• Tenía tiempo sin venir a un carnaval... a veces las cosas se ponen interesantes, comida, música, buen ambiente, ¡hora de divertirse y nada de tristezas!
    Tenía tiempo sin venir a un carnaval... a veces las cosas se ponen interesantes, comida, música, buen ambiente, ¡hora de divertirse y nada de tristezas!
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Si me ves avanzar… ya es demasiado tarde para correr.
    Si me ves avanzar… ya es demasiado tarde para correr.
    Me encocora
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • La noche olía a humedad y metal oxidado. No quedaba nada del cuerpo, ni huesos, ni una gota que lo delatase. Sólo el aire, algo más denso de lo normal, como si el lugar recordara lo que había ocurrido allí unos minutos antes.

    El homúnculo avanzaba sin prisa, sin su capucha característica puesta, probablemente más por descuido que por deseo. A su vez, la biomasa bajo su piel aún palpitaba, asimilando los fragmentos de memoria que no eran suyos. Voces ajenas, direcciones, miedos, todo mezclado en un ruido blanco que su mente iba filtrando de a poco.

    No obstante, en algún punto se detuvo.

    No fue por algún sonido que lo haya alertado, sino por una sensación más profunda, instintiva. Las vibraciones del aire se movían distinto detrás de él, demasiado constantes, demasiado evidentes..

    Giró apenas su cuerpo hacia la dirección que sus sentidos le indicaban, con una expresión extrañamente tranquila, con alguna pizca de irritación.

    — ¿Planeas seguirme más tiempo? —
    La noche olía a humedad y metal oxidado. No quedaba nada del cuerpo, ni huesos, ni una gota que lo delatase. Sólo el aire, algo más denso de lo normal, como si el lugar recordara lo que había ocurrido allí unos minutos antes. El homúnculo avanzaba sin prisa, sin su capucha característica puesta, probablemente más por descuido que por deseo. A su vez, la biomasa bajo su piel aún palpitaba, asimilando los fragmentos de memoria que no eran suyos. Voces ajenas, direcciones, miedos, todo mezclado en un ruido blanco que su mente iba filtrando de a poco. No obstante, en algún punto se detuvo. No fue por algún sonido que lo haya alertado, sino por una sensación más profunda, instintiva. Las vibraciones del aire se movían distinto detrás de él, demasiado constantes, demasiado evidentes.. Giró apenas su cuerpo hacia la dirección que sus sentidos le indicaban, con una expresión extrañamente tranquila, con alguna pizca de irritación. — ¿Planeas seguirme más tiempo? —
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Entrando a la ducha, dejó las llaves abiertas para que el agua cayera encima, suspirando mientras pensaba en tantas cosas, negando un poco.

    Cerró los ojos y se centró en ducharse, lavando su cuerpo con calma, siendo especialmente cuidadoso con su espalda por la gema y las hendiduras de sus alas.
    Entrando a la ducha, dejó las llaves abiertas para que el agua cayera encima, suspirando mientras pensaba en tantas cosas, negando un poco. Cerró los ojos y se centró en ducharse, lavando su cuerpo con calma, siendo especialmente cuidadoso con su espalda por la gema y las hendiduras de sus alas.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • —Entonces... Ya no... Ya no estoy solo —pensó en voz alta para si mismo, mientras sobre un tejado en uno de sus recuerdos, cuando todavía estaba junto a sus amigos y, aunque saber que ya no estaban seguía doliendo; el recuerdo por primera vez le produjo más alegría que tristeza.

    Por primera vez, sentía que podía seguir avanzando.
    —Entonces... Ya no... Ya no estoy solo —pensó en voz alta para si mismo, mientras sobre un tejado en uno de sus recuerdos, cuando todavía estaba junto a sus amigos y, aunque saber que ya no estaban seguía doliendo; el recuerdo por primera vez le produjo más alegría que tristeza. Por primera vez, sentía que podía seguir avanzando.
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • La luna, teñida de rojo como una herida abierta, bañaba la ciudad en un resplandor infernal. Blade avanzó entre el humo, con las espadas aún goteando la sangre de lo que ya no eran humanos. Su respiración era pesada, controlada, pero en el fondo había algo latiendo más fuerte que nunca.

    —Otra noche… otro baño de sangre.

