• Recordatorio:: eres hermos@ tal y cómo eres
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    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════

    Gentil recordatorio de que tengo esto en mi perfil para que sepan a que atenerse antes de rolear conmigo, ya que no quiero complicaciones.


    https://ficrol.com/posts/264025
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    Stolas ᎶᎧᏋᏖᎥᏗ - ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════ Antes de...
    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════ Antes de empezar, quiero aclarar un par de cosas para quienes deseen rolear con este príncipe infernal. 1- Mi versión de Stolas no es del todo canónica. Sigue el ritmo de la serie hasta la última temporada, pero no cuenta con un...
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  • 𓄺 𝓸𝓯☪︎.𝗶𝗻𝘀𝗶𝗱𝗶𝘂𝘀
    - 𝗝𝘂𝗲𝘇 𝗦𝘂𝗽𝗿𝗲𝗺𝗼 -
    - 𝗘𝘅𝗮𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻 𝗳𝗼𝗿𝗲𝗻𝘀𝗲. -


    El hedor es lo primero que lo recibe. Incluso con la mascarilla ajustada, la pestilencia parece traspasar el tejido de tela, un recordatorio tangible de la corrupción que se apodera de la carne que observa.

    Avanza sin titubeos y con una expresión dura, su gabardina oscura ondea con cada paso. La intensidad de su mirada se profundiza al recorrer el cadáver detalladamente, descifrando las señales que otros pasarían por alto. Sus dedos trazan levemente la carne ennegrecida del brazo, pero ésta se hunde tan sólo rozarla.

    La piel ha comenzado a desprenderse en zonas irregulares como Necrosis avanzada. La infección ha consumido la estructura celular desde adentro, como si un veneno implacable hubiera transformado cada órgano en una trampa de podredumbre.

    Él presta atención a los pulmones y líquido espesado en las cavidades torácicas que salía. Un signo inequívoco de que el cuerpo intentó luchar contra la invasión hasta su último aliento.

    —Picaduras múltiples y distancia irregular. No hay patrón de ataque sistemático. Los insectos tenían hambre o simplemente actuaron por impulso.

    Explicó a sus asistentes quiénes tomaban notas de sus observaciones. Solía revisar a los cadáveres para la investigación de las mutaciones. Las marcas en la piel cuentan la historia de una emboscada biológica sin oportunidad a defenderse. Pequeñas perforaciones rodeadas de tejido ennegrecido, cada una es perfectamente una puerta abierta a la ruina.

    Él alza la mirada, encontrándose con las dos cuencas de color negro donde antes estaban los globos oculares.

    Su voz es firme.

    —La infección se ha extendido más allá de la regeneración. Primeros síntomas; desprendimiento de la capa superior de piel y debilidad notoria. Lengua oscura y dentadura con tono amarillento. Acción inmediata: ejecución.

    Una nueva forma de identificar a los infectados, con quiénes próximamente no dudarían en eliminarlos.
    𓄺 𝓸𝓯☪︎.𝗶𝗻𝘀𝗶𝗱𝗶𝘂𝘀 - 𝗝𝘂𝗲𝘇 𝗦𝘂𝗽𝗿𝗲𝗺𝗼 - - 𝗘𝘅𝗮𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻 𝗳𝗼𝗿𝗲𝗻𝘀𝗲. - El hedor es lo primero que lo recibe. Incluso con la mascarilla ajustada, la pestilencia parece traspasar el tejido de tela, un recordatorio tangible de la corrupción que se apodera de la carne que observa. Avanza sin titubeos y con una expresión dura, su gabardina oscura ondea con cada paso. La intensidad de su mirada se profundiza al recorrer el cadáver detalladamente, descifrando las señales que otros pasarían por alto. Sus dedos trazan levemente la carne ennegrecida del brazo, pero ésta se hunde tan sólo rozarla. La piel ha comenzado a desprenderse en zonas irregulares como Necrosis avanzada. La infección ha consumido la estructura celular desde adentro, como si un veneno implacable hubiera transformado cada órgano en una trampa de podredumbre. Él presta atención a los pulmones y líquido espesado en las cavidades torácicas que salía. Un signo inequívoco de que el cuerpo intentó luchar contra la invasión hasta su último aliento. —Picaduras múltiples y distancia irregular. No hay patrón de ataque sistemático. Los insectos tenían hambre o simplemente actuaron por impulso. Explicó a sus asistentes quiénes tomaban notas de sus observaciones. Solía revisar a los cadáveres para la investigación de las mutaciones. Las marcas en la piel cuentan la historia de una emboscada biológica sin oportunidad a defenderse. Pequeñas perforaciones rodeadas de tejido ennegrecido, cada una es perfectamente una puerta abierta a la ruina. Él alza la mirada, encontrándose con las dos cuencas de color negro donde antes estaban los globos oculares. Su voz es firme. —La infección se ha extendido más allá de la regeneración. Primeros síntomas; desprendimiento de la capa superior de piel y debilidad notoria. Lengua oscura y dentadura con tono amarillento. Acción inmediata: ejecución. Una nueva forma de identificar a los infectados, con quiénes próximamente no dudarían en eliminarlos.
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    || Recordatorio para los nuevos.
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  • FLASHBACK — UNA HABITACIÓN DE MOTEL, EN ALGÚN LUGAR ENTRE LA NADA Y EL OLVIDO.

