• Se sostuvo de la pared a tiempo para no caer.
    Sus orejas abajo y el color rojizo tiñendo desde su espalda hasta el suelo, dejando un rastro por donde iba pasando.

    Sus garras arañaron el tapiz de la pared, dejando sus marcas, cuando el dolor punzante lo atacó de nuevo. Incluso su cuerpo tembló de forma inevitable.
    Jadeaba, más no de verdadero cansancio.
    Su garganta dolía por haber gritado y el pelaje de su rostro se encontraba húmedo. Sucio. Tal vez había llorado.
    Aunque lento, había llegado hasta su lugar de trabajo, el bar. No deseaba ir a la habitación donde probablemente estuvieran los niños. No así. Por suerte demasiado estúpidos de lastimaban borrachos y él contaba siempre con vendas por si acaso. Y esta vez, eran para él.

    Se sostuvo de la barra antes de dejarse caer de rodillas. Su cuerpo aún tembloroso mientras extendía una de sus manos hasta poder agarrar un paño que humedeció con un poco de alcohol.
    Aparentando los labios, tal vez incluso mordiéndose el inferior, cerró los ojos con fuerza y, como pudo, llevó el paño hasta su espalda. Allí, donde alguna vez estuvieron sus alas.
    El ardor le llegó enseguida en cuanto el paño se apoyó en las heridas. Mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar, pero aún así no se detuvo.

    Intentó limpiar cuánto pudo de sus heridas y limpiar la sangre de su pelaje.
    Finalmente tomó las vendas y se las envolvió desde el torso hasta llegar a envolver su espalda, las tiras de vendaje cruzando sus hombros para mantenerlas en su lugar hasta que hizo un nudo que aseguraría no se saldrían.
    Suspiró y se pasó una mano por el rostro. Ni siquiera quería ver cómo se veía, probablemente desastroso.
    Tomó la botella más fuerte que había allí detrás de la barra y bebió un largo trago antes de exhalar con cansancio. Pensando sus opciones, rebuscó entre sus cosas allí dispersas y, para su fortuna, encontró una camisa, aunque algo sucia, que allí había dejado una vez. No dudó en ponérsela. Prefería no asustar a sus hijos al ver sus vendajes.

    Una vez cambiado, se levantó. Aún con dificultad. Sus piernas aún temblaban por el dolor pero se obligó a ser fuerte.
    Había desaparecido dos días, ni siquiera le había avisado a Angel de lo emocionado que había estado por la invitación de Maxi. Era mejor ir a verle antes de que siguiera preocupado.
    Con dolorosa calma caminó hasta su habitación compartida, abriendo la puerta y encontrándose, para variar, como recibimiento al pequeño cerdito huyendo de los niños que ahora se escondía detrás de él.

    — ¡Papá! — Habían exclamado los pequeños al verle pero sus sonrisas se borraron rápidamente, bajando sus orejas, al ver su rostro algo desaliñado y la evidente falta de sus alas.
    Él sabía que lo notarían enseguida, pero en su mente ya había armado la excusa perfecta.

    Se agachó, poniéndose de cuclillas para recibir a sus hijos y estos vinieron enseguida a abrazarlo. Debió contenerse para disimular el dolor que sintió por eso.

    — ¿Papá, estás bien? ¿Dónde están tus alas? ¿Estuviste llorando? — Por supuesto, la más sensible, Lottery. Podía ver en ambos jóvenes rostros la preocupación y el miedo. Pero él no iba a permitir que sus hijos pasaran por el dolor de saber la verdad.

    — No, no. Sólo estoy cansado, nada que dormir no solucione — Respondió primero, besando la cabeza de ambos infantes y luego señaló detrás de él. El lugar donde las alas ya no estaban — ¿Esto? Es un truco de magia. Las hice desaparecer. No se lo esperaban, ¿Verdad? — Justificó, pudiendo ver en sus ojos la ilusión de la magia. Aquella expresión de asombro por los mágicos trucos que él solía hacerles para entretenerlos.

    Solo entonces volvió la mirada a la habitación, frunciendo el ceño confundido. Angel no estaba allí, tan solo la niñera que Maximilian solía usar para cuidar a sus pequeños, y si aún estaba allí, significaba que su prometido jamás había vuelto.
    Se levantó del suelo extrañado, dirigiendo la atención de vuelta a sus hijos.
    — Rummy, Lottie... ¿Dónde está papi? — Les preguntó antes de volver a mirar por la habitación, efectivamente, no estaba.
    Los niños se encogieron de hombros, de vuelta la angustia en sus rostros. Fue entonces cuando comprendió que Angel no había vuelto del trabajo.

    Bajó las orejas con expresión preocupada y corrió a buscar en la pequeña mesa de luz su celular que poco usaba. Fue entonces cuando se encontró con el mensaje de Angel Dust. Chasqueando la lengua con enfado antes de oír a sus hijos preguntar preocupados si algo le había pasado a su papi.
    No era el lugar ni el momento de ser tan evidente, por lo que volvió a disimular. No era actor, pero le resultaba sorprendente incluso a él lo bueno que se había vuelto tan solo por sus hijos.

    — No, no. Es solo que a Papi se le juntó más trabajo del que esperaba.... Iré a buscarlo. Vengan conmigo, los cuidará alguien hasta que vuelva. — Les contestó, extendiendo sus manos que cada niño tomó, aunque demoraron un poco por insistir en llevar a Nuggets con ellos, sosteniendo los pequeños su correa.
    Antes de salir de la habitación, volteó dirigiéndose a la niñera. Maxi tenía una magia incomprensible, incluso para él, pero en ese momento era lo que necesitaba. — Dile que me espere en la torre del reloj, o me encuentre con Lucifer. Necesito su ayuda. —

    Sin más que agregar, salió de la habitación. Caminaron en silencio hasta salir del hotel y más allá también, solo hasta detenerse en la entrada de un gran hogar, allí donde Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 vivía, los niños parecían confundidos pero él los calmó con suave voz.

