• Esa noche Okiko había sido llamada por el jefe de la Yakuza, un hombre en sus 50's casi 60's de una terrible apariencia, en todos sus años de vida, esa debía ser la tercera o cuarta vez que ella era llamada con el jefe.

    Con mucho miedo, Okiko entró, tomando asiento frente a aquel hombre, jamás levantando la mirada. La reunión duraría poco porque mas que una reunión, era un orden.

    "Por tu seguridad, no ayudes a todos."
    La voz grave, carrasposa y severa ordenó.

    Ella pudo sentirlo en su pecho, miedo por cómo había sido tratada.
    Abrió su boca para gesticular, iba a decirle que entendía y disculpaba los problemas., pero entonces el jefe volvió a hablar.

    " Por ayudarte; Perdimos a dos de nuestros agentes arreglando los papeles para ese niño. Ahora legalmente es tuyo, es tu hijo y tu su madre. Así que piensa bien cómo me pagarás que dos de mis trabajadores estarán en la carcel por tres y cinco años. "

    Toda la sangre parecía haberse ido a los pies de Okiko, estaba tan asustada, tan sorprendida y atónita. Se suponía que ser una noticia feliz y en lugar de ello, ella sentía culpa.
    ¿Cómo iba a pagar por la vida de dos personas en la carcel?


    ─ ....ah...─
    Apenas iba a hablar, cuando el hombre levantó la mano para pedirle silencio y para continuar hablando.

    "El niño será tuyo en papel, pero nos pertenece, para bien o para mal, lo que te pidamos, harás por nosotros y lo que nos pidas, lo administraremos.
    Por respeto, uno que llevas en la sangre y en un pacto de nuestros antepasados. "

    Los adolescentes ahora no sabían, no les importaba la historia, pero su antepasado, el gran y terrible Mastunaga Hisahide estaba considerado como uno de los tres villanos más grandes de Japón. ( 日本三大梟雄 )

    " Medicamentos, ropa, comida, educación, lujos, todo lo pedirás a nosotros. "

    Entre más parecía el jefe ser bueno Okiko pensaba en que ahora no había nada que hacer, estaba completamente atada a seguir trabajando, apoyándolos y alimentándolos.

    ── Sobre mi otra deuda. ─
    Ella preguntó sin voltear a verlo.

    "*Esa* deuda, ya quedó saldada. Gracias por venir, si es necesario, volveré a llamarte. "

    Con calma, ella se levantó, hizo una reverencia de lo más marcada, antes de salir.
    El camino en el auto fue silencioso, al ser dejada cerca del barrio, a ella le tocaría caminar, pero mientras lo hacía, apenas si saludaba.

    Giró la llave de su casa, subió las escaleras y ahi estaban ya, el paquete de papeles, todo legal y correcto.

    Esa noche Okiko había sido llamada por el jefe de la Yakuza, un hombre en sus 50's casi 60's de una terrible apariencia, en todos sus años de vida, esa debía ser la tercera o cuarta vez que ella era llamada con el jefe. Con mucho miedo, Okiko entró, tomando asiento frente a aquel hombre, jamás levantando la mirada. La reunión duraría poco porque mas que una reunión, era un orden. "Por tu seguridad, no ayudes a todos." La voz grave, carrasposa y severa ordenó. Ella pudo sentirlo en su pecho, miedo por cómo había sido tratada. Abrió su boca para gesticular, iba a decirle que entendía y disculpaba los problemas., pero entonces el jefe volvió a hablar. " Por ayudarte; Perdimos a dos de nuestros agentes arreglando los papeles para ese niño. Ahora legalmente es tuyo, es tu hijo y tu su madre. Así que piensa bien cómo me pagarás que dos de mis trabajadores estarán en la carcel por tres y cinco años. " Toda la sangre parecía haberse ido a los pies de Okiko, estaba tan asustada, tan sorprendida y atónita. Se suponía que ser una noticia feliz y en lugar de ello, ella sentía culpa. ¿Cómo iba a pagar por la vida de dos personas en la carcel? ─ ....ah...─ Apenas iba a hablar, cuando el hombre levantó la mano para pedirle silencio y para continuar hablando. "El niño será tuyo en papel, pero nos pertenece, para bien o para mal, lo que te pidamos, harás por nosotros y lo que nos pidas, lo administraremos. Por respeto, uno que llevas en la sangre y en un pacto de nuestros antepasados. " Los adolescentes ahora no sabían, no les importaba la historia, pero su antepasado, el gran y terrible Mastunaga Hisahide estaba considerado como uno de los tres villanos más grandes de Japón. ( 日本三大梟雄 ) " Medicamentos, ropa, comida, educación, lujos, todo lo pedirás a nosotros. " Entre más parecía el jefe ser bueno Okiko pensaba en que ahora no había nada que hacer, estaba completamente atada a seguir trabajando, apoyándolos y alimentándolos. ── Sobre mi otra deuda. ─ Ella preguntó sin voltear a verlo. "*Esa* deuda, ya quedó saldada. Gracias por venir, si es necesario, volveré a llamarte. " Con calma, ella se levantó, hizo una reverencia de lo más marcada, antes de salir. El camino en el auto fue silencioso, al ser dejada cerca del barrio, a ella le tocaría caminar, pero mientras lo hacía, apenas si saludaba. Giró la llave de su casa, subió las escaleras y ahi estaban ya, el paquete de papeles, todo legal y correcto.
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  • Hay gente que muere por ser vista…
    pero no mueve un maldito dedo para lograrlo.
    Se plantan ahí, con la cara bonita y la autoestima inflada,
    esperando que el mundo les aplauda solo por existir.

    Spoiler: no funciona así.

    Se creen especiales porque alguien, alguna vez, les dijo que lo eran.
    Pero no tienen ideas, no tienen chispa,
    y cuando intentan acercarse a alguien,
    repiten el mismo guion barato que ya fracasó en otro lado.

    No es encanto, es copia.
    No es presencia, es ruido vacío.

    Dicen querer conexiones reales,
    pero no saben ni sostener una mirada sin fingir.
    Quieren ser inolvidables,
    pero no dejan nada que valga la pena recordar.

    Son como canciones sin letra:
    bonitas al principio, pero te olvidás de ellas en cinco minutos.
    Y claro, luego lloran porque nadie las ve.
    Pero… ¿qué quieren que vea uno? ¿La pose? ¿El filtro?

    No son invisibles por injusticia.
    Lo son porque no tienen nada que decir.
    Porque no queman, no muerden, no vibran.

