• ──────¿Este es tu primer paseo literalmente, por los aires? ¡Eres valiente! No te preocupes, tú seguridad está a salvo conmigo; no te soltaré por nada del mundo. Además, no volaremos muy alto y lo estamos haciendo de noche, así que podremos disfrutar de la hermosa vista de la luna llena. Eso me recuerda una historia, ¿Conoces el mito de Dédalo e Ícaro? ¿Me dejarías contártelo mientras nos adentramos entre las nubes?

    Vayamos a una época remota perdida en las arenas del tiempo, de ruinas, columnas blancas como el marfil y de dioses y monstruos merodeando en la tierra.

    Esta historia comienza con Dédalo, un chico súper inteligente y brillante. Un inventor y arquitecto que seguramente haría maravillas arquitectónicas en Minecraft en sus ratos libres en la actualidad. Dédalo construyó un laberinto en el que encerraron a una peligrosa criatura llamada Minotauro. El rey Minos, decidió que la mejor forma de darle las gracias por su ardua labor era encerrarlo en una torre. Sí, en esas épocas ya existían los jefes cuyo pasatiempo es hacerte la vida imposible.

    Así que Dédalo, que además de ser un genio brillante también pecaba de imprudente, decidió escapar volando. No. No tenía un jetpack, así que construyó unas preciosas alas hechas cera y plumas. Porque eso suena seguro ¿verdad?

    Le dio un par de alas a su hijo Ícaro y le dijo:

    «No vueles demasiado bajo, o el mar te mojará las alas».
    «No vueles demasiado alto, porque el sol te derrite la cera».

    Ícaro como buen adolescente, hizo lo que todos los adolescentes hacen cuando un adulto les da instrucciones: ignorarlas.

    Las alas de Ícaro se desplegaron y se elevaron majestuosas en los aires. Tocó las nubes con las yemas de los dedos, el viento besó su rostro heleno. Extendió los brazos, no existían límites para Ícaro.

    «Mira papá, sin manos». Le dijo Ícaro a Dédalo. Y entonces el sol le derritió la cera. Alas fuera. Gravedad activada. Olor a alitas de KFC para acompañar. 𝘎𝘢𝘮𝘦 𝘰𝘷𝘦𝘳.
    ──────¿Este es tu primer paseo literalmente, por los aires? ¡Eres valiente! No te preocupes, tú seguridad está a salvo conmigo; no te soltaré por nada del mundo. Además, no volaremos muy alto y lo estamos haciendo de noche, así que podremos disfrutar de la hermosa vista de la luna llena. Eso me recuerda una historia, ¿Conoces el mito de Dédalo e Ícaro? ¿Me dejarías contártelo mientras nos adentramos entre las nubes? Vayamos a una época remota perdida en las arenas del tiempo, de ruinas, columnas blancas como el marfil y de dioses y monstruos merodeando en la tierra. Esta historia comienza con Dédalo, un chico súper inteligente y brillante. Un inventor y arquitecto que seguramente haría maravillas arquitectónicas en Minecraft en sus ratos libres en la actualidad. Dédalo construyó un laberinto en el que encerraron a una peligrosa criatura llamada Minotauro. El rey Minos, decidió que la mejor forma de darle las gracias por su ardua labor era encerrarlo en una torre. Sí, en esas épocas ya existían los jefes cuyo pasatiempo es hacerte la vida imposible. Así que Dédalo, que además de ser un genio brillante también pecaba de imprudente, decidió escapar volando. No. No tenía un jetpack, así que construyó unas preciosas alas hechas cera y plumas. Porque eso suena seguro ¿verdad? Le dio un par de alas a su hijo Ícaro y le dijo: «No vueles demasiado bajo, o el mar te mojará las alas». «No vueles demasiado alto, porque el sol te derrite la cera». Ícaro como buen adolescente, hizo lo que todos los adolescentes hacen cuando un adulto les da instrucciones: ignorarlas. Las alas de Ícaro se desplegaron y se elevaron majestuosas en los aires. Tocó las nubes con las yemas de los dedos, el viento besó su rostro heleno. Extendió los brazos, no existían límites para Ícaro. «Mira papá, sin manos». Le dijo Ícaro a Dédalo. Y entonces el sol le derritió la cera. Alas fuera. Gravedad activada. Olor a alitas de KFC para acompañar. 𝘎𝘢𝘮𝘦 𝘰𝘷𝘦𝘳.
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  • "𝔖𝔢𝔵 𝔦𝔰 𝔱𝔥𝔢 𝔠𝔬𝔫𝔰𝔬𝔩𝔞𝔱𝔦𝔬𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔴𝔥𝔢𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔠𝔞𝔫'𝔱 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔩𝔬𝔳𝔢."

