí había un punto frágil; un área de su corazón había cedido por los constantes golpes que le había propinado. La mano de Kazuo se llenaba de llamas color zafiro, llamas capaces de purificar y quemar aquello que no puede ser purificado por nada. Juntó y puso rectos los dedos de su mano para, posteriormente, clavar sus garras de una sola estocada en la tráquea del monstruo, atravesándola con facilidad. El Ōmukade rugía, rugía con desesperación y dolor. Su cuerpo de escalopendra se retorcía de un lado a otro, volcando árboles y maleza, dejando un destrozo a su paso. Kazuo, insatisfecho, aún con su mano introducida, hizo florecer sus llamas color zafiro, haciendo que la criatura comenzara a arder desde dentro. Segundos más tarde, mientras aún se retorcía de dolor, llamas azules salían crepitantes entre los huecos de su coraza, por su boca y por sus ojos. Era un golpe incompatible con la vida, totalmente mortal. Saca sus manos del interior, su cuerpo dejó de moverse progresivamente, quedando solo algunos espasmos residuales de movimiento. Kazuo observaba cómo el cuerpo del demonio que casi lo mata se consumía. ¿Cómo podía haber sido tan descuidado con un demonio tan inferior a él? —Esto por haber preocupado a Liz, infeliz —decía Kazuo de forma seria, pero con una calma nuevamente inquietante. Su venganza no había sido porque lo hubiera estado a punto de matar, sino por el mal rato que pasó Elisabeth cuando lo encontró moribundo. Finalmente, el zorro se volvió y puso rumbo a su templo, esperando que no se le hubiera hecho demasiado tarde para cenar.
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  • 𝘜𝘯 π˜ͺ𝘯𝘡𝘦𝘯𝘡𝘰 π˜₯𝘦 𝘀π˜ͺ𝘡𝘒 𝘀𝘰𝘯𝘷𝘦𝘯𝘀π˜ͺ𝘰𝘯𝘒𝘭
    Fandom S/F
    CategorΓ­a Otros
    Rol individual con: π΄π‘Ÿπ‘Žπ‘›π‘‘ β˜„ 𝐿𝑣𝑔𝑣𝑠⭑


    Imagino que otra vez no va a pagarme... —hablo finalmente Dopinder, el taxista y amigo de Deadpool, porsupuesto acostumbrado de aquello.—

    No, pero-..

    ¿Va a chocarme esos cinco, verdad?—le interrumpió el taxista muy seguro de si mismo mirando con una sonrisa hacia atrás, dónde Wade se encontraba con su cita. Este le devolvió la sonrisa.—

    No, mucho mejor ¡Te daré 10!

    Wade y Dopinder chocaron sus manos, después el del traje rojo abrió la puerta para bajar.

    ¡Linda tarde para ambos, disfruten de su cita! ¡Señorita, hasta luego! —Saluda Dopinder desde dentro del carro con su típico acento.—

    ¡Adiós, y buena suerte recuperando el amor de Gita. No olvides mis consejos, león! —le grita Wade saludando con su mano mientras el carro se aleja—


    Ahora, finalmente estaban en la cafetería, y Wade se gira para mirar a Arant. Momento de la cita tan de último momento y con un trasfondo un tanto gracioso.
    Rol individual con: [Arantxza.lvgvs] Imagino que otra vez no va a pagarme... —hablo finalmente Dopinder, el taxista y amigo de Deadpool, porsupuesto acostumbrado de aquello.— No, pero-.. ¿Va a chocarme esos cinco, verdad?—le interrumpió el taxista muy seguro de si mismo mirando con una sonrisa hacia atrás, dónde Wade se encontraba con su cita. Este le devolvió la sonrisa.— No, mucho mejor ¡Te daré 10! Wade y Dopinder chocaron sus manos, después el del traje rojo abrió la puerta para bajar. ¡Linda tarde para ambos, disfruten de su cita! ¡Señorita, hasta luego! —Saluda Dopinder desde dentro del carro con su típico acento.— ¡Adiós, y buena suerte recuperando el amor de Gita. No olvides mis consejos, león! —le grita Wade saludando con su mano mientras el carro se aleja— Ahora, finalmente estaban en la cafetería, y Wade se gira para mirar a Arant. Momento de la cita tan de último momento y con un trasfondo un tanto gracioso.
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  • Ideas simples para disfraz de Halloween.

    Bella Durmiente.

    Cinco minutitos más, por favor.
    Ideas simples para disfraz de Halloween. Bella Durmiente. Cinco minutitos más, por favor.
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  • En el transcurso de dos años, mi presencia trajo paz al globo. A los cuatro años, mis acciones aún provocaban euforia en las masas. Cinco años, y mis palabras resonaban hasta el rincón más oscuro de la existencia. Ahora, frente al calor de lo que alguna vez fueron llamas feroces que devoraban sin discriminación las paredes de un templo sagrado, yace un inocente bebé, a quien bañaré en las flamas de la esperanza para bendecirlo.

