• *Aburrida del aspecto de aquella mujer de cabellos oscuros y cuerpo curvilíneo, se miró al espejo, después de una ducha caliente, frente al espejo que dejaba ver su pálida y tersa pie. *

    -Rubia. - Dijo al cambiar su aspecto radicalmente, una figura más estética, tal vez 1.90, cualquier empresa de modelaje o farándula pelearían por ella. - No, es demasiada...  Vanidad.

    *Volví a chasquear los dedos, una piel oscura, con cabello rizado, modeló frente a aquel cristal que la reflejaba, una figura que cualquier mortal desearía.- Mmm, no está mal, pero lo dejaré para después.- Cuando ya estaba a punto de volver al primer aspecto, recordó el color de cabello de una aldeana, la cual conoció hace un par de semanas, aquel cabello rizado y oscuro se enrojeció, su largo tapo las hermosas montañas que poseía, sus ojos esmeralda se mantuvieron intactos, las características físicas se forjaron más atléticas y su estatura igual. *

    -Si, esto, está perfecto. 
    *Aburrida del aspecto de aquella mujer de cabellos oscuros y cuerpo curvilíneo, se miró al espejo, después de una ducha caliente, frente al espejo que dejaba ver su pálida y tersa pie. * -Rubia. - Dijo al cambiar su aspecto radicalmente, una figura más estética, tal vez 1.90, cualquier empresa de modelaje o farándula pelearían por ella. - No, es demasiada...  Vanidad. *Volví a chasquear los dedos, una piel oscura, con cabello rizado, modeló frente a aquel cristal que la reflejaba, una figura que cualquier mortal desearía.- Mmm, no está mal, pero lo dejaré para después.- Cuando ya estaba a punto de volver al primer aspecto, recordó el color de cabello de una aldeana, la cual conoció hace un par de semanas, aquel cabello rizado y oscuro se enrojeció, su largo tapo las hermosas montañas que poseía, sus ojos esmeralda se mantuvieron intactos, las características físicas se forjaron más atléticas y su estatura igual. * -Si, esto, está perfecto. 
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    Categoría Romance
    Tras cambiarme varias veces de ropa opte finalmente con ropa cómoda pero con unos tacones nuevos que me había comprado recientemente, estos tenían ocho centímetros ya que más bajos no era capaz de andar, tras ponerme la crema solar sali del vestidof y me puse a caminar hacia el salón imaginaba que ya estarías listo. A parte de esa consulta teníamos ya los coches listos en el concesionario y ya deseaba tomar el mío, ya que así dejaría ya la silla para él o ella. Estaba algo nerviosa, pero mientras que viniera sanx no me importaba el resto.

    Akihiko Sanada
    Tras cambiarme varias veces de ropa opte finalmente con ropa cómoda pero con unos tacones nuevos que me había comprado recientemente, estos tenían ocho centímetros ya que más bajos no era capaz de andar, tras ponerme la crema solar sali del vestidof y me puse a caminar hacia el salón imaginaba que ya estarías listo. A parte de esa consulta teníamos ya los coches listos en el concesionario y ya deseaba tomar el mío, ya que así dejaría ya la silla para él o ella. Estaba algo nerviosa, pero mientras que viniera sanx no me importaba el resto. [Sanada_Thcx]
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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  • Una visita del pasado
    Fandom Legado Queen
    Categoría Fantasía
    Una mañana normal en el Instituto, una estudiante le hablar a Loki.

    —Oye, Loki…— La voz de su compañera sonaba casi burlona, como si la pregunta fuera un juego más. Sus ojos brillaban con esa energía que siempre arrastraba a todas a salir, a reír, a olvidar. Pero detrás de esa chispa había algo más, un temblor oculto que Loki no alcanzaba a ver.

    —Digamos que… tengo una amiga con problemas en su casa. —

    —¿Que clase de problemas? — Pregunto Loki sin mostrar mayor interés. La chica le cuenta la historia de esta supuesta "amiga", luego le pregunta a Loki disfrazando su propio dolor bajo la máscara de una historia ajena. ¿Qué crees que debería hacer?