    Y el mundo no gira para quien no late.
    Hay gente que muere por ser vista… pero no mueve un maldito dedo para lograrlo. Se plantan ahí, con la cara bonita y la autoestima inflada, esperando que el mundo les aplauda solo por existir. Spoiler: no funciona así. Se creen especiales porque alguien, alguna vez, les dijo que lo eran. Pero no tienen ideas, no tienen chispa, y cuando intentan acercarse a alguien, repiten el mismo guion barato que ya fracasó en otro lado. No es encanto, es copia. No es presencia, es ruido vacío. Dicen querer conexiones reales, pero no saben ni sostener una mirada sin fingir. Quieren ser inolvidables, pero no dejan nada que valga la pena recordar. Son como canciones sin letra: bonitas al principio, pero te olvidás de ellas en cinco minutos. Y claro, luego lloran porque nadie las ve. Pero… ¿qué quieren que vea uno? ¿La pose? ¿El filtro? No son invisibles por injusticia. Lo son porque no tienen nada que decir. Porque no queman, no muerden, no vibran. Y el mundo no gira para quien no late.
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  • Recuerdo la primera vez que mis manos extinguieron una vida. Y como un tren de ideas, ese recuerdo siempre termina por llevarme a otro.

    "Los otros niños no me creen cuando les digo que somos de «esos» Colton", sollozaba yo. Tendría cinco o seis años. Abue Gaby curaba mis heridas, hacía lo que podía porque yo me resistía al ardor del antiséptico.

    "No importa lo que piensen ellos", dijo ella. "Mientras tú sepas quién eres".

    Volví a poner atención a la televisión. "Colton", un nombre que imponía respeto, que significaba poder. Era el nombre de la empresa en la pantalla, el de sus directivos, y según Abue, éramos parte de ellos.

    ¿Por qué vivía esa gente llena de lujos y opulencia, mientras que Abue y yo estábamos confinadas a una vida de carencia, miseria y tragedia? ¿Realmente éramos de los mismos Colton, o sólo lo decía cuando quería verme sonreír?

    "Soy una Colton", era mi manera favorita de lidiar con todo. Convencida de que era parte de algo más grande, de que un día llegaría una limosina a ese pueblucho y hombres con trajes elegantes me sacarían de ahí. "Esta no es mi verdadera vida".

    Ridículo, claro. Era mi vida y lo sigue siendo.

    Abue Gaby terminaría explicándome todo. El cómo le arrebataron a su hija. El cómo ella amenazó con hacer públicas las aberrantes cosas que los Colton habían hecho. El cómo fue enviada a un asilo mental, y después, confinada al otro lado del mundo. Perdió todo lo que amaba a manos de quienes se hacían llamar su carne y sangre.

    Como un bucle, un recuerdo me lleva a otro. Las risas de los niños, mis rodillas ensangrentadas, los hombres de traje en la tele, la historia de Abue... y el día en que la limosina por fin llegó a nuestra puerta.

    El día en el que extinguí la flama de una vida por primera vez.

    Así que sí, soy una Colton. La única que queda.
    Recuerdo la primera vez que mis manos extinguieron una vida. Y como un tren de ideas, ese recuerdo siempre termina por llevarme a otro. "Los otros niños no me creen cuando les digo que somos de «esos» Colton", sollozaba yo. Tendría cinco o seis años. Abue Gaby curaba mis heridas, hacía lo que podía porque yo me resistía al ardor del antiséptico. "No importa lo que piensen ellos", dijo ella. "Mientras tú sepas quién eres". Volví a poner atención a la televisión. "Colton", un nombre que imponía respeto, que significaba poder. Era el nombre de la empresa en la pantalla, el de sus directivos, y según Abue, éramos parte de ellos. ¿Por qué vivía esa gente llena de lujos y opulencia, mientras que Abue y yo estábamos confinadas a una vida de carencia, miseria y tragedia? ¿Realmente éramos de los mismos Colton, o sólo lo decía cuando quería verme sonreír? "Soy una Colton", era mi manera favorita de lidiar con todo. Convencida de que era parte de algo más grande, de que un día llegaría una limosina a ese pueblucho y hombres con trajes elegantes me sacarían de ahí. "Esta no es mi verdadera vida". Ridículo, claro. Era mi vida y lo sigue siendo. Abue Gaby terminaría explicándome todo. El cómo le arrebataron a su hija. El cómo ella amenazó con hacer públicas las aberrantes cosas que los Colton habían hecho. El cómo fue enviada a un asilo mental, y después, confinada al otro lado del mundo. Perdió todo lo que amaba a manos de quienes se hacían llamar su carne y sangre. Como un bucle, un recuerdo me lleva a otro. Las risas de los niños, mis rodillas ensangrentadas, los hombres de traje en la tele, la historia de Abue... y el día en que la limosina por fin llegó a nuestra puerta. El día en el que extinguí la flama de una vida por primera vez. Así que sí, soy una Colton. La única que queda.
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  • [REGISTRO DE MISIÓN CLASIFICADA — PROTOCOLO CIELO ROJO]

    **Evento: Invasión de Entidad Divina Tipo Trueno (Clase Celestial Omega)**

    **Unidad de Defensa Especial VX | Comandante de campo: Haruki Shinozawa (Kamen Rider VX)**

    **Ubicación:** Santuario Celeste sobre la Cúspide del Monte Izanari
    **Fecha:** Día 3 del Mes de los Relámpagos

    ---

    **[INICIO DEL REGISTRO]**

    Un cielo quebrado por rayos sin origen. Un retumbar que sacude montañas. La tierra tiembla. Desde los cielos descendió una deidad antigua, autoproclamada juez del mundo humano: **Raijintei**, el dios del trueno.

    Su veredicto fue claro:
    —*“La humanidad ha fallado. El juicio ha llegado.”*

    Los cielos se abrieron como grietas ardientes. De las nubes surgieron relámpagos vivos que atacaban ciudades, templos y bases militares. Todo sistema artificial colapsó. Las fuerzas convencionales no pudieron siquiera acercarse.

    Solo uno podía responder.

    —Unidad VX en marcha.

    Cinco miembros armados con tecnología VX tomaron posiciones en la montaña sagrada. Cada uno con funciones especializadas: soporte aéreo, blindaje, artillería pesada, sigilo y combate cerrado. Al frente, **Haruki Shinozawa**, en su armadura esmeralda habitual, dirigía la operación.