    Así es como la empresaria y modelo de veintisiete años definía a los "flings".

    A pesar de ser ella quien se niega al amor y quien lo busca en acciones obscemas, Deianira entiende de lo que se trata.

    En la revista, ella acababa de explicar algo de su vida personal -a pesar de que odia hacerlo- aceptando con tranquilidad los posibles adjetivos con los que la llamarían los internautas.

    ————

    — Suelta eso.

    La voz de Deianira era fría, cortante, y su postura imponía respeto.
    Ella claramente no era el tipo de persona dulce y amorosa, tomaba aquellas formas de ser como falsas.

    — Dije que lo sueltes ¿Te cuesta entender?

    Se estaba refiriendo a uno de los hombres que se supone que la protegían, el cual estaba intentando arrebatarle uno de los regalos de sus fans de la mano a una adolescente.

    Se acercó al hombre, arrancandole el peluche de las manos y sonriendole a la chica.

    — Te agradezco, hermosa. Me haré cargo de que éste...ser, no vuelva a comportarse de esa manera.

    "Lo domesticaré" — Pensó.
    "𝔖𝔢𝔵 𝔦𝔰 𝔱𝔥𝔢 𝔠𝔬𝔫𝔰𝔬𝔩𝔞𝔱𝔦𝔬𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔴𝔥𝔢𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔠𝔞𝔫'𝔱 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔩𝔬𝔳𝔢." Así es como la empresaria y modelo de veintisiete años definía a los "flings". A pesar de ser ella quien se niega al amor y quien lo busca en acciones obscemas, Deianira entiende de lo que se trata. En la revista, ella acababa de explicar algo de su vida personal -a pesar de que odia hacerlo- aceptando con tranquilidad los posibles adjetivos con los que la llamarían los internautas. ———— — Suelta eso. La voz de Deianira era fría, cortante, y su postura imponía respeto. Ella claramente no era el tipo de persona dulce y amorosa, tomaba aquellas formas de ser como falsas. — Dije que lo sueltes ¿Te cuesta entender? Se estaba refiriendo a uno de los hombres que se supone que la protegían, el cual estaba intentando arrebatarle uno de los regalos de sus fans de la mano a una adolescente. Se acercó al hombre, arrancandole el peluche de las manos y sonriendole a la chica. — Te agradezco, hermosa. Me haré cargo de que éste...ser, no vuelva a comportarse de esa manera. "Lo domesticaré" — Pensó.
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  • Elisabetta caminaba por las calles de Trastevere con un leve cosquilleo en el estómago. No era una sensación que conociera bien; el nerviosismo no solía tener cabida en su vida. Y sin embargo, ahí estaba: apretando suavemente las correas de su mochila de mezclilla mientras recorría el adoquinado con sus botines negros resonando suavemente en cada paso. Vestía de manera sorprendentemente casual para ser ella: jeans ajustados, una blusa de algodón de manga tres cuartos y cuello ligeramente alto que abrazaba su figura con discreción, y el cabello rubio cayendo suelto sobre su espalda.

    Esa noche no era la Farfalla della Morte, líder implacable de una de las organizaciones más temidas de Italia. Esa noche, era solo Elisabetta. Una mujer que esperaba una cita.

    Eligió un pequeño restaurante que había visitado años atrás, cuando la vida era más sencilla. La Lanterna Verde, un rincón discreto en una calle estrecha, adornado con faroles de hierro forjado y parras trepando por la fachada. Afuera, las mesas se acomodaban bajo una pérgola cubierta de luces cálidas que titilaban como luciérnagas suspendidas en el aire. El aroma a albahaca fresca y pan recién horneado impregnaba el ambiente.