    Loki arqueó una ceja. Para ella, los problemas de los demás eran entretenimiento. No pensó que aquella historia tuviera nada que ver con su compañera. Con una sonrisa torcida, respondió con un consejo venenoso, diseñado para que todo saliera mal. Era divertido, pensó,un juego cruel más.

    Los días pasaron y las risas se apagaron. La noticia llegó como un tornado que arrasa con todo a su paso. Su amiga había muerto, la joven se había quitado la vida. Loki quedó inmóvil, incapaz de comprender. El vacío se abrió en su pecho, un sentimiento desconocido que quemaba más que cualquier burla. Por primera vez, entendió que sus palabras habían sido la chispa que empujó a alguien hacia el abismo.

    Las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro. No eran de apego, ni de amor, sino de una culpa que se clavaba como espinas invisibles. Loki deseaba, con todo su ser, regresar al instante en que había dado aquel consejo venenoso.

    Cuando las clases terminaron, Loki regreso a casa. Jennifer observaba la práctica mágica de Lili, quien al ver a su hermana menor le pregunto si quería acompañarlas, Loki no dijo nada y siguió su camino. Lili ya estaba acostumbrada que Loki no mostrara interés en la magia, por lo que no le dio importancia. Ya en su habitación, Loki se tiro sobre su cama y rompió en llanto, la joven que disfrutaba de las bromas crueles, por primera vez sentía el peso, la culpa de sus malas acciones, aquel sentimiento era nuevo, era doloroso y le hacia sentirse sucia.

    —Tomoe chan... Tonta, ¿porque no me dijiste que eras tu? Si tan solo... Si tan solo pudiera regresar en el tiempo, yo no.... —

    En aquel instante, algo rompió en Loki, el aire se quebró, los pasillos se doblaron como espejos líquidos. Los relojes estallaron en fragmentos de luz; El tiempo mismo se desgarró, como si la realidad fuera un telón demasiado frágil para contener su dolor.

    Su cuerpo se distorsionó: líneas quebradas atravesaban su silueta, como errores de matriz en un programa defectuoso. Los bordes de su figura parpadeaban, duplicándose, fragmentándose, como si la existencia no pudiera decidir si Loki estaba dentro o fuera del mundo.

    Ella lloraba, y cada sollozo era una grieta más en la realidad. El poder que nunca había buscado se manifestaba por primera vez, nacido del arrepentimiento y la desesperación. El mundo se torcía alrededor de ella, esperando… temblando… a punto de romperse del todo.

    Entonces miró sus manos distorsionadas, vibrando como si fueran errores de matriz. Pero Loki no las vio como un glitch: en ellas reconoció lo que había sido antes, un ser primordial. Aunque lo había olvidado, en su alma estaba grabado ese recuerdo. No era un error, era su forma real.

    Jennifer sintió la perturbación. —Lili, quédate aqui! — Corrió a la habitación de su hija. Para ella, que no estaba acostumbrada a ver seres de la cuarta dimensión, Loki era un amasijo de fracturas, un cuerpo quebrado por glitches imposibles. Asustada de perderla por el descontrol de su poder, Jennifer se lanzó a abrazarla, intentando contener la tormenta.

    El poder golpeó a Jennifer, su cuerpo cayó al suelo. Loki gritó, pensando que la había lastimado a su madre, o peor aún, que la había matado. —¿Mamá?! ¿Mami? — No hubo respuesta por parte de Jennifer.

    Loki dio un paso atrás y grito y en ese grito, se abrió otra visión: los últimos momentos de su amiga, el instante en que se quitaba la vida. Loki se convirtió en observadora, como lo había sido en su existencia primordial, atrapada en la visión de aquello que no podía cambiar.