    Sus labios se curvaron apenas, más por cansancio que por orgullo. El calor en su pecho no era solo del combate, era el pulso de la luna roja, ese viejo presagio que hacía temblar a los vampiros más antiguos y despertar al depredador en su interior. Podía sentirlo la parte de él que odiaba, la que siempre intentaba encadenar. El hambre.

    Una sombra se movió entre las ruinas. Blade alzó la vista, los ojos encendidos como brasas, reflejando el rojo del cielo.

    —Vengan uno por uno o todos a la vez… no importa.

    Su voz retumbó entre el humo y el fuego. La katana tembló en su mano, sedienta.

    —Si esta noche el cielo sangra, yo haré que tenga sentido.

    El cazador desapareció entre el polvo, dejando tras de sí el eco del acero y el rugido del infierno que llevaba dentro.

    — 𝐁𝐋𝐀𝐃𝐄
    𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐲𝐰𝐚𝐥𝐤𝐞𝐫
    刃影 · 인영
    La luna, teñida de rojo como una herida abierta, bañaba la ciudad en un resplandor infernal. Blade avanzó entre el humo, con las espadas aún goteando la sangre de lo que ya no eran humanos. Su respiración era pesada, controlada, pero en el fondo había algo latiendo más fuerte que nunca. —Otra noche… otro baño de sangre. Sus labios se curvaron apenas, más por cansancio que por orgullo. El calor en su pecho no era solo del combate, era el pulso de la luna roja, ese viejo presagio que hacía temblar a los vampiros más antiguos y despertar al depredador en su interior. Podía sentirlo la parte de él que odiaba, la que siempre intentaba encadenar. El hambre. Una sombra se movió entre las ruinas. Blade alzó la vista, los ojos encendidos como brasas, reflejando el rojo del cielo. —Vengan uno por uno o todos a la vez… no importa. Su voz retumbó entre el humo y el fuego. La katana tembló en su mano, sedienta. —Si esta noche el cielo sangra, yo haré que tenga sentido. El cazador desapareció entre el polvo, dejando tras de sí el eco del acero y el rugido del infierno que llevaba dentro. — 𝐁𝐋𝐀𝐃𝐄 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐲𝐰𝐚𝐥𝐤𝐞𝐫 刃影 · 인영
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • -caminaba por la nieve, jadeando levemente mirando el dia nublado-

    Esto es cansador

    -mi embarazo hiba avanzando, y para acabar de ajustar no le habia dicho a viktor, que estaba teniendo pesadillas con el accidente-

    T-todo....estara bien
    -caminaba por la nieve, jadeando levemente mirando el dia nublado- Esto es cansador -mi embarazo hiba avanzando, y para acabar de ajustar no le habia dicho a viktor, que estaba teniendo pesadillas con el accidente- T-todo....estara bien
    Me gusta
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ¡Hola a todxs!

    Primero que nada: ¡muchas gracias por unirse al fandom! Me hace muchísima ilusión que empiecen a venir personas. Gracias por unirse con sus Ocs preciosos y personaje(s) canon.


    Aquí voy a colocar una lista de los personajes unidos para que cada quien pueda echarles un vistazo, también voy a colocar la trama que tenía más o menos planeada (y se irán agregando diferentes cosas conforme entre todxs le demos más forma. También es probable que, si la lista de PJs se hace larga, coloque la trama en otro post para que no se haga tanto embrollo).

    ──────────
    𝐏𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬:

    𝐒𝐂𝐎𝐓𝐓 𝐌𝐂𝐂𝐀𝐋𝐋 (Canon)

    Stiles Stilinski (Canon)

    𝐇𝐲𝐚𝐜𝐢𝐭𝐡 𝐌𝐨𝐫𝐠𝐚𝐧 (Oc)

    𝐋𝐢𝐥𝐢𝐛𝐞𝐭𝐡 𝐇𝐚𝐮𝐬𝐦𝐚𝐧𝐧𝐢𝐧 (Oc)



    𝐓𝐫𝐚𝐦𝐚:

    Ocurre más o menos después del arco del Nogitsune. Llega un hada (Hyacith) a Beacon Hills, esta hada puede tomar la apariencia de alguien de la manada (aunque no pueden ser algunos seres sobrenaturales como hombres lobos o hellhounds, etc) y decide sembrar el caos. Lo que ocurre es que, cuando toma la apariencia de alguien, ademas de llevarse a la persona, va tomando emociones, recuerdos, todo de su objetivo y lo va debilitando hasta matarlo. Cuando se dan cuenta de esto es que deben encontrar quién es el hada y detenerla antes que sea tarde.
    ──────────

    Por supuesto, esto está sujeto a cambios según si llegan más Ocs y por dónde empieza a girar el rol al ir avanzando. Es como una "trama principal" a la que pueden ir uniéndose quienes deseen, luego habrá tramas a parte entre perosnajes, claro, según cómo vean en interactuar entre cada unx.

