• Reino de Lys, Capítulo #3: La era dorada; el imperio del clan D'Lys.

    Ya establecido como un gran imperio, Lys, ahora conocido como el gran imperio D'Lys, gobernado por emperadores descendientes del padre rey Charlemagne, paró su expansión al llegar a la costa de las lágrimas, al este central del continente de Astra, sobre el territorio que alguna vez le perteneció a Stella, el imperio rojo del que descendía nuestro emperador padre, haciendo frontera con las heladas tierras de Krassny, el imperio gélido, creando una gran extensión de tierra y con muchas subculturas que se criaron bajo la cálida mirada de nuestros emperadores, que honraban la mentalidad y filosofía de nuestro padre emperador; "Fraternidad, Libertad, Equidad"; se escribiría una carta magna donde se tendría claras las obligaciones de los emperadores, los políticos a su servicio y de los ciudadanos bajo su cuidado, de modo que ninguno ejerciera un poder absoluto y déspota. Creamos Golems constructores, tenderos, obreros, jornaleros y demás para atender nuestras necesidades y hasta se formaron cuerpos de policía para proteger a nuestra gente y mantener la paz entre la población. Ya pasadas las guerras y habiendo dejado claro a nuestros pocos vecinos restantes cuan poderoso es el gran imperio D'Lys, vivimos una época dorada donde incluso el más humilde campesino rara vez pasaba hambre o frío, había toda clase de servicios como luz, gas, agua y drenaje, y todos podían escuchar música desde radios, ver televisión para enterarse de noticias y ver películas, asistir al cinematógrafo para ver representaciones de nuestra historia, cuentos tradicionales llevados a la realidad, así como prensa para mantener a la población informada. Éramos civilizados en un mundo salvaje... todo un sueño Lysiano.
    Reino de Lys, Capítulo #3: La era dorada; el imperio del clan D'Lys. Ya establecido como un gran imperio, Lys, ahora conocido como el gran imperio D'Lys, gobernado por emperadores descendientes del padre rey Charlemagne, paró su expansión al llegar a la costa de las lágrimas, al este central del continente de Astra, sobre el territorio que alguna vez le perteneció a Stella, el imperio rojo del que descendía nuestro emperador padre, haciendo frontera con las heladas tierras de Krassny, el imperio gélido, creando una gran extensión de tierra y con muchas subculturas que se criaron bajo la cálida mirada de nuestros emperadores, que honraban la mentalidad y filosofía de nuestro padre emperador; "Fraternidad, Libertad, Equidad"; se escribiría una carta magna donde se tendría claras las obligaciones de los emperadores, los políticos a su servicio y de los ciudadanos bajo su cuidado, de modo que ninguno ejerciera un poder absoluto y déspota. Creamos Golems constructores, tenderos, obreros, jornaleros y demás para atender nuestras necesidades y hasta se formaron cuerpos de policía para proteger a nuestra gente y mantener la paz entre la población. Ya pasadas las guerras y habiendo dejado claro a nuestros pocos vecinos restantes cuan poderoso es el gran imperio D'Lys, vivimos una época dorada donde incluso el más humilde campesino rara vez pasaba hambre o frío, había toda clase de servicios como luz, gas, agua y drenaje, y todos podían escuchar música desde radios, ver televisión para enterarse de noticias y ver películas, asistir al cinematógrafo para ver representaciones de nuestra historia, cuentos tradicionales llevados a la realidad, así como prensa para mantener a la población informada. Éramos civilizados en un mundo salvaje... todo un sueño Lysiano.
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  • A la entrada del poblado, la líder de la aldea aguardaría con el peso de la preocupación sobre sus hombros. Había enviado un mensaje cargado de urgencia a quien solo conocía por rumores: una viajera, una sombra errante que

    comprendía lo inexplicable.

    Desde el sendero cubierto de escarcha emergía la figura esperada. Una mujer de andar sereno, el cabello negro le caía sobre los hombros, ondeando suavemente con la brisa. Sus ojos recorrerían el entorno con una calma extraña.