    — No se preocupen. Él es su otro tío. Estarán bien —
    Se sostuvo de la pared a tiempo para no caer. Sus orejas abajo y el color rojizo tiñendo desde su espalda hasta el suelo, dejando un rastro por donde iba pasando. Sus garras arañaron el tapiz de la pared, dejando sus marcas, cuando el dolor punzante lo atacó de nuevo. Incluso su cuerpo tembló de forma inevitable. Jadeaba, más no de verdadero cansancio. Su garganta dolía por haber gritado y el pelaje de su rostro se encontraba húmedo. Sucio. Tal vez había llorado. Aunque lento, había llegado hasta su lugar de trabajo, el bar. No deseaba ir a la habitación donde probablemente estuvieran los niños. No así. Por suerte demasiado estúpidos de lastimaban borrachos y él contaba siempre con vendas por si acaso. Y esta vez, eran para él. Se sostuvo de la barra antes de dejarse caer de rodillas. Su cuerpo aún tembloroso mientras extendía una de sus manos hasta poder agarrar un paño que humedeció con un poco de alcohol. Aparentando los labios, tal vez incluso mordiéndose el inferior, cerró los ojos con fuerza y, como pudo, llevó el paño hasta su espalda. Allí, donde alguna vez estuvieron sus alas. El ardor le llegó enseguida en cuanto el paño se apoyó en las heridas. Mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar, pero aún así no se detuvo. Intentó limpiar cuánto pudo de sus heridas y limpiar la sangre de su pelaje. Finalmente tomó las vendas y se las envolvió desde el torso hasta llegar a envolver su espalda, las tiras de vendaje cruzando sus hombros para mantenerlas en su lugar hasta que hizo un nudo que aseguraría no se saldrían. Suspiró y se pasó una mano por el rostro. Ni siquiera quería ver cómo se veía, probablemente desastroso. Tomó la botella más fuerte que había allí detrás de la barra y bebió un largo trago antes de exhalar con cansancio. Pensando sus opciones, rebuscó entre sus cosas allí dispersas y, para su fortuna, encontró una camisa, aunque algo sucia, que allí había dejado una vez. No dudó en ponérsela. Prefería no asustar a sus hijos al ver sus vendajes. Una vez cambiado, se levantó. Aún con dificultad. Sus piernas aún temblaban por el dolor pero se obligó a ser fuerte. Había desaparecido dos días, ni siquiera le había avisado a Angel de lo emocionado que había estado por la invitación de Maxi. Era mejor ir a verle antes de que siguiera preocupado. Con dolorosa calma caminó hasta su habitación compartida, abriendo la puerta y encontrándose, para variar, como recibimiento al pequeño cerdito huyendo de los niños que ahora se escondía detrás de él. — ¡Papá! — Habían exclamado los pequeños al verle pero sus sonrisas se borraron rápidamente, bajando sus orejas, al ver su rostro algo desaliñado y la evidente falta de sus alas. Él sabía que lo notarían enseguida, pero en su mente ya había armado la excusa perfecta. Se agachó, poniéndose de cuclillas para recibir a sus hijos y estos vinieron enseguida a abrazarlo. Debió contenerse para disimular el dolor que sintió por eso. — ¿Papá, estás bien? ¿Dónde están tus alas? ¿Estuviste llorando? — Por supuesto, la más sensible, Lottery. Podía ver en ambos jóvenes rostros la preocupación y el miedo. Pero él no iba a permitir que sus hijos pasaran por el dolor de saber la verdad. — No, no. Sólo estoy cansado, nada que dormir no solucione — Respondió primero, besando la cabeza de ambos infantes y luego señaló detrás de él. El lugar donde las alas ya no estaban — ¿Esto? Es un truco de magia. Las hice desaparecer. No se lo esperaban, ¿Verdad? — Justificó, pudiendo ver en sus ojos la ilusión de la magia. Aquella expresión de asombro por los mágicos trucos que él solía hacerles para entretenerlos. Solo entonces volvió la mirada a la habitación, frunciendo el ceño confundido. Angel no estaba allí, tan solo la niñera que [Maxi8] solía usar para cuidar a sus pequeños, y si aún estaba allí, significaba que su prometido jamás había vuelto. Se levantó del suelo extrañado, dirigiendo la atención de vuelta a sus hijos. — Rummy, Lottie... ¿Dónde está papi? — Les preguntó antes de volver a mirar por la habitación, efectivamente, no estaba. Los niños se encogieron de hombros, de vuelta la angustia en sus rostros. Fue entonces cuando comprendió que Angel no había vuelto del trabajo. Bajó las orejas con expresión preocupada y corrió a buscar en la pequeña mesa de luz su celular que poco usaba. Fue entonces cuando se encontró con el mensaje de [Ange1Dust]. Chasqueando la lengua con enfado antes de oír a sus hijos preguntar preocupados si algo le había pasado a su papi. No era el lugar ni el momento de ser tan evidente, por lo que volvió a disimular. No era actor, pero le resultaba sorprendente incluso a él lo bueno que se había vuelto tan solo por sus hijos. — No, no. Es solo que a Papi se le juntó más trabajo del que esperaba.... Iré a buscarlo. Vengan conmigo, los cuidará alguien hasta que vuelva. — Les contestó, extendiendo sus manos que cada niño tomó, aunque demoraron un poco por insistir en llevar a Nuggets con ellos, sosteniendo los pequeños su correa. Antes de salir de la habitación, volteó dirigiéndose a la niñera. Maxi tenía una magia incomprensible, incluso para él, pero en ese momento era lo que necesitaba. — Dile que me espere en la torre del reloj, o me encuentre con Lucifer. Necesito su ayuda. — Sin más que agregar, salió de la habitación. Caminaron en silencio hasta salir del hotel y más allá también, solo hasta detenerse en la entrada de un gran hogar, allí donde [LuciHe11] vivía, los niños parecían confundidos pero él los calmó con suave voz. — No se preocupen. Él es su otro tío. Estarán bien —
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    Me shockea
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  • 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜𝐨𝐧𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐀𝐦𝐞𝐫𝐢𝐜𝐚𝐧𝐚.
    Fandom Harry Potter
    Categoría Romance
    STARTER PARA ───── 𝑸𝑼𝑬𝑬𝑵𝑰𝑬 𝐆𝐎𝐋𝐃𝐒𝐓𝐄𝐈𝐍


    Edificio Woolworth.
    Nueva York, Estados Unidos de América.

