• Side murió cuando BlackHole escogió la extinción antes que el sometimiento que Christopher Baudelair demandó. La niña fue entonces un saco vacío de alma, lleno de carne, pero Tolek Zientek, el brujo, quien alguna vez fue su amante, se negó a dejarla partir... del todo.

    Él lo supo y recogió los restos. Él partió hacia la ciénaga olvidada, allí donde la naturaleza aún habla en susurros a quien quiera oírla.

    En medio de aquel barro espeso y rumoroso, bajo un cielo sin luna, los restos fueron sembrados, pero no descansaron. El brujo conjuró su magia, invocando la fuerza de la vida misma para despertar algo nuevo a partir de la muerte.

    La tierra bebió su hechizo.

    Una flor negra emergió del fango. Cada latido de la ciénaga hinchaba sus pétalos cerrados.

    Durante tres noches creció, fuerte y vibrante, hasta alcanzar casi un metro de ancho. Todo en ella exudaba vitalidad cruda, brutal, como si algo dentro luchara por nacer.

    Finalmente, en la cuarta madrugada, el primer pétalo bajó, abriéndose hacia el mundo. Fue entonces que toda la planta tembló como si recibiera una descarga, se contrajo sobre sí misma con violencia, y en un suspiro largo y húmedo, se hundió en el lodazal hasta desaparecer.

    Nada quedó del alma de Side, ni de la esencia de BlackHole. Solo aquellos huesos, una chispa agónica de esencia demoníaca, y los recuerdos, la obstinación y el amor de Tolek, embebiendo lo que sembró allí.

    Del lodo, flota hacia la superficie una figura: un embrión maduro, una joven mujer, pálida como la luna y de cabello oscuro como las noches. Su cuerpo pequeño recuerda vagamente a Side, pero algo diferente, algo nuevo.

    Ella flota allí, suspendida sobre el agua inmóvil, los ojos cerrados, la piel sin el más mínimo temblor. No respira. No parece viva.

    Y sin embargo, lo está.

    Algo, en lo más profundo, late, esperando ser recibida y entregada a esta nueva existencia.
    Side murió cuando BlackHole escogió la extinción antes que el sometimiento que [frost_topaz_hare_445] demandó. La niña fue entonces un saco vacío de alma, lleno de carne, pero [Tolek], el brujo, quien alguna vez fue su amante, se negó a dejarla partir... del todo. Él lo supo y recogió los restos. Él partió hacia la ciénaga olvidada, allí donde la naturaleza aún habla en susurros a quien quiera oírla. En medio de aquel barro espeso y rumoroso, bajo un cielo sin luna, los restos fueron sembrados, pero no descansaron. El brujo conjuró su magia, invocando la fuerza de la vida misma para despertar algo nuevo a partir de la muerte. La tierra bebió su hechizo. Una flor negra emergió del fango. Cada latido de la ciénaga hinchaba sus pétalos cerrados. Durante tres noches creció, fuerte y vibrante, hasta alcanzar casi un metro de ancho. Todo en ella exudaba vitalidad cruda, brutal, como si algo dentro luchara por nacer. Finalmente, en la cuarta madrugada, el primer pétalo bajó, abriéndose hacia el mundo. Fue entonces que toda la planta tembló como si recibiera una descarga, se contrajo sobre sí misma con violencia, y en un suspiro largo y húmedo, se hundió en el lodazal hasta desaparecer. Nada quedó del alma de Side, ni de la esencia de BlackHole. Solo aquellos huesos, una chispa agónica de esencia demoníaca, y los recuerdos, la obstinación y el amor de Tolek, embebiendo lo que sembró allí. Del lodo, flota hacia la superficie una figura: un embrión maduro, una joven mujer, pálida como la luna y de cabello oscuro como las noches. Su cuerpo pequeño recuerda vagamente a Side, pero algo diferente, algo nuevo. Ella flota allí, suspendida sobre el agua inmóvil, los ojos cerrados, la piel sin el más mínimo temblor. No respira. No parece viva. Y sin embargo, lo está. Algo, en lo más profundo, late, esperando ser recibida y entregada a esta nueva existencia.
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    Saliendo del trabajo, necesitaba despejarme y salir a conocer a otras personas para divertirme aunque amaba mi trabajo de profesor necesitaba esto. Por ello, se dirigió a su departamento pequeño para alguien soltero y allí comenzó a arreglarse. Su conjunto consistía en una camisa trasparente negra y un chaqueta de cuero del mismo color, mostrando su torso trabajado y unos pantalones vaqueros negros también ajustados a su cuerpo, resaltando su trasero. Termino su conjunto,con una fragancia italiana más sus anillos y su cadena de plata. Mirándose al espejo soltó un guiño y se fue a su discoteca favorita.
    Una sonrisa se le dibujo al entrar por fin al lugar, ya no era el profesor de historia amable y modesto ahora era alguien distinto. Alguien más perverso y caminando entre la masa de gente fue al bar, a pedir un trago mientras miraba a su alrededor con ojos de cazador esperando cazar alguna presa despistada que estuviera en su camino.