    Asustada por lo que estaba viendo, escapó de su casa, dejando atrás a Jennifer. Corrió en busca de su abuelo Oz, el único que podría salvar a su madre y ayudarla a comprender su poder. Pero lo que Loki no sabía era que el golpe de energía había abierto un portal al pasado. De él emergió la Jennifer joven de siglos atrás.

    La realidad tembló. Dos entidades del caos no podían coexistir en la misma línea de tiempo. El tejido del mundo se ajustó, y ambas Jennifers se unieron en una sola. La Jennifer del presente desapareció, y lo único que quedó fue la Jennifer joven del pasado, ahora habitando la época moderna.

    Rol Grupal con: Jenny Queen Orc - L̶i̶l̶i̶ ̶Q̶u̶e̶e̶n̶ ̶I̶s̶h̶t̶a̶r̶ Veythra
    Una mañana normal en el Instituto, una estudiante le hablar a Loki. —Oye, Loki…— La voz de su compañera sonaba casi burlona, como si la pregunta fuera un juego más. Sus ojos brillaban con esa energía que siempre arrastraba a todas a salir, a reír, a olvidar. Pero detrás de esa chispa había algo más, un temblor oculto que Loki no alcanzaba a ver. —Digamos que… tengo una amiga con problemas en su casa. — —¿Que clase de problemas? — Pregunto Loki sin mostrar mayor interés. La chica le cuenta la historia de esta supuesta "amiga", luego le pregunta a Loki disfrazando su propio dolor bajo la máscara de una historia ajena. ¿Qué crees que debería hacer? Loki arqueó una ceja. Para ella, los problemas de los demás eran entretenimiento. No pensó que aquella historia tuviera nada que ver con su compañera. Con una sonrisa torcida, respondió con un consejo venenoso, diseñado para que todo saliera mal. Era divertido, pensó,un juego cruel más. Los días pasaron y las risas se apagaron. La noticia llegó como un tornado que arrasa con todo a su paso. Su amiga había muerto, la joven se había quitado la vida. Loki quedó inmóvil, incapaz de comprender. El vacío se abrió en su pecho, un sentimiento desconocido que quemaba más que cualquier burla. Por primera vez, entendió que sus palabras habían sido la chispa que empujó a alguien hacia el abismo. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro. No eran de apego, ni de amor, sino de una culpa que se clavaba como espinas invisibles. Loki deseaba, con todo su ser, regresar al instante en que había dado aquel consejo venenoso. Cuando las clases terminaron, Loki regreso a casa. Jennifer observaba la práctica mágica de Lili, quien al ver a su hermana menor le pregunto si quería acompañarlas, Loki no dijo nada y siguió su camino. Lili ya estaba acostumbrada que Loki no mostrara interés en la magia, por lo que no le dio importancia. Ya en su habitación, Loki se tiro sobre su cama y rompió en llanto, la joven que disfrutaba de las bromas crueles, por primera vez sentía el peso, la culpa de sus malas acciones, aquel sentimiento era nuevo, era doloroso y le hacia sentirse sucia. —Tomoe chan... Tonta, ¿porque no me dijiste que eras tu? Si tan solo... Si tan solo pudiera regresar en el tiempo, yo no.... — En aquel instante, algo rompió en Loki, el aire se quebró, los pasillos se doblaron como espejos líquidos. Los relojes estallaron en fragmentos de luz; El tiempo mismo se desgarró, como si la realidad fuera un telón demasiado frágil para contener su dolor. Su cuerpo se distorsionó: líneas quebradas atravesaban su silueta, como errores de matriz en un programa defectuoso. Los bordes de su figura parpadeaban, duplicándose, fragmentándose, como si la existencia no pudiera decidir si Loki estaba dentro o fuera del mundo. Ella lloraba, y cada sollozo era una grieta más en la realidad. El poder que nunca había buscado se manifestaba por primera vez, nacido del arrepentimiento y la desesperación. El mundo se torcía alrededor de ella, esperando… temblando… a punto de romperse del todo. Entonces miró sus manos distorsionadas, vibrando como si fueran errores de matriz. Pero Loki no las vio como un glitch: en ellas reconoció lo que había sido antes, un ser primordial. Aunque lo había olvidado, en su alma estaba grabado ese recuerdo. No era un error, era su forma real. Jennifer sintió la perturbación. —Lili, quédate aqui! — Corrió a la habitación de su hija. Para ella, que no estaba acostumbrada a ver seres de la cuarta dimensión, Loki era un amasijo de fracturas, un cuerpo quebrado por glitches imposibles. Asustada de perderla por el descontrol de su poder, Jennifer se lanzó a abrazarla, intentando contener la tormenta. El poder golpeó a Jennifer, su cuerpo cayó al suelo. Loki gritó, pensando que la había lastimado a su madre, o peor aún, que la había matado. —¿Mamá?! ¿Mami? — No hubo respuesta por parte de Jennifer. Loki dio un paso atrás y grito y en ese grito, se abrió otra visión: los últimos momentos de su amiga, el instante en que se quitaba la vida. Loki se convirtió en observadora, como lo había sido en su existencia primordial, atrapada en la visión de aquello que no podía cambiar. Asustada por lo que estaba viendo, escapó de su casa, dejando atrás a Jennifer. Corrió en busca de su abuelo Oz, el único que podría salvar a su madre y ayudarla a comprender su poder. Pero lo que Loki no sabía era que el golpe de energía había abierto un portal al pasado. De él emergió la Jennifer joven de siglos atrás. La realidad tembló. Dos entidades del caos no podían coexistir en la misma línea de tiempo. El tejido del mundo se ajustó, y ambas Jennifers se unieron en una sola. La Jennifer del presente desapareció, y lo único que quedó fue la Jennifer joven del pasado, ahora habitando la época moderna. Rol Grupal con: [queen_0] - [Lili.Queen]
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  • Aahg... Ok... Ya es momento de despertar y volver a trabajar... Fue un descanso bastante relajante y necesario pero puedo sentir el exceso de almas recorriendo el mundo...