    La lluvia golpeaba el tejado de lata como un recordatorio constante de que el mundo afuera seguía, indiferente. La habitación estaba iluminada apenas por la lámpara oxidada del buró; la luz amarilla le daba a las paredes un aire sepia, como si todo estuviera atrapado en un recuerdo que se negaba a morir.

    Reina estaba acostada en la orilla de la cama, las manos entrelazadas como si pudiera contener algo en ellas. El agua de la ducha aún goteaba en el baño, pero hacía rato que se había bañado. No tenía ganas de secarse el cabello. No tenía ganas de nada.

    Una camiseta vieja —suya— le cubría el torso. Una de esas que él dejaba tirada sin pensar, con el olor a acero, madera vieja y ese maldito aroma a él que no se iba ni con los años. Apretó la tela entre sus dedos como si fuera una cuerda que evitaba que se ahogara del todo.

    La televisión estaba encendida en un canal que no veía. Las voces eran solo un ruido blanco. Ella miraba al vacío. Pero en realidad lo miraba a él. En su mente. En esos pequeños fragmentos donde aún existía, donde todavía sonreía torpemente, donde le tocaba la mejilla con esos dedos metálicos como si tuviera miedo de romperla.

    —“No supe qué hacer contigo. Nunca supe qué hacer con todo lo que sentía cuando me mirabas…”

    La frase le golpeó como un eco, como un susurro que él nunca dijo, pero que ella intuía. Siempre había algo contenido en Bucky, una guerra interna que nunca la dejó cruzar del todo. Y aún así… aún así, ella lo amó entero.

    Se inclinó hacia la pequeña mesa de noche y abrió el cajón. Ahí estaba su celular viejo, apagado desde hacía meses. Dudó. Lo encendió. La pantalla tardó más de lo normal, pero finalmente apareció su fondo de pantalla: una foto borrosa de un atardecer que captaron juntos, sin rostros, solo colores, solo una sensación.

    Entró en los mensajes. Deslizó hasta aquel que nunca envió:

    “No espero que vuelvas, solo quiero que sepas que te amé. Que cada segundo contigo me dolió y me sanó al mismo tiempo. Que aún duermo de tu lado de la cama. Que aún guardo tu número… aunque ya no marque nada.”



    El cursor parpadeó como un corazón nervioso. No lo envió. Apagó el celular. Se echó hacia atrás en la cama, dejando que las lágrimas finalmente rodaran sin permiso, sin orgullo.

    La habitación olía a humedad, a encierro, a pasado. Ella olía a él. Y dolía. Cómo dolía seguir amándolo en un mundo donde ya no estaba.

    Cerró los ojos.

    Y por un instante, juraría que él estaba ahí. Sentado en la silla, como antes. Mirándola con ese gesto de culpa y ternura que solo él sabía hacer.

    Pero al abrirlos, solo estaba la lluvia.