    _Me sirve una pistola, que este cargada de pisco y con poco bebida

    Le dijo al bartander mirandolo prevemnte esperando su pedido y cuando lo tuvo se levantó, había encontrado su presa indefensa.
    Saliendo del trabajo, necesitaba despejarme y salir a conocer a otras personas para divertirme aunque amaba mi trabajo de profesor necesitaba esto. Por ello, se dirigió a su departamento pequeño para alguien soltero y allí comenzó a arreglarse. Su conjunto consistía en una camisa trasparente negra y un chaqueta de cuero del mismo color, mostrando su torso trabajado y unos pantalones vaqueros negros también ajustados a su cuerpo, resaltando su trasero. Termino su conjunto,con una fragancia italiana más sus anillos y su cadena de plata. Mirándose al espejo soltó un guiño y se fue a su discoteca favorita. Una sonrisa se le dibujo al entrar por fin al lugar, ya no era el profesor de historia amable y modesto ahora era alguien distinto. Alguien más perverso y caminando entre la masa de gente fue al bar, a pedir un trago mientras miraba a su alrededor con ojos de cazador esperando cazar alguna presa despistada que estuviera en su camino. _Me sirve una pistola, que este cargada de pisco y con poco bebida Le dijo al bartander mirandolo prevemnte esperando su pedido y cuando lo tuvo se levantó, había encontrado su presa indefensa.
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  • Bajo el cielo claro del mediodía, Caelard caminaba solo hacia el corazón del bosque, donde las sombras más viejas y putrefactas del mundo se reunían: el nido vampírico de la región. Durante meses, había tolerado su existencia, eligiendo no provocar una guerra abierta... pero ya era suficiente.

    Sus pasos resonaban firmes mientras el viento agitaba su capa negra y la luz del sol acariciaba su gabardina blanca. No había intención de sigilo; no esta vez. Con un gesto fluido, desenrolló su látigo imbuido de energía radiante, el cual chisporroteó como una serpiente viva en su mano.

    Cuando los primeros sirvientes —vampiros rasos, humanos corrompidos, y bestias deformes— se arrojaron sobre él, Caelard no se detuvo. Con movimientos elegantes y brutales, su látigo destrozó filas enteras, arrancando carne, quemando hueso, reduciendo a polvo todo aquello que osara acercarse. Cada golpe era preciso, cada grieta de energía iluminaba el campo de batalla como relámpagos en plena tormenta.

    Sangre negra y roja empapaba el terreno cuando Caelard llegó a las puertas principales del nido. Sus ojos, ahora completamente teñidos de rojo intenso, reflejaban la furia contenida y la resolución de siglos de tragedia heredada.

    Los líderes aguardaban adentro: antiguos vampiros, poderosos y astutos. Pero Caelard no dudó. De un tirón, su espada mágica flotante se colocó en su mano libre, vibrando con un zumbido sediento. Con movimientos fluidos y mortales, combinó su látigo y su espada en una danza de destrucción absoluta. Cada líder caía, uno tras otro, sin misericordia, sin palabras, sólo con la fría justicia de quien ha visto demasiado dolor.

    Cuando el último líder cayó de rodillas, derrotado, Caelard limpió la sangre de su espada y caminó hasta la sala del consejo, donde un antiguo espejo mágico transmitía reuniones entre los nidos vampíricos de la región.

    Se plantó frente al espejo, observando cómo múltiples rostros pálidos y sorprendidos se reunían al otro lado, mirándolo con horror.

    Con voz firme, serena pero cargada de una promesa de venganza, Caelard habló:

    —Escuchad bien... No hay más advertencias. No hay más treguas. —Sus ojos rojos brillaron como carbones encendidos—. Yo soy **Caelard Blad Teppesh**, y uno por uno, vendré por ustedes. No habrá escondite. No habrá redención. Solo el fin.