    ¡Gracias por leer! Bonito día.
    ¡Hola a todxs! Primero que nada: ¡muchas gracias por unirse al fandom! Me hace muchísima ilusión que empiecen a venir personas. Gracias por unirse con sus Ocs preciosos y personaje(s) canon. ❤️ Aquí voy a colocar una lista de los personajes unidos para que cada quien pueda echarles un vistazo, también voy a colocar la trama que tenía más o menos planeada (y se irán agregando diferentes cosas conforme entre todxs le demos más forma. También es probable que, si la lista de PJs se hace larga, coloque la trama en otro post para que no se haga tanto embrollo). ────────── 𝐏𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬: • [THCTRUEALPH4] (Canon) • [Stiles_S] (Canon) • [Hyacith_Mor2] (Oc) • [Lili_Hau1] (Oc) 𝐓𝐫𝐚𝐦𝐚: Ocurre más o menos después del arco del Nogitsune. Llega un hada (Hyacith) a Beacon Hills, esta hada puede tomar la apariencia de alguien de la manada (aunque no pueden ser algunos seres sobrenaturales como hombres lobos o hellhounds, etc) y decide sembrar el caos. Lo que ocurre es que, cuando toma la apariencia de alguien, ademas de llevarse a la persona, va tomando emociones, recuerdos, todo de su objetivo y lo va debilitando hasta matarlo. Cuando se dan cuenta de esto es que deben encontrar quién es el hada y detenerla antes que sea tarde. ────────── Por supuesto, esto está sujeto a cambios según si llegan más Ocs y por dónde empieza a girar el rol al ir avanzando. Es como una "trama principal" a la que pueden ir uniéndose quienes deseen, luego habrá tramas a parte entre perosnajes, claro, según cómo vean en interactuar entre cada unx. ¡Gracias por leer! Bonito día.✨️
    Me encocora
    2
    0 comentarios 3 compartidos
  • El estruendo del tribunal divino era como un océano desatado. Cientos de tronos resplandecientes se alzaban en círculo, cada uno ocupado por deidades antiguas, guardianes del equilibrio entre mundos. Allí estaba ella, **Yurei Veyrith**, arrastrada entre cadenas de luz que quemaban su piel etérea, aunque no la reducían al silencio.

    La habían acusado de lo imperdonable: descender a la Tierra sin permiso, tocar la fragilidad de los mortales, reír y llorar entre ellos, **vivir como si fuera una de ellos**. Aquello que los dioses llamaban traición, para ella había sido redención.

    —Has profanado el pacto —tronó **Zeus**, su voz retumbando como mil tormentas.
    —La Tierra no es tu morada —sentenció **Hera**, su mirada de hielo atravesándola como dagas.
    —Serás condenada a errar entre mundos, nunca pertenecer a ninguno —decretó **Anubis**, levantando una balanza ardiente donde su alma parecía tambalearse.

    Yurei, de rodillas, levantó el rostro. Sus ojos, grises como neblina, brillaban con un desafío implacable.
    —No me arrepiento. Ustedes olvidaron lo que significa sentir. Los mortales conocen la belleza de la caída, del sacrificio, del amor. Y si debo pagar por recordárselos, lo haré.

    Los dioses rugieron indignados. Cadenas de fuego divino se enroscaron en torno a su cuerpo y un círculo de runas comenzó a sellarse en el suelo. El castigo era inminente.

    Pero en medio de aquel coro de furia, algunas miradas permanecían en silencio.

    **Atenea**, con sus ojos de sabiduría, ladeó apenas la cabeza. **Hades**, señor del Inframundo, permanecía inexpresivo, aunque una chispa de simpatía cruzaba sus labios sombríos. Y entre las sombras, **Loki**, con sonrisa torcida, parecía disfrutar demasiado del espectáculo.

    Cuando las cadenas descendieron para sellarla en el limbo eterno, fue Atenea quien habló con calma, interrumpiendo el decreto:
    —El juicio no debe olvidar la virtud. Si la castigamos sin más, perderemos la lección que ella trajo de los mortales.

