🜂 "𝙲𝚞𝚜𝚝𝚘𝚍𝚎: 𝙻𝚊 𝚅𝚘𝚕𝚞𝚗𝚝𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚂𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎" 🜂
De pie, frente a un ventanal que da a la ciudad. Una copa de vino oscuro en la mano. Habla consigo mismo, o tal vez con un retrato ancestral, o con un eco de su propia sangre.
—Dicen que la sangre llama.
No.
La sangre ordena.
Los que olvidan su linaje están condenados a arrodillarse ante el del primero que sí lo recuerde.
Y yo no olvido. Nunca.
Los Medici dejaron de ser hombres hace siglos. Somos símbolo. Somos rito. Somos la voluntad detrás de los imperios y las caídas. Pero en algún punto… los herederos se volvieron banqueros domesticados, políticos grises, figuras decorativas en museos polvorientos.
Yo no.
Yo nací para restaurar la Linea. No la que escriben los historiadores, sino la verdadera. La que corre bajo tierra, entre cráneos coronados y pactos sellados con sangre en criptas selladas. La que no se pronuncia en voz alta, pero que late en las sombras del mundo.
Afuera me ven como un financiero. Un nombre en los periódicos de economía.
Pero en las noches... en las noches soy alquimista.
Convierto deudas en vasallaje.
Silencios en pactos.
Hombres en herramientas.
El orden... no se pide.
Se impone.
Y si para restaurarlo debo arrancar la podredumbre con mis propias manos —amigos, traidores, sangre o inocentes— así será. No tengo miedo a ensuciarme. El mármol blanco de Florencia se cinceló con sangre seca entre los dedos.
Que arda el mundo moderno si hace falta.
Pero la Linea se mantendrá.
Y yo —Cassian di Medici—
seré su Custode.
Hasta que el último eco del Renacimiento vuelva a resonar… con mi nombre.
De pie, frente a un ventanal que da a la ciudad. Una copa de vino oscuro en la mano. Habla consigo mismo, o tal vez con un retrato ancestral, o con un eco de su propia sangre.
—Dicen que la sangre llama.
No.
La sangre ordena.
Los que olvidan su linaje están condenados a arrodillarse ante el del primero que sí lo recuerde.
Y yo no olvido. Nunca.
Los Medici dejaron de ser hombres hace siglos. Somos símbolo. Somos rito. Somos la voluntad detrás de los imperios y las caídas. Pero en algún punto… los herederos se volvieron banqueros domesticados, políticos grises, figuras decorativas en museos polvorientos.
Yo no.
Yo nací para restaurar la Linea. No la que escriben los historiadores, sino la verdadera. La que corre bajo tierra, entre cráneos coronados y pactos sellados con sangre en criptas selladas. La que no se pronuncia en voz alta, pero que late en las sombras del mundo.
Afuera me ven como un financiero. Un nombre en los periódicos de economía.
Pero en las noches... en las noches soy alquimista.
Convierto deudas en vasallaje.
Silencios en pactos.
Hombres en herramientas.
El orden... no se pide.
Se impone.
Y si para restaurarlo debo arrancar la podredumbre con mis propias manos —amigos, traidores, sangre o inocentes— así será. No tengo miedo a ensuciarme. El mármol blanco de Florencia se cinceló con sangre seca entre los dedos.
Que arda el mundo moderno si hace falta.
Pero la Linea se mantendrá.
Y yo —Cassian di Medici—
seré su Custode.
Hasta que el último eco del Renacimiento vuelva a resonar… con mi nombre.
🜂 "𝙲𝚞𝚜𝚝𝚘𝚍𝚎: 𝙻𝚊 𝚅𝚘𝚕𝚞𝚗𝚝𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚂𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎" 🜂
De pie, frente a un ventanal que da a la ciudad. Una copa de vino oscuro en la mano. Habla consigo mismo, o tal vez con un retrato ancestral, o con un eco de su propia sangre.
—Dicen que la sangre llama.
No.
La sangre ordena.
Los que olvidan su linaje están condenados a arrodillarse ante el del primero que sí lo recuerde.
Y yo no olvido. Nunca.
Los Medici dejaron de ser hombres hace siglos. Somos símbolo. Somos rito. Somos la voluntad detrás de los imperios y las caídas. Pero en algún punto… los herederos se volvieron banqueros domesticados, políticos grises, figuras decorativas en museos polvorientos.
Yo no.
Yo nací para restaurar la Linea. No la que escriben los historiadores, sino la verdadera. La que corre bajo tierra, entre cráneos coronados y pactos sellados con sangre en criptas selladas. La que no se pronuncia en voz alta, pero que late en las sombras del mundo.
Afuera me ven como un financiero. Un nombre en los periódicos de economía.
Pero en las noches... en las noches soy alquimista.
Convierto deudas en vasallaje.
Silencios en pactos.
Hombres en herramientas.
El orden... no se pide.
Se impone.
Y si para restaurarlo debo arrancar la podredumbre con mis propias manos —amigos, traidores, sangre o inocentes— así será. No tengo miedo a ensuciarme. El mármol blanco de Florencia se cinceló con sangre seca entre los dedos.
Que arda el mundo moderno si hace falta.
Pero la Linea se mantendrá.
Y yo —Cassian di Medici—
seré su Custode.
Hasta que el último eco del Renacimiento vuelva a resonar… con mi nombre.