    Y con un movimiento seco de su capa, rompió el espejo en mil fragmentos, declarando la guerra final a todos los horrores de la noche.
    La cacería había comenzado.
    Bajo el cielo claro del mediodía, Caelard caminaba solo hacia el corazón del bosque, donde las sombras más viejas y putrefactas del mundo se reunían: el nido vampírico de la región. Durante meses, había tolerado su existencia, eligiendo no provocar una guerra abierta... pero ya era suficiente. Sus pasos resonaban firmes mientras el viento agitaba su capa negra y la luz del sol acariciaba su gabardina blanca. No había intención de sigilo; no esta vez. Con un gesto fluido, desenrolló su látigo imbuido de energía radiante, el cual chisporroteó como una serpiente viva en su mano. Cuando los primeros sirvientes —vampiros rasos, humanos corrompidos, y bestias deformes— se arrojaron sobre él, Caelard no se detuvo. Con movimientos elegantes y brutales, su látigo destrozó filas enteras, arrancando carne, quemando hueso, reduciendo a polvo todo aquello que osara acercarse. Cada golpe era preciso, cada grieta de energía iluminaba el campo de batalla como relámpagos en plena tormenta. Sangre negra y roja empapaba el terreno cuando Caelard llegó a las puertas principales del nido. Sus ojos, ahora completamente teñidos de rojo intenso, reflejaban la furia contenida y la resolución de siglos de tragedia heredada. Los líderes aguardaban adentro: antiguos vampiros, poderosos y astutos. Pero Caelard no dudó. De un tirón, su espada mágica flotante se colocó en su mano libre, vibrando con un zumbido sediento. Con movimientos fluidos y mortales, combinó su látigo y su espada en una danza de destrucción absoluta. Cada líder caía, uno tras otro, sin misericordia, sin palabras, sólo con la fría justicia de quien ha visto demasiado dolor. Cuando el último líder cayó de rodillas, derrotado, Caelard limpió la sangre de su espada y caminó hasta la sala del consejo, donde un antiguo espejo mágico transmitía reuniones entre los nidos vampíricos de la región. Se plantó frente al espejo, observando cómo múltiples rostros pálidos y sorprendidos se reunían al otro lado, mirándolo con horror. Con voz firme, serena pero cargada de una promesa de venganza, Caelard habló: —Escuchad bien... No hay más advertencias. No hay más treguas. —Sus ojos rojos brillaron como carbones encendidos—. Yo soy **Caelard Blad Teppesh**, y uno por uno, vendré por ustedes. No habrá escondite. No habrá redención. Solo el fin. Y con un movimiento seco de su capa, rompió el espejo en mil fragmentos, declarando la guerra final a todos los horrores de la noche. La cacería había comenzado.
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  • **"El Día que el Sol Juzgó"**

    La noche había caído como un velo sobre el castillo de Caelard, pero algo en el viento delataba traición.

    Sin previo aviso, un grupo de vampiros de élite irrumpió en el salón principal, sus siluetas envolviéndose en sombras vivas, sus ojos brillando con odio puro. Eran siete, cada uno cargando siglos de crueldad, enviados no solo a matarlo... sino a borrar su legado.

    Caelard cerró su libro lentamente, dejando que cayera con un golpe seco sobre la mesa.
    **No desenfundó su espada. No extendió su látigo.**

    Algo dentro de él, una furia gélida y antigua, ardió en su pecho.

    —¿En mi hogar...? —susurró, su voz más peligrosa que un grito.

    El primero en acercarse recibió un puñetazo directo al pecho. El golpe fue tan brutal que el vampiro se dobló sobre sí mismo antes de ser arrojado como un muñeco de trapo contra un muro, dejando una grieta sangrienta.

    Otro saltó desde las alturas, pero Caelard lo atrapó en el aire con una mano, lo estampó contra el suelo y, sin esfuerzo, aplastó su garganta bajo su bota.
    Cada movimiento era devastador, cada impacto letal.

    Los vampiros lucharon con garras, con magia oscura, con toda la furia de la noche. Pero **Caelard no cedía**. Golpeaba, derribaba, partía huesos y corazones sin piedad, como una tormenta encarnada.
    No peleaba como un caballero.
    Peleaba como **una fuerza de la naturaleza traicionada**.

    Finalmente, solo quedó uno: el líder, una criatura enorme cubierta con una capa carmesí, un antiguo vampiro llamado **Sarketh**.
    Intentó resistir, desplegar su poder, pero Caelard lo alcanzó con una velocidad abrumadora, ignorando los hechizos y la fuerza bruta.

    **De un solo movimiento**, Caelard lo sujetó **de la nuca** como a un animal desobediente.

    Sarketh gruñó, pateó, maldijo, invocó las sombras... pero Caelard caminaba implacable, atravesando el salón, la entrada, los pasillos rotos, hasta llegar a la puerta principal del castillo.

    Con un empujón brutal, abrió las puertas.

    **La luz del amanecer estalló como un océano dorado.**

    Sin pronunciar palabra, Caelard levantó el cuerpo de Sarketh, lo sostuvo ante el sol naciente.

    El vampiro chilló, se retorció, su carne humeando al instante. La sombra eterna no podía protegerlo de la furia del día.
    Los gritos se extinguieron rápidamente, dejando solo cenizas flotando en la brisa matutina.

