────𝐘𝐮𝐤𝐢───────────── ✦
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#Monorrol
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꧁ ✎. . .┋ "No pasa nada, no es malvada. Calo muy bien a las personas."
Aquella voz que Yuki había escuchado en su cabeza era la de Haibara.
"¿Y aún así te atreves a sentarte a mi lado?"
Le respondía entonces la voz de Geto.
Una vez más el amargo recuerdo de aquella tarde volvía a golpear con fuerza a la Hechicera.
Yuki se desvió de la carretera por la que viajaba con su moto y se adentró por un camino de vegetación alta, exuberante y abandonada al único cuidado de la madre naturaleza.
Tras adentrarse varios metros, la Hechicera apagó el motor y se bajó de la moto. Se quitó las gafas que cubrían sus ojos y después el casco, y tiró ambos al suelo. Había rabia en sus movimientos.
—¿Por qué demonios lo hiciste, Geto? ¿Por qué?
Preguntó al aire.
La tarde ya se estaba apagando y dando paso a la noche. El cielo se teñía de tonos azules y naranjas, y las primeras estrellas empezaban a titilar en el firmamento.
—Si hubiera sabido, tan solo mínimamente, lo roto que te sentías por dentro, mi conversación contigo hubiera sido muy diferente.
Yuki se dejó caer en el suelo. Se sentía rota por dentro como siempre que el recuerdo de aquella tarde invadía su mente.
Sacó un paquete de tabaco y extrajo del mismo un cigarro. Lo prendió con un mechero estilo Zippo y se lo llevó a los labios para darle una profunda calada.
"La escuela y sus políticas no van conmigo. Esta gente trata los síntomas y yo quiero tratar la enfermedad de raíz."
Esta vez fue su propia voz la que escuchó.
Las imágenes se materializaban poco a poco en su mente y, de algún modo, estaba volviendo a vivir aquel momento.
"¿Tratar la enfermedad?"
Le preguntaba Geto en aquel viejo recuerdo. Un recuerdo tan vívido que Yuki era capaz de ver perfectamente el rostro de aquel Geto de diecisiete o dieciocho años.
"En lugar de cazar a los espíritus, lo ideal sería que no nacieran."
Le respondía ella.
En el presente Yuki cerró los ojos mientras dejaba que aquel recuerdo la golpeara con toda su violencia del mismo modo que ya había hecho otras veces. Demasiadas veces.
"Hay dos formas de lograr un mundo donde no nazcan espíritus malditos. Una, eliminar el poder maldito. Dos, hacer posible que la humanidad controle el poder maldito. (...) ¿Sabes que de los hechiceros no nacen espíritus malditos? (...) Si toda la humanidad se convirtiera en hechicera no nacerían espíritus malditos."
"Bueno, ¿y no sería mejor si matáramos a todos los no hechiceros?"
Aquellas últimas palabras habían sido las de Geto. Una pregunta que Yuki nunca podría olvidar.
Yuki suspiró y le dio una nueva calada a su cigarro.
Jamás pensó que aquella pregunta tuviera el transfondo de un deseo real e incontrolable gestándose de un modo salvaje en el corazón del hechicero, simplemente consideró aquella pregunta como algo meramente académico.
"Geto... Eso sería una opción. Quizá sea la opción más sencilla... Ir reduciendo el número de no hechiceros y que se adapten a ser hechiceros como estrategia de supervivencia. (...) Pero es una lástima porque no estoy tan loca como para llegar a eso. ¿Odias a los no hechiceros, Geto?"
"No lo sé..."
(...)
"Hay un tú que desprecia a los no hechiceros y un tú que se lo reprocha. Pero esas son las posibilidades que barajas. Tendrás que ser tú quien decida cuál de los dos es quién eres de verdad."
Las imágenes de aquel día de desvanecieron en la mente de Yuki y en ese instante sus ojos pudieron ver con claridad el brillo de las estrellas que adornaban el manto celestial.
—Llevo unos diez años sintiéndome culpable por la decisión que tomaste, Geto... Y la parte más racional de mí misma me dice que no debería de sentirme así... Yo no fui quien apretó el gatillo que disparó una bala en la cabeza de una cría de quince años que estaba delante de ti, yo no fui la maldición que acabó con la vida de Haibara, y tampoco fui ninguno de aquellos aldeanos que maltrataban a Mimiko y Nanako por ser hechiceras... y aún así parece que para muchos yo fui la única culpable.
Volvió a darle una calada a su cigarro y soltó el humo lentamente.