    El cómo había llegado hasta allí era una pregunta que llevaba planteándose incluso desde antes de que se iniciara su viaje. Sabía bien que debería dirigirse hacia el MACUSA para realizar un par de trámites que a él le parecían desde luego innecesarios.

    La seguridad se había extremado aquellos días dado el actual peligro en el mundo mágico. Las cosas no estaban tan bien como el Ministro aseguraba, y el pueblo lo sabía. ¿Cómo no saberlo?

    El Ministerio de Magia Británico también estaba al tanto del peligro que representaban aquellos que deseaban presentarse próximamente a las elecciones generales para liderar el mundo mágico. Grindelwald estaba entre ellos, y aunque la inmensa mayoría deseaba que gobernara puesto que sus ideales eran compartidos por gran parte de la comunidad mágica, sus ideas eran descabelladas para muchos. La pureza de la sangre, los no-mags (gente no mágica) y muchas otras cosas más tenían al mundo patas arriba. El miedo los dominaba, claro; era comprensible.

    Pero por suerte, Abraxas pertenecía a ese bando al que no le preocupaba lo que sucediera con los derechos de las personas no mágicas. La pureza de sangre siempre había existido en su familia, era parte de esa gran mayoría que apoyaba la causa. Aunque, para ser sinceros, a él poco le importaban esas luchas.

    Había oído hablar de Grindelwald y se había interesado en formar parte de sus filas. Dado su poder como cambiaformas, podría resultar de gran utilidad como espía. Cambiando su aspecto a voluntad —ya fuese un animal, una persona (incluyendo géneros diversos)—, Abraxas era capaz de adquirir la forma que quisiera en su propio beneficio.

    Su familia había apoyado y defendido con suma satisfacción su decisión de viajar hasta Nueva York para presentarse ante Grindelwald y servir a sus propósitos. Lo que en absoluto le apetecía era tener que presentarse al MACUSA y entregar toda aquella información sobre él.

    Allí todos lo observaban de cerca, su apellido era bien conocido y aunque, precisamente, una Lestrange trabajara para el Ministerio Británico de Magia como ayudante del Jefe del Departamento de Seguridad Mágica, el rostro de Abraxas ya despertaba ciertas sospechas de que sus intenciones podrían no llegar a ser las esperadas.

    —¿Queda algo más? ¿O ya puedo visitar su hermoso país? —preguntó, después de firmar el que creyó (y esperó) que fuese el último pergamino de permisos del MACUSA.
    —Oficina del permiso de varitas. Una planta más abajo.
    —¿Permiso de varitas?

    Pero la ventanilla del servicio en el que se encontraba se cerró de malas formas. Abraxas apretó los dientes, marcándose su mandíbula bajo los pómulos. Tragó saliva y removió sus cabellos, apartándolos de su rostro. Si había algo que no soportaba era que tocaran sus cosas, y su varita era tal vez lo más preciado que tenía en posesión. Podría resultar extraño que alguien se aferrara tanto a su varita, pero para él simbolizaba demasiado como para que un funcionario estúpido se dedicara a toquetearla sin más.

    De alguna forma era como que alguien toqueteara a tu esposa, a tu hija, y tú no pudieras hacer nada. Su varita era una extensión de sí mismo, una de sus fuentes de poder. Si alguien la tocaba con sus malditas manos podría apropiarse de ese poder o incluso mermarlo de alguna forma. No, no permitiría que nadie tocara su varita.

    Abraxas no era especialmente conocido por su buen comportamiento con respecto a la ley. Así que no tuvo que lidiar demasiado con la duda de si marcharse de allí sin presentar el último trámite o quedarse y ser un ciudadano ejemplar.

    Lestrange bajó, cruzó la entrada principal y en seguida alguien lo detuvo. Un tipo de uniforme policial llamó su atención. Era un sujeto corpulento, calvo y de piel más roja que blanca. En su camisa había restos del desayuno, migas de rosquilla. Y si se acercaba lo suficiente, su boca desprendería el olor del café que había ingerido horas antes.

    —Caballero.
    Abraxas se detuvo en seco, girándose.
    —La Oficina del permiso de varitas está por aquí.

    No era de extrañar que lo supiera. Allí todo el mundo lo sabía todo. La seguridad se había extremado y algo tan simple como revisar una varita parecía ser de especial importancia aquellos días. Menuda estupidez, pensó.

    Pero no pudo hacer mucho: el guardia lo llevó hasta la oficina y, para cuando quiso darse cuenta, estaba esperando para ser atendido.

    Su mirada repasó por completo todo el lugar y a las personas que allí se encontraban. No podía imaginarse a ninguna de ellas tocando su varita. ¿Deberían hacerlo? ¿Formaba acaso eso parte del procedimiento?

    —¿Sr. Lestrange? —preguntó una voz femenina tan dulce que logró confundirlo.

    Su mirada buscó en dirección a la voz, hacia su derecha. Una mujer rubia, con aspecto reluciente, aguardaba con una dulce sonrisa.

    —Sí.
    —Está en el lugar indicado. Venga conmigo.

    ¿Contigo?

    Lestrange volvió a mirar al resto de mesas; nadie allí se había levantado para recibir a nadie, así que supuso que era simplemente una funcionaria que se dedicaba a distribuir a los clientes a las mesas asignadas. Pero los pasos seguían avanzando y las mesas vacías se iban alejando. Entonces ella tomó asiento tras un escritorio. “Queenie Goldstein”, rezaba el cartel sobre la madera de roble.