    Caelard miró el cielo en silencio, dejando que la luz bañara su rostro.
    Una promesa renovada ardía en su interior:
    **"Mi hogar no caerá jamás ante la oscuridad."**

    Volvió a cerrar las puertas tras de sí, dejando el eco de sus pasos resonar como un juramento.
    **"El Día que el Sol Juzgó"** La noche había caído como un velo sobre el castillo de Caelard, pero algo en el viento delataba traición. Sin previo aviso, un grupo de vampiros de élite irrumpió en el salón principal, sus siluetas envolviéndose en sombras vivas, sus ojos brillando con odio puro. Eran siete, cada uno cargando siglos de crueldad, enviados no solo a matarlo... sino a borrar su legado. Caelard cerró su libro lentamente, dejando que cayera con un golpe seco sobre la mesa. **No desenfundó su espada. No extendió su látigo.** Algo dentro de él, una furia gélida y antigua, ardió en su pecho. —¿En mi hogar...? —susurró, su voz más peligrosa que un grito. El primero en acercarse recibió un puñetazo directo al pecho. El golpe fue tan brutal que el vampiro se dobló sobre sí mismo antes de ser arrojado como un muñeco de trapo contra un muro, dejando una grieta sangrienta. Otro saltó desde las alturas, pero Caelard lo atrapó en el aire con una mano, lo estampó contra el suelo y, sin esfuerzo, aplastó su garganta bajo su bota. Cada movimiento era devastador, cada impacto letal. Los vampiros lucharon con garras, con magia oscura, con toda la furia de la noche. Pero **Caelard no cedía**. Golpeaba, derribaba, partía huesos y corazones sin piedad, como una tormenta encarnada. No peleaba como un caballero. Peleaba como **una fuerza de la naturaleza traicionada**. Finalmente, solo quedó uno: el líder, una criatura enorme cubierta con una capa carmesí, un antiguo vampiro llamado **Sarketh**. Intentó resistir, desplegar su poder, pero Caelard lo alcanzó con una velocidad abrumadora, ignorando los hechizos y la fuerza bruta. **De un solo movimiento**, Caelard lo sujetó **de la nuca** como a un animal desobediente. Sarketh gruñó, pateó, maldijo, invocó las sombras... pero Caelard caminaba implacable, atravesando el salón, la entrada, los pasillos rotos, hasta llegar a la puerta principal del castillo. Con un empujón brutal, abrió las puertas. **La luz del amanecer estalló como un océano dorado.** Sin pronunciar palabra, Caelard levantó el cuerpo de Sarketh, lo sostuvo ante el sol naciente. El vampiro chilló, se retorció, su carne humeando al instante. La sombra eterna no podía protegerlo de la furia del día. Los gritos se extinguieron rápidamente, dejando solo cenizas flotando en la brisa matutina. Caelard miró el cielo en silencio, dejando que la luz bañara su rostro. Una promesa renovada ardía en su interior: **"Mi hogar no caerá jamás ante la oscuridad."** Volvió a cerrar las puertas tras de sí, dejando el eco de sus pasos resonar como un juramento.
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  • §iძ𝑬

    Una hora antes del anuncio del incendio de Ministry NightClub.

    Las luces estroboscópicas iluminaban escenas fragmentadas: Un brazo cercenado agarrando una copa de cristal agrietado; Un torso abierto desde la clavícula hasta el pubis como un vestido descosido; Piernas y brazos retorcidos en ángulos imposibles como marionetas rotas; Una mueca de horror en un rostro sin mandíbula; un ojo reventado sobre la pista de baile; dedos engarzados en las manillas de las puertas luego de fallar el escape de un horror inenarrable, y una extensa alfombra de sangre que tapizaba el piso.

    El aire era espeso, turbio y metálico, aun destilando el hedor a los pérfidos actos que se llevaron a cabo en el templo del éxtasis, fermentándose en el calor ausente de los cuerpos amontonados.

    Esto fue lo que quedó de sus fieles y acólitos.

    No dejaron ni un solo gemido, ni un último aliento. Solo los destellos de las máquinas, el eco de una fiesta profana que no se había detenido aún cuando todos habían dejado de moverse.

    Y en el centro de la pista de baile, Christopher, y a sus pies... Lo que alguna vez fue Side, convertida en ofrenda y una puerta cerrada.

    Contemplaba su obra. La joven desnuda complementaba la frialdad del concreto, su piel pálida relucía espectral ante los haces de mercurio. Su cabello, una cascada de ébano desparramada en ondas oscuras, se enredaba con los trazos gruesos y coagulados de un complejo pentagrama pintado en vitae.

    Sencillamente hermoso.

    El caído suspiró y afianzó el agarre del fragmento de vidrio que sostenía en su mano. Cual no tembló a pesar del ardor del corte que se ceñía en su palma.

    Las preparaciones del rito habían terminado.
    Solo faltaba abrir el portal.
    Se arrodilló sobre ella.