    Doradas, se alzan ante nosotros las flamas de la nueva era, inmaculadas.
    El público nos mira expectantes, hasta con lágrimas de emoción.
    He aquí el décimo segundo neonato del día que será bendecido, para que en su vida nunca le falte fé.

    —You're not iconic!

    Antes de que siquiera una brasa pudiera asentarse en la piel del niño, un grito llamó la atención de la gente y la mía. Entre aquellas personas, que formaban un mar blanquecino por sus prendas, salieron tipos extraños, vestidos de negro y cornamentas de cabras. Eran pocos, en comparación a la multitud que había inundado las calles desde temprano.

    —You are just like them all.

    A mí es a quien señalan los desconocidos, mientras avanzan ante la confusión e irritación de los devotos presentes. Por mi parte abracé al infante, bajo un instinto protector que me gritaba sobre la peligrosidad de aquellos invasores.

    "Chi sono? Cosa stanno facendo qui? Perché manchi di rispetto all'angelo?" El disgusto de la gente no se hizo esperar, pero se mantuvieron a raya gracias a la presencia y actitud relajada del ángel.


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    En el transcurso de dos años, mi presencia trajo paz al globo. A los cuatro años, mis acciones aún provocaban euforia en las masas. Cinco años, y mis palabras resonaban hasta el rincón más oscuro de la existencia. Ahora, frente al calor de lo que alguna vez fueron llamas feroces que devoraban sin discriminación las paredes de un templo sagrado, yace un inocente bebé, a quien bañaré en las flamas de la esperanza para bendecirlo. Doradas, se alzan ante nosotros las flamas de la nueva era, inmaculadas. El público nos mira expectantes, hasta con lágrimas de emoción. He aquí el décimo segundo neonato del día que será bendecido, para que en su vida nunca le falte fé. —You're not iconic! Antes de que siquiera una brasa pudiera asentarse en la piel del niño, un grito llamó la atención de la gente y la mía. Entre aquellas personas, que formaban un mar blanquecino por sus prendas, salieron tipos extraños, vestidos de negro y cornamentas de cabras. Eran pocos, en comparación a la multitud que había inundado las calles desde temprano. —You are just like them all. A mí es a quien señalan los desconocidos, mientras avanzan ante la confusión e irritación de los devotos presentes. Por mi parte abracé al infante, bajo un instinto protector que me gritaba sobre la peligrosidad de aquellos invasores. "Chi sono? Cosa stanno facendo qui? Perché manchi di rispetto all'angelo?" El disgusto de la gente no se hizo esperar, pero se mantuvieron a raya gracias a la presencia y actitud relajada del ángel. |1/2|
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  • It's been along time coming...
    Fandom SUPERNATURAL
    CategorΓ­a Acción

    Las cosas habían cambiado bastante en estos últimos años.
    Bobby había dejado de discutir sobre el futuro de su propia hija y había decidido apoyarla en la decisión de ser cazadora. A pesar, de que estuvo luchando porque no lo fuera desde hace años.
    No quería perderla, era lo único que tenía en el mundo, ya que los demonios le quitaron a su mujer en su momento.
    Pero no iba a dejar que fuera sola en aquella cacería
    Siempre solía ir él con ella. O mándame a alguien para vigilarla por si necesitaba ayuda. Aunque la mayoría de la veces, ella podía sola.


    Una vez en aquel pequeño pueblo, la morena salió de la habitación del motel recogiéndose la melena en un semi recogido con una pinza.
    Hacia frío, no demasiado, pero lo suficiente para llevar una chaqueta por encima aquella mañana.
    Había mandado los links y las fotos de los periódicos a su padre para que la ayudara a lo que se estaba enfrentado.
    Tenía toda la pinta de ser un fantasma. Pero ¿ Quién?
    ¿ Quién podría ser y por qué?

    En los últimos años las fiestas recurrentes en el mes de octubre se iban hacia unos cinco años atrás. Algo había ocurrido antes de aquello. Pero no lograba encontrar la primera noticia mediante internet.
    Por lo que se dirijio al centro del pueblo donde hacían el periódico local. Allí podría preguntar lo que necesitaba en aquellos momentos, alguien seguramente estaría allí cuando todo aquello empezó.

    Cuando bajó del coche, sus orbes fueron hacia otro coche situado en la entrada del lugar, reconoció ese coche como si lo hubiera visto ayer. Rodó los ojos de forma molesta. ¿ Acaso su padre les habría llamado para que estuvieran pendiente de ella? Esperaba que no, ya habían tenido discusiones por el tema de que la hicieran de canguro. Y no iba a tener a los Winchester detrás de ella de aquella forma.

