• »» El retumbar de los gritos, el olor sangre que podía sentirse a lo largo de los pasillos mientras escapaba; Aquel lugar era un laberinto del cual muchos no solían escapar...
    No le importaba nada. Solo quería huir de allí; Estaba cansada, aun no estaba segura de como pudo escapar de su prisión pero lo ahora que lo había hecho, no pensaba dejar de correr para encontrar la salida de aquella prisión. Incluso si le llevaba la vida conseguirlo.

    Llegó a un pasillo, aún más oscuro que los demás ya que este ni siquiera por las antorchas era iluminado. Podía oír el eco de voces provenientes de su espalda. Se si quedaba allí sufriría un nuevo encierro, sino, debía arriesgarse a correr a oscuras...

    No importaba...

    Recuperó el aliento y, armada de valor, se adentró en la oscuridad; Pero más se adentraba, más podía sentir como ésta la rodeaba cuál brazos sosteniéndole firmemente, queriendo no dejarle escapar

    Hasta que una lo logró...
    Podía sentir como una mano la sujetaba del cuello impidiéndole respirar; Era imposible no sentir como se elevaba del suelo, como si este agarre la elevase contra su voluntad mientras ella forcejeaba

    " Te dije que no podrías escapar de aquí; Este es tu hogar, Sacerdotisa, te quedarás aquí para siempre"

    Aquella voz resonaba con eco, era firme pero con tono bajo... Ella comenzó a perder el conocimiento poco a poco y se fue cerrando sus ojos, no podía pelear más««


    Se despertó ahogada, abriendo grande los ojos, asustada, aterrada, mirando para todos lados, como buscando una respuesta, saber donde se encontraba; Cuando notó que estaba segura en su 'hogar', se tranquilizó; Se levantó despacio y se asomó a su ventanal para observar el nuevo día, cruzada de brazos. Cerró los ojos un momento, tocando el collar que llevaba puesto, como un acto reflejo.

    Aquel viejo recuerdo la atormentaba a diario y era lo que la motivaba a seguir adelante. Pero siempre huyendo, desconfiada...Escuchando historias sobre un mentira esparcida en el viento....
    »» El retumbar de los gritos, el olor sangre que podía sentirse a lo largo de los pasillos mientras escapaba; Aquel lugar era un laberinto del cual muchos no solían escapar... No le importaba nada. Solo quería huir de allí; Estaba cansada, aun no estaba segura de como pudo escapar de su prisión pero lo ahora que lo había hecho, no pensaba dejar de correr para encontrar la salida de aquella prisión. Incluso si le llevaba la vida conseguirlo. Llegó a un pasillo, aún más oscuro que los demás ya que este ni siquiera por las antorchas era iluminado. Podía oír el eco de voces provenientes de su espalda. Se si quedaba allí sufriría un nuevo encierro, sino, debía arriesgarse a correr a oscuras... No importaba... Recuperó el aliento y, armada de valor, se adentró en la oscuridad; Pero más se adentraba, más podía sentir como ésta la rodeaba cuál brazos sosteniéndole firmemente, queriendo no dejarle escapar Hasta que una lo logró... Podía sentir como una mano la sujetaba del cuello impidiéndole respirar; Era imposible no sentir como se elevaba del suelo, como si este agarre la elevase contra su voluntad mientras ella forcejeaba " Te dije que no podrías escapar de aquí; Este es tu hogar, Sacerdotisa, te quedarás aquí para siempre" Aquella voz resonaba con eco, era firme pero con tono bajo... Ella comenzó a perder el conocimiento poco a poco y se fue cerrando sus ojos, no podía pelear más«« Se despertó ahogada, abriendo grande los ojos, asustada, aterrada, mirando para todos lados, como buscando una respuesta, saber donde se encontraba; Cuando notó que estaba segura en su 'hogar', se tranquilizó; Se levantó despacio y se asomó a su ventanal para observar el nuevo día, cruzada de brazos. Cerró los ojos un momento, tocando el collar que llevaba puesto, como un acto reflejo. Aquel viejo recuerdo la atormentaba a diario y era lo que la motivaba a seguir adelante. Pero siempre huyendo, desconfiada...Escuchando historias sobre un mentira esparcida en el viento....
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  • - estaban comprando unas frutas en unos de los reinos , hasta que un señor le hablo -

    Señor :
    Veo que tiene un buen ojo para las frutas

    -solo sonreí a tomar la naranja en mi mano-!