    Se sentó en una mesa cerca de la esquina, desde donde podía ver claramente la entrada, y sacó su celular. Sus dedos dudaron un instante antes de escribirle a Ryan:

    "Buonasera, Ryan . Estoy en un lugar encantador en Trastevere que se llama La Lanterna Verde. Es tranquilo, acogedor… pensé que podríamos conversar sin prisas. Estoy en la terraza, en una mesa hacia la esquina. Te estaré esperando."

    Le dio a enviar y apoyó el teléfono sobre la mesa con un leve suspiro. Sus ojos violetas recorrían distraídamente el entorno, sin dejar de lanzar miradas hacia la entrada cada tanto. Había algo casi adolescente en esa espera, una inquietud que no lograba calmar ni siquiera con la familiaridad del entorno.

    Cuando lo viera llegar, pensó, lo recibiría con una sonrisa serena. No fingida, no forzada. Cordial, sí, pero también honesta. Porque esa noche, por muy extraño que le pareciera, quería compartir un pedacito de su mundo con alguien… sin necesidad de protegerse. Solo ella. Solo Elisabetta.

    Elisabetta caminaba por las calles de Trastevere con un leve cosquilleo en el estómago. No era una sensación que conociera bien; el nerviosismo no solía tener cabida en su vida. Y sin embargo, ahí estaba: apretando suavemente las correas de su mochila de mezclilla mientras recorría el adoquinado con sus botines negros resonando suavemente en cada paso. Vestía de manera sorprendentemente casual para ser ella: jeans ajustados, una blusa de algodón de manga tres cuartos y cuello ligeramente alto que abrazaba su figura con discreción, y el cabello rubio cayendo suelto sobre su espalda. Esa noche no era la Farfalla della Morte, líder implacable de una de las organizaciones más temidas de Italia. Esa noche, era solo Elisabetta. Una mujer que esperaba una cita. Eligió un pequeño restaurante que había visitado años atrás, cuando la vida era más sencilla. La Lanterna Verde, un rincón discreto en una calle estrecha, adornado con faroles de hierro forjado y parras trepando por la fachada. Afuera, las mesas se acomodaban bajo una pérgola cubierta de luces cálidas que titilaban como luciérnagas suspendidas en el aire. El aroma a albahaca fresca y pan recién horneado impregnaba el ambiente. Se sentó en una mesa cerca de la esquina, desde donde podía ver claramente la entrada, y sacó su celular. Sus dedos dudaron un instante antes de escribirle a Ryan: "Buonasera, [Ryan_Al_72]. Estoy en un lugar encantador en Trastevere que se llama La Lanterna Verde. Es tranquilo, acogedor… pensé que podríamos conversar sin prisas. Estoy en la terraza, en una mesa hacia la esquina. Te estaré esperando." Le dio a enviar y apoyó el teléfono sobre la mesa con un leve suspiro. Sus ojos violetas recorrían distraídamente el entorno, sin dejar de lanzar miradas hacia la entrada cada tanto. Había algo casi adolescente en esa espera, una inquietud que no lograba calmar ni siquiera con la familiaridad del entorno. Cuando lo viera llegar, pensó, lo recibiría con una sonrisa serena. No fingida, no forzada. Cordial, sí, pero también honesta. Porque esa noche, por muy extraño que le pareciera, quería compartir un pedacito de su mundo con alguien… sin necesidad de protegerse. Solo ella. Solo Elisabetta.
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  • Esa noche Okiko había sido llamada por el jefe de la Yakuza, un hombre en sus 50's casi 60's de una terrible apariencia, en todos sus años de vida, esa debía ser la tercera o cuarta vez que ella era llamada con el jefe.

    Con mucho miedo, Okiko entró, tomando asiento frente a aquel hombre, jamás levantando la mirada. La reunión duraría poco porque mas que una reunión, era un orden.

    "Por tu seguridad, no ayudes a todos."
    La voz grave, carrasposa y severa ordenó.

    Ella pudo sentirlo en su pecho, miedo por cómo había sido tratada.
    Abrió su boca para gesticular, iba a decirle que entendía y disculpaba los problemas., pero entonces el jefe volvió a hablar.