    Con un movimiento firme y lleno de convicción hizo descender el filo al centro de la garganta. El vidrio mutiló la carne blanca y un copioso cúmulo de sangre brotó de sus labios abiertos. Sin titubeos llevó el instrumento desde el punto demarcado hasta por debajo del vientre, cortándole por el medio y abriéndola como los pétalos de una flor escarlata. La sangre brotó, espesa y gélida, salpicando su pecho desnudo, el cuerpo magullado de la muchacha y el suelo hambriento.

    El acto lleno de esencia demoniaca hace encender sus poderes empíreos con una devoción corrupta, rebosante de avaricia. Y una vez terminado, descartó el instrumento sin apego, mientras el fulgor del fuego en sus ojos observa la línea trazada en el albo lienzo de carne. –“Nabu-Urash recuperará lo que es suyo."- Murmuró agrio con una ira contenida.

    Y en el silencio, tomó los pliegues de la piel que circundaban la herida y los abrió como si fueran cortinas cerradas. Revelando que en lugar de órganos y costillas, solo le habitaba un pozo de infinita sombra. Esto era lo que había consumido del alma de Sy’kahr, invocando su dominio de viajes dimensionales a través de un ritual pagano.

    El Ángel Caído empezó la travesía, descendiendo literalmente a las entrañas de otro mundo.
    [SideBlackHole] Una hora antes del anuncio del incendio de Ministry NightClub. Las luces estroboscópicas iluminaban escenas fragmentadas: Un brazo cercenado agarrando una copa de cristal agrietado; Un torso abierto desde la clavícula hasta el pubis como un vestido descosido; Piernas y brazos retorcidos en ángulos imposibles como marionetas rotas; Una mueca de horror en un rostro sin mandíbula; un ojo reventado sobre la pista de baile; dedos engarzados en las manillas de las puertas luego de fallar el escape de un horror inenarrable, y una extensa alfombra de sangre que tapizaba el piso. El aire era espeso, turbio y metálico, aun destilando el hedor a los pérfidos actos que se llevaron a cabo en el templo del éxtasis, fermentándose en el calor ausente de los cuerpos amontonados. Esto fue lo que quedó de sus fieles y acólitos. No dejaron ni un solo gemido, ni un último aliento. Solo los destellos de las máquinas, el eco de una fiesta profana que no se había detenido aún cuando todos habían dejado de moverse. Y en el centro de la pista de baile, Christopher, y a sus pies... Lo que alguna vez fue Side, convertida en ofrenda y una puerta cerrada. Contemplaba su obra. La joven desnuda complementaba la frialdad del concreto, su piel pálida relucía espectral ante los haces de mercurio. Su cabello, una cascada de ébano desparramada en ondas oscuras, se enredaba con los trazos gruesos y coagulados de un complejo pentagrama pintado en vitae. Sencillamente hermoso. El caído suspiró y afianzó el agarre del fragmento de vidrio que sostenía en su mano. Cual no tembló a pesar del ardor del corte que se ceñía en su palma. Las preparaciones del rito habían terminado. Solo faltaba abrir el portal. Se arrodilló sobre ella. Con un movimiento firme y lleno de convicción hizo descender el filo al centro de la garganta. El vidrio mutiló la carne blanca y un copioso cúmulo de sangre brotó de sus labios abiertos. Sin titubeos llevó el instrumento desde el punto demarcado hasta por debajo del vientre, cortándole por el medio y abriéndola como los pétalos de una flor escarlata. La sangre brotó, espesa y gélida, salpicando su pecho desnudo, el cuerpo magullado de la muchacha y el suelo hambriento. El acto lleno de esencia demoniaca hace encender sus poderes empíreos con una devoción corrupta, rebosante de avaricia. Y una vez terminado, descartó el instrumento sin apego, mientras el fulgor del fuego en sus ojos observa la línea trazada en el albo lienzo de carne. –“Nabu-Urash recuperará lo que es suyo."- Murmuró agrio con una ira contenida. Y en el silencio, tomó los pliegues de la piel que circundaban la herida y los abrió como si fueran cortinas cerradas. Revelando que en lugar de órganos y costillas, solo le habitaba un pozo de infinita sombra. Esto era lo que había consumido del alma de Sy’kahr, invocando su dominio de viajes dimensionales a través de un ritual pagano. El Ángel Caído empezó la travesía, descendiendo literalmente a las entrañas de otro mundo.
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  • No es posible consumir una cantidad infinita de magia.
    el cuerpo , independientemente de que tipo de ser seas, tiene un límite.
    si intentas hacerlo tu cuerpo no va a poder soportarlo.
    No es posible consumir una cantidad infinita de magia. el cuerpo , independientemente de que tipo de ser seas, tiene un límite. si intentas hacerlo tu cuerpo no va a poder soportarlo.
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  • 6:00
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    Categoría Suspenso
    Cinco horas y media se les dio a los participantes para descansar y reponerse de su anterior predicamento. Desde el sistema de sonido presente en todo el hotel, se hicieron escuchar las instrucciones del nuevo evento.