    Señor : seguro cocinarasn un buen poste , jovencita para su esposo

    No , no aún son chica para eso señor

    - comenté nerviosa y sonrojada a la vez , el señor se disculpo con ella y le vendió las frutas .-
    - estaban comprando unas frutas en unos de los reinos , hasta que un señor le hablo - Señor : Veo que tiene un buen ojo para las frutas -solo sonreí a tomar la naranja en mi mano-! Señor : seguro cocinarasn un buen poste , jovencita para su esposo No , no aún son chica para eso señor - comenté nerviosa y sonrojada a la vez , el señor se disculpo con ella y le vendió las frutas .-
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Que en pleno siglo 21 pasen estas cosas. Ni es por su personaje ni ostias. Ha venido a molestar y a hacerse el gracioso el idiota este.
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  • — No comprendo, ¿por qué lo veo así? ¿Por qué se va formando este sentimiento? Me aterra. No quiero que por ello se aleje, piense mal de mí, ya no quiera ser mi amigo. Maldito corazón que no puede estar tranquilo, sin dar vuelcos a su lado.

    > El joven soltaba sus emociones en la soledad de un campo, de ese modo, sus lamentos serían escuchados y llevados por el viento, convertido en vendaval por la lluvia que se avecinó, empapando al cachorro de orejas a pies. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que caían por sus mejillas; la única señal de llanto era el enrojecimiento de sus ojos. Sentía que se ahogaba; no hallaba la forma de apaciguar el latir de su pecho, ese incesante latir de amor. Sus manos temblaban, sus piernas flaqueaban; consiguió la fuerza para no caer de rodillas, para no demostrar la debilidad que lo azotaba.

    > Aplicaba fuerza al morder su labio, hiriendolo, combinándose ahora la transparencia de las lágrimas con el carmín de su sangre; el sabor metálico dominó su boca, pero poca importancia le prestó; toda atención se crentraba en ese confuso y claro sentimiento que aumentaba en su corazón. Su mente y ese órgano luchaban; uno gritaba que si funcionaría, que todo saldría bien; el otro, rompía esas ilusiones, diciéndole que no sea idiota, que finja, mienta, sea normal con los él.

    — ¿Por qué?...
    — No comprendo, ¿por qué lo veo así? ¿Por qué se va formando este sentimiento? Me aterra. No quiero que por ello se aleje, piense mal de mí, ya no quiera ser mi amigo. Maldito corazón que no puede estar tranquilo, sin dar vuelcos a su lado. > El joven soltaba sus emociones en la soledad de un campo, de ese modo, sus lamentos serían escuchados y llevados por el viento, convertido en vendaval por la lluvia que se avecinó, empapando al cachorro de orejas a pies. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que caían por sus mejillas; la única señal de llanto era el enrojecimiento de sus ojos. Sentía que se ahogaba; no hallaba la forma de apaciguar el latir de su pecho, ese incesante latir de amor. Sus manos temblaban, sus piernas flaqueaban; consiguió la fuerza para no caer de rodillas, para no demostrar la debilidad que lo azotaba. > Aplicaba fuerza al morder su labio, hiriendolo, combinándose ahora la transparencia de las lágrimas con el carmín de su sangre; el sabor metálico dominó su boca, pero poca importancia le prestó; toda atención se crentraba en ese confuso y claro sentimiento que aumentaba en su corazón. Su mente y ese órgano luchaban; uno gritaba que si funcionaría, que todo saldría bien; el otro, rompía esas ilusiones, diciéndole que no sea idiota, que finja, mienta, sea normal con los él. — ¿Por qué?...
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  • - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer.

    Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará.

    Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata.

    - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo.

    La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven.

    -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella.

    -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más.

    El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
    - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer. Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará. Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata. - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo. La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven. -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella. -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más. El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
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  • Noche perpetua, un cielo negro que se pierde más allá de la vista.
    Un campo de rosas, pétalos carmesí, gotas escarlatas que se extienden hasta el oscuro horizonte.
    Allí yace Hansel Russo, de rodillas en medio de estatuas grotescamente troceadas y con sus restos esparcidos de un lado a otro.
    Otra vez estaba ahí, en ese mundo odioso y onírico. Pero ésta vez era diferente, pues en una de sus manos se encuentra enredado un peculiar hilo rojizo.