    " Por ayudarte; Perdimos a dos de nuestros agentes arreglando los papeles para ese niño. Ahora legalmente es tuyo, es tu hijo y tu su madre. Así que piensa bien cómo me pagarás que dos de mis trabajadores estarán en la carcel por tres y cinco años. "

    Toda la sangre parecía haberse ido a los pies de Okiko, estaba tan asustada, tan sorprendida y atónita. Se suponía que ser una noticia feliz y en lugar de ello, ella sentía culpa.
    ¿Cómo iba a pagar por la vida de dos personas en la carcel?


    ─ ....ah...─
    Apenas iba a hablar, cuando el hombre levantó la mano para pedirle silencio y para continuar hablando.

    "El niño será tuyo en papel, pero nos pertenece, para bien o para mal, lo que te pidamos, harás por nosotros y lo que nos pidas, lo administraremos.
    Por respeto, uno que llevas en la sangre y en un pacto de nuestros antepasados. "

    Los adolescentes ahora no sabían, no les importaba la historia, pero su antepasado, el gran y terrible Mastunaga Hisahide estaba considerado como uno de los tres villanos más grandes de Japón. ( 日本三大梟雄 )

    " Medicamentos, ropa, comida, educación, lujos, todo lo pedirás a nosotros. "

    Entre más parecía el jefe ser bueno Okiko pensaba en que ahora no había nada que hacer, estaba completamente atada a seguir trabajando, apoyándolos y alimentándolos.

    ── Sobre mi otra deuda. ─
    Ella preguntó sin voltear a verlo.

    "*Esa* deuda, ya quedó saldada. Gracias por venir, si es necesario, volveré a llamarte. "

    Con calma, ella se levantó, hizo una reverencia de lo más marcada, antes de salir.
    El camino en el auto fue silencioso, al ser dejada cerca del barrio, a ella le tocaría caminar, pero mientras lo hacía, apenas si saludaba.

    Giró la llave de su casa, subió las escaleras y ahi estaban ya, el paquete de papeles, todo legal y correcto.

    Esa noche Okiko había sido llamada por el jefe de la Yakuza, un hombre en sus 50's casi 60's de una terrible apariencia, en todos sus años de vida, esa debía ser la tercera o cuarta vez que ella era llamada con el jefe. Con mucho miedo, Okiko entró, tomando asiento frente a aquel hombre, jamás levantando la mirada. La reunión duraría poco porque mas que una reunión, era un orden. "Por tu seguridad, no ayudes a todos." La voz grave, carrasposa y severa ordenó. Ella pudo sentirlo en su pecho, miedo por cómo había sido tratada. Abrió su boca para gesticular, iba a decirle que entendía y disculpaba los problemas., pero entonces el jefe volvió a hablar. " Por ayudarte; Perdimos a dos de nuestros agentes arreglando los papeles para ese niño. Ahora legalmente es tuyo, es tu hijo y tu su madre. Así que piensa bien cómo me pagarás que dos de mis trabajadores estarán en la carcel por tres y cinco años. " Toda la sangre parecía haberse ido a los pies de Okiko, estaba tan asustada, tan sorprendida y atónita. Se suponía que ser una noticia feliz y en lugar de ello, ella sentía culpa. ¿Cómo iba a pagar por la vida de dos personas en la carcel? ─ ....ah...─ Apenas iba a hablar, cuando el hombre levantó la mano para pedirle silencio y para continuar hablando. "El niño será tuyo en papel, pero nos pertenece, para bien o para mal, lo que te pidamos, harás por nosotros y lo que nos pidas, lo administraremos. Por respeto, uno que llevas en la sangre y en un pacto de nuestros antepasados. " Los adolescentes ahora no sabían, no les importaba la historia, pero su antepasado, el gran y terrible Mastunaga Hisahide estaba considerado como uno de los tres villanos más grandes de Japón. ( 日本三大梟雄 ) " Medicamentos, ropa, comida, educación, lujos, todo lo pedirás a nosotros. " Entre más parecía el jefe ser bueno Okiko pensaba en que ahora no había nada que hacer, estaba completamente atada a seguir trabajando, apoyándolos y alimentándolos. ── Sobre mi otra deuda. ─ Ella preguntó sin voltear a verlo. "*Esa* deuda, ya quedó saldada. Gracias por venir, si es necesario, volveré a llamarte. " Con calma, ella se levantó, hizo una reverencia de lo más marcada, antes de salir. El camino en el auto fue silencioso, al ser dejada cerca del barrio, a ella le tocaría caminar, pero mientras lo hacía, apenas si saludaba. Giró la llave de su casa, subió las escaleras y ahi estaban ya, el paquete de papeles, todo legal y correcto.
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  • Claire se sentó en su banco favorito de la cocina del bunker, con una taza de café entre las manos frías, (a pesar de que el tiempo cada vez era mas cálido, y la temperatura del bunker siempre era agradable), como si el humeante liquido pudiera caldear algo mas que sus dedos. Sus ojos azules paseaban de forma distraída por la estancia, sin poner atención en nada, hasta llegar a la madera había bajo el vaso. La mesa de madera estaba rayada, marcada por años de cacerías, investigaciones, y conversaciones a media noche. Era un lugar seguro. Familiar.