    Y un silencio que nunca dejaría de sonar.
    FLASHBACK — UNA HABITACIÓN DE MOTEL, EN ALGÚN LUGAR ENTRE LA NADA Y EL OLVIDO. La lluvia golpeaba el tejado de lata como un recordatorio constante de que el mundo afuera seguía, indiferente. La habitación estaba iluminada apenas por la lámpara oxidada del buró; la luz amarilla le daba a las paredes un aire sepia, como si todo estuviera atrapado en un recuerdo que se negaba a morir. Reina estaba acostada en la orilla de la cama, las manos entrelazadas como si pudiera contener algo en ellas. El agua de la ducha aún goteaba en el baño, pero hacía rato que se había bañado. No tenía ganas de secarse el cabello. No tenía ganas de nada. Una camiseta vieja —suya— le cubría el torso. Una de esas que él dejaba tirada sin pensar, con el olor a acero, madera vieja y ese maldito aroma a él que no se iba ni con los años. Apretó la tela entre sus dedos como si fuera una cuerda que evitaba que se ahogara del todo. La televisión estaba encendida en un canal que no veía. Las voces eran solo un ruido blanco. Ella miraba al vacío. Pero en realidad lo miraba a él. En su mente. En esos pequeños fragmentos donde aún existía, donde todavía sonreía torpemente, donde le tocaba la mejilla con esos dedos metálicos como si tuviera miedo de romperla. —“No supe qué hacer contigo. Nunca supe qué hacer con todo lo que sentía cuando me mirabas…” La frase le golpeó como un eco, como un susurro que él nunca dijo, pero que ella intuía. Siempre había algo contenido en Bucky, una guerra interna que nunca la dejó cruzar del todo. Y aún así… aún así, ella lo amó entero. Se inclinó hacia la pequeña mesa de noche y abrió el cajón. Ahí estaba su celular viejo, apagado desde hacía meses. Dudó. Lo encendió. La pantalla tardó más de lo normal, pero finalmente apareció su fondo de pantalla: una foto borrosa de un atardecer que captaron juntos, sin rostros, solo colores, solo una sensación. Entró en los mensajes. Deslizó hasta aquel que nunca envió: “No espero que vuelvas, solo quiero que sepas que te amé. Que cada segundo contigo me dolió y me sanó al mismo tiempo. Que aún duermo de tu lado de la cama. Que aún guardo tu número… aunque ya no marque nada.” El cursor parpadeó como un corazón nervioso. No lo envió. Apagó el celular. Se echó hacia atrás en la cama, dejando que las lágrimas finalmente rodaran sin permiso, sin orgullo. La habitación olía a humedad, a encierro, a pasado. Ella olía a él. Y dolía. Cómo dolía seguir amándolo en un mundo donde ya no estaba. Cerró los ojos. Y por un instante, juraría que él estaba ahí. Sentado en la silla, como antes. Mirándola con ese gesto de culpa y ternura que solo él sabía hacer. Pero al abrirlos, solo estaba la lluvia. Y un silencio que nunca dejaría de sonar.
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  • #DiezCosasSobre 𝕽𝖆𝖋𝖋𝖆𝖊𝖑𝖊

    1.- Nació hace más de 𝘁𝗿𝗲𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗮ñ𝗼𝘀 en Florencia, Italia.

    2.- Nunca duerme más de tres horas seguidas.

    3.- Entre tantas propiedades en su poder, 𝗲𝘀 𝗱𝘂𝗲ñ𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗹𝘂𝗷𝗼𝘀𝗼 𝗲𝗱𝗶𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗱𝗲𝗽𝗮𝗿𝘁𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 𝗱𝗲 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗬𝗼𝗿𝗸, cuyo penthouse actualmente llama hogar (aunque rara vez se encuentre en él).

    4.- Tiene una 𝗰𝗶𝗰𝗮𝘁𝗿𝗶𝘇 𝗮𝗻𝘁𝗶𝗴𝘂𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗲𝗰𝗵𝗼, de una estaca que casi lo mata en el siglo XIIX. La dejó como recordatorio.

    5.- Conserva una 𝗽𝗹𝘂𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗰𝘂𝗲𝗿𝘃𝗼 en el interior de su abrigo, un amuleto personal.

    6.- 𝗡𝗼 𝗿𝗲𝘀𝗽𝗶𝗿𝗮, pero simula hacerlo para no levantar sospechas sobre su verdadera naturaleza.

    7.- Dada su antigüedad, 𝗵𝗮 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗿𝗿𝗼𝗹𝗹𝗮𝗱𝗼 𝗰𝗶𝗲𝗿𝘁𝗮 𝗿𝗲𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗶𝗮 𝗹𝗮 𝗹𝘂𝘇 𝘂𝗹𝘁𝗿𝗮𝘃𝗶𝗼𝗹𝗲𝘁𝗮, sin embargo, no es inmune a sus efectos si se expone por un tiempo prolongado.