    El combate fue apoteósico. La deidad surcaba los cielos con un martillo de rayos, lanzando cadenas de relámpago que desintegraban el terreno. Cada miembro de la unidad atacó con precisión quirúrgica, coordinados por la voz firme de Shinozawa.

    —“¡No piensen en su poder! ¡Recuerden a quién defendemos!”

    Durante quince minutos, el cielo y la tierra fueron uno en caos. El equipo logró herir a Raijintei, rompiendo parte de su armadura de energía divina. Fue entonces que el plan final se ejecutó.

    **Shinozawa activó el protocolo Boost Mode.**

    Su *VX Driver* brilló en rojo. La armadura cambió radicalmente: **color blanco inmaculado con detalles carmesí y ojos rojos intensos**, como brasas del corazón de un volcán. Las líneas de energía se encendieron con poder ciclónico.

    —“Por cada niño que aún sonríe, por cada madre que aún canta, ¡yo no permitiré que tu juicio se cumpla!”

    **“BOOST MODE: CYCLONE HOPPER KICK!”**

    Impulsado por una ráfaga vertical de viento rojo y blanco, Shinozawa saltó más alto que el dios mismo. El cielo se partió cuando descendió en picado, envuelto en un aura ciclónica. La patada final impactó en el núcleo de Raijintei con una fuerza que hizo vibrar continentes.

    El dios cayó.

    La luz regresó.

    El juicio fue detenido.

    ---

    **\[FIN DEL REGISTRO]**
    **Estado del comandante:** Estable, inconsciente por 6 minutos. Recuperado sin lesiones permanentes.

    **Estado de la unidad:** Dos heridos, uno grave pero estable. Misión cumplida.
    [REGISTRO DE MISIÓN CLASIFICADA — PROTOCOLO CIELO ROJO] **Evento: Invasión de Entidad Divina Tipo Trueno (Clase Celestial Omega)** **Unidad de Defensa Especial VX | Comandante de campo: Haruki Shinozawa (Kamen Rider VX)** **Ubicación:** Santuario Celeste sobre la Cúspide del Monte Izanari **Fecha:** Día 3 del Mes de los Relámpagos --- **[INICIO DEL REGISTRO]** Un cielo quebrado por rayos sin origen. Un retumbar que sacude montañas. La tierra tiembla. Desde los cielos descendió una deidad antigua, autoproclamada juez del mundo humano: **Raijintei**, el dios del trueno. Su veredicto fue claro: —*“La humanidad ha fallado. El juicio ha llegado.”* Los cielos se abrieron como grietas ardientes. De las nubes surgieron relámpagos vivos que atacaban ciudades, templos y bases militares. Todo sistema artificial colapsó. Las fuerzas convencionales no pudieron siquiera acercarse. Solo uno podía responder. —Unidad VX en marcha. Cinco miembros armados con tecnología VX tomaron posiciones en la montaña sagrada. Cada uno con funciones especializadas: soporte aéreo, blindaje, artillería pesada, sigilo y combate cerrado. Al frente, **Haruki Shinozawa**, en su armadura esmeralda habitual, dirigía la operación. El combate fue apoteósico. La deidad surcaba los cielos con un martillo de rayos, lanzando cadenas de relámpago que desintegraban el terreno. Cada miembro de la unidad atacó con precisión quirúrgica, coordinados por la voz firme de Shinozawa. —“¡No piensen en su poder! ¡Recuerden a quién defendemos!” Durante quince minutos, el cielo y la tierra fueron uno en caos. El equipo logró herir a Raijintei, rompiendo parte de su armadura de energía divina. Fue entonces que el plan final se ejecutó. **Shinozawa activó el protocolo Boost Mode.** Su *VX Driver* brilló en rojo. La armadura cambió radicalmente: **color blanco inmaculado con detalles carmesí y ojos rojos intensos**, como brasas del corazón de un volcán. Las líneas de energía se encendieron con poder ciclónico. —“Por cada niño que aún sonríe, por cada madre que aún canta, ¡yo no permitiré que tu juicio se cumpla!” **“BOOST MODE: CYCLONE HOPPER KICK!”** Impulsado por una ráfaga vertical de viento rojo y blanco, Shinozawa saltó más alto que el dios mismo. El cielo se partió cuando descendió en picado, envuelto en un aura ciclónica. La patada final impactó en el núcleo de Raijintei con una fuerza que hizo vibrar continentes. El dios cayó. La luz regresó. El juicio fue detenido. --- **\[FIN DEL REGISTRO]** **Estado del comandante:** Estable, inconsciente por 6 minutos. Recuperado sin lesiones permanentes. **Estado de la unidad:** Dos heridos, uno grave pero estable. Misión cumplida.
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  • Ubicación: Bosque estatal de ██████.
    Misión: Reconocimiento.
    Equipo: Bravo-1.
    Hora: 06:33 AM.

    Cada metro del corredor que recorrían era idéntico al anterior: paredes de papel tapiz florido, lámparas colgantes con luz cálida, alfombra impecable. Sólo cuando giraron hacia una repentina puerta lateral el equipo lo notó. Las puertas estaban fijas, eran falsas, estaban pintadas y las perillas eran de yeso.

    — Esto no tiene sentido —gruñó Rourke, golpeando la pared con la culata del fusil.

    — Aquí Bravo-1 en el objetivo. Se trata de una... anomalía estructural no reconocida, ¿Me copia? —Spider tocó el intercomunicador.

    Estática. Luego, nada. Viper alzó una mano.

    — Avancemos. No se separen. Regla de oro: nadie responde si escucha su nombre.

    — ¿Por qué alguien escucharía su nombre? —preguntó Dorsey.

    Viper no respondió.

    Caminaron otros diez minutos hasta que la luz se apagó. Fueron tres segundos de oscuridad total y cuando volvió… Mason ya no estaba.

    — ¿Mason? —susurró Rourke, girando sobre sí mismo—. ¡Mason!

    Sólo se escuchaba su propia voz. Ni un sólo disparo, ni un grito. Viper escaneó la zona. No había signos de lucha. Ninguna huella. Como si Mason jamás hubiera estado ahí.

    La angustia se coló como un pinchazo en el pecho de Viper, pero no permitió que fuera por mucho.

    — No se detengan —tenía que sacarlos de ahí.

    Spider comenzó a respirar por la boca. Dorsey murmuraba para sí mismo.

    Siguieron caminando. Al cabo de cinco minutos y un breve apagón más... la casa volvió a cambiar. Ya no era una mansión, ahora estaban en un pasillo de hospital de luces parpadeantes, paredes blancas, carteles de salidas de emergencia. Pero no había puertas.