    —Por favor, siéntese.

    Una sonrisa por cada palabra. Pero en el gesto de él no había ninguna sonrisa, sino más bien desconfianza; una evidente desconfianza y una clara incomodidad que ni siquiera se molestó en ocultar.

    —Tranquilo, no le robaré mucho tiempo, tan solo necesito un par de documentos y su varita. Será rápido, ya lo verá…
    —No voy a darle mi varita.

    Quizá aquella fue la primera vez en toda su vida que alguien se negaba a algo tan sencillo como mostrar su varita. Normalmente solían presentarse más molestos cuando les solicitaba que les entregara todos los documentos que eran necesarios, ¿pero aquello?

    La mirada de Abraxas se mantenía fija en los ojos de la bruja de manera severa. Bien sabía él que la cosa no se terminaba ahí, pero seguiría firme en su respuesta.
    STARTER PARA [L3GEREMENS] Edificio Woolworth. Nueva York, Estados Unidos de América. El cómo había llegado hasta allí era una pregunta que llevaba planteándose incluso desde antes de que se iniciara su viaje. Sabía bien que debería dirigirse hacia el MACUSA para realizar un par de trámites que a él le parecían desde luego innecesarios. La seguridad se había extremado aquellos días dado el actual peligro en el mundo mágico. Las cosas no estaban tan bien como el Ministro aseguraba, y el pueblo lo sabía. ¿Cómo no saberlo? El Ministerio de Magia Británico también estaba al tanto del peligro que representaban aquellos que deseaban presentarse próximamente a las elecciones generales para liderar el mundo mágico. Grindelwald estaba entre ellos, y aunque la inmensa mayoría deseaba que gobernara puesto que sus ideales eran compartidos por gran parte de la comunidad mágica, sus ideas eran descabelladas para muchos. La pureza de la sangre, los no-mags (gente no mágica) y muchas otras cosas más tenían al mundo patas arriba. El miedo los dominaba, claro; era comprensible. Pero por suerte, Abraxas pertenecía a ese bando al que no le preocupaba lo que sucediera con los derechos de las personas no mágicas. La pureza de sangre siempre había existido en su familia, era parte de esa gran mayoría que apoyaba la causa. Aunque, para ser sinceros, a él poco le importaban esas luchas. Había oído hablar de Grindelwald y se había interesado en formar parte de sus filas. Dado su poder como cambiaformas, podría resultar de gran utilidad como espía. Cambiando su aspecto a voluntad —ya fuese un animal, una persona (incluyendo géneros diversos)—, Abraxas era capaz de adquirir la forma que quisiera en su propio beneficio. Su familia había apoyado y defendido con suma satisfacción su decisión de viajar hasta Nueva York para presentarse ante Grindelwald y servir a sus propósitos. Lo que en absoluto le apetecía era tener que presentarse al MACUSA y entregar toda aquella información sobre él. Allí todos lo observaban de cerca, su apellido era bien conocido y aunque, precisamente, una Lestrange trabajara para el Ministerio Británico de Magia como ayudante del Jefe del Departamento de Seguridad Mágica, el rostro de Abraxas ya despertaba ciertas sospechas de que sus intenciones podrían no llegar a ser las esperadas. —¿Queda algo más? ¿O ya puedo visitar su hermoso país? —preguntó, después de firmar el que creyó (y esperó) que fuese el último pergamino de permisos del MACUSA. —Oficina del permiso de varitas. Una planta más abajo. —¿Permiso de varitas? Pero la ventanilla del servicio en el que se encontraba se cerró de malas formas. Abraxas apretó los dientes, marcándose su mandíbula bajo los pómulos. Tragó saliva y removió sus cabellos, apartándolos de su rostro. Si había algo que no soportaba era que tocaran sus cosas, y su varita era tal vez lo más preciado que tenía en posesión. Podría resultar extraño que alguien se aferrara tanto a su varita, pero para él simbolizaba demasiado como para que un funcionario estúpido se dedicara a toquetearla sin más. De alguna forma era como que alguien toqueteara a tu esposa, a tu hija, y tú no pudieras hacer nada. Su varita era una extensión de sí mismo, una de sus fuentes de poder. Si alguien la tocaba con sus malditas manos podría apropiarse de ese poder o incluso mermarlo de alguna forma. No, no permitiría que nadie tocara su varita. Abraxas no era especialmente conocido por su buen comportamiento con respecto a la ley. Así que no tuvo que lidiar demasiado con la duda de si marcharse de allí sin presentar el último trámite o quedarse y ser un ciudadano ejemplar. Lestrange bajó, cruzó la entrada principal y en seguida alguien lo detuvo. Un tipo de uniforme policial llamó su atención. Era un sujeto corpulento, calvo y de piel más roja que blanca. En su camisa había restos del desayuno, migas de rosquilla. Y si se acercaba lo suficiente, su boca desprendería el olor del café que había ingerido horas antes. —Caballero. Abraxas se detuvo en seco, girándose. —La Oficina del permiso de varitas está por aquí. No era de extrañar que lo supiera. Allí todo el mundo lo sabía todo. La seguridad se había extremado y algo tan simple como revisar una varita parecía ser de especial importancia aquellos días. Menuda estupidez, pensó. Pero no pudo hacer mucho: el guardia lo llevó hasta la oficina y, para cuando quiso darse cuenta, estaba esperando para ser atendido. Su mirada repasó por completo todo el lugar y a las personas que allí se encontraban. No podía imaginarse a ninguna de ellas tocando su varita. ¿Deberían hacerlo? ¿Formaba acaso eso parte del procedimiento? —¿Sr. Lestrange? —preguntó una voz femenina tan dulce que logró confundirlo. Su mirada buscó en dirección a la voz, hacia su derecha. Una mujer rubia, con aspecto reluciente, aguardaba con una dulce sonrisa. —Sí. —Está en el lugar indicado. Venga conmigo. ¿Contigo? Lestrange volvió a mirar al resto de mesas; nadie allí se había levantado para recibir a nadie, así que supuso que era simplemente una funcionaria que se dedicaba a distribuir a los clientes a las mesas asignadas. Pero los pasos seguían avanzando y las mesas vacías se iban alejando. Entonces ella tomó asiento tras un escritorio. “Queenie Goldstein”, rezaba el cartel sobre la madera de roble. —Por favor, siéntese. Una sonrisa por cada palabra. Pero en el gesto de él no había ninguna sonrisa, sino más bien desconfianza; una evidente desconfianza y una clara incomodidad que ni siquiera se molestó en ocultar. —Tranquilo, no le robaré mucho tiempo, tan solo necesito un par de documentos y su varita. Será rápido, ya lo verá… —No voy a darle mi varita. Quizá aquella fue la primera vez en toda su vida que alguien se negaba a algo tan sencillo como mostrar su varita. Normalmente solían presentarse más molestos cuando les solicitaba que les entregara todos los documentos que eran necesarios, ¿pero aquello? La mirada de Abraxas se mantenía fija en los ojos de la bruja de manera severa. Bien sabía él que la cosa no se terminaba ahí, pero seguiría firme en su respuesta.
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    Ya tengo la personalidad de lucifer va a ser una mezcla de lucifer de hh y cosmo de los padrinos mágicos
    Estúpidamente ingenuo, torpemente infantil sin comprender la complejidad de la vida pero con una gran lealtad a los que quiere son quitarle el hecho de que ve estúpida la redención y que comienza a cuestionar si debió fue haber adoptado una hija en vez fe haber creado a Charlie que parece un clon suyo pero con ideas más pendejas (?
    Ya tengo la personalidad de lucifer va a ser una mezcla de lucifer de hh y cosmo de los padrinos mágicos Estúpidamente ingenuo, torpemente infantil sin comprender la complejidad de la vida pero con una gran lealtad a los que quiere son quitarle el hecho de que ve estúpida la redención y que comienza a cuestionar si debió fue haber adoptado una hija en vez fe haber creado a Charlie que parece un clon suyo pero con ideas más pendejas (?
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    ✦⥈ 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗’𝖘 𝕯𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖈 𝕯è𝖊𝖘𝖘𝖊 𝕴𝖓𝖋𝖊𝖗𝖓𝖆𝖑 𝕲𝖑𝖆𝖒𝖔𝖚𝖗 ⥈✦