    Zeus fulminó a su hija con la mirada, pero la diosa no retrocedió. Fue entonces que Loki dio un paso adelante, riendo entre dientes.
    —¿De verdad vais a encadenarla? Qué aburrido. Yo digo que una jaula no puede contener a alguien que sabe cómo romperla.

    El suelo tembló. Un susurro recorrió el aire: Yurei no estaba sola.

    En medio del caos, **Hades** levantó discretamente su mano, y las sombras se extendieron como un río de tinta, debilitando por un instante las cadenas que la apresaban. Atenea inclinó su lanza y rompió el círculo de runas, apenas lo suficiente para abrir una fisura. Y Loki, con un gesto burlón, creó un espejismo que confundió a los guardias divinos.

    —Corre, pequeña fantasma —susurró el dios embaucador—. El cielo nunca fue solo de ellos.

    El cuerpo de Yurei ardía, pero la libertad era más fuerte que el dolor. Se levantó entre chispas de fuego divino, extendiendo sus alas translúcidas, y con un rugido que era mitad lamento, mitad desafío, se lanzó a través de la grieta abierta.

    Los dioses clamaron. Rayos y cadenas intentaron alcanzarla, pero las sombras de Hades la protegieron, el escudo de Atenea desvió los golpes, y las ilusiones de Loki confundieron el espacio mismo. Entre caos y relámpagos, Yurei atravesó el firmamento, dejando tras de sí un eco de campanas rotas.

    Al fin, el cielo nocturno la recibió de nuevo. No como prisionera, sino como fugitiva, como sobreviviente. Se alzó sobre las estrellas, sintiendo el viento celeste recorrerla, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió de verdad.

    Atenea apareció en un destello de plata, mirándola con serenidad.
    —No abuses de esta oportunidad, Yurei. Si vuelves a caer, nadie podrá salvarte.

    Hades emergió de la penumbra, su voz grave como la tumba:
    —El mundo necesita fantasmas que recuerden a los dioses lo que ellos olvidaron. Esa será tu lugar.

    Y Loki, como siempre, se limitó a reír, desvaneciéndose en chispas de fuego verde:
    —Nos veremos pronto, pequeña transgresora. La rebeldía te sienta bien.

    Así, contra toda sentencia, **Yurei Veyrith volvió al cielo**. No como esclava ni como exiliada, sino como un recordatorio viviente de que incluso los dioses pueden ser desafiados.

    Y desde ese día, su nombre quedó escrito entre susurros prohibidos, en las plegarias de los mortales que soñaban con tocar el cielo.

    El juicio había sido brutal, una tormenta de voces divinas que rugían contra ella. Las cadenas de luz aún ardían en su piel, recordándole que no era bienvenida ni en el cielo ni en el inframundo. Pero cuando Atenea rompió el sello, cuando Loki distorsionó las formas del tribunal y Hades abrió un camino entre las sombras, Yurei no voló hacia el firmamento. **Eligió la caída.**

    El cielo se desgarró como un espejo roto, y ella descendió en espiral entre relámpagos y fuego. La Tierra la llamó como un corazón latiendo bajo sus pies. Su cuerpo atravesó la noche y emergió en un bosque, donde los árboles temblaron al sentir la presencia de algo que no pertenecía del todo a ese mundo.

    Cayó de rodillas sobre la hierba húmeda, jadeante. Su respiración era vapor plateado, y sus alas translúcidas se disolvieron en la bruma. El aire olía a lluvia y tierra, un contraste absoluto con el mármol estéril del tribunal celestial.

    —Aquí pertenezco —susurró, acariciando el suelo con los dedos—. Entre ellos. Entre los mortales.

    No estaba sola. Una sombra se materializó a su lado. Hades, aunque no podía quedarse, le había dejado un fragmento de su poder: una gema oscura que palpitaba como un corazón.
    —Con esto podrás esconderte de los ojos del Olimpo. Úsalo bien, Yurei.

    La gema se incrustó en su piel como si siempre hubiera sido parte de ella. Y de inmediato, el lazo que la ataba al juicio se desvaneció.

    Poco después, entre los árboles, una figura esbelta emergió: **Atenea**, envuelta en luz de luna, se inclinó hacia ella.
    —Te salvamos, pero el precio es alto. No podrás regresar al cielo. Zeus jamás lo permitiría. Aquí tendrás tu segunda oportunidad, y también tu mayor peligro.