    8.- Sufre una forma leve de 𝘀𝗶𝗻𝗲𝘀𝘁𝗲𝘀𝗶𝗮, asociando ciertos sonidos con colores específicos, lo que afina aún más su percepción privilegiada.

    9.- Sabe 𝘁𝗼𝗰𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗽𝗶𝗮𝗻𝗼 𝘆 𝗲𝗹 𝘃𝗶𝗼𝗹𝗼𝗻𝗰𝗵𝗲𝗹𝗼 con maestría. La música podría considerarse una de sus debilidades.

    10.- Tiene una colección privada de 𝗺á𝘀𝗰𝗮𝗿𝗮𝘀 𝗵𝗶𝘀𝘁ó𝗿𝗶𝗰𝗮𝘀, algunas de las cuales datan del siglo XVIII.

    Extra: Su familia estaba emparentada con un 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿𝗼𝘀𝗼 𝗰𝗹𝗮𝗻 𝗱𝗲 𝗯𝗿𝘂𝗷𝗮𝘀. Por mucho tiempo, culpó de su vampirismo a estas brujas y sus descendiente, ya que lo consideraba consecuencia de su indiferencia hacia la rama mortal de la familia.
    #DiezCosasSobre 𝕽𝖆𝖋𝖋𝖆𝖊𝖑𝖊 1.- Nació hace más de 𝘁𝗿𝗲𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗮ñ𝗼𝘀 en Florencia, Italia. 2.- Nunca duerme más de tres horas seguidas. 3.- Entre tantas propiedades en su poder, 𝗲𝘀 𝗱𝘂𝗲ñ𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗹𝘂𝗷𝗼𝘀𝗼 𝗲𝗱𝗶𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗱𝗲𝗽𝗮𝗿𝘁𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 𝗱𝗲 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗬𝗼𝗿𝗸, cuyo penthouse actualmente llama hogar (aunque rara vez se encuentre en él). 4.- Tiene una 𝗰𝗶𝗰𝗮𝘁𝗿𝗶𝘇 𝗮𝗻𝘁𝗶𝗴𝘂𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗲𝗰𝗵𝗼, de una estaca que casi lo mata en el siglo XIIX. La dejó como recordatorio. 5.- Conserva una 𝗽𝗹𝘂𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗰𝘂𝗲𝗿𝘃𝗼 en el interior de su abrigo, un amuleto personal. 6.- 𝗡𝗼 𝗿𝗲𝘀𝗽𝗶𝗿𝗮, pero simula hacerlo para no levantar sospechas sobre su verdadera naturaleza. 7.- Dada su antigüedad, 𝗵𝗮 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗿𝗿𝗼𝗹𝗹𝗮𝗱𝗼 𝗰𝗶𝗲𝗿𝘁𝗮 𝗿𝗲𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗶𝗮 𝗹𝗮 𝗹𝘂𝘇 𝘂𝗹𝘁𝗿𝗮𝘃𝗶𝗼𝗹𝗲𝘁𝗮, sin embargo, no es inmune a sus efectos si se expone por un tiempo prolongado. 8.- Sufre una forma leve de 𝘀𝗶𝗻𝗲𝘀𝘁𝗲𝘀𝗶𝗮, asociando ciertos sonidos con colores específicos, lo que afina aún más su percepción privilegiada. 9.- Sabe 𝘁𝗼𝗰𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗽𝗶𝗮𝗻𝗼 𝘆 𝗲𝗹 𝘃𝗶𝗼𝗹𝗼𝗻𝗰𝗵𝗲𝗹𝗼 con maestría. La música podría considerarse una de sus debilidades. 10.- Tiene una colección privada de 𝗺á𝘀𝗰𝗮𝗿𝗮𝘀 𝗵𝗶𝘀𝘁ó𝗿𝗶𝗰𝗮𝘀, algunas de las cuales datan del siglo XVIII. Extra: Su familia estaba emparentada con un 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿𝗼𝘀𝗼 𝗰𝗹𝗮𝗻 𝗱𝗲 𝗯𝗿𝘂𝗷𝗮𝘀. Por mucho tiempo, culpó de su vampirismo a estas brujas y sus descendiente, ya que lo consideraba consecuencia de su indiferencia hacia la rama mortal de la familia.
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  • ⸺Un día mas en absoluta calma. Me pregunto si esto es a lo que llaman "Paz antes de la tormenta". Ojalá que solo sea mi pesimismo hablando, no creo poder aguantar una crisis sin ti gatito.

