• Siempre hay sorpresas
    Fandom Mafias, Asesinos/as a sueldo.
    Categoría Original
    Yuri me había felicitado por los trabajos exitosos. Me concedió días libres y transfirió dinero a mi cuenta para que pueda gastarlo en lo que quisiera. Para celebrar, organizó una cena en mi nombre, a la cual asistieron varios asociados con sus familias.
    En mi habitación, un vestido negro con ciertos destellos estaba colgado en el perchero con una nota.

    -Esto es para tí, принцесса. Espero que lo uses en la noche. Yuri.

    Rápidamente me alisté y me puse el vestido. Masha, la ama de llaves, me arregló un poco el cabello trenzándolo de un lado y me prestó unos zapatos de tacón. Al verme en el espejo, se sentía extraño. Aunque se sintiera así, no me quedaba opción. Era lo menos que podía hacer.

    Rápidamente bajé a la sala y empecé a saludar a los invitados. Yuri me acompañaba sujetando mi mano cual padre a su hija. No tuve en cuenta que podría llegar a saludar a alguien que me sorprendería, en cierto modo, por su actitud. Alguien que no solo me haría modificar ciertas perspectivas, si no que despertaría algunas cuestiones que creí inexistentes.
    Yuri me había felicitado por los trabajos exitosos. Me concedió días libres y transfirió dinero a mi cuenta para que pueda gastarlo en lo que quisiera. Para celebrar, organizó una cena en mi nombre, a la cual asistieron varios asociados con sus familias. En mi habitación, un vestido negro con ciertos destellos estaba colgado en el perchero con una nota. -Esto es para tí, принцесса. Espero que lo uses en la noche. Yuri. Rápidamente me alisté y me puse el vestido. Masha, la ama de llaves, me arregló un poco el cabello trenzándolo de un lado y me prestó unos zapatos de tacón. Al verme en el espejo, se sentía extraño. Aunque se sintiera así, no me quedaba opción. Era lo menos que podía hacer. Rápidamente bajé a la sala y empecé a saludar a los invitados. Yuri me acompañaba sujetando mi mano cual padre a su hija. No tuve en cuenta que podría llegar a saludar a alguien que me sorprendería, en cierto modo, por su actitud. Alguien que no solo me haría modificar ciertas perspectivas, si no que despertaría algunas cuestiones que creí inexistentes.
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  • ㅤㅤ¿Qué decir de ella? Dependiendo de a quién se le pregunte se pueden obtener diferentes respuestas.
    Por un lado, Jia es una joven muy linda y con una sonrisa brillante que haría sentir bien a cualquiera, pero que en los últimos años ha dejado de mostrar. Es solo una pobre niña que está tratando de salir adelante sin tener demasiada ayuda de parte de sus progenitores.

    ㅤㅤ❝Creí que tenían un buen futuro, la familia Yoon. El padre era un oficial de policía muy disciplinado y con gran sentido de la justicia. La madre era una excelente chef que preparaba los mejores platillos que cualquiera haya degustado… Fue una total lástima el enterarme que el oficial terminó por caer en el alcohol y mató a varios inocentes en el trabajo. Escuché que también quiso asesinar a su esposa e hija… Bueno, ni hablar, justo, de la mujer que terminó en depresión y cayó en drogas. La niña tuvo que crecer muy rápido y arreglárselas por su cuenta, aunque los abuelos ayudaron un poco, pero no pudieron llevársela para darle mejor vida…❞, comentan algunos. Pero, no todos tienen esa misma opinión.

    ㅤㅤOtros la ven como una diablilla, siempre causando problemas, siendo irrespetuosa con los mayores y con un vocabulario muy vulgar. Lo único lindo que tiene es su apariencia inocente.