Y es que, con la muerte de Riko Amanai, Geto se enfrentó al lado más oscuro de la humanidad. Crimen organizado, sectas, sicarios... conceptos presentes en el mundo de los humanos no hechiceros.
La muerte de Haibara le hizo sentir que los hechiceros no eran más que armas.
Sin embargo, el auténtico punto de inflexión para Geto vino cuando se le asignó la misión de visitar un pueblo donde presenció la forma más cruel en la que los aldeanos no Hechiceros trataban a dos niñas con poderes especiales.
Ella sabía que Geto era lo suficientemente inteligente como para haber llegado a aquella conclusión de acabar con los no hechiceros para acabar también con las maldiciones, sin sus palabras y, probablemente, Geto hubiera tomado las mismas decisiones. Las hubiera tomado porque, que los humanos fueran fuente de las maldiciones, ya solo era la punta del iceberg para Geto.
Geto ya no odiaba a los no hechiceros solo por ser la fuente de las maldiciones. Les odiaba por su maldad, les odiaba porque los hechiceros no eran más que armas nacidos para protegerles, y les odiaba porque ellos causaban daño a cualquiera que fuera diferente, cuando esos mismos que eran diferentes eran quienes les protegían.
Por eso... no era de aquella conversación de lo que Yuki se arrepentía.
—Nadie sabe que, cuando me enfrenté a Kenjaku... mi deseo era derrotarle para liberar tu cuerpo y que pudieras descansar en paz. Era ya lo único que podía hacer por ti, Geto... Y fracasé... a pesar de haberlo dado todo en aquella batalla.
Inspiró hondo. Estaba a punto de afrontar aquello de lo que realmente se arrepentía... y aquel era el paso más difícil.
—Nunca tuve la oportunidad de pedirte perdón, Geto... Y lo siento —murmuró con la vista clavada en las estrellas y deseando que él pudiera escucharla. — Siento no haberme dado cuenta en su momento de que te sentías en medio de un salón muy concurrido gritando a pleno pulmón y que no había nadie que ni siquiera levantara la vista. Nadie se dio cuenta de lo mucho que estabas sufriendo, nadie te tendió una mano. Si tan solo una persona hubiera levantado la vista... tan solo una... pero no la hubo... Y yo estuve a tu lado, pero yo solo fui una persona más de aquel salón concurrido donde ninguno levantamos la vista...
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#YukiTsukumo
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#JujutsuKaisen
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#2D #Personajes2D #Comunidad2D ────𝐘𝐮𝐤𝐢───────────── ✦
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Aquella voz que Yuki había escuchado en su cabeza era la de Haibara.
"¿Y aún así te atreves a sentarte a mi lado?"
Le respondía entonces la voz de Geto.
Una vez más el amargo recuerdo de aquella tarde volvía a golpear con fuerza a la Hechicera.
Yuki se desvió de la carretera por la que viajaba con su moto y se adentró por un camino de vegetación alta, exuberante y abandonada al único cuidado de la madre naturaleza.
Tras adentrarse varios metros, la Hechicera apagó el motor y se bajó de la moto. Se quitó las gafas que cubrían sus ojos y después el casco, y tiró ambos al suelo. Había rabia en sus movimientos.
—¿Por qué demonios lo hiciste, Geto? ¿Por qué?
Preguntó al aire.
La tarde ya se estaba apagando y dando paso a la noche. El cielo se teñía de tonos azules y naranjas, y las primeras estrellas empezaban a titilar en el firmamento.
—Si hubiera sabido, tan solo mínimamente, lo roto que te sentías por dentro, mi conversación contigo hubiera sido muy diferente.
Yuki se dejó caer en el suelo. Se sentía rota por dentro como siempre que el recuerdo de aquella tarde invadía su mente.
Sacó un paquete de tabaco y extrajo del mismo un cigarro. Lo prendió con un mechero estilo Zippo y se lo llevó a los labios para darle una profunda calada.
"La escuela y sus políticas no van conmigo. Esta gente trata los síntomas y yo quiero tratar la enfermedad de raíz."
Esta vez fue su propia voz la que escuchó.
Las imágenes se materializaban poco a poco en su mente y, de algún modo, estaba volviendo a vivir aquel momento.
"¿Tratar la enfermedad?"
Le preguntaba Geto en aquel viejo recuerdo. Un recuerdo tan vívido que Yuki era capaz de ver perfectamente el rostro de aquel Geto de diecisiete o dieciocho años.
"En lugar de cazar a los espíritus, lo ideal sería que no nacieran."
Le respondía ella.