    Como ya era costumbre, sus recorridos habían sido el fiel recordatorio de la ausencia de su compañero. La ausencia de sus bromas y la poca disposición a guardar silencio se habían tornado en aburridas búsquedas de problemas inexistentes.

    ⸺Ojalá que estés bien.

    Pidió con todas sus fuerzas a quien escuchara mientras su mirada se perdía en el bello horizonte con la Torre Eiffel como recordatorio de su lucha contra todo aquel que perturbara la paz de su gente y del balance del mundo.

    ⸺Un día mas en absoluta calma. Me pregunto si esto es a lo que llaman "Paz antes de la tormenta". Ojalá que solo sea mi pesimismo hablando, no creo poder aguantar una crisis sin ti gatito. Como ya era costumbre, sus recorridos habían sido el fiel recordatorio de la ausencia de su compañero. La ausencia de sus bromas y la poca disposición a guardar silencio se habían tornado en aburridas búsquedas de problemas inexistentes. ⸺Ojalá que estés bien. Pidió con todas sus fuerzas a quien escuchara mientras su mirada se perdía en el bello horizonte con la Torre Eiffel como recordatorio de su lucha contra todo aquel que perturbara la paz de su gente y del balance del mundo.
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  • Entre le bruit et moi
    Categoría Aventura
    https://www.youtube.com/watch?v=CQCoyXC0CdA&list=RDCQCoyXC0CdA&start_radio=1

    A los 18, Lia buscaba una salida de su realidad. Y la encontró una en un cartel pegado en una farola oxidada: "Se busca guitarrista para banda. Principiantes con agallas, bienvenidos." Había una dirección y una hora. Nada más.

    Ahí conoció a Aren. Tenía 23, una guitarra gastada por las batallas, tatuajes que parecían contar historias a medias y una manera de hablar que mezclaba crudeza con paciencia. El ensayo fue en un sótano húmedo, con más cables que espacio y un baterista que llegaba siempre tarde. Lia no sabía casi nada, pero tenía actitud y algo en la forma de sostener la guitarra que hizo a Aren prestarle atención.

    —Tienes manos de música, no de espectadora —le dijo después de escucharla tocar tres acordes mal encadenados, sabía que ella no pretendía volverse una famosa guitarrista o algo por el estilo, pero ahí estaba tratando de hacer algo que aún él no podía descifrar pero a pesar de ello la dejó quedarse ahí.

    Desde ese día, comenzó algo que nunca fue romance, pero sí fue íntimo. Aren la enseñó a tocar desde la base, sin trucos baratos ni poses: digitación, riffs, cómo manejar un pedal de distorsión, cómo escuchar más de lo que se toca.
    Pero también le enseñó lo que el mundo del rock no muestra en las fotos: el cansancio de las giras baratas, las promesas que no se cumplen, los productores que solo buscan una cara nueva para vender.

    Y sin embargo, Aren siempre trazó una línea invisible entre Lia y la vida que le estaba mostrando.

    Cuando le ofrecían tragos, él le pasaba agua. Cuando un tipo se ponía insistente intentando acercarse más a ella, Aren se plantaba al lado sin decir palabra, como un recordatorio sutil. Y cuando a Lia le brillaban los ojos con la idea de lanzarse más allá, él se encargaba de bajarla con una frase que parecía simple, pero lo decía todo.

    —Cuidate, Lia. El ruido es bueno, pero no dejes que te trague.

    No era paternalismo. Era respeto. Y eso Lia lo supo incluso entonces.

    Permanecieron juntos durante un año, pasando por situaciones entre buenas y muy malas, pero a pesar de todo siempre estuvieron el uno para el otro acompañándose cuando la vida se volvía hostil hasta hacerlos sangrar.

    Después, Aren se fue a producir a otra ciudad. Nunca le prometió quedarse, ambos sabían que solo estaban de pasada, como un momento fugaz en la vida del uno como del otro. El día de la despedida, Aren le dejó su pedal de distorsión con una nota pegada "No dejes de sonar como tu misma."

    Ese fue su año de rock. No el de las luces, sino el que le enseñó a brillar sin perderse en ellas.
    https://www.youtube.com/watch?v=CQCoyXC0CdA&list=RDCQCoyXC0CdA&start_radio=1 A los 18, Lia buscaba una salida de su realidad. Y la encontró una en un cartel pegado en una farola oxidada: "Se busca guitarrista para banda. Principiantes con agallas, bienvenidos." Había una dirección y una hora. Nada más. Ahí conoció a Aren. Tenía 23, una guitarra gastada por las batallas, tatuajes que parecían contar historias a medias y una manera de hablar que mezclaba crudeza con paciencia. El ensayo fue en un sótano húmedo, con más cables que espacio y un baterista que llegaba siempre tarde. Lia no sabía casi nada, pero tenía actitud y algo en la forma de sostener la guitarra que hizo a Aren prestarle atención. —Tienes manos de música, no de espectadora —le dijo después de escucharla tocar tres acordes mal encadenados, sabía que ella no pretendía volverse una famosa guitarrista o algo por el estilo, pero ahí estaba tratando de hacer algo que aún él no podía descifrar pero a pesar de ello la dejó quedarse ahí. Desde ese día, comenzó algo que nunca fue romance, pero sí fue íntimo. Aren la enseñó a tocar desde la base, sin trucos baratos ni poses: digitación, riffs, cómo manejar un pedal de distorsión, cómo escuchar más de lo que se toca. Pero también le enseñó lo que el mundo del rock no muestra en las fotos: el cansancio de las giras baratas, las promesas que no se cumplen, los productores que solo buscan una cara nueva para vender. Y sin embargo, Aren siempre trazó una línea invisible entre Lia y la vida que le estaba mostrando. Cuando le ofrecían tragos, él le pasaba agua. Cuando un tipo se ponía insistente intentando acercarse más a ella, Aren se plantaba al lado sin decir palabra, como un recordatorio sutil. Y cuando a Lia le brillaban los ojos con la idea de lanzarse más allá, él se encargaba de bajarla con una frase que parecía simple, pero lo decía todo. —Cuidate, Lia. El ruido es bueno, pero no dejes que te trague. No era paternalismo. Era respeto. Y eso Lia lo supo incluso entonces. Permanecieron juntos durante un año, pasando por situaciones entre buenas y muy malas, pero a pesar de todo siempre estuvieron el uno para el otro acompañándose cuando la vida se volvía hostil hasta hacerlos sangrar. Después, Aren se fue a producir a otra ciudad. Nunca le prometió quedarse, ambos sabían que solo estaban de pasada, como un momento fugaz en la vida del uno como del otro. El día de la despedida, Aren le dejó su pedal de distorsión con una nota pegada "No dejes de sonar como tu misma." Ese fue su año de rock. No el de las luces, sino el que le enseñó a brillar sin perderse en ellas.
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  • Dean no era alguien demasiado detallista, o eso era lo que siempre había escuchado. Sam era el atento, el sensible, aquel que tenía en cuenta a los demás y sus deseos. Él era el pasota, el que no daba importancia a las pequeñas cosas…
    Y por desgracia era algo que el mismo Dean había llegado a creerse. Hasta tal punto que todo lo que hacía por los demás, nunca era suficiente, y pasaba por completo desapercibido para todo el mundo.

    Como el hecho de que llevara en secreto preparando aquel regalo para Hope Mikaelson ‼AU semanas. Semanas en las que aunque había cortado toda relación con la tribrida, habita trabajado en secreto a espaldas de todo el mundo, incluso de los sentidos puñeteramente aumentados de la Mikaelson, para que aquel día la sorpresa fuera todo lo perfecta que él esperaba que fuera.
    Porque Dean la seguía queriendo, porque sus actos estaban respaldados por esos sentimientos que Hope le provocaba, y no podia no hacer nada ese dos de mayo, a pesar de que quizás estuviera fuera de lugar. Le daba igual.

    Todos en aquel bunker habían sufrido demasiado en sus vidas, y sus cumpleaños tan solo eran recordatorios de aquellos que no estaban con ellos, de todos los que faltaban y a los que echaban de menos, así que Dean, ese día tenía la misión, si no de llenar el vacío, cosa que era imposible, si de dibujar una sonrisa en aquellos labios femeninos que le volvían loco.

    Con aquella idea en la cabeza y después de haber dado los últimos retoques, el cazador se dirige a la habitación de Hope, abre la puerta sin llamar, y ve a la tribrida en la cama, por supuesto no es capaz de sorprenderla, porque le mira con esos increíbles ojos en cuanto pone un pie dentro.

    — Aborrezco tu ultra oído…. Ven conmigo.