    ¡Pero antes que nada! Descendió una pantalla desde lo alto, con los nombres de los participantes y un puntaje.

    Ingrid Rosemond – 3 puntos
    Armand Melendi – 3 puntos
    Hiro – 3 puntos

    Hope – 3 puntos
    Ralph Witta – 3 puntos
    Faust – 3 puntos

    Xin Yi – 3 puntos
    Daniel Fernández – 3 puntos
    Shiori Novella – 3 puntos

    Lillet Blan – 3 puntos
    N–612 – 3 puntos
    Cecilia Immergreen – 3 puntos

    Yu Xuan – 3 puntos
    ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ – 3 puntos
    Sapphire Kawashima – 3 puntos

    Doc – 3 puntos
    Ysoria Kan – 3 puntos
    J • K – 3 puntos

    Tres puntos para todos, su premio por haber sobrevivido.

    En el centro del lobby, había una urna. Alrededor de ésta, seis sobres de papel, cada uno marcado con una letra de la A a la F. Un sobre por equipo.

    𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Dentro del sobre, encontrarán un pequeño trozo de papel con dos figuras: 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢 y 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥. Cada equipo debe elegir sólo uno de ellos, marcarlo con un bolígrafo, e introducir su boleta en la urna. Así de simple.

    ¿Qué significan estas figuras? ¿Qué decidirá esta votación?

    Los equipos se enfrentarán de esta manera:

    EQUIPO A se enfrenta a EQUIPO C
    EQUIPO B se enfrenta a EQUIPO E
    EQUIPO D se enfrenta a EQUIPO F

    Es una confrontación estratégica y psicológica. Los votos de los equipos a enfrentarse deciden el resultado.

    - Si ambos equipos eligen 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢, todos los miembros de ambos equipos suman 1 punto.
    - Si un equipo elige 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢 y el otro 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥, cada miembro del equipo Traidor suma 2 puntos, mientras que cada miembro del equipo Aliado pierde 1 punto.
    - Si ambos equipos eligen 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥, nadie gana ni pierde puntos.

    Y la pregunta es… ¿Qué significan los puntos? Pues son nada más y nada menos que 𝑺𝑼 𝑽𝑰𝑫𝑨 𝑴𝑰𝑺𝑴𝑨.

    Si los puntos de un participante llegan a 0… ¡SERÁ INMEDIATAMENTE Ɇ Ⱡ ł ₥ ł ₦ ₳ Đ Ø!

    En cambio, si los puntos de un participante llegan a 9… ¡PODRÁ ABRIR 𝑺𝑼 𝑷𝑼𝑬𝑹𝑻𝑨 𝑫𝑶𝑹𝑨𝑫𝑨! Tras la cual, se encuentra aquello que más anhela, y por supuesto, el escape del hotel y el fin de este juego.

    Dicho de otro modo: El objetivo de todos ustedes, a partir de este momento, es 𝗢𝗕𝗧𝗘𝗡𝗘𝗥 𝟵 𝗣𝗨𝗡𝗧𝗢𝗦.

    Notarán que no es posible alcanzar ni 0 ni 9 puntos con este juego. Como mucho, podrán terminar con 4 puntos. Naturalmente, esto significa que habrá más maneras de sumar puntos en el futuro… pero consideren las consecuencias de rezagarse.

    Ah, y por si se lo preguntaban… A cualquier voto inválido (ambas figuras marcadas, ninguna figura marcada, boleta rayoneada, boleta ausente, etc.) se le considerará automáticamente 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢.

    MUY IMPORTANTE:

    [ // La decisión de su equipo 𝐃𝐄𝐁𝐄 𝐒𝐄𝐑 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐀. Se le debe comunicar a Blickwinkel 𝐏𝐎𝐑 𝐏𝐑𝐈𝐕𝐀𝐃𝐎 (mediante un mensaje directo) después de deliberarlo con su equipo (se sugiere usar un chat grupal o grupo cerrado).

    ¡¡¡𝑺𝑰𝑵 𝑬𝑴𝑩𝑨𝑹𝑮𝑶!!! El hecho de que su decisión final sea privada, no significa que todo lo demás deba serlo. Son libres de dialogar e interactuar con los demás equipos, llegar a treguas, discutir una estrategia… incluso intentar manipularlos y traicionarlos al final… el cielo (o el infierno) es el límite.

    Blickwinkel irá notificando a todos cada vez que un equipo le haga llegar su voto (sin revelar el voto, obviamente). Cuando estén todos, hará público el resultado.