    Caminó cruzando la calle a la vez que se acercaba al coche, viendo una silueta salir del lado del copiloto, pero no del contrario. Reconociendo enseguida a 𝓓ean 𝓦inchester .

    Un par de pasos y llego al contrario, dejando un par de toques en el hombro derecho con dos de sus dedos.
    Cuando giró, cogió aire y después trago saliva. Hacia tiempo que no le veía, pero aquello no había cambiado nada.
    Le dedico una suave sonrisa, a la vez que dejaba de mirar aquellos preciosos ojos verdosos, algo que nunca podía hacer por demasiado tiempo. Y observó el lugar al cual iba a entrar .

    — Espero que esto sea una casualidad y no sea que mi padre te ha pedido echarme un ojo Dean.
    Las cosas habían cambiado bastante en estos últimos años. Bobby había dejado de discutir sobre el futuro de su propia hija y había decidido apoyarla en la decisión de ser cazadora. A pesar, de que estuvo luchando porque no lo fuera desde hace años. No quería perderla, era lo único que tenía en el mundo, ya que los demonios le quitaron a su mujer en su momento. Pero no iba a dejar que fuera sola en aquella cacería Siempre solía ir él con ella. O mándame a alguien para vigilarla por si necesitaba ayuda. Aunque la mayoría de la veces, ella podía sola. Una vez en aquel pequeño pueblo, la morena salió de la habitación del motel recogiéndose la melena en un semi recogido con una pinza. Hacia frío, no demasiado, pero lo suficiente para llevar una chaqueta por encima aquella mañana. Había mandado los links y las fotos de los periódicos a su padre para que la ayudara a lo que se estaba enfrentado. Tenía toda la pinta de ser un fantasma. Pero ¿ Quién? ¿ Quién podría ser y por qué? En los últimos años las fiestas recurrentes en el mes de octubre se iban hacia unos cinco años atrás. Algo había ocurrido antes de aquello. Pero no lograba encontrar la primera noticia mediante internet. Por lo que se dirijio al centro del pueblo donde hacían el periódico local. Allí podría preguntar lo que necesitaba en aquellos momentos, alguien seguramente estaría allí cuando todo aquello empezó. Cuando bajó del coche, sus orbes fueron hacia otro coche situado en la entrada del lugar, reconoció ese coche como si lo hubiera visto ayer. Rodó los ojos de forma molesta. ¿ Acaso su padre les habría llamado para que estuvieran pendiente de ella? Esperaba que no, ya habían tenido discusiones por el tema de que la hicieran de canguro. Y no iba a tener a los Winchester detrás de ella de aquella forma. Caminó cruzando la calle a la vez que se acercaba al coche, viendo una silueta salir del lado del copiloto, pero no del contrario. Reconociendo enseguida a [RIGHTE0USMAN] . Un par de pasos y llego al contrario, dejando un par de toques en el hombro derecho con dos de sus dedos. Cuando giró, cogió aire y después trago saliva. Hacia tiempo que no le veía, pero aquello no había cambiado nada. Le dedico una suave sonrisa, a la vez que dejaba de mirar aquellos preciosos ojos verdosos, algo que nunca podía hacer por demasiado tiempo. Y observó el lugar al cual iba a entrar . — Espero que esto sea una casualidad y no sea que mi padre te ha pedido echarme un ojo Dean.
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  • -dejenla pensar un momento ya está en shock con todo lo que acaba de pasar en tan poco tiempo justo cuando no está en sus cinco sentidos aún está debatiendo si lo que esta viviendo desde ayer es un delirio por la droga, o quizas es parte de su mente porque esta a borde de la muerte ? Estará soñando?.... Sea cual sea la respuesta está incrédula de todo lo que está pasando ¿Su señor fingiendo que le importa? Imposible .....