    Se acerca a la cama y la toma de la mano escondiendo una sonrisa, porque por primera vez estaba casi convencido de que lo había clavado con un regalo.
    Ambos salen del cuarto, y Dean guía a Hope, por los pasillos del bunker, sin vacilar en uno de sus pasos, mientras ambos iban hacia la zona de aquel refugio que, por la poca cantidad de gente viviendo allí ahora mismo, prácticamente no usaban.
    Al final se para frente a una puerta y deja allí a Hope, perfectamente colocada, quedando él justo atrás de ella.

    Detrás de aquella puerta de madera, le esperaba a Hope una impresionante habitación de pintura. Con la mejor iluminación posible al carecer de ventanas, con un caballete y un armario lleno de lienzos en blanco, con todas las herramientas posibles a inimaginables.
    Había pinturas acrílicas, acuarelas, carboncillos, lápices de colores, rotuladores, pinceles, todo lo necesario para el mantenimiento de las mismas así como para la limpieza del lugar, incluso al lado de la puerta había un colgador lleno de impolutas batas blancas, todas de la talla de la tribrida.

    — Feliz cumpleaños, Hope.

    Dean se había quedado unos pasos detrás de ella. Justo en el umbral de la puerta, como si aquel lugar fuera tan solo refugio y propiedad de la morena y él no quisiera contaminarlo con su presencia.

    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #CumpleañosHope #Winchelson
    Dean no era alguien demasiado detallista, o eso era lo que siempre había escuchado. Sam era el atento, el sensible, aquel que tenía en cuenta a los demás y sus deseos. Él era el pasota, el que no daba importancia a las pequeñas cosas… Y por desgracia era algo que el mismo Dean había llegado a creerse. Hasta tal punto que todo lo que hacía por los demás, nunca era suficiente, y pasaba por completo desapercibido para todo el mundo. Como el hecho de que llevara en secreto preparando aquel regalo para [thetribrid] semanas. Semanas en las que aunque había cortado toda relación con la tribrida, habita trabajado en secreto a espaldas de todo el mundo, incluso de los sentidos puñeteramente aumentados de la Mikaelson, para que aquel día la sorpresa fuera todo lo perfecta que él esperaba que fuera. Porque Dean la seguía queriendo, porque sus actos estaban respaldados por esos sentimientos que Hope le provocaba, y no podia no hacer nada ese dos de mayo, a pesar de que quizás estuviera fuera de lugar. Le daba igual. Todos en aquel bunker habían sufrido demasiado en sus vidas, y sus cumpleaños tan solo eran recordatorios de aquellos que no estaban con ellos, de todos los que faltaban y a los que echaban de menos, así que Dean, ese día tenía la misión, si no de llenar el vacío, cosa que era imposible, si de dibujar una sonrisa en aquellos labios femeninos que le volvían loco. Con aquella idea en la cabeza y después de haber dado los últimos retoques, el cazador se dirige a la habitación de Hope, abre la puerta sin llamar, y ve a la tribrida en la cama, por supuesto no es capaz de sorprenderla, porque le mira con esos increíbles ojos en cuanto pone un pie dentro. — Aborrezco tu ultra oído…. Ven conmigo. Se acerca a la cama y la toma de la mano escondiendo una sonrisa, porque por primera vez estaba casi convencido de que lo había clavado con un regalo. Ambos salen del cuarto, y Dean guía a Hope, por los pasillos del bunker, sin vacilar en uno de sus pasos, mientras ambos iban hacia la zona de aquel refugio que, por la poca cantidad de gente viviendo allí ahora mismo, prácticamente no usaban. Al final se para frente a una puerta y deja allí a Hope, perfectamente colocada, quedando él justo atrás de ella. Detrás de aquella puerta de madera, le esperaba a Hope una impresionante habitación de pintura. Con la mejor iluminación posible al carecer de ventanas, con un caballete y un armario lleno de lienzos en blanco, con todas las herramientas posibles a inimaginables. Había pinturas acrílicas, acuarelas, carboncillos, lápices de colores, rotuladores, pinceles, todo lo necesario para el mantenimiento de las mismas así como para la limpieza del lugar, incluso al lado de la puerta había un colgador lleno de impolutas batas blancas, todas de la talla de la tribrida. — Feliz cumpleaños, Hope. Dean se había quedado unos pasos detrás de ella. Justo en el umbral de la puerta, como si aquel lugar fuera tan solo refugio y propiedad de la morena y él no quisiera contaminarlo con su presencia. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #CumpleañosHope #Winchelson
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