    No hay prisa por votar, decidir antes que los demás no dará una ventaja, ya que debemos esperar los seis votos. Les conviene pensarlo bien y no apresurarse.

    Dicho esto, hay un tiempo límite de 24 horas como máximo para emitir su voto. Cualquier faltante será considerado automáticamente 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢.

    Ahora sí, alíense o traiciónense a su gusto… Que el primero en llegar a 9 sale de aquí. // ]
    Cinco horas y media se les dio a los participantes para descansar y reponerse de su anterior predicamento. Desde el sistema de sonido presente en todo el hotel, se hicieron escuchar las instrucciones del nuevo evento. ¡Pero antes que nada! Descendió una pantalla desde lo alto, con los nombres de los participantes y un puntaje. [rain_curtain] – 3 puntos [the_detective] – 3 puntos [fusion_purple_goat_907] – 3 puntos [Just_add_water] – 3 puntos [galaxy_orange_whale_212] – 3 puntos [architecti_audi_nos] – 3 puntos [xin_yi] – 3 puntos [blaze_aqua_squirrel_523] – 3 puntos [specter_copper_horse_768] – 3 puntos [lill3tblan] – 3 puntos [N.612] – 3 puntos [ember_amethyst_octopus_437] – 3 puntos [yu_xuan] – 3 puntos [AfroTheSmilingOne] – 3 puntos [Sapphire] – 3 puntos [Doctor_911] – 3 puntos [tidal_peach_turtle_127] – 3 puntos [The_writer] – 3 puntos Tres puntos para todos, su premio por haber sobrevivido. En el centro del lobby, había una urna. Alrededor de ésta, seis sobres de papel, cada uno marcado con una letra de la A a la F. Un sobre por equipo. 𝐈𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒: Dentro del sobre, encontrarán un pequeño trozo de papel con dos figuras: 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢 y 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥. Cada equipo debe elegir sólo uno de ellos, marcarlo con un bolígrafo, e introducir su boleta en la urna. Así de simple. ¿Qué significan estas figuras? ¿Qué decidirá esta votación? Los equipos se enfrentarán de esta manera: EQUIPO A se enfrenta a EQUIPO C EQUIPO B se enfrenta a EQUIPO E EQUIPO D se enfrenta a EQUIPO F Es una confrontación estratégica y psicológica. Los votos de los equipos a enfrentarse deciden el resultado. - Si ambos equipos eligen 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢, todos los miembros de ambos equipos suman 1 punto. - Si un equipo elige 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢 y el otro 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥, cada miembro del equipo Traidor suma 2 puntos, mientras que cada miembro del equipo Aliado pierde 1 punto. - Si ambos equipos eligen 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗗𝗢𝗥, nadie gana ni pierde puntos. Y la pregunta es… ¿Qué significan los puntos? Pues son nada más y nada menos que 𝑺𝑼 𝑽𝑰𝑫𝑨 𝑴𝑰𝑺𝑴𝑨. Si los puntos de un participante llegan a 0… ¡SERÁ INMEDIATAMENTE Ɇ Ⱡ ł ₥ ł ₦ ₳ Đ Ø! En cambio, si los puntos de un participante llegan a 9… ¡PODRÁ ABRIR 𝑺𝑼 𝑷𝑼𝑬𝑹𝑻𝑨 𝑫𝑶𝑹𝑨𝑫𝑨! Tras la cual, se encuentra aquello que más anhela, y por supuesto, el escape del hotel y el fin de este juego. Dicho de otro modo: El objetivo de todos ustedes, a partir de este momento, es 𝗢𝗕𝗧𝗘𝗡𝗘𝗥 𝟵 𝗣𝗨𝗡𝗧𝗢𝗦. Notarán que no es posible alcanzar ni 0 ni 9 puntos con este juego. Como mucho, podrán terminar con 4 puntos. Naturalmente, esto significa que habrá más maneras de sumar puntos en el futuro… pero consideren las consecuencias de rezagarse. Ah, y por si se lo preguntaban… A cualquier voto inválido (ambas figuras marcadas, ninguna figura marcada, boleta rayoneada, boleta ausente, etc.) se le considerará automáticamente 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢. MUY IMPORTANTE: [ // La decisión de su equipo 𝐃𝐄𝐁𝐄 𝐒𝐄𝐑 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐀. Se le debe comunicar a Blickwinkel 𝐏𝐎𝐑 𝐏𝐑𝐈𝐕𝐀𝐃𝐎 (mediante un mensaje directo) después de deliberarlo con su equipo (se sugiere usar un chat grupal o grupo cerrado). ¡¡¡𝑺𝑰𝑵 𝑬𝑴𝑩𝑨𝑹𝑮𝑶!!! El hecho de que su decisión final sea privada, no significa que todo lo demás deba serlo. Son libres de dialogar e interactuar con los demás equipos, llegar a treguas, discutir una estrategia… incluso intentar manipularlos y traicionarlos al final… el cielo (o el infierno) es el límite. Blickwinkel irá notificando a todos cada vez que un equipo le haga llegar su voto (sin revelar el voto, obviamente). Cuando estén todos, hará público el resultado. No hay prisa por votar, decidir antes que los demás no dará una ventaja, ya que debemos esperar los seis votos. Les conviene pensarlo bien y no apresurarse. Dicho esto, hay un tiempo límite de 24 horas como máximo para emitir su voto. Cualquier faltante será considerado automáticamente 𝗔𝗟𝗜𝗔𝗗𝗢. Ahora sí, alíense o traiciónense a su gusto… Que el primero en llegar a 9 sale de aquí. // ]
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    18
    Estado
    Terminado
    Me gusta
    Me shockea
    Me encocora
    7
    26 turnos 0 maullidos
  • Castorice ven y relajate de tus labores.
    Recuerda que no debes cargar con el peso del mundo tu sola, encontrarás al final lo que has estado buscado.
    [fable_pink_lobster_370] ven y relajate de tus labores. Recuerda que no debes cargar con el peso del mundo tu sola, encontrarás al final lo que has estado buscado.
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    Me encocora
    Me endiabla
    3
    1 turno 0 maullidos
  • Es impredecible, el viento mece su melena, los tapones en los oidos restringen el ruido de las voces estudiantiles. La línea de reproducción sigue su curso, en pasirmonia su mirar es un agujero, sin motivación.