    —Mi pequeño y miserable Hansel, ¿Sabes qué es eso?—

    Russo alzó la mirada con el ceño fruncido, odiaba con su alma aquella voz burlona y arrogante.
    Al verlo notó que el hilo pasa por el lado de ese monstruo y se extiende hasta más allá de noche perpetua. No supo que responder, por lo que guardó silencio.

    —Es una distracción, Hansel, eso es. En algún futuro tratara de hacerte olvidar tu glorioso propósito.—

    —¿Cuál propósito, sufrir hasta los ochenta?—

    —¡Exacto!—

    Russo apretó los dientes, mientras cerraba sus manos en puños que tiemblan de rabia.

    —Pero no te preocupes, mi pequeño y miserable Hansel. Sé perfectamente cómo arreglarlo. —

    Hansel Russo presenció como ese monstruo tomó el hilo rojo desde dos alejados extremos con sus negras zarpas. Él tiró del hilo, lo tensó y lo estiró. Pero en su último intento lo cortó, tuvo que usar tanta fuerza que hizo temblar a Noche perpetua.

    Por un segundo, exactamente uno, Hansel Russo sintió frío, sintió como una aguda punzada atravesó su corazón y lo obligó a detenerse en ese corto momento. Por alguna razón se sentía vacío, como si le faltara algo, sentía un frío totalmente ajeno al que provocaba Noche perpetua.
    El hilo rojo se contrajo hasta perderse en el cielo negro, mientras que la parte de Russo quedó colgando en aquellas negras zarpas. Su brillo rojizo estaba muriendo, cada vez se tornaba más y más opaco.

    —¿Qué... Qué hiciste?—

    Tartamudeó el confundido Russo, quien miraba sin entender nada. Mientras que el monstruo, él sonreía, mostraba sus puntiagudos dientes en una sonrisa retorcida y demencial.

    —Tenía que ver con algo del destino, una cosa sin importancia; Algo con encontrarse con alguien especial. — Su respuesta iba cargada con aquella burla, con aquella arrogancia que le recordaba a Russo la enorme diferencia entre un humano y un ente de ese tipo.

    —Hansel Russo, aquel que marqué para ser mi punto de conexión con el mundo terrenal. Tu propósito es dar a conocer mi existencia, por cualquier medio que sea necesario. —

    El hombre de la marcas sintió como el aire era despojado de sus pulmones, de una forma tan agresiva que lo hizo caer de cara entre las rosas carmesí. No importa cuánto intentara, el aire simplemente no volvía y de a poco perdía la conciencia.

    —Así como te salvé de que cobraran tu alma en ese mugroso departamento, o como hiciste hace años en ese hospital psiquiátrico. Noche perpetua debe ser conocido, luego mi nombre será revelado. —

    Y eso fue lo último que escuchó Russo, luego de eso se hundió en un profundo silencio entre aquel mar de sangre y pétalos.

    .
    .
    .





    //Cualquiera diría que nomás ando torturando a Hansel a lo wey-
    PERO! Let me cook boy, todo va a tener su sentido- Si es que consigo dárselo

