• ¿En que momento cambie tanto? De odiar a los humanos a... ¿Estar enamorado de uno? Pero simplemente no pude evitarlo...

    El desear mirar esos ojos cada mañana y escuchar el latido de su corazon mientras duerme... Me da paz y tranquilidad... Y es mi humano.
    ¿En que momento cambie tanto? De odiar a los humanos a... ¿Estar enamorado de uno? Pero simplemente no pude evitarlo... El desear mirar esos ojos cada mañana y escuchar el latido de su corazon mientras duerme... Me da paz y tranquilidad... Y es mi humano.
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  • 𝕰𝖑 𝕺𝖘𝖆𝖗𝖎𝖔
    Categoría Suspenso
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.]



    — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros...



    ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante.



    ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo.



    ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo



    ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.] — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros... ‎ ‎ ‎ ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante. ‎ ‎ ‎ ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo. ‎ ‎ ‎ ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo ‎ ‎ ‎ ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
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  • Una paz que no tiene precio.
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    Fawn

    Quién diría que Morana, después de tantos años, disfrutaría de unas "vacaciones". La misma Morana que odia estar rodeada de gente, la misma Morana que valora la soledad por encima de todo...

    Y ahora estaba disfrutando de la compañía de alguien que apenas conocía, que por algún motivo, le transmitía la tranquilidad que le faltaba en su día a día.

    Hacía apenas unos minutos desde que Fawn había tomado la mano de Morana, dirigiéndola a un claro que la cervatilla había dicho conocer.

    Mientras iban al lugar, Morana alzó la voz. — Hey, hey, que yo solo tengo dos piernas. — Bromeó entre risas.

    Se dio el lujo de afianzar su agarre en la mano de Fawn, sintiendo el suave tacto de su piel, la calidez de la misma, un contraste claro con el frío tacto de la piel de Morana.

    No tardaron en llegar al lugar y finalmente se detuvo su andar.

    Los únicos sonidos que se escuchaban eran el canto de los pájaros, la maleza moverse ocasionalmente por algún pequeño animal, el viento pasando entre los árboles y un pequeño riachuelo que atravesaba el claro, provocando un sonido suave, relajante.

    Todo lo contrario al bullicio al que acostumbraba Morana. Llevaba siglos sin estar en un lugar así de pacífico.

    Sus ojos se iluminaron ligeramente, su expresión se suavizó y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

    — Parece que tenías razón Bambi... Es tan pacífico que se te olvida el paso del tiempo. — Murmuró entre ellas antes de mirar a Fawn. — Con un lugar así, yo tampoco querría salir del bosque. — Comentó, su sonrisa volviéndose algo más amplia.
    [fawn01] Quién diría que Morana, después de tantos años, disfrutaría de unas "vacaciones". La misma Morana que odia estar rodeada de gente, la misma Morana que valora la soledad por encima de todo... Y ahora estaba disfrutando de la compañía de alguien que apenas conocía, que por algún motivo, le transmitía la tranquilidad que le faltaba en su día a día. Hacía apenas unos minutos desde que Fawn había tomado la mano de Morana, dirigiéndola a un claro que la cervatilla había dicho conocer. Mientras iban al lugar, Morana alzó la voz. — Hey, hey, que yo solo tengo dos piernas. — Bromeó entre risas. Se dio el lujo de afianzar su agarre en la mano de Fawn, sintiendo el suave tacto de su piel, la calidez de la misma, un contraste claro con el frío tacto de la piel de Morana. No tardaron en llegar al lugar y finalmente se detuvo su andar. Los únicos sonidos que se escuchaban eran el canto de los pájaros, la maleza moverse ocasionalmente por algún pequeño animal, el viento pasando entre los árboles y un pequeño riachuelo que atravesaba el claro, provocando un sonido suave, relajante. Todo lo contrario al bullicio al que acostumbraba Morana. Llevaba siglos sin estar en un lugar así de pacífico. Sus ojos se iluminaron ligeramente, su expresión se suavizó y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. — Parece que tenías razón Bambi... Es tan pacífico que se te olvida el paso del tiempo. — Murmuró entre ellas antes de mirar a Fawn. — Con un lugar así, yo tampoco querría salir del bosque. — Comentó, su sonrisa volviéndose algo más amplia.
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  • Capas de ropa para evitar el frio en Rusia.
    (Solo falta un chocolate caliente para convencerlo de salir)
    Capas de ropa para evitar el frio en Rusia. (Solo falta un chocolate caliente para convencerlo de salir)
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  • Hacía tiempo que no me ponía este traje, uno de mis favoritos hace tiempo. Suerte que aún me entra bien por talla, tal vez debería regalarlo a alguien para que le den el uso que se merece.

    *No pudo evitar posar ante el espejo disfrutando del verse con ese bello traje que le acompaño en varios posados y buenos momentos de su vida.*
    Hacía tiempo que no me ponía este traje, uno de mis favoritos hace tiempo. Suerte que aún me entra bien por talla, tal vez debería regalarlo a alguien para que le den el uso que se merece. *No pudo evitar posar ante el espejo disfrutando del verse con ese bello traje que le acompaño en varios posados y buenos momentos de su vida.*
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  • ⸻Adoro esta época del año donde el amor y prosperidad se esparce entre todos los habitantes; su tan deseada paz y armonía.