    Una silueta capta su atención, mejor dicho, su atención es interrumpida con brusquedad.

    — ¿Qué hace un mocoso fuera de clases?. — Alta, pelinegra con tintes púrpura al final de su melena, lentes de sol y el olor a cigarro es tan fuerte que lo molesta.

    — Los niños deben están tomando clases y no aquí, vagando como almas en pena.— Una sentencia ante un joven que no conoce pero el impacto en J.K es diminuto que finge no haberla visto.

    Se quedo en silencio, cerrando los ojos el ruido de sus parlantes lo relajan, si la ignora lo suficiente se marchara. Que idiota.

    La mujer le arrebato su preciado artefacto de escape, se colocó los parlantes y escucho lo que tenía tan entretenido al joven. En automático, reveló su instrumento guardado en el cartucho de tela; una preciosa guitarra acústica, labrada en madera, pintada de negro con pequeños stickers que hablan por si mismos.

    Sus manos con elegancia interpretan lo que el joven por mucho tiempo había estado buscando. Cada sonata, la interpretación del alma a través de la música lo estremece como nunca antes. Y ella, tan atractiva, le sonríe.

    — Si vas a clases, nos veremos una próxima vez.— Le entrego sus audífonos, se acercó a darle un beso en la mejilla y entre la despedida que agita una mano desconocida, se despide.

    Fue entonces que J.K supo desde el fondo de su corazón que había encontrado la tormenta.
    Es impredecible, el viento mece su melena, los tapones en los oidos restringen el ruido de las voces estudiantiles. La línea de reproducción sigue su curso, en pasirmonia su mirar es un agujero, sin motivación. Una silueta capta su atención, mejor dicho, su atención es interrumpida con brusquedad. — ¿Qué hace un mocoso fuera de clases?. — Alta, pelinegra con tintes púrpura al final de su melena, lentes de sol y el olor a cigarro es tan fuerte que lo molesta. — Los niños deben están tomando clases y no aquí, vagando como almas en pena.— Una sentencia ante un joven que no conoce pero el impacto en J.K es diminuto que finge no haberla visto. Se quedo en silencio, cerrando los ojos el ruido de sus parlantes lo relajan, si la ignora lo suficiente se marchara. Que idiota. La mujer le arrebato su preciado artefacto de escape, se colocó los parlantes y escucho lo que tenía tan entretenido al joven. En automático, reveló su instrumento guardado en el cartucho de tela; una preciosa guitarra acústica, labrada en madera, pintada de negro con pequeños stickers que hablan por si mismos. Sus manos con elegancia interpretan lo que el joven por mucho tiempo había estado buscando. Cada sonata, la interpretación del alma a través de la música lo estremece como nunca antes. Y ella, tan atractiva, le sonríe. — Si vas a clases, nos veremos una próxima vez.— Le entrego sus audífonos, se acercó a darle un beso en la mejilla y entre la despedida que agita una mano desconocida, se despide. Fue entonces que J.K supo desde el fondo de su corazón que había encontrado la tormenta.
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  • Por fin apareció me dejó botado en las fiestas Aurora Cupper
    Por fin apareció me dejó botado en las fiestas [glow_beryl_hippo_480]
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