    Y en un destello, desapareció.

    El viento cambió, y con él llegó la risa burlona de **Loki**, que se deslizó como un espejismo sobre la superficie del río cercano.
    —Oh, pequeña fugitiva. Ahora el tablero es tuyo. Haz temblar la Tierra, enamora, destruye, vive… Yo vendré a mirar el caos cuando menos lo esperes.

    Y también se desvaneció, dejando tras de sí el aroma a humo y azufre.

    Yurei permaneció sola bajo la noche. Pero no era una soledad amarga: era libertad. El rumor del bosque la acogía, los mortales dormían en sus aldeas cercanas, ajenos a que un espíritu caído caminaba de nuevo entre ellos.

    Con pasos lentos, empezó a andar hacia las luces lejanas de un pueblo. No sería fácil: la vigilarían, la cazarían, y los dioses no olvidarían. Pero había vuelto al único lugar donde su corazón podía latir.

    La Tierra era su condena, pero también su refugio.
    Y, mientras la bruma cubría el cielo, **Yurei Veyrith sonrió con la certeza de que ningún castigo divino le arrebataría jamás su deseo de vivir como humana**.
    El estruendo del tribunal divino era como un océano desatado. Cientos de tronos resplandecientes se alzaban en círculo, cada uno ocupado por deidades antiguas, guardianes del equilibrio entre mundos. Allí estaba ella, **Yurei Veyrith**, arrastrada entre cadenas de luz que quemaban su piel etérea, aunque no la reducían al silencio. La habían acusado de lo imperdonable: descender a la Tierra sin permiso, tocar la fragilidad de los mortales, reír y llorar entre ellos, **vivir como si fuera una de ellos**. Aquello que los dioses llamaban traición, para ella había sido redención. —Has profanado el pacto —tronó **Zeus**, su voz retumbando como mil tormentas. —La Tierra no es tu morada —sentenció **Hera**, su mirada de hielo atravesándola como dagas. —Serás condenada a errar entre mundos, nunca pertenecer a ninguno —decretó **Anubis**, levantando una balanza ardiente donde su alma parecía tambalearse. Yurei, de rodillas, levantó el rostro. Sus ojos, grises como neblina, brillaban con un desafío implacable. —No me arrepiento. Ustedes olvidaron lo que significa sentir. Los mortales conocen la belleza de la caída, del sacrificio, del amor. Y si debo pagar por recordárselos, lo haré. Los dioses rugieron indignados. Cadenas de fuego divino se enroscaron en torno a su cuerpo y un círculo de runas comenzó a sellarse en el suelo. El castigo era inminente. Pero en medio de aquel coro de furia, algunas miradas permanecían en silencio. **Atenea**, con sus ojos de sabiduría, ladeó apenas la cabeza. **Hades**, señor del Inframundo, permanecía inexpresivo, aunque una chispa de simpatía cruzaba sus labios sombríos. Y entre las sombras, **Loki**, con sonrisa torcida, parecía disfrutar demasiado del espectáculo. Cuando las cadenas descendieron para sellarla en el limbo eterno, fue Atenea quien habló con calma, interrumpiendo el decreto: —El juicio no debe olvidar la virtud. Si la castigamos sin más, perderemos la lección que ella trajo de los mortales. Zeus fulminó a su hija con la mirada, pero la diosa no retrocedió. Fue entonces que Loki dio un paso adelante, riendo entre dientes. —¿De verdad vais a encadenarla? Qué aburrido. Yo digo que una jaula no puede contener a alguien que sabe cómo romperla. El suelo tembló. Un susurro recorrió el aire: Yurei no estaba sola. En medio del caos, **Hades** levantó discretamente su mano, y las sombras se extendieron como un río de tinta, debilitando por un instante las cadenas que la apresaban. Atenea inclinó su lanza y rompió el círculo de runas, apenas lo suficiente para abrir una fisura. Y Loki, con un gesto burlón, creó un espejismo que confundió a los guardias divinos. —Corre, pequeña fantasma —susurró el dios embaucador—. El cielo nunca fue solo de ellos. El cuerpo de Yurei ardía, pero la libertad era más fuerte que el dolor. Se levantó entre chispas de fuego divino, extendiendo sus alas translúcidas, y con un rugido que era mitad lamento, mitad desafío, se lanzó a través de la grieta abierta. Los dioses clamaron. Rayos y cadenas intentaron alcanzarla, pero las sombras de Hades la protegieron, el escudo de Atenea