Después de terminar su jornada de trabajo, la rusa había hecho un pequeño esfuerzo para conseguir un pastel esa tarde. Nada ostentoso, un bizcocho de vainilla con crema y frutas frescas que le pareció perfecto para la ocasión, decorado de manera simple pero elegante, con un mensaje que decía: "¡Feliz cumpleaños, Ippo!". Aunque ella no solía detenerse en detalles como este, era el deseo de alegrarle el día al boxeador lo que la motivó, o tal vez solo la curiosidad de ver su reacción.

Llegó al gimnasio al final de la tarde, cuando sabía que Ippo aún estaría entrenando. Entró con cuidado, sosteniendo la caja del pastel con ambas manos, fue recibida por el característico aroma a testosterona y sudor. Algunos de los boxeadores que entrenaban en el lugar la miraron curiosos, pero ella solo sonrió con discreción y se dirigió a la puerta que daba hacia las oficinas del lugar.

Al asomarse ligeramente, lo vio trabajando con el saco de boxeo, concentrado, con el rostro ligeramente sonrojado por el esfuerzo y el cabello húmedo pegado a su frente. Cada golpe resonaba con fuerza, acompañado del rítmico balanceo del saco. Sylvia decidió esperar un momento, decidió quedarse apenas oculta entre la pared y algunos sacos que colgaban en el lugar. Cuando notó que estaba terminando su serie, se apresuró a no ser vista empujando la puerta con cuidado y entrando en silencio al despacho del entrenador.

Estaba vacía, suponía que debía estar apoyando al resto de los hombres que entrenaban allí pues tampoco veía a su asistente alrededor. Sin embargo, ella se apresuró en dejar la caja sobre el escritorio asegurándose de que no estuviese en una posición donde algún golpe inofensivo pudiese provocar su caída.

Decidió esperar en silencio, con los brazos cruzados frente a sí mientras contemplaba el pastel en la caja. Esperaba que el resto pudiesen servirle como cómplices para felicitar al muchacho en conjunto.

'' お誕生日おめでとう、イッポくん。あなたの輝きが決して消えないようにね。''