    La anciana, en su sabiduría, se acercaría con cautela.
    —Gracias por venir —susurraría, temiendo romper el aire quieto—. No sabemos qué ocurre. La aldea ha sido devorada por el silencio. Adultos y niños ya no hablan, los animales y la montaña han enmudecido… No sabemos qué hacer.

    La forastera permanecería en silencio unos segundos, como si escuchara algo más allá de lo que los demás podían percibir. Asintió sin pronunciar palabra, y comenzaría a recorrer la aldea y a examinar a los afectados. De su caja de madera extrajo una especie de otoscopio tallado, y uno a uno revisó los oídos de los aldeanos. En cada uno de ellos hallaría la misma huella: una sustancia verde amarillenta, viscosa, que brillaba débilmente en la penumbra.

    Frunció el ceño.
    —Se trata de una criatura que se alimenta del... sonido.

    Sin perder tiempo, pidió agua tibia mientras ella sacaba unos triángulos de papel que envolvían un polvo blanco. Mezclaría ambos en una taza y lo vertería en el oído del hombre.

    Lentamente, como si una venda invisible se deshiciera, el opresivo silencio comenzaría a desvanecerse. Las personas afectadas y los familiares estaban sorprendidos.

    —Es sal... Estas criaturas no la soportan.

    Así fue como ordenó que los afectados mojaran sus oídos, y rociaran las casas para evitar futuras afecciones.

    Cuando la calma regresó de forma frágil, la anciana se acercaría a la recién llegada, con la mirada baja y la voz casi quebrada.
    —Gracias… pero hay algo más. No podía decirlo antes. Mi nieta… está enferma. La he mantenido oculta. Sus padres murieron… por lo mismo.

    La mujer de cabello negro la observaría con gravedad y asintió. La anciana la guiaría a una cabaña apartada, donde la niña, frágil y temblorosa, permanecía acurrucada en un rincón oscuro.
    La visitante se arrodillaría frente a ella, y vería sus cuernos pequeños, lo cual la llevaría a examinar más, sobre todo porque los oídos contenían la misma sustancia viscosa, resplandeciente y pegajosa.

    Suspiró muy lentamente. Sabía lo que aquello significaba. La nueva criatura se alimentaba del silencio absoluto que provocó la otra, y no había cura conocida, solo la muerte.

    La anciana habló. —Antes de que mi hija muriera, sus cuernos desaparecieron días antes de irse de este mundo.

    —Una grieta en lo inevitable. Las personas mueren al siguiente invierno tras empezar los síntomas. —Dijo pensativa.

    La mujer mayor se asustó, aún ya sabiéndolo. Pero rápidamente caería en la aceptación. La curandera, en cambio, tenía muchas dudas y pocas respuestas.

    Sin más demora, la errante pediría permiso y se internaría sola en el oscuro bosque. Caminó lejos de la aldea, hasta que el aire se volvió más liviano. Al alzar la mirada, los vio: diminutos destellos de luz adheridos en las copas de los árboles. Eran hermosos.

    La pelinegra se detuvo. Cerró los ojos y permitió que aquellos seres etéreos se deslizaran suavemente en sus oídos.

    Pero no estaba sola. La niña la había seguido a escondidas, arrastrada por la curiosidad y el miedo. Al percatarse, la mujer hablaría con voz serena.

    —Acércate. Tápame los oídos.

    La pequeña titubeó, pero obedeció. Cubriría sus oídos con manos temblorosas. Entonces, un sonido sordo retumbaría, y la sustancia viscosa fue expulsada violentamente de los oídos de la extranjera, como si algo hubiese sido arrancado.

    La mujer abrió los ojos, comprendiendo.

    Sin perder tiempo, regresaron a la aldea. Frente a la anciana, la forastera elevaría sus manos y las colocaría suavemente sobre los oídos de la niña. La reacción fue inmediata. La sustancia verde amarillenta salió despedida, deslizándose como un eco roto. Y los cuernos cayeron sobre los muslos de la infante.

    La líder del poblado observó, atónita. —¿Está… curada?
    