En el presente Yuki cerró los ojos mientras dejaba que aquel recuerdo la golpeara con toda su violencia del mismo modo que ya había hecho otras veces. Demasiadas veces.
"Hay dos formas de lograr un mundo donde no nazcan espíritus malditos. Una, eliminar el poder maldito. Dos, hacer posible que la humanidad controle el poder maldito. (...) ¿Sabes que de los hechiceros no nacen espíritus malditos? (...) Si toda la humanidad se convirtiera en hechicera no nacerían espíritus malditos."
"Bueno, ¿y no sería mejor si matáramos a todos los no hechiceros?"
Aquellas últimas palabras habían sido las de Geto. Una pregunta que Yuki nunca podría olvidar.
Yuki suspiró y le dio una nueva calada a su cigarro.
Jamás pensó que aquella pregunta tuviera el transfondo de un deseo real e incontrolable gestándose de un modo salvaje en el corazón del hechicero, simplemente consideró aquella pregunta como algo meramente académico.
"Geto... Eso sería una opción. Quizá sea la opción más sencilla... Ir reduciendo el número de no hechiceros y que se adapten a ser hechiceros como estrategia de supervivencia. (...) Pero es una lástima porque no estoy tan loca como para llegar a eso. ¿Odias a los no hechiceros, Geto?"
"No lo sé..."
(...)
"Hay un tú que desprecia a los no hechiceros y un tú que se lo reprocha. Pero esas son las posibilidades que barajas. Tendrás que ser tú quien decida cuál de los dos es quién eres de verdad."
Las imágenes de aquel día de desvanecieron en la mente de Yuki y en ese instante sus ojos pudieron ver con claridad el brillo de las estrellas que adornaban el manto celestial.
—Llevo unos diez años sintiéndome culpable por la decisión que tomaste, Geto... Y la parte más racional de mí misma me dice que no debería de sentirme así... Yo no fui quien apretó el gatillo que disparó una bala en la cabeza de una cría de quince años que estaba delante de ti, yo no fui la maldición que acabó con la vida de Haibara, y tampoco fui ninguno de aquellos aldeanos que maltrataban a Mimiko y Nanako por ser hechiceras... y aún así parece que para muchos yo fui la única culpable.
Volvió a darle una calada a su cigarro y soltó el humo lentamente.
Y es que, con la muerte de Riko Amanai, Geto se enfrentó al lado más oscuro de la humanidad. Crimen organizado, sectas, sicarios... conceptos presentes en el mundo de los humanos no hechiceros.
La muerte de Haibara le hizo sentir que los hechiceros no eran más que armas.
Sin embargo, el auténtico punto de inflexión para Geto vino cuando se le asignó la misión de visitar un pueblo donde presenció la forma más cruel en la que los aldeanos no Hechiceros trataban a dos niñas con poderes especiales.
Ella sabía que Geto era lo suficientemente inteligente como para haber llegado a aquella conclusión de acabar con los no hechiceros para acabar también con las maldiciones, sin sus palabras y, probablemente, Geto hubiera tomado las mismas decisiones. Las hubiera tomado porque, que los humanos fueran fuente de las maldiciones, ya solo era la punta del iceberg para Geto.
Geto ya no odiaba a los no hechiceros solo por ser la fuente de las maldiciones. Les odiaba por su maldad, les odiaba porque los hechiceros no eran más que armas nacidos para protegerles, y les odiaba porque ellos causaban daño a cualquiera que fuera diferente, cuando esos mismos que eran diferentes eran quienes les protegían.
Por eso... no era de aquella conversación de lo que Yuki se arrepentía.
—Nadie sabe que, cuando me enfrenté a Kenjaku... mi deseo era derrotarle para liberar tu cuerpo y que pudieras descansar en paz. Era ya lo único que podía hacer por ti, Geto... Y fracasé... a pesar de haberlo dado todo en aquella batalla.
Inspiró hondo. Estaba a punto de afrontar aquello de lo que realmente se arrepentía... y aquel era el paso más difícil.
—Nunca tuve la oportunidad de pedirte perdón, Geto... Y lo siento —murmuró con la vista clavada en las estrellas y deseando que él pudiera escucharla. — Siento no haberme dado cuenta en su momento de que te sentías en medio de un salón muy concurrido gritando a pleno pulmón y que no había nadie que ni siquiera levantara la vista. Nadie se dio cuenta de lo mucho que estabas sufriendo, nadie te tendió una mano. Si tan solo una persona hubiera levantado la vista... tan solo una... pero no la hubo... Y yo estuve a tu lado, pero yo solo fui una persona más de aquel salón concurrido donde ninguno levantamos la vista...
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