    El reloj marcaba las tres de la mañana. Todo el bunker estaba en silencio. Sam estaba en la biblioteca, como siempre, rodeado de libros aunque Claire intuía que ya no podia encontrar nada nuevo en ellos. Dean… Dean dormía. Todavía estaba vivo. Respirando. Bromeando. Quejándose de las verduras, de que necesitaba comer como lo que era, un cazador. Y Claire lo miraba con el peso de su misión como si pudiera desvanecerse en cualquier momento.

    Porque lo haría. Si no intervenía, lo haría.

    Había regresado del futuro por él. No por el mundo, no por una causa grandiosa, sino por una sola vida. La suya. Dean Winchester: quien había sido su ancla cuando todo su mundo se había venido abajo. Que la había salvado sin pedir nada a cambio, demasiadas veces. Y recibiendo poco mas que desprecio. Y ella… ella había fallado. En su tiempo, no había sido suficiente.

    Pero ahora tenía otra oportunidad. Un giro raro del destino, un ritual encontrado por casualidad, mucha desesperación, y un precio que aún no terminaba de entender. No importaba. Ella no necesitaba entender la magia. Solo necesitaba una oportunidad.

    Claire no era la joven adolescente que vivía su vida en aquel tiempo ajena a su futuro. El brillo juvenil en sus ojos se había transformado en algo más frío. Era una cazadora ahora. Una guerrera del tiempo. Y también una hija, una hermana, y desgraciadamente la única superviviente.

    "𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑑𝑢𝑐𝑒 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑜, ¿𝑛𝑜?" murmuró para sí misma. "𝑈𝑛𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛. 𝑈𝑛 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜."

    Pensó en Castiel y en su padre. En la niña que alguna vez fue, furiosa con el mundo, buscando algo a lo que aferrarse. Ahora, ese “algo” era Dean. No porque fuera perfecto (porque no lo era), sino porque había intentado serlo, una y otra vez. Porque cargaba el peso de todos, y nadie parecía ver cuánto le costaba.

    Claire exhaló un suspiro. Se levantó lentamente, dejando la taza sobre la mesa. No tenía todas las respuestas. No sabía si salvar a Dean tendría el efecto que ella esperaba. Pero sí sabía una cosa:

    No pensaba volver a fracasar.