    — Nos está jodiendo... —la voz de Rourke tembló—. Esto no es real... Esto no puede ser real.

    Viper intentó contenerle, quiso evitar que el miedo se apoderara de él.

    — ¡Rourke! —Demasiado tarde.

    La luz sobre él se apagó solo un instante. Y cuando regresó… Rourke se había ido.

    — ¡Hijo de puta! —Spider dio dos pasos atrás.

    — No puedo… no puedo seguir... —Dorsey cayó de rodillas.

    Viper se agachó frente a él.

    — Sí puedes. Tienes que hacerlo. De pie.

    Dorsey obedeció quizás por reflejo o por respeto... o por miedo.
    Siguieron avanzando.

    En una pared del pasillo apareció un ventanal, varias camillas vacías y desacomodadas se veían a través del cristal. No había puertas, pero tras un parpadeo más de las luces, Dorsey apareció del otro lado.

    — ¿Dorsey? —Viper miró a su alrededor, aquello no era una ilusión—. ¡Dorsey! —Golpeó el ventanal con los puños.

    Dorsey golpeaba desde el otro lado con desesperación.

    — Voy a sacarte de ahí —dijo Viper.

    Pero el cristal fue mutando poco a poco, hasta convertirse en pared. El ventanal había desaparecido.

    — ¡Dorsey!

    Ya sólo quedaban dos.

    Spider estaba en shock, sus años de experiencia le servían para nada bajo estas circunstancias. Murmuraba los nombres de los caídos mientras se sostenía en la pared para no desplomarse.

    — ¡Tenemos que salir! ¡Tenemos que…!

    Y se detuvo.

    Viper lo volteó a ver.

    Spider estaba mirando una puerta roja en la pared, justo a su lado. Su nombre real estaba grabado en ella con letras infantiles y colores brillantes.

    — ¿Qué…? —Spider miraba la puerta con espanto, pero también con anhelo.

    Antes de que Viper pudiera impedirlo o siquiera advertirle, Spider la abrió.

    La habitación era un dormitorio infantil. Había fotografías de su infancia sobre una mesita de noche, dibujos pegados en las paredes. Ecos de las voces de sus padres venían de todas y ninguna parte, sonidos distantes de risas les seguían.

    — ¡Spider, no!

    Spider dio un paso dentro… y desapareció. La puerta se cerró sola. Viper quiso abrirla, pero el pomo de yeso no giró.

    La puerta era falsa.

    Viper se quedó quieto. Respiró hondo, apretó la mandíbula... y avanzó.

    Ahora solo quedaba él.
    Ubicación: Bosque estatal de ██████. Misión: Reconocimiento. Equipo: Bravo-1. Hora: 06:33 AM. Cada metro del corredor que recorrían era idéntico al anterior: paredes de papel tapiz florido, lámparas colgantes con luz cálida, alfombra impecable. Sólo cuando giraron hacia una repentina puerta lateral el equipo lo notó. Las puertas estaban fijas, eran falsas, estaban pintadas y las perillas eran de yeso. — Esto no tiene sentido —gruñó Rourke, golpeando la pared con la culata del fusil. — Aquí Bravo-1 en el objetivo. Se trata de una... anomalía estructural no reconocida, ¿Me copia? —Spider tocó el intercomunicador. Estática. Luego, nada. Viper alzó una mano. — Avancemos. No se separen. Regla de oro: nadie responde si escucha su nombre. — ¿Por qué alguien escucharía su nombre? —preguntó Dorsey. Viper no respondió. Caminaron otros diez minutos hasta que la luz se apagó. Fueron tres segundos de oscuridad total y cuando volvió… Mason ya no estaba. — ¿Mason? —susurró Rourke, girando sobre sí mismo—. ¡Mason! Sólo se escuchaba su propia voz. Ni un sólo disparo, ni un grito. Viper escaneó la zona. No había signos de lucha. Ninguna huella. Como si Mason jamás hubiera estado ahí. La angustia se coló como un pinchazo en el pecho de Viper, pero no permitió que fuera por mucho. — No se detengan —tenía que sacarlos de ahí. Spider comenzó a respirar por la boca. Dorsey murmuraba para sí mismo. Siguieron caminando. Al cabo de cinco minutos y un breve apagón más... la casa volvió a cambiar. Ya no era una mansión, ahora estaban en un pasillo de hospital de luces parpadeantes, paredes blancas, carteles de salidas de emergencia. Pero no había puertas. — Nos está jodiendo... —la voz de Rourke tembló—. Esto no es real... Esto no puede ser real. Viper intentó contenerle, quiso evitar que el miedo se apoderara de él. — ¡Rourke! —Demasiado tarde. La luz sobre él se apagó solo un instante. Y cuando regresó… Rourke se había ido. — ¡Hijo de puta! —Spider dio dos pasos atrás. — No puedo… no puedo seguir... —Dorsey cayó de rodillas. Viper se agachó frente a él. — Sí puedes. Tienes que hacerlo. De pie. Dorsey obedeció quizás por reflejo o por respeto... o por miedo. Siguieron avanzando. En una pared del pasillo apareció un ventanal, varias camillas vacías y desacomodadas se veían a través del cristal. No había puertas, pero tras un parpadeo más de las luces, Dorsey apareció del otro lado. — ¿Dorsey? —Viper miró a su alrededor, aquello no era una ilusión—. ¡Dorsey! —Golpeó el ventanal con los puños. Dorsey golpeaba desde el otro lado con desesperación. — Voy a sacarte de ahí —dijo Viper. Pero el cristal fue mutando poco a poco, hasta convertirse en pared. El ventanal había desaparecido. — ¡Dorsey! Ya sólo quedaban dos. Spider estaba en shock, sus años de experiencia le servían para nada bajo estas circunstancias. Murmuraba los nombres de los caídos mientras se sostenía en la pared para no desplomarse. — ¡Tenemos que salir! ¡Tenemos que…! Y se detuvo. Viper lo volteó a ver. Spider estaba mirando una puerta roja en la pared, justo a su lado. Su nombre real estaba grabado en ella con letras infantiles y colores brillantes. — ¿Qué…? —Spider miraba la puerta con espanto, pero también con anhelo. Antes de que Viper pudiera impedirlo o siquiera advertirle, Spider la abrió. La habitación era un dormitorio infantil. Había fotografías de su infancia sobre una mesita de noche, dibujos pegados en las paredes. Ecos de las voces de sus padres venían de todas y ninguna parte, sonidos distantes de risas les seguían. — ¡Spider, no! Spider dio un paso dentro… y desapareció. La puerta se cerró sola. Viper quiso abrirla, pero el pomo de yeso no giró. La puerta era falsa. Viper se quedó quieto. Respiró hondo, apretó la mandíbula... y avanzó. Ahora solo quedaba él.
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  • 𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍:
    ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’

    ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones.

    ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio).

    ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes.

    ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo.

    ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc.

    ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción.

    ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente.

    ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín.

    ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común.

    ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”.

    ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección.

    ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy.

    ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos.

    ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular.

    ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno.

    ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja.

    ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar.

    ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie.

    ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía.

    ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
    𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍: ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’ ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones. ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio). ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes. ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo. ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc. ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción. ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente. ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín. ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común. ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”. ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección. ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy. ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos. ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular. ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno. ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja. ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar. ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie. ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía. ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
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  • El cielo apenas comenzaba a teñirse de un naranja pálido cuando Kaori abrió los ojos. No por gusto, sino porque el maldito reloj biológico insistía en que era hora de arrastrarse fuera de la cama. Se quedó acostada un minuto más, observando el techo con el ceño fruncido, como si le guardara rencor por existir.

    —Otra vez este mundo de idiotas —murmuró, su voz ronca por el sueño.

    Se sentó al borde del colchón y estiró los brazos, su camisón negro colgando de un hombro. Fuera, el canto de algún pájaro la hizo rodar los ojos.

    A veces pensaba que la humanidad estaba condenada. No por guerras ni enfermedades. No. Por la estupidez. Por esa masa de gente que vive con el cerebro apagado, que se cree interesante porque vio un video viral o repite frases motivacionales como si fueran sabiduría antigua.

    Mientras se vestía con su habitual conjunto negro y se ajustaba las botas gastadas, Kaori pensó en lo que le esperaba: más gente vacía, buscando tragos que los hicieran sentir profundos por cinco minutos. Algunos creían que ella, por servir copas en un bar de mala muerte, era igual de hueca. Pero al menos Kaori sabía quién era. Y eso, en su opinión, ya la ponía por encima del 90% de la población.

    Salió a la calle sin desayunar, encendiendo un cigarro mientras el viento le revolvía el cabello oscuro.

    —Vamos, mundo. A ver con qué estupidez me sorprendes hoy —masculló con desdén, mientras el sol comenzaba a escalar por el horizonte.
    El cielo apenas comenzaba a teñirse de un naranja pálido cuando Kaori abrió los ojos. No por gusto, sino porque el maldito reloj biológico insistía en que era hora de arrastrarse fuera de la cama. Se quedó acostada un minuto más, observando el techo con el ceño fruncido, como si le guardara rencor por existir. —Otra vez este mundo de idiotas —murmuró, su voz ronca por el sueño. Se sentó al borde del colchón y estiró los brazos, su camisón negro colgando de un hombro. Fuera, el canto de algún pájaro la hizo rodar los ojos. A veces pensaba que la humanidad estaba condenada. No por guerras ni enfermedades. No. Por la estupidez. Por esa masa de gente que vive con el cerebro apagado, que se cree interesante porque vio un video viral o repite frases motivacionales como si fueran sabiduría antigua. Mientras se vestía con su habitual conjunto negro y se ajustaba las botas gastadas, Kaori pensó en lo que le esperaba: más gente vacía, buscando tragos que los hicieran sentir profundos por cinco minutos. Algunos creían que ella, por servir copas en un bar de mala muerte, era igual de hueca. Pero al menos Kaori sabía quién era. Y eso, en su opinión, ya la ponía por encima del 90% de la población. Salió a la calle sin desayunar, encendiendo un cigarro mientras el viento le revolvía el cabello oscuro. —Vamos, mundo. A ver con qué estupidez me sorprendes hoy —masculló con desdén, mientras el sol comenzaba a escalar por el horizonte.
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  • Luz Roja
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    Cole Manson

    ⠀⠀El tren se detuvo con un quejido metálico en la estación cubierta de escarcha. Cipriano descendió al andén con una mochila negra al hombro y el cuello del abrigo alzado hasta las orejas. El viento le mordió la piel como agujas invisibles, pero no le importó. Su mente estaba demasiado ocupada descifrando las señales que lo habían traído hasta allí.

    ⠀⠀Aunque Cipriano es joven —apenas veintipocos—, las memorias de su vida pasada laten con fuerza en su interior. Desde que los recuerdos comenzaron a aflorar —años atrás, tras aquella comunión que no supo si era bendición o condena— había reaprendido lo prohibido. En todos esos ecos pasados flotaba una sombra que ahora perseguía.

    ⠀⠀Un joven desaparecido semanas atrás tras una excavación menor a las afueras de la ciudad. No era famoso ni influyente, apenas un muchacho con un historial sin brillo. Pero Cipriano había visto su rostro en las llamas de los candelabros del Vaticano, y este mismo se dedicó a leer las palabras de Dios ante él, algo muy antiguo había despertado. Esa esencia abismal fluctuaba en el ambiente, era asqueroso.

    ⠀⠀Su primer paso fue instalarse en una pensión modesta cerca del centro histórico, donde los muros de ladrillo conservaban todavía la humedad de los siglos. Desde allí comenzó a desplegar sus recursos.
    ⠀⠀Durante el día recorría los archivos municipales, revisando actas de nacimiento, reportes de desapariciones y viejas cartas policiales que nadie reclamaba. Su mirada se deslizaba rápida, pero implacable; buscaba patrones que escapaban a los ojos comunes.

    ⠀⠀Por las noches, usaba métodos que no se enseñaban en ninguna universidad.
    ⠀⠀En la habitación apenas iluminada, extendía sobre la mesa fotografías ajadas, mapas trazados a mano y objetos impregnados de memoria. Con las yemas de los dedos recorría cada superficie, dejando que las memorias latentes se filtraran hacia su mente.
    ⠀⠀A veces eran visiones fugaces: un cementerio cubierto de niebla, un rostro que giraba demasiado rápido, un símbolo grabado en piedra que se deshacía al mirarlo. Otras veces sencillamente eran escenas montadas por un niño de cinco años, completamente sin sentido.

    ⠀⠀Fue en una de esas sesiones que la verdad emergió.
    ⠀⠀El apellido no era lo importante. Era el lugar donde había desaparecido.

    ⠀⠀A la mañana siguiente, cuando el reloj marcaba las seis, salió del hostal con un solo destino en mente:
    la iglesia de San Estanislao, bajo cuya cripta los registros indicaban entidades menos ortodoxas del exorcismo católico, debía investigar.

    ⠀⠀El viento helado arrastraba copos de nieve sucia mientras Cipriano se perdía entre las calles grises.
    ⠀⠀En el bolsillo interior de su abrigo, sus dedos rozaban el colgante gastado que llevaba desde niño.
    [colemanson123] ⠀ ⠀⠀El tren se detuvo con un quejido metálico en la estación cubierta de escarcha. Cipriano descendió al andén con una mochila negra al hombro y el cuello del abrigo alzado hasta las orejas. El viento le mordió la piel como agujas invisibles, pero no le importó. Su mente estaba demasiado ocupada descifrando las señales que lo habían traído hasta allí. ⠀⠀Aunque Cipriano es joven —apenas veintipocos—, las memorias de su vida pasada laten con fuerza en su interior. Desde que los recuerdos comenzaron a aflorar —años atrás, tras aquella comunión que no supo si era bendición o condena— había reaprendido lo prohibido. En todos esos ecos pasados flotaba una sombra que ahora perseguía. ⠀⠀Un joven desaparecido semanas atrás tras una excavación menor a las afueras de la ciudad. No era famoso ni influyente, apenas un muchacho con un historial sin brillo. Pero Cipriano había visto su rostro en las llamas de los candelabros del Vaticano, y este mismo se dedicó a leer las palabras de Dios ante él, algo muy antiguo había despertado. Esa esencia abismal fluctuaba en el ambiente, era asqueroso. ⠀⠀Su primer paso fue instalarse en una pensión modesta cerca del centro histórico, donde los muros de ladrillo conservaban todavía la humedad de los siglos. Desde allí comenzó a desplegar sus recursos. ⠀⠀Durante el día recorría los archivos municipales, revisando actas de nacimiento, reportes de desapariciones y viejas cartas policiales que nadie reclamaba. Su mirada se deslizaba rápida, pero implacable; buscaba patrones que escapaban a los ojos comunes. ⠀⠀Por las noches, usaba métodos que no se enseñaban en ninguna universidad. ⠀⠀En la habitación apenas iluminada, extendía sobre la mesa fotografías ajadas, mapas trazados a mano y objetos impregnados de memoria. Con las yemas de los dedos recorría cada superficie, dejando que las memorias latentes se filtraran hacia su mente. ⠀⠀A veces eran visiones fugaces: un cementerio cubierto de niebla, un rostro que giraba demasiado rápido, un símbolo grabado en piedra que se deshacía al mirarlo. Otras veces sencillamente eran escenas montadas por un niño de cinco años, completamente sin sentido. ⠀⠀Fue en una de esas sesiones que la verdad emergió. ⠀⠀El apellido no era lo importante. Era el lugar donde había desaparecido. ⠀⠀A la mañana siguiente, cuando el reloj marcaba las seis, salió del hostal con un solo destino en mente: la iglesia de San Estanislao, bajo cuya cripta los registros indicaban entidades menos ortodoxas del exorcismo católico, debía investigar. ⠀⠀El viento helado arrastraba copos de nieve sucia mientras Cipriano se perdía entre las calles grises. ⠀⠀En el bolsillo interior de su abrigo, sus dedos rozaban el colgante gastado que llevaba desde niño. ⠀
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  • No sé qué me dio exactamente a las dos y cuarenta y tres de la mañana. Tal vez fue el insomnio, tal vez el antojo, o tal vez simplemente el aburrimiento. Pero en cuanto pensé en el pudín de vainilla que guardaban en el comedor, supe que no había vuelta atrás.

    Salí de la habitación sin hacer ruido, con la linterna de mi reloj iluminando apenas lo justo. Fui tocando las puertas de mis compañeros uno por uno, con una sonrisa imposible de ocultar.

    —Despierten, dormilones. Operación Pudín está en marcha.

    El primero en abrir fue Ryan, con el cabello hecho un desastre y cara de “si me matas, lo agradeceré”.

    —¿Emma? ¿Qué demonios…?

    —Pudín, Ryan. Dulce, frío, cremoso… Pudín. En el comedor. Ahora.

    En menos de diez minutos éramos cinco, caminando en fila india por los pasillos como si fuéramos parte de una operación secreta del gobierno. Nadie hablaba fuerte. Nadie quería llamar la atención. Solo se escuchaban las risitas ahogadas y el crujido de las botas deslizándose por el suelo.

    Cuando abrimos el refrigerador y vi los botes con la etiqueta “NO TOCAR – INVENTARIO”, sentí que se me iluminaba el alma.

    —Vamos a ir al infierno —murmuró Mia, mirando alrededor nerviosa.

    —Probablemente. Pero primero, vamos a ir al cielo —dije, metiendo la cuchara en el primero.

    No habíamos terminado el segundo bote cuando la maldita luz se encendió de golpe. Y ahí estaba él: el capitán Holloway. De pie, en pijama, con los brazos cruzados y esa expresión que solo significa una cosa: muerte lenta y dolorosa.

    —¿Disfrutando la cena? —preguntó, con una calma tan peligrosa que hasta el pudín se me congeló en la boca.

    Tragué. Nadie dijo nada.

    —Cinco minutos. Afuera. Uniforme completo. Los quiero empapados y corriendo antes de que se arrepientan de haber nacido.

    3:28 a.m. — Bajo la lluvia

    No sabía que podía llover así. Era como si el cielo nos castigara en sincronía con el capitán. Corrimos, saltamos, arrastramos cuerdas, cruzamos lodo, trepamos muros, y todo con el barro metido hasta en los dientes. Mis piernas ardían, mis pulmones gritaban, pero no podía dejar de reírme entre cada orden que nos ladraba.

    —¿Vale la pena? —gritó Ryan mientras se sacudía el barro.

    —Cada maldita cucharada —le grité de vuelta, empapada, temblando y feliz como una loca.

    Terminamos el castigo a las cinco y media. Exhaustos, congelados, y con la promesa de no volver a hacerlo jamás. Al menos, no hasta que vuelva a haber pudín en el refrigerador.
    No sé qué me dio exactamente a las dos y cuarenta y tres de la mañana. Tal vez fue el insomnio, tal vez el antojo, o tal vez simplemente el aburrimiento. Pero en cuanto pensé en el pudín de vainilla que guardaban en el comedor, supe que no había vuelta atrás. Salí de la habitación sin hacer ruido, con la linterna de mi reloj iluminando apenas lo justo. Fui tocando las puertas de mis compañeros uno por uno, con una sonrisa imposible de ocultar. —Despierten, dormilones. Operación Pudín está en marcha. El primero en abrir fue Ryan, con el cabello hecho un desastre y cara de “si me matas, lo agradeceré”. —¿Emma? ¿Qué demonios…? —Pudín, Ryan. Dulce, frío, cremoso… Pudín. En el comedor. Ahora. En menos de diez minutos éramos cinco, caminando en fila india por los pasillos como si fuéramos parte de una operación secreta del gobierno. Nadie hablaba fuerte. Nadie quería llamar la atención. Solo se escuchaban las risitas ahogadas y el crujido de las botas deslizándose por el suelo. Cuando abrimos el refrigerador y vi los botes con la etiqueta “NO TOCAR – INVENTARIO”, sentí que se me iluminaba el alma. —Vamos a ir al infierno —murmuró Mia, mirando alrededor nerviosa. —Probablemente. Pero primero, vamos a ir al cielo —dije, metiendo la cuchara en el primero. No habíamos terminado el segundo bote cuando la maldita luz se encendió de golpe. Y ahí estaba él: el capitán Holloway. De pie, en pijama, con los brazos cruzados y esa expresión que solo significa una cosa: muerte lenta y dolorosa. —¿Disfrutando la cena? —preguntó, con una calma tan peligrosa que hasta el pudín se me congeló en la boca. Tragué. Nadie dijo nada. —Cinco minutos. Afuera. Uniforme completo. Los quiero empapados y corriendo antes de que se arrepientan de haber nacido. 3:28 a.m. — Bajo la lluvia No sabía que podía llover así. Era como si el cielo nos castigara en sincronía con el capitán. Corrimos, saltamos, arrastramos cuerdas, cruzamos lodo, trepamos muros, y todo con el barro metido hasta en los dientes. Mis piernas ardían, mis pulmones gritaban, pero no podía dejar de reírme entre cada orden que nos ladraba. —¿Vale la pena? —gritó Ryan mientras se sacudía el barro. —Cada maldita cucharada —le grité de vuelta, empapada, temblando y feliz como una loca. Terminamos el castigo a las cinco y media. Exhaustos, congelados, y con la promesa de no volver a hacerlo jamás. Al menos, no hasta que vuelva a haber pudín en el refrigerador.
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  • 42:00 - Masks
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    Categoría Suspenso
    Camarotes de madera eran el nuevo escenario. Madera vieja, enmohecida, sollozante. Cada centímetro crujía y tronaba, parecían los quejidos de un animal moribundo. Y cada crujir seguía el ritmo del mar, pues la embarcación se mecía en el vaivén de las olas. Los camarotes se inclinaban de lado a lado, dificultando mantener el equilibrio. A la cacofonía de la madera, el estruendo de una furiosa tormenta se sumaba, creando una sinfonía funesta.

    Las ventanas de vidrio reforzado mostraban oscuridad absoluta. Las gotas de lluvia golpeaban el cristal desde afuera. Cada tanto, los relámpagos dibujaban con su fulgor la forma de las olas, salvajes y embravecidas.

    Sí, era el mismo mar de ese pseudo-espacio que hace días les otorgó una pequeña probada de falsa libertad. El océano que antes fue amable y acogedor, hoy mostraba otra cara, quizás la verdadera.

    . . .

    ¡¡ QUERIDOS PARTICIPANTES ¡!!!

    Disculpen por el pobre estado de su navío. Sé que ustedes se merecen un crucero cinco estrellas, pero este barco tiene una historia importante.

    O, mejor dicho, 𝗕𝗔𝗥𝗖𝗢𝗦. Sí, hay cuatro barcos, uno para cada equipo. Todos son una réplica exacta.

    Se encuentran a bordo del SS Dionysus, un veterano con más de 300 años. Llamado así en honor al dios del vino porque le tocaba transportar cargamentos de licor.

    Como seguro sabrá la bella diosa entre ustedes, Dionysus no solamente es el dios del vino. También se le conoce como el dios de las máscaras, algo que honraremos en el evento de hoy.

    El nombre original de este barco era SS Delilah, pero fue cambiado 50 años después de su construcción cuando pasó a manos de su nuevo propietario, un hombre llamado Ebenezer Colton. Él consideraba a “Delilah” como un nombre de mal augurio.

    ¿Y saben qué? Tenía razón. Dentro del área de máquinas, se encuentra D-314… o lo que queda de ella. D-314, mejor conocida por su nombre clave “Delilah”, solía ser un androide experimental de combate. Ahora es sólo una carcasa hueca que alberga un 𝙉𝙐𝘾𝙇𝙀𝙊 𝘼𝙏𝙊𝙈𝙄𝘾𝙊, decadente y a punto de alcanzar su masa crítica.

    Delilah va a explotar en 30 minutos. ¿Qué pasará con el SS Dionysus y con ustedes cuando eso suceda? No sé. Vean por la ventana y usen su imaginación.

    Escapar de los camarotes requiere una contraseña, pero esta vez, el juego es más complejo. Hay tres balsas salvavidas en la cubierta y me temo que son individuales. (En el caso del equipo X, hay sólo dos balsas).

    Una vez que escapen de los camarotes, tienen tres opciones: Desactivar a Delilah, buscar una balsa adicional dentro del barco… o decidir quién se queda atrás.

    . . .

    𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Los equipos se separaron en cuatro barcos idénticos, réplicas del SS Dionysus. Todos tienen su propia Delilah a punto de estallar.

    Para escapar del camarote, deberán introducir la contraseña, una palabra de CUATRO LETRAS. Pueden hacerle preguntas a Blickwinkel para averiguar la contraseña, siempre y cuando sean preguntas binarias (que se respondan con sí/no).

    Después de salir de los camarotes, deben decidir entre desactivar a Delilah, buscar una balsa extra, o escapar y sacrificar a uno de los integrantes.

    Para desactivar a Delilah, se necesita una combinación de cuatro dígitos. Pueden hacer preguntas binarias para averiguarla.

    La balsa extra está escondida en alguna parte del barco, pero el pobre estado de la embarcación, las sacudidas del mar y la pobre iluminación van a dificultar la búsqueda.

    Cada equipo tiene 30 MINUTOS para escapar. Cada acción que hagan, gastará una cantidad determinada de tiempo que Blickwinkel les irá indicando conforme avancen.

    Responder incorrectamente, buscar la balsa extra, pedir pistas, desactivar a Delilah… todo consume valioso TIEMPO.

    Los equipos que ganen desactivando a Delilah mantienen sus puntos. Los equipos que escapen en la balsa pierden 1 punto.

    Notarán que este juego no suma puntos, su única recompensa es salir con vida. Sin embargo, algunas acciones especiales dentro del barco pueden sumar puntos bajo las condiciones correctas.
    ₴ØⱠØ ⱠØ ₴₳฿Ɽ₳₦ ₴ł ₴Ɇ QɄł₮₳₦ Ⱡ₳ ₥₳₴₵₳Ɽ₳.

    [ // Para evitar que la sacrifiquen sin que pueda defenderse, Ysoria se quedó dormidita en la playa junto a Blickwinkel. Como castigo por no participar, sin embargo, se han cortado sus puntos a la mitad. La vida es injusta a veces. // ]

    [Just_add_water] [lill3tblan] N–612 [tidal_peach_turtle_127] Daniel Fernández Cecilia Immergreen [the_detective] Ingrid Rosemond Faust ̵K̵ō̵s̵ᴜ̵ᴋ̵ᴇ̵ ̵H̵ᴀ̵s̵ʜ̵ɪ̵ʙ̵ᴀ̵ Yu Xuan ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ Hiro Xin Yi Shiori Novella Sapphire Kawashima
    Camarotes de madera eran el nuevo escenario. Madera vieja, enmohecida, sollozante. Cada centímetro crujía y tronaba, parecían los quejidos de un animal moribundo. Y cada crujir seguía el ritmo del mar, pues la embarcación se mecía en el vaivén de las olas. Los camarotes se inclinaban de lado a lado, dificultando mantener el equilibrio. A la cacofonía de la madera, el estruendo de una furiosa tormenta se sumaba, creando una sinfonía funesta. Las ventanas de vidrio reforzado mostraban oscuridad absoluta. Las gotas de lluvia golpeaban el cristal desde afuera. Cada tanto, los relámpagos dibujaban con su fulgor la forma de las olas, salvajes y embravecidas. Sí, era el mismo mar de ese pseudo-espacio que hace días les otorgó una pequeña probada de falsa libertad. El océano que antes fue amable y acogedor, hoy mostraba otra cara, quizás la verdadera. . . . ¡¡ QUERIDOS PARTICIPANTES ¡!!! Disculpen por el pobre estado de su navío. Sé que ustedes se merecen un crucero cinco estrellas, pero este barco tiene una historia importante. O, mejor dicho, 𝗕𝗔𝗥𝗖𝗢𝗦. Sí, hay cuatro barcos, uno para cada equipo. Todos son una réplica exacta. Se encuentran a bordo del SS Dionysus, un veterano con más de 300 años. Llamado así en honor al dios del vino porque le tocaba transportar cargamentos de licor. Como seguro sabrá la bella diosa entre ustedes, Dionysus no solamente es el dios del vino. También se le conoce como el dios de las máscaras, algo que honraremos en el evento de hoy. El nombre original de este barco era SS Delilah, pero fue cambiado 50 años después de su construcción cuando pasó a manos de su nuevo propietario, un hombre llamado Ebenezer Colton. Él consideraba a “Delilah” como un nombre de mal augurio. ¿Y saben qué? Tenía razón. Dentro del área de máquinas, se encuentra D-314… o lo que queda de ella. D-314, mejor conocida por su nombre clave “Delilah”, solía ser un androide experimental de combate. Ahora es sólo una carcasa hueca que alberga un 𝙉𝙐𝘾𝙇𝙀𝙊 𝘼𝙏𝙊𝙈𝙄𝘾𝙊, decadente y a punto de alcanzar su masa crítica. Delilah va a explotar en 30 minutos. ¿Qué pasará con el SS Dionysus y con ustedes cuando eso suceda? No sé. Vean por la ventana y usen su imaginación. Escapar de los camarotes requiere una contraseña, pero esta vez, el juego es más complejo. Hay tres balsas salvavidas en la cubierta y me temo que son individuales. (En el caso del equipo X, hay sólo dos balsas). Una vez que escapen de los camarotes, tienen tres opciones: Desactivar a Delilah, buscar una balsa adicional dentro del barco… o decidir quién se queda atrás. . . . 𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Los equipos se separaron en cuatro barcos idénticos, réplicas del SS Dionysus. Todos tienen su propia Delilah a punto de estallar. Para escapar del camarote, deberán introducir la contraseña, una palabra de CUATRO LETRAS. Pueden hacerle preguntas a Blickwinkel para averiguar la contraseña, siempre y cuando sean preguntas binarias (que se respondan con sí/no). Después de salir de los camarotes, deben decidir entre desactivar a Delilah, buscar una balsa extra, o escapar y sacrificar a uno de los integrantes. Para desactivar a Delilah, se necesita una combinación de cuatro dígitos. Pueden hacer preguntas binarias para averiguarla. La balsa extra está escondida en alguna parte del barco, pero el pobre estado de la embarcación, las sacudidas del mar y la pobre iluminación van a dificultar la búsqueda. Cada equipo tiene 30 MINUTOS para escapar. Cada acción que hagan, gastará una cantidad determinada de tiempo que Blickwinkel les irá indicando conforme avancen. Responder incorrectamente, buscar la balsa extra, pedir pistas, desactivar a Delilah… todo consume valioso TIEMPO. Los equipos que ganen desactivando a Delilah mantienen sus puntos. Los equipos que escapen en la balsa pierden 1 punto. Notarán que este juego no suma puntos, su única recompensa es salir con vida. Sin embargo, algunas acciones especiales dentro del barco pueden sumar puntos bajo las condiciones correctas. ₴ØⱠØ ⱠØ ₴₳฿Ɽ₳₦ ₴ł ₴Ɇ QɄł₮₳₦ Ⱡ₳ ₥₳₴₵₳Ɽ₳. [ // Para evitar que la sacrifiquen sin que pueda defenderse, Ysoria se quedó dormidita en la playa junto a Blickwinkel. Como castigo por no participar, sin embargo, se han cortado sus puntos a la mitad. La vida es injusta a veces. // ] [Just_add_water] [lill3tblan] [N.612] [tidal_peach_turtle_127] [blaze_aqua_squirrel_523] [ember_amethyst_octopus_437] [the_detective] [rain_curtain] [architecti_audi_nos] [The_writer] [yu_xuan] [AfroTheSmilingOne] [Hiritox3] [xin_yi] [specter_copper_horse_768] [Sapphire]
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