desvió los golpes, y las ilusiones de Loki confundieron el espacio mismo. Entre caos y relámpagos, Yurei atravesó el firmamento, dejando tras de sí un eco de campanas rotas. Al fin, el cielo nocturno la recibió de nuevo. No como prisionera, sino como fugitiva, como sobreviviente. Se alzó sobre las estrellas, sintiendo el viento celeste recorrerla, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió de verdad. Atenea apareció en un destello de plata, mirándola con serenidad. —No abuses de esta oportunidad, Yurei. Si vuelves a caer, nadie podrá salvarte. Hades emergió de la penumbra, su voz grave como la tumba: —El mundo necesita fantasmas que recuerden a los dioses lo que ellos olvidaron. Esa será tu lugar. Y Loki, como siempre, se limitó a reír, desvaneciéndose en chispas de fuego verde: —Nos veremos pronto, pequeña transgresora. La rebeldía te sienta bien. Así, contra toda sentencia, **Yurei Veyrith volvió al cielo**. No como esclava ni como exiliada, sino como un recordatorio viviente de que incluso los dioses pueden ser desafiados. Y desde ese día, su nombre quedó escrito entre susurros prohibidos, en las plegarias de los mortales que soñaban con tocar el cielo. El juicio había sido brutal, una tormenta de voces divinas que rugían contra ella. Las cadenas de luz aún ardían en su piel, recordándole que no era bienvenida ni en el cielo ni en el inframundo. Pero cuando Atenea rompió el sello, cuando Loki distorsionó las formas del tribunal y Hades abrió un camino entre las sombras, Yurei no voló hacia el firmamento. **Eligió la caída.** El cielo se desgarró como un espejo roto, y ella descendió en espiral entre relámpagos y fuego. La Tierra la llamó como un corazón latiendo bajo sus pies. Su cuerpo atravesó la noche y emergió en un bosque, donde los árboles temblaron al sentir la presencia de algo que no pertenecía del todo a ese mundo. Cayó de rodillas sobre la hierba húmeda, jadeante. Su respiración era vapor plateado, y sus alas translúcidas se disolvieron en la bruma. El aire olía a lluvia y tierra, un contraste absoluto con el mármol estéril del tribunal celestial. —Aquí pertenezco —susurró, acariciando el suelo con los dedos—. Entre ellos. Entre los mortales. No estaba sola. Una sombra se materializó a su lado. Hades, aunque no podía quedarse, le había dejado un fragmento de su poder: una gema oscura que palpitaba como un corazón. —Con esto podrás esconderte de los ojos del Olimpo. Úsalo bien, Yurei. La gema se incrustó en su piel como si siempre hubiera sido parte de ella. Y de inmediato, el lazo que la ataba al juicio se desvaneció. Poco después, entre los árboles, una figura esbelta emergió: **Atenea**, envuelta en luz de luna, se inclinó hacia ella. —Te salvamos, pero el precio es alto. No podrás regresar al cielo. Zeus jamás lo permitiría. Aquí tendrás tu segunda oportunidad, y también tu mayor peligro. Y en un destello, desapareció. El viento cambió, y con él llegó la risa burlona de **Loki**, que se deslizó como un espejismo sobre la superficie del río cercano. —Oh, pequeña fugitiva. Ahora el tablero es tuyo. Haz temblar la Tierra, enamora, destruye, vive… Yo vendré a mirar el caos cuando menos lo esperes. Y también se desvaneció, dejando tras de sí el aroma a humo y azufre. Yurei permaneció sola bajo la noche. Pero no era una soledad amarga: era libertad. El rumor del bosque la acogía, los mortales dormían en sus aldeas cercanas, ajenos a que un espíritu caído caminaba de nuevo entre ellos. Con pasos lentos, empezó a andar hacia las luces lejanas de un pueblo. No sería fácil: la vigilarían, la cazarían, y los dioses no olvidarían. Pero había vuelto al único lugar donde su corazón podía latir. La Tierra era su condena, pero también su refugio. Y, mientras la bruma cubría el cielo, **Yurei Veyrith sonrió con la certeza de que ningún castigo divino le arrebataría jamás su deseo de vivir como humana**.
    Me entristece
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Respiración de la Oscuridad Octava Postura: Frenesí de Muerte
    Respiración de la Oscuridad Octava Postura: Frenesí de Muerte
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados