A primera hora juntó a todos sus capitanes y hombres de confianza, no importaba donde estuvieran, ni lo que hicieran, necesitaba de tener a todos reunidos en el enorme cuarto de guerra donde ya esperaba a todos.

La emperatriz vestía con la regalía de batalla, incluida su máscara, algo que sorprendió a todos los presentes, es como si estuviera en un llamado a la pelea y muchos temían que iba a ser el caso, un suceso que arruinaría la paz que habían tenido desde la llegada a aquel lugar.

— Nuestros astrólogos han identificado la presencia de movimientos en las estrellas, nuestros enemigos vienen en camino —

El cuarto se lleno de cuchicheos, todos aquellos presentes conocían de quien se trataban, otro Imperio, muy distinto a ellos, con grandes dioses y poderes que provenían de sus bendiciones, fieros guerreros, casi tan terribles como la propia emperatriz y peor aún, poseedores de un poder que les daba la ventaja en batalla contra cualquier guerrero de Nameia, una invocación poderosa que podía arrasar con facilidad el campo de batalla.

Los rostros de algunos mostraban preocupación, incluso un deje de miedo, pero ella, la emperatriz Nanjala golpeo con fuerza su armadura para provocar un estruendo poderoso que resonaba en la habitación.

— Bajaremos ¡ahora mismo! tomaremos las calles, entraremos a lo más profundo de Ravndal, ¡ encontraremos el Aparatus Imperiata ! ¡ LO OCUPAREMOS ! ¡ Y DESTRUIREMOS A NUESTROS ENEMIGOS ! —

Los hombres y mujeres presentes comienzan a golpear sus armaduras al son de la emperatriz, quien esta lista para la batalla, sabe que si sus oponentes llegan, podría significar el final de su búsqueda por el Aparatus Imperiata, misma que le llevó a ese planeta y específicamente, a aquella ciudad, el lugar donde anteriormente dominaba el antiguo dueño del objeto, un ser multiplanar conocido solamente como "El Emperador".

Físicamente, muestra templanza, valor, pero por dentro, por segunda vez en su vida tiene miedo, conoce al oponente y sabe que sus poderes solo pueden ser enfrentados con el Aparatus Imperiata, un objeto creado por el propio Primus para crear el orden, la maquinaría perfecta, aquella en la cuál toda la maquinaría de Nameia esta basada. Tenerla significaría alcanzar el poder de Primus y así podrían arrasar con cualquiera que se enfrente con ellos, incluso aquellos que usan magia quedarían sin defensa ante el poder del Aparatus Imperiata.

A primera hora juntó a todos sus capitanes y hombres de confianza, no importaba donde estuvieran, ni lo que hicieran, necesitaba de tener a todos reunidos en el enorme cuarto de guerra donde ya esperaba a todos. La emperatriz vestía con la regalía de batalla, incluida su máscara, algo que sorprendió a todos los presentes, es como si estuviera en un llamado a la pelea y muchos temían que iba a ser el caso, un suceso que arruinaría la paz que habían tenido desde la llegada a aquel lugar. — Nuestros astrólogos han identificado la presencia de movimientos en las estrellas, nuestros enemigos vienen en camino — El cuarto se lleno de cuchicheos, todos aquellos presentes conocían de quien se trataban, otro Imperio, muy distinto a ellos, con grandes dioses y poderes que provenían de sus bendiciones, fieros guerreros, casi tan terribles como la propia emperatriz y peor aún, poseedores de un poder que les daba la ventaja en batalla contra cualquier guerrero de Nameia, una invocación poderosa que podía arrasar con facilidad el campo de batalla. Los rostros de algunos mostraban preocupación, incluso un deje de miedo, pero ella, la emperatriz Nanjala golpeo con fuerza su armadura para provocar un estruendo poderoso que resonaba en la habitación. — Bajaremos ¡ahora mismo! tomaremos las calles, entraremos a lo más profundo de Ravndal, ¡ encontraremos el Aparatus Imperiata ! ¡ LO OCUPAREMOS ! ¡ Y DESTRUIREMOS A NUESTROS ENEMIGOS ! — Los hombres y mujeres presentes comienzan a golpear sus armaduras al son de la emperatriz, quien esta lista para la batalla, sabe que si sus oponentes llegan, podría significar el final de su búsqueda por el Aparatus Imperiata, misma que le llevó a ese planeta y específicamente, a aquella ciudad, el lugar donde anteriormente dominaba el antiguo dueño del objeto, un ser multiplanar conocido solamente como "El Emperador". Físicamente, muestra templanza, valor, pero por dentro, por segunda vez en su vida tiene miedo, conoce al oponente y sabe que sus poderes solo pueden ser enfrentados con el Aparatus Imperiata, un objeto creado por el propio Primus para crear el orden, la maquinaría perfecta, aquella en la cuál toda la maquinaría de Nameia esta basada. Tenerla significaría alcanzar el poder de Primus y así podrían arrasar con cualquiera que se enfrente con ellos, incluso aquellos que usan magia quedarían sin defensa ante el poder del Aparatus Imperiata.
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