    ✧ 𝑵𝑶𝑻𝑨 𝑶𝑭𝑰𝑪𝑰𝑨𝑳 – 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒄𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆 ✧
    Modelos Estelares:
    ✦ 𝕳𝖊𝖓𝖗𝖞 𝕲𝖗𝖎𝖒𝖒𝖙𝖆𝖊𝖑 𝕵𝖆𝖊𝖌𝖊𝖗𝖏𝖆𝖖𝖚𝖊𝖟 𝕭𝖑𝖆𝖈𝖐 — Lord of the Night
    ✦ 𝕾𝖆𝖘𝖍𝖆 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗 — Siren of the Shadows

    ✦❖ ✦ 𝑷𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂: 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝑳𝒊𝒏𝒆𝒂𝒈𝒆 – 𝑫𝒖𝒂𝒍 𝑶𝒇 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 & 𝑭𝒍𝒂𝒎𝒆𝒔 ✦❖ ✦

    Bajo la luz carmesí y la energía arcana que caracteriza al linaje Ishtar, nuestros dos emblemas visuales protagonizan una portada que trasciende lo estético para convertirse en mitología viva.

    La unión de Henry, soberano nocturno de aura indomable, y Sasha, sirena de sombras y deseo abisal, enciende la temática central de esta edición:
    𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘯𝘤𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘳𝘪𝘮𝘴𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘭 𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰 𝘐𝘴𝘩𝘵𝘢𝘳.

    🜂 Detalles Destacados de la Edición
    ✦ ❝Crimson Pact: A Love Born in Fire❞
    Una mirada candente al pacto simbólico entre las dos entidades más poderosas del linaje.

    ✦ ❝Amiythyst Embrace – Secrets of the Bloodline❞
    Un reportaje profundo sobre los secretos y la herencia mística de su unión.

    ✦ Entrevista Exclusiva: ❝Hearts Unlensed❞
    Una conversación íntima donde ambos revelan emociones, historia y lo que significa amar en la penumbra.

    𝑨𝒆𝒔𝒕𝒉𝒆𝒕𝒊𝒄 & 𝑽𝒊𝒔𝒖𝒂𝒍 𝑻𝒉𝒆𝒎𝒆
    ✦ Gótico aristocrático con trazos infernales.
    ✦ Iluminación ritual carmesí.
    ✦ Oscuridad elegante coronada por destellos mágicos.
    ✦ La química entre ambos es la protagonista absoluta.

    🜁 𝑹𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑨𝒈𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂
    La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour expresa su orgullo absoluto por esta portada que redefine la estética infernal y proyecta el linaje Ishtar a nuevas alturas.

    Henry Black y Sasha Ishtar consolidan una vez más su supremacía visual como los reyes del glamour abisal.