    *La energía a su alrededor empieza a cambiar acalorando la zona despertando un antigüo ruido que había callado gracias a su sueño reparador*
    Aahg... Ok... Ya es momento de despertar y volver a trabajar... Fue un descanso bastante relajante y necesario pero puedo sentir el exceso de almas recorriendo el mundo... *La energía a su alrededor empieza a cambiar acalorando la zona despertando un antigüo ruido que había callado gracias a su sueño reparador*
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  • 𝙞𝙛 𝙬𝙚 𝙙𝙤𝙣'𝙩 𝙚𝙣𝙙 𝙬𝙖𝙧, 𝙬𝙖𝙧 𝙬𝙞𝙡𝙡 𝙚𝙣𝙙 𝙪𝙨.
    Fandom The Boys
    Categoría Acción
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar.

    Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos.

    La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger.

    Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa.

    Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar.

    Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico.

    El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba.

    Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque.

    Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno.

    Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás.

    Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show.

    ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo.

    Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia.

    ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos.

    ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual.

    En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás.

    Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe.

    ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que.

    Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad.

    Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada.

    ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse.

    Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo.

    El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado.

    Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas.

    ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible.

    El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio.

    Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show.

    Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor.
    Vanya Starkova
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar. Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos. La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger. Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa. Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar. Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico. El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba. Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque. Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno. Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás. Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show. ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo. Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia. ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos. ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual. En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás. Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe. ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que. Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad. Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada. ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse. Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo. El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado. Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas. ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible. El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio. Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show. Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor. [THE.REDSUPER]
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  • "Solamente aquellos que anhelen genuinamente conocer al hombre detrás de la máscara para cambiar su historia, gozarán de las ventajas de mi compañía"
    -Jaejun Sanren Seong
    "Solamente aquellos que anhelen genuinamente conocer al hombre detrás de la máscara para cambiar su historia, gozarán de las ventajas de mi compañía" -Jaejun Sanren Seong
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  • Si , comenzamos a cambiar nosotros mismos quizás los demás pueden cambiar....
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