    Noche perpetua, un cielo negro que se pierde más allá de la vista. Un campo de rosas, pétalos carmesí, gotas escarlatas que se extienden hasta el oscuro horizonte. Allí yace Hansel Russo, de rodillas en medio de estatuas grotescamente troceadas y con sus restos esparcidos de un lado a otro. Otra vez estaba ahí, en ese mundo odioso y onírico. Pero ésta vez era diferente, pues en una de sus manos se encuentra enredado un peculiar hilo rojizo. —Mi pequeño y miserable Hansel, ¿Sabes qué es eso?— Russo alzó la mirada con el ceño fruncido, odiaba con su alma aquella voz burlona y arrogante. Al verlo notó que el hilo pasa por el lado de ese monstruo y se extiende hasta más allá de noche perpetua. No supo que responder, por lo que guardó silencio. —Es una distracción, Hansel, eso es. En algún futuro tratara de hacerte olvidar tu glorioso propósito.— —¿Cuál propósito, sufrir hasta los ochenta?— —¡Exacto!— Russo apretó los dientes, mientras cerraba sus manos en puños que tiemblan de rabia. —Pero no te preocupes, mi pequeño y miserable Hansel. Sé perfectamente cómo arreglarlo. — Hansel Russo presenció como ese monstruo tomó el hilo rojo desde dos alejados extremos con sus negras zarpas. Él tiró del hilo, lo tensó y lo estiró. Pero en su último intento lo cortó, tuvo que usar tanta fuerza que hizo temblar a Noche perpetua. Por un segundo, exactamente uno, Hansel Russo sintió frío, sintió como una aguda punzada atravesó su corazón y lo obligó a detenerse en ese corto momento. Por alguna razón se sentía vacío, como si le faltara algo, sentía un frío totalmente ajeno al que provocaba Noche perpetua. El hilo rojo se contrajo hasta perderse en el cielo negro, mientras que la parte de Russo quedó colgando en aquellas negras zarpas. Su brillo rojizo estaba muriendo, cada vez se tornaba más y más opaco. —¿Qué... Qué hiciste?— Tartamudeó el confundido Russo, quien miraba sin entender nada. Mientras que el monstruo, él sonreía, mostraba sus puntiagudos dientes en una sonrisa retorcida y demencial. —Tenía que ver con algo del destino, una cosa sin importancia; Algo con encontrarse con alguien especial. — Su respuesta iba cargada con aquella burla, con aquella arrogancia que le recordaba a Russo la enorme diferencia entre un humano y un ente de ese tipo. —Hansel Russo, aquel que marqué para ser mi punto de conexión con el mundo terrenal. Tu propósito es dar a conocer mi existencia, por cualquier medio que sea necesario. — El hombre de la marcas sintió como el aire era despojado de sus pulmones, de una forma tan agresiva que lo hizo caer de cara entre las rosas carmesí. No importa cuánto intentara, el aire simplemente no volvía y de a poco perdía la conciencia. —Así como te salvé de que cobraran tu alma en ese mugroso departamento, o como hiciste hace años en ese hospital psiquiátrico. Noche perpetua debe ser conocido, luego mi nombre será revelado. — Y eso fue lo último que escuchó Russo, luego de eso se hundió en un profundo silencio entre aquel mar de sangre y pétalos. . . . //Cualquiera diría que nomás ando torturando a Hansel a lo wey- PERO! Let me cook boy, todo va a tener su sentido- Si es que consigo dárselo :STK-21:
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Él quería seguir enojado con ese hombre, pero simplemente no podía cuando era tan perfecto y detallista, mostrándole ese genuino interés y cuidado al detalle que tanto adoraba.

    —Maldita sea, es que así ni quien se moleste, que injusto~
    Él quería seguir enojado con ese hombre, pero simplemente no podía cuando era tan perfecto y detallista, mostrándole ese genuino interés y cuidado al detalle que tanto adoraba. —Maldita sea, es que así ni quien se moleste, que injusto~
    —Pues nada, limpiándose los dientes esta para quitar todo rastro de ratón, solo para complacer a ᴠᴀʟᴇɴᴛɪɴᴏ ʚ♡ɞ 𝓜𝑜𝓉𝒽𝓛𝓊𝓈𝓉 y son tres hileras arriba y tres abajo de dientes muy diferentes. Si polillita ya se podría dar con un canto en los dientes, nunca mejor dicho —
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  • Su segundo día de michi y podía estar satisfecho con la atención que había recibido hasta ahora, exceptuando que cierto perrote se lo quería comer y de la peor manera.

    Igualmente eso no opacaba que estaba a gusto, bostezando y estirándose, retozaría un poco más antes de tener que volver a ser un rey sufriendo en celo, porque si, seguía en celo aunque como gatito parecía no afectarle tanto.
    Su segundo día de michi y podía estar satisfecho con la atención que había recibido hasta ahora, exceptuando que cierto perrote se lo quería comer y de la peor manera. Igualmente eso no opacaba que estaba a gusto, bostezando y estirándose, retozaría un poco más antes de tener que volver a ser un rey sufriendo en celo, porque si, seguía en celo aunque como gatito parecía no afectarle tanto.
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  • Recostado en el suelo con algo de pereza (bastante), sabe que tiene que hacer su ficha, pero le da flojera...
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    No lo pude maullar, pero puede responder quien guste
    https://ficrol.com/posts/191220
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    Aquel demonio de cabellos rojos llevaba dos semanas en Japón, viviendo en el aeropuerto terminando en un hotel; al estar ya establecido decidió salir a caminar en las noches a recorrer la calles sin saber a dónde ir. Después de unas cuantas horas, se encontraba...
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