    🜸 “𝒆𝒍 𝒍𝒊𝒏𝒂𝒋𝒆 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂… 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒔𝒆 𝒕𝒆𝒎𝒆, 𝒔𝒆 𝒂𝒅𝒎𝒊𝒓𝒂.” 🜸

    — Monarcas de Sangre y Sombra”
    ✦⥈ 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗’𝖘 𝕯𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖈 𝕯è𝖊𝖘𝖘𝖊 𝕴𝖓𝖋𝖊𝖗𝖓𝖆𝖑 𝕲𝖑𝖆𝖒𝖔𝖚𝖗 ⥈✦ ✧ 𝑵𝑶𝑻𝑨 𝑶𝑭𝑰𝑪𝑰𝑨𝑳 – 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒄𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆 ✧ ⭐ Modelos Estelares: ✦ 𝕳𝖊𝖓𝖗𝖞 𝕲𝖗𝖎𝖒𝖒𝖙𝖆𝖊𝖑 𝕵𝖆𝖊𝖌𝖊𝖗𝖏𝖆𝖖𝖚𝖊𝖟 𝕭𝖑𝖆𝖈𝖐 — Lord of the Night ✦ 𝕾𝖆𝖘𝖍𝖆 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗 — Siren of the Shadows ✦❖ ✦ 𝑷𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂: 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝑳𝒊𝒏𝒆𝒂𝒈𝒆 – 𝑫𝒖𝒂𝒍 𝑶𝒇 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 & 𝑭𝒍𝒂𝒎𝒆𝒔 ✦❖ ✦ Bajo la luz carmesí y la energía arcana que caracteriza al linaje Ishtar, nuestros dos emblemas visuales protagonizan una portada que trasciende lo estético para convertirse en mitología viva. La unión de Henry, soberano nocturno de aura indomable, y Sasha, sirena de sombras y deseo abisal, enciende la temática central de esta edición: 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘯𝘤𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘳𝘪𝘮𝘴𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘭 𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰 𝘐𝘴𝘩𝘵𝘢𝘳. 🜂 Detalles Destacados de la Edición ✦ ❝Crimson Pact: A Love Born in Fire❞ Una mirada candente al pacto simbólico entre las dos entidades más poderosas del linaje. ✦ ❝Amiythyst Embrace – Secrets of the Bloodline❞ Un reportaje profundo sobre los secretos y la herencia mística de su unión. ✦ Entrevista Exclusiva: ❝Hearts Unlensed❞ Una conversación íntima donde ambos revelan emociones, historia y lo que significa amar en la penumbra. 🔱 𝑨𝒆𝒔𝒕𝒉𝒆𝒕𝒊𝒄 & 𝑽𝒊𝒔𝒖𝒂𝒍 𝑻𝒉𝒆𝒎𝒆 ✦ Gótico aristocrático con trazos infernales. ✦ Iluminación ritual carmesí. ✦ Oscuridad elegante coronada por destellos mágicos. ✦ La química entre ambos es la protagonista absoluta. 🜁 𝑹𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑨𝒈𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour expresa su orgullo absoluto por esta portada que redefine la estética infernal y proyecta el linaje Ishtar a nuevas alturas. Henry Black y Sasha Ishtar consolidan una vez más su supremacía visual como los reyes del glamour abisal. 🜸 “𝒆𝒍 𝒍𝒊𝒏𝒂𝒋𝒆 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂… 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒔𝒆 𝒕𝒆𝒎𝒆, 𝒔𝒆 𝒂𝒅𝒎𝒊𝒓𝒂.” 🜸 — Monarcas de Sangre y Sombra”
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  • La Verdad nunca es justa

    Hoy mi hermana Elisabeth Turner y yo hemos comido en casa de madre Lillith Swan , en su jardín planto un árbol mágico que esta conectado con el mundo de los brujos.
    Cada una vamos a llevar nuestras escobas para llegar hasta donde residen las tías es volando, saben que vamos a visitarlas.
    La Verdad nunca es justa Hoy mi hermana [Turney_thcx] y yo hemos comido en casa de madre [CxLillith] , en su jardín planto un árbol mágico que esta conectado con el mundo de los brujos. Cada una vamos a llevar nuestras escobas para llegar hasta donde residen las tías es volando, saben que vamos a visitarlas.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    //Lo más mágico de conservarle la historia que tenía a MI Vox, es que se comió al Vox de esa dimensión, por qué lo vio maltratar a Valentino. Y ahora con más razón que nunca
    //Lo más mágico de conservarle la historia que tenía a MI Vox, es que se comió al Vox de esa dimensión, por qué lo vio maltratar a Valentino. Y ahora con más razón que nunca :STK-18:
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  • 𝐋a herida en su vientre se había convertido en una marca sobre su piel, que le recordaba que el peligro aumentaba sus fuerzas en cada batalla y que ella aún era una joven inexperta. Ya estaba recuperada, no podía seguir posponiendo lo inevitable; debía enfrentar los numerosos miedos que despertaban con la simple idea de pensar que debía usar su poder.

    𝐄sa tarde, después de ayudar a Kazuo con sus tareas, ambos caminaron juntos hacia el bosque. Los rayos del sol se filtraban entre las copas frondosas; ya secas por el otoño, luchando contra la brisa fresca que erizaba la piel. Las flores que se resistían a morir dejaban caer sus pétalos en una danza repetitiva y suave: algunos reposaban sobre el suelo, otros caían sobre sus hombros o entre sus cabellos rojizos como pequeñas bendiciones del bosque. Había algo mágico en ese lugar, algo que ella, con su instinto sagaz, aprovecharía.

    —𝐄s tan bonito y relajante que dan ganas de tomar una siesta bajo este árbol… ¿no lo crees? —Comentó con una sonrisa traviesa, dando pequeños saltitos para mantener el ritmo junto a su mentor, cuya altura le permitía avanzar con pasos largos mientras ella hacía un esfuerzo adorable por alcanzarlo.

    𝐋uego dio un pequeño giro sobre sí misma, y sin pensarlo demasiado, se dejó caer boca arriba sobre el suelo. Extendió los brazos a ambos lados, como quien se rinde ante la belleza del momento y simplemente respira. Sus cabellos rojizos, vivos como el fuego que dormía en su interior, se esparcieron por el césped como raíces encendidas.

    𝐀lzó la mirada y encontró los ojos de su mentor; los suyos, dorados y cálidos, lo observaban con esa mezcla de inocencia y determinación tan propia de ella. Y en sus labios floreció una sonrisa amplia, espontánea, casi infantil que intentaba ocultar sus verdaderas intenciones.