    ¡Ahh!. Disfruto tanto ver las dagas en la espalda de sus seres queridos que no puedo evitar llenarme de gozo. Mientan más, miéntanse más.
    ⸻Adoro esta época del año donde el amor y prosperidad se esparce entre todos los habitantes; su tan deseada paz y armonía. ¡Ahh!. Disfruto tanto ver las dagas en la espalda de sus seres queridos que no puedo evitar llenarme de gozo. Mientan más, miéntanse más.
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  • Bajo el implacable sol del desierto aguardando que nos depara el camino, para variar no tengo que evitar que se maten. Es un buen día.
    "Bueno ya nos divertimos, vamos"

    -Fotografía de un desconocido en el camino-
    Bajo el implacable sol del desierto aguardando que nos depara el camino, para variar no tengo que evitar que se maten. Es un buen día. "Bueno ya nos divertimos, vamos" -Fotografía de un desconocido en el camino-
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  • En algún punto de la mañana, finalmente, había salido del baño. Encontrándose con Angel Dust y dejándole pasar a él mientras acababa de arreglarse.
    En la habitación había dejado la corbata y , aunque prefería los moños, se había asegurado de dejarla perfecta.

    Finalmente él estaba listo. Con su nuevo traje elegido con ayuda de sus hijos.
    Se había visto al espejo, era raro verse de aquella forma pero también llenaba de forma cálida su pecho.
    En su reflejo observó que solo un pequeño detalle le faltaba y una sonrisa leve se formó sobre sus labios al llegarle una idea.

    — Piernitas ¿Crees poder ayudarme? — Al levantar la voz, llamó a su casi esposo mientras tomaba una pequeña florecilla que iría de decoración en el bolsillo de su pecho. — Necesito un poco de ayuda con la flor —

    Explicó inmediatamente, constandole que el otro aún se preparaba y que todavía no se había puesto su ropa. Un vestido según tenía entendido, aunque Angel le había prohibido terminantemente verlo puesto con él antes de llegado el momento para evitar la mala suerte.
    Cuando llegara donde él le entregaría la pequeña plantita, incluso levantando la cabeza con orgullo mientras un suave ronroneo brotaba desde su pecho. Estaba de buen humor, MUY buen humor y eso con Angel solo podía significar una cosa; podía ponerse juguetón.

    Y así sucedió, pues ni bien le acabó por poner la flor, no le dio tiempo siquiera a apartar sus manos.
    Una mano tras la espalda ajena y otra en su cintura mientras tiraba de él para medio recostarlo en lo que lo sostenía. Una pequeña risa que dejó escapar antes de unir sus labios en un beso.
    En algún punto de la mañana, finalmente, había salido del baño. Encontrándose con [Ange1Dust] y dejándole pasar a él mientras acababa de arreglarse. En la habitación había dejado la corbata y , aunque prefería los moños, se había asegurado de dejarla perfecta. Finalmente él estaba listo. Con su nuevo traje elegido con ayuda de sus hijos. Se había visto al espejo, era raro verse de aquella forma pero también llenaba de forma cálida su pecho. En su reflejo observó que solo un pequeño detalle le faltaba y una sonrisa leve se formó sobre sus labios al llegarle una idea. — Piernitas ¿Crees poder ayudarme? — Al levantar la voz, llamó a su casi esposo mientras tomaba una pequeña florecilla que iría de decoración en el bolsillo de su pecho. — Necesito un poco de ayuda con la flor — Explicó inmediatamente, constandole que el otro aún se preparaba y que todavía no se había puesto su ropa. Un vestido según tenía entendido, aunque Angel le había prohibido terminantemente verlo puesto con él antes de llegado el momento para evitar la mala suerte. Cuando llegara donde él le entregaría la pequeña plantita, incluso levantando la cabeza con orgullo mientras un suave ronroneo brotaba desde su pecho. Estaba de buen humor, MUY buen humor y eso con Angel solo podía significar una cosa; podía ponerse juguetón. Y así sucedió, pues ni bien le acabó por poner la flor, no le dio tiempo siquiera a apartar sus manos. Una mano tras la espalda ajena y otra en su cintura mientras tiraba de él para medio recostarlo en lo que lo sostenía. Una pequeña risa que dejó escapar antes de unir sus labios en un beso.
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  • — En esta noche buena, noche de paz y noche de amor, contarás con la protección de la Luna, tu fiel compañera la que siempre estará para iluminarte y evitar que la oscuridad absoluta te consuma. Les deseo una Felíz Navidad a todos. ♥️
    — En esta noche buena, noche de paz y noche de amor, contarás con la protección de la Luna, tu fiel compañera la que siempre estará para iluminarte y evitar que la oscuridad absoluta te consuma. Les deseo una Felíz Navidad a todos. ♥️🌙
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  • ♡: Creo que no soy muy bueno con las decoraciones pero hice lo que pude, solo espero que mi lobito Alaric Sterling no se enoje conmigo por haber decorado todo el árbol de color rosa, no pude evitar hacerlo.
    ♡: Creo que no soy muy bueno con las decoraciones pero hice lo que pude, solo espero que mi lobito [mirage_green_snake_834] no se enoje conmigo por haber decorado todo el árbol de color rosa, no pude evitar hacerlo.
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