    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #ClaireNovak
    Claire se sentó en su banco favorito de la cocina del bunker, con una taza de café entre las manos frías, (a pesar de que el tiempo cada vez era mas cálido, y la temperatura del bunker siempre era agradable), como si el humeante liquido pudiera caldear algo mas que sus dedos. Sus ojos azules paseaban de forma distraída por la estancia, sin poner atención en nada, hasta llegar a la madera había bajo el vaso. La mesa de madera estaba rayada, marcada por años de cacerías, investigaciones, y conversaciones a media noche. Era un lugar seguro. Familiar. El reloj marcaba las tres de la mañana. Todo el bunker estaba en silencio. Sam estaba en la biblioteca, como siempre, rodeado de libros aunque Claire intuía que ya no podia encontrar nada nuevo en ellos. Dean… Dean dormía. Todavía estaba vivo. Respirando. Bromeando. Quejándose de las verduras, de que necesitaba comer como lo que era, un cazador. Y Claire lo miraba con el peso de su misión como si pudiera desvanecerse en cualquier momento. Porque lo haría. Si no intervenía, lo haría. Había regresado del futuro por él. No por el mundo, no por una causa grandiosa, sino por una sola vida. La suya. Dean Winchester: quien había sido su ancla cuando todo su mundo se había venido abajo. Que la había salvado sin pedir nada a cambio, demasiadas veces. Y recibiendo poco mas que desprecio. Y ella… ella había fallado. En su tiempo, no había sido suficiente. Pero ahora tenía otra oportunidad. Un giro raro del destino, un ritual encontrado por casualidad, mucha desesperación, y un precio que aún no terminaba de entender. No importaba. Ella no necesitaba entender la magia. Solo necesitaba una oportunidad. Claire no era la joven adolescente que vivía su vida en aquel tiempo ajena a su futuro. El brillo juvenil en sus ojos se había transformado en algo más frío. Era una cazadora ahora. Una guerrera del tiempo. Y también una hija, una hermana, y desgraciadamente la única superviviente. "𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑑𝑢𝑐𝑒 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑜, ¿𝑛𝑜?" murmuró para sí misma. "𝑈𝑛𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛. 𝑈𝑛 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜." Pensó en Castiel y en su padre. En la niña que alguna vez fue, furiosa con el mundo, buscando algo a lo que aferrarse. Ahora, ese “algo” era Dean. No porque fuera perfecto (porque no lo era), sino porque había intentado serlo, una y otra vez. Porque cargaba el peso de todos, y nadie parecía ver cuánto le costaba. Claire exhaló un suspiro. Se levantó lentamente, dejando la taza sobre la mesa. No tenía todas las respuestas. No sabía si salvar a Dean tendría el efecto que ella esperaba. Pero sí sabía una cosa: No pensaba volver a fracasar. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #ClaireNovak
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  • Este es mi primer traje cuando era una adolescente y aprendiz de mi primo Superman.
    Este es mi primer traje cuando era una adolescente y aprendiz de mi primo Superman.
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  • *AU Donde el Kagehiro sea adolescente, mismo carácter de 0 tolerancia, pero menos edad y solo sabía que quería ser escritor pero no sabía de qué. /?
    *AU Donde el Kagehiro sea adolescente, mismo carácter de 0 tolerancia, pero menos edad y solo sabía que quería ser escritor pero no sabía de qué. /?
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  • Rosie:"¡ERES UN PENDEJO Y UN TIRANO!"

    —No vas a salir con esa gente,necesito hablar contigo...

    Rosie:"¿¡crees que porque te arrepientes de haber dejado a ese buho culon,a mi y a mi hermano voy a perdonarte?!"

    —Rosie,eso fue una idiotez mia y lo lamento..

    Rosie:"Metete esa disculpa en ya sabes donde"


    —Ahora Paul ya sabia lo que fue cuando era un adolescente,era exactamente igual a su hija—
    Rosie:"¡ERES UN PENDEJO Y UN TIRANO!" —No vas a salir con esa gente,necesito hablar contigo... Rosie:"¿¡crees que porque te arrepientes de haber dejado a ese buho culon,a mi y a mi hermano voy a perdonarte?!" —Rosie,eso fue una idiotez mia y lo lamento.. Rosie:"Metete esa disculpa en ya sabes donde" —Ahora Paul ya sabia lo que fue cuando era un adolescente,era exactamente igual a su hija—
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  • Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día.

    Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada.

    A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva.

    Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad.

    Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano.

    « Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. »
    Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día. Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada. A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva. Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad. Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano. « Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. »
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    Un dragón adolescente, solo y huérfano.
    (Tambien en rol de fantasia medieval lo intepreto) ya sea adulto o adolescente.
    Un dragón adolescente, solo y huérfano. (Tambien en rol de fantasia medieval lo intepreto) ya sea adulto o adolescente.
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