    Kazuo
    𝐋a herida en su vientre se había convertido en una marca sobre su piel, que le recordaba que el peligro aumentaba sus fuerzas en cada batalla y que ella aún era una joven inexperta. Ya estaba recuperada, no podía seguir posponiendo lo inevitable; debía enfrentar los numerosos miedos que despertaban con la simple idea de pensar que debía usar su poder. 𝐄sa tarde, después de ayudar a Kazuo con sus tareas, ambos caminaron juntos hacia el bosque. Los rayos del sol se filtraban entre las copas frondosas; ya secas por el otoño, luchando contra la brisa fresca que erizaba la piel. Las flores que se resistían a morir dejaban caer sus pétalos en una danza repetitiva y suave: algunos reposaban sobre el suelo, otros caían sobre sus hombros o entre sus cabellos rojizos como pequeñas bendiciones del bosque. Había algo mágico en ese lugar, algo que ella, con su instinto sagaz, aprovecharía. —𝐄s tan bonito y relajante que dan ganas de tomar una siesta bajo este árbol… ¿no lo crees? —Comentó con una sonrisa traviesa, dando pequeños saltitos para mantener el ritmo junto a su mentor, cuya altura le permitía avanzar con pasos largos mientras ella hacía un esfuerzo adorable por alcanzarlo. 𝐋uego dio un pequeño giro sobre sí misma, y sin pensarlo demasiado, se dejó caer boca arriba sobre el suelo. Extendió los brazos a ambos lados, como quien se rinde ante la belleza del momento y simplemente respira. Sus cabellos rojizos, vivos como el fuego que dormía en su interior, se esparcieron por el césped como raíces encendidas. 𝐀lzó la mirada y encontró los ojos de su mentor; los suyos, dorados y cálidos, lo observaban con esa mezcla de inocencia y determinación tan propia de ella. Y en sus labios floreció una sonrisa amplia, espontánea, casi infantil que intentaba ocultar sus verdaderas intenciones. [8KazuoAihara8]
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    Pʀɪᴍᴜs Mᴀʟᴇғɪᴄᴀʀɪᴜᴍ . ☨ ─────── 〘 C O M U N I Ó N 〙


    ──── En medio de la absoluta oscuridad, una perfecta línea recta de luz se formó sobre el suelo, proyectándose lentamente en un rectángulo junto con el lento avance de la Luna, derramando su platinar sobre la silueta de una mujer, misma que yacía de rodillas, sentada sobre sus talones, y con las palmas descansando sobre sus muslos, en la tradicional postura seiza que mantenía con entera calma y solemnidad.

    El aroma a copal dominaba el ambiente, cargado gentilmente por los haces de humo que se desprendían de los numerosos inciensos repartidos en cuencos ornamentales a ambos costados de la habitación, mismos que la circundaban y envolvían.

    Brillando en la penumbra, a momentos, los pequeños destellos de las brasas lucían como ojos que se centraban en ella y le observaban en todo momento, justo en medio del suelo de la habitación que yacía adornado por un grotesco círculo mágico; el carmín rojo y seco de los trazos delatando la naturaleza del material con el que había sido pintado.

    Sathôna alzó el rostro hacía el enorme ventanal que tenía al frente y por donde aquella cascada de luz de plata caía, con los ojos cerrados y en pleno trance, entreabriendo los labios para dejar escapar de su boca una humareda negra más pesada que el aire, misma que caía por las comisuras de sus labios y su mentón.

    Su figura se impregnaba de las estelas de aquella pesada y opresiva energía, que, para ella en su haber, se sentía ligera y le llenaba de un vigor que resultaba contradictoriamente lacerante; cada corte cicatrizado, cada magulladura aliviada y cada fractura enmendada volvían a derramar los vestigios del punzante calvario por el que el dolor la había hecho pasar.

    No había momento en el cual se sintiera más viva que cuando se sumergía en aquel baño de lamentación, de penosa meditación, al comulgar con Marchosias. Aquella noche, fue distinto. El sufrimiento era el alimento primordial de su alma, misma que lo alquimizaba en ira, de la más pura y tórrida que su corazón pudiese sostener.

    Pero esta vez, hubo algo más: Claridad. Una fresca, afilada y envolvente claridad.

    La bruja morena entreabrió los párpados, y a la par, sus labios se cerraron, no sin antes relamer los remanentes de aquella oscuridad que quedaban sobre los mismos. Pronto, su boca se curvó, y emergiendo del éxtasis, sonrió ante el altar que tenía al frente──una exquisita estatuilla de mediano tamaño tallada en mármol negro, representando a humanos, demonios y ángeles, todos encimados sobre los otros, desesperados, escalando por alcanzar el precioso reloj de arena blanca colocado al centro.

    —La mente y el tiempo tienen algo en común; ambos son excelentes sirvientes, pero pésimos gobernantes. —En reflexión, se estiró para tomar aquel reloj de arena y así girarlo sobre sí mismo, comenzando la cuenta atrás. ¿O sería hacía adelante? Pasado o futuro. ¿Qué más da?

    —Será porque ambos coinciden en un único punto de inflexión, tan crítico como sencillo; la perspectiva. El tiempo se diluye o se concentra, se comprime o se alarga, dependiendo del contexto y la subjetividad, dependiendo de la energía del observador. Y la mente es el prisma perfecto para purificar y concentrar la intención en la percepción, y así volverla luz, u oscuridad.

    Los largos dedos de Sathôna acariciaron la curvatura del anticuado reloj, a momentos tamborileando sobre el cristal, para provocar un tintineo cristalino y melódico con sus largas uñas, mientras observaba la arena fluir y caer. ¿O es que también a momentos parecía regresar a donde estaba?

    —Cada mente es un prisma, con sus propios relieves, y sus propias reglas. Su propio potencial. Y, aun así, nada ni nadie puede existir si no es observado en todo momento, si su existencia no es reconocida en el ahora de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, por algo que no sea ellos mismos.

    Una mirada llena de añoranza brilló en los ojos de la mujer, que ahora descansaban su mirar sobre el astro plateado. Calma y resignación le llenaron el corazón, como quien asume que se encuentra en un lugar de donde no puede escapar, aún cuando conoce la salida.