    ㅤㅤ❝Esa mocosa… ¡Me robó tres veces está semana! Es demasiado rápida, siempre quitándome cosas de la tienda cuando estoy ocupada… ¿Qué? ¡Claro que no me importa que esté en una “situación difícil”! ¡Todos tenemos tiempos complicados! Ella es lo suficientemente mayor para darse cuenta que debe hacer las cosas bien y con honra. ¡Y que no te engañe si actúa dulce! Es toda una mentirosa y manipuladora. Lo que es más, mejor ni se acerquen a ella. Hasta ha peleado en el colegio, todavía no puedo creer que no la han expulsado… Es una gran decepción.❞

    ㅤㅤㅤ¿Y qué es lo que Jia dice al respecto?

    —¿Debe interesarme lo que digan los demás? Vaya, no sabía que vivía para otros en vez de mí misma. Hago lo que se me da en gana, ¿qué harán? ¿Llevarme a prisión también? No me hagan reír. Hay cosas peores allá afuera y se rascan el culo mientras miran hacia otro lado. Imbéciles.

    ㅤㅤPor supuesto, ella tiene su propia forma de ver las cosas. Culpese a los padres o al ambiente del barrio donde viven, lo que fuese, ella ya se ha formado de esa manera y es difícil sacarla de ahí. Lo positivo es que no se ha metido en las drogas como su madre… no aún, al menos. Pero bueno, algunas lenguas de por ahí comentan todo lo contrario. A saber en qué anda realmente.
    ㅤㅤ¿Qué decir de ella? Dependiendo de a quién se le pregunte se pueden obtener diferentes respuestas. Por un lado, Jia es una joven muy linda y con una sonrisa brillante que haría sentir bien a cualquiera, pero que en los últimos años ha dejado de mostrar. Es solo una pobre niña que está tratando de salir adelante sin tener demasiada ayuda de parte de sus progenitores. ㅤㅤ❝Creí que tenían un buen futuro, la familia Yoon. El padre era un oficial de policía muy disciplinado y con gran sentido de la justicia. La madre era una excelente chef que preparaba los mejores platillos que cualquiera haya degustado… Fue una total lástima el enterarme que el oficial terminó por caer en el alcohol y mató a varios inocentes en el trabajo. Escuché que también quiso asesinar a su esposa e hija… Bueno, ni hablar, justo, de la mujer que terminó en depresión y cayó en drogas. La niña tuvo que crecer muy rápido y arreglárselas por su cuenta, aunque los abuelos ayudaron un poco, pero no pudieron llevársela para darle mejor vida…❞, comentan algunos. Pero, no todos tienen esa misma opinión. ㅤㅤOtros la ven como una diablilla, siempre causando problemas, siendo irrespetuosa con los mayores y con un vocabulario muy vulgar. Lo único lindo que tiene es su apariencia inocente. ㅤㅤ❝Esa mocosa… ¡Me robó tres veces está semana! Es demasiado rápida, siempre quitándome cosas de la tienda cuando estoy ocupada… ¿Qué? ¡Claro que no me importa que esté en una “situación difícil”! ¡Todos tenemos tiempos complicados! Ella es lo suficientemente mayor para darse cuenta que debe hacer las cosas bien y con honra. ¡Y que no te engañe si actúa dulce! Es toda una mentirosa y manipuladora. Lo que es más, mejor ni se acerquen a ella. Hasta ha peleado en el colegio, todavía no puedo creer que no la han expulsado… Es una gran decepción.❞ ㅤㅤㅤ¿Y qué es lo que Jia dice al respecto? —¿Debe interesarme lo que digan los demás? Vaya, no sabía que vivía para otros en vez de mí misma. Hago lo que se me da en gana, ¿qué harán? ¿Llevarme a prisión también? No me hagan reír. Hay cosas peores allá afuera y se rascan el culo mientras miran hacia otro lado. Imbéciles. ㅤㅤPor supuesto, ella tiene su propia forma de ver las cosas. Culpese a los padres o al ambiente del barrio donde viven, lo que fuese, ella ya se ha formado de esa manera y es difícil sacarla de ahí. Lo positivo es que no se ha metido en las drogas como su madre… no aún, al menos. Pero bueno, algunas lenguas de por ahí comentan todo lo contrario. A saber en qué anda realmente.
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  • Anotación en Archivos: Hoy aprendí que algo sobre las fiestas, la música, el desorden y las situaciones incómodas con los chicos. Analisis final: Aparentemente, los amigos pueden meterte en problemas pero el Amor de familia puede sacarte.
    Anotación en Archivos: Hoy aprendí que algo sobre las fiestas, la música, el desorden y las situaciones incómodas con los chicos. Analisis final: Aparentemente, los amigos pueden meterte en problemas pero el Amor de familia puede sacarte.
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  • Bueno, hoy es el día de la reunión familiar. A ver qué tal.