    Entrelazó sus propios dedos acercando los a su menton esforzándose por pensar en algo lógico de que es lo que está pasando ¿Será que alguien lo está amenazando a muerte para que le dé atención?-
    -dejenla pensar un momento ya está en shock con todo lo que acaba de pasar en tan poco tiempo justo cuando no está en sus cinco sentidos aún está debatiendo si lo que esta viviendo desde ayer es un delirio por la droga, o quizas es parte de su mente porque esta a borde de la muerte ? Estará soñando?.... Sea cual sea la respuesta está incrédula de todo lo que está pasando ¿Su señor fingiendo que le importa? Imposible ..... Entrelazó sus propios dedos acercando los a su menton esforzándose por pensar en algo lógico de que es lo que está pasando ¿Será que alguien lo está amenazando a muerte para que le dé atención?-
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  • ── "𝐸𝑙 π‘Žπ‘šπ‘œπ‘Ÿ π‘›π‘œ β„Žπ‘Žπ‘π‘–π‘‘π‘Ž π‘π‘’π‘’π‘Ÿπ‘π‘œπ‘ , β„Žπ‘Žπ‘π‘–π‘‘π‘Ž π‘Žπ‘™π‘šπ‘Žπ‘  π‘žπ‘’π‘’ π‘’π‘›π‘π‘œπ‘›π‘‘π‘Ÿπ‘Žπ‘Ÿπ‘œπ‘› π‘Ÿπ‘’π‘“π‘’π‘”π‘–π‘œ 𝑦 β„Žπ‘œπ‘”π‘Žπ‘Ÿ 𝑒𝑛 π‘œπ‘‘π‘Ÿπ‘Ž π‘–π‘”π‘’π‘Žπ‘™ 𝑑𝑒 π‘ π‘œπ‘™π‘–π‘‘π‘Žπ‘Ÿπ‘–π‘Ž. 𝑇𝑒𝑠 π‘œπ‘—π‘œπ‘  π‘šπ‘’π‘’π‘£π‘’π‘› 𝑒𝑙 π‘‘π‘–π‘’π‘šπ‘π‘œ 𝑑𝑒 π‘šπ‘– π‘£π‘–π‘‘π‘Ž 𝑠𝑖𝑛 β„Žπ‘œπ‘Ÿπ‘Žπ‘ , π‘Žπ‘’π‘›π‘žπ‘’π‘’ 𝑠𝑒 β„Žπ‘Žπ‘”π‘Ž π‘π‘’π‘›π‘–π‘§π‘Žπ‘  𝑦 π‘™π‘œπ‘  π‘‘π‘–π‘Žπ‘  π‘™π‘™π‘Žπ‘šπ‘’π‘› π‘šπ‘– π‘šπ‘Žñπ‘Žπ‘›π‘Ž π‘π‘Žπ‘Ÿπ‘Ž π‘£π‘œπ‘™π‘Žπ‘Ÿ, 𝑒𝑙 π‘Žπ‘šπ‘œπ‘Ÿ π‘ π‘’π‘”π‘’π‘–π‘Ÿá 𝑒π‘₯π‘–π‘ π‘‘π‘–π‘’π‘›π‘‘π‘œ π‘’π‘›π‘‘π‘Ÿπ‘’ 𝑑𝑒𝑠 π‘šπ‘’π‘šπ‘œπ‘Ÿπ‘–π‘Žπ‘  𝑦 π‘™π‘Žπ‘  π‘šíπ‘Žπ‘  π‘π‘œπ‘šπ‘œ π‘’π‘›π‘Ž π‘π‘Žπ‘›π‘π‘–ó𝑛 𝑠𝑖𝑛 π‘“π‘–π‘›π‘Žπ‘™"

    Desde que se conocieron en ese bosque entre llamas danzantes color zafiro ( https://ficrol.com/posts/178240 ) pasaron dos largos años en los cuales Liz recorrió cinco de los siete reinos en el terreno continental, sin lograr mucho más que saciar su sed de venganza, ganar unas cuantas batallas ajenas, conocer diferentes culturas y añadir algunas cicatrices a la colección.
    Ya cansada de tanto andar como un susurro del destino y recordando las misteriosas palabras de la vidente todo encajó a la perfección; el camino que debía escoger era de regreso al lugar donde para ella había sido una burbuja de la realidad, necesitaba paz, necesitaba deshacerse de la culpa que la carcomía viva por todos los eventos recientes.

    Fueron al rededor de siete semanas en barco y dos meses de caminata, hasta que por fin llegó. Todo estaba como lo recordaba, el Tori desgastado que daba la bienvenida y el templo siempre bien mantenido y pulcro.

    Para su fortuna en ese monte no sólo halló paz, también encontró el amor que esquivo nunca había tocado su puerta.
    Este Yōkai esperó pacientemente su regreso, Elizabeth en sus manos se sentía segura, como si fuera una frágil hoja resguardada del soplo del viento, olvidaba por un momento la guerrera nata llena de ira que vivía en ella y eso de alguna manera era un bálsamo para su alma.

    Cada rosa tiene su espina, sólo en las manos correctas no lastima

    Kazuo y Elizabeth se encontraron bajo la noche estrellada gracias a la estela ausente de una caprichosa luz esmeralda que no intentaba otra cosa que unir dos almas que sin saberlo se buscaban
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  • —Le muerde una oreja a Husk . No puede ser que este de cinco meses y no le haga ni caso—
    —Le muerde una oreja a [barcat75]. No puede ser que este de cinco meses y no le haga ni caso—
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