    Súbitamente, aquella mano con la que acariciaba el ornamental reloj tomó el mismo de forma brusca y arrebatada para apretarlo entre sus dedos, reventando cristal y madera como si fuesen ramillas secas.

    Sangre negra emanó de sus heridas, mezclándose con la arena, profanándola, y cayendo sobre la estatuilla, quemando cuál ácido los rostros angustiados de ángeles, hombres y demonios por igual.

    — … Ahora lo único que queda, es detener el tiempo.


    Ambiance: https://youtu.be/ObgtjX98Lpw
    Pʀɪᴍᴜs Mᴀʟᴇғɪᴄᴀʀɪᴜᴍ . ☨ ─────── 〘 C O M U N I Ó N 〙 ──── En medio de la absoluta oscuridad, una perfecta línea recta de luz se formó sobre el suelo, proyectándose lentamente en un rectángulo junto con el lento avance de la Luna, derramando su platinar sobre la silueta de una mujer, misma que yacía de rodillas, sentada sobre sus talones, y con las palmas descansando sobre sus muslos, en la tradicional postura seiza que mantenía con entera calma y solemnidad. El aroma a copal dominaba el ambiente, cargado gentilmente por los haces de humo que se desprendían de los numerosos inciensos repartidos en cuencos ornamentales a ambos costados de la habitación, mismos que la circundaban y envolvían. Brillando en la penumbra, a momentos, los pequeños destellos de las brasas lucían como ojos que se centraban en ella y le observaban en todo momento, justo en medio del suelo de la habitación que yacía adornado por un grotesco círculo mágico; el carmín rojo y seco de los trazos delatando la naturaleza del material con el que había sido pintado. Sathôna alzó el rostro hacía el enorme ventanal que tenía al frente y por donde aquella cascada de luz de plata caía, con los ojos cerrados y en pleno trance, entreabriendo los labios para dejar escapar de su boca una humareda negra más pesada que el aire, misma que caía por las comisuras de sus labios y su mentón. Su figura se impregnaba de las estelas de aquella pesada y opresiva energía, que, para ella en su haber, se sentía ligera y le llenaba de un vigor que resultaba contradictoriamente lacerante; cada corte cicatrizado, cada magulladura aliviada y cada fractura enmendada volvían a derramar los vestigios del punzante calvario por el que el dolor la había hecho pasar. No había momento en el cual se sintiera más viva que cuando se sumergía en aquel baño de lamentación, de penosa meditación, al comulgar con Marchosias. Aquella noche, fue distinto. El sufrimiento era el alimento primordial de su alma, misma que lo alquimizaba en ira, de la más pura y tórrida que su corazón pudiese sostener. Pero esta vez, hubo algo más: Claridad. Una fresca, afilada y envolvente claridad. La bruja morena entreabrió los párpados, y a la par, sus labios se cerraron, no sin antes relamer los remanentes de aquella oscuridad que quedaban sobre los mismos. Pronto, su boca se curvó, y emergiendo del éxtasis, sonrió ante el altar que tenía al frente──una exquisita estatuilla de mediano tamaño tallada en mármol negro, representando a humanos, demonios y ángeles, todos encimados sobre los otros, desesperados, escalando por alcanzar el precioso reloj de arena blanca colocado al centro. —La mente y el tiempo tienen algo en común; ambos son excelentes sirvientes, pero pésimos gobernantes. —En reflexión, se estiró para tomar aquel reloj de arena y así girarlo sobre sí mismo, comenzando la cuenta atrás. ¿O sería hacía adelante? Pasado o futuro. ¿Qué más da? —Será porque ambos coinciden en un único punto de inflexión, tan crítico como sencillo; la perspectiva. El tiempo se diluye o se concentra, se comprime o se alarga, dependiendo del contexto y la subjetividad, dependiendo de la energía del observador. Y la mente es el prisma perfecto para purificar y concentrar la intención en la percepción, y así volverla luz, u oscuridad. Los largos dedos de Sathôna acariciaron la curvatura del anticuado reloj, a momentos tamborileando sobre el cristal, para provocar un tintineo cristalino y melódico con sus largas uñas, mientras observaba la arena fluir y caer. ¿O es que también a momentos parecía regresar a donde estaba? —Cada mente es un prisma, con sus propios relieves, y sus propias reglas. Su propio potencial. Y, aun así, nada ni nadie puede existir si no es observado en todo momento, si su existencia no es reconocida en el ahora de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, por algo que no sea ellos mismos. Una mirada llena de añoranza brilló en los ojos de la mujer, que ahora descansaban su mirar sobre el astro plateado. Calma y resignación le llenaron el corazón, como quien asume que se encuentra en un lugar de donde no puede escapar, aún cuando conoce la salida. Súbitamente, aquella mano con la que acariciaba el ornamental reloj tomó el mismo de forma brusca y arrebatada para apretarlo entre sus dedos, reventando cristal y madera como si fuesen ramillas secas. Sangre negra emanó de sus heridas, mezclándose con la arena, profanándola, y cayendo sobre la estatuilla, quemando cuál ácido los rostros angustiados de ángeles, hombres y demonios por igual. — … Ahora lo único que queda, es detener el tiempo. Ambiance: https://youtu.be/ObgtjX98Lpw
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  • Nuestra Boda 💒
    Fandom El que sea
    Categoría Romance
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia.

    Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar.
    Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados.

    Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia. Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar. Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados. Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
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  • ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦

    En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba.

    Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?.

    Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?"

    Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!"

    Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia."

    Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos."

    Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente.

    Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…"

    Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…"

    Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…"

    Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-"

    Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco.

    Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO."

    Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1)

    Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto."

    Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2).

    Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…"

    Zack (3): "─ Bien…"

    Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
    ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦ En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba. Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?. Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?" Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!" Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia." Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos." Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente. Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…" Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…" Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…" Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-" Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco. Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO." Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1) Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto." Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2). Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…" Zack (3): "─ Bien…" Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
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