    *Está muy emocionada y un poco nerviosa. Lleva una cesta con la comida y unos presentes para su padre. Espera todo lo tranquila que puede*
    Bueno, hoy es el día de la reunión familiar. A ver qué tal. *Está muy emocionada y un poco nerviosa. Lleva una cesta con la comida y unos presentes para su padre. Espera todo lo tranquila que puede*
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  • Mañana mi padre organiza una reunión familiar. A ver que nos cuenta. Siento curiosidad, la verdad.
    Mañana mi padre organiza una reunión familiar. A ver que nos cuenta. Siento curiosidad, la verdad.
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  • Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias.

    Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición.

    Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro.

    El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste?

    Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta.

    Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante.

    En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos.

    Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.

    Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias. Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición. Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro. El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste? Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta. Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante. En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos. Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.
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  • La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación.

    Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente.

    Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido.

    Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba.

    Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias.

    Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos.

    Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
    La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación. Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente. Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido. Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba. Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias. Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos. Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
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  • Me empieza a gustar otra vez usar blanco en lugar de negro ~ Todo sea para sorprender en la reunión familiar ~♡
    Me empieza a gustar otra vez usar blanco en lugar de negro ~ Todo sea para sorprender en la reunión familiar ~♡
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  • —Valentino siempre tuvo razón. Nadie iba a amarlo como lo hacía él, a fin de cuentas en vida, la polilla murió por protegerle, mientras que Ángel murió por una sobredosis en gran parte por el abandono de Husk, frente a una familia que no lo veía más que como a un objeto.—
    —Valentino siempre tuvo razón. Nadie iba a amarlo como lo hacía él, a fin de cuentas en vida, la polilla murió por protegerle, mientras que Ángel murió por una sobredosis en gran parte por el abandono de Husk, frente a una familia que no lo veía más que como a un objeto.—
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  • —Si bien se fue a otra habitación con Nuggets para no estar con Husk, no había salido de ahí en todo el día.

    ¿Para que? No podía ahogar sus penas en drogas ni alcohol y no quería hablar con nadie. Solo quería desaparecer. Todo estaba mucho mejor antes de saber quién era realmente Husk. Ya que no era otro que el culpable de haber acabado ahí abajo, en el infierno, se acabar de hundir su ya se por si infeliz vida en la más absoluta de las miserias al verse abandonado con una familia que le odiaba por ser como era. Y que, se aseguraron de recordárselo cada uno de los días que le quedaron. —
    —Si bien se fue a otra habitación con Nuggets para no estar con Husk, no había salido de ahí en todo el día. ¿Para que? No podía ahogar sus penas en drogas ni alcohol y no quería hablar con nadie. Solo quería desaparecer. Todo estaba mucho mejor antes de saber quién era realmente Husk. Ya que no era otro que el culpable de haber acabado ahí abajo, en el infierno, se acabar de hundir su ya se por si infeliz vida en la más absoluta de las miserias al verse abandonado con una familia que le odiaba por ser como era. Y que, se aseguraron de recordárselo cada uno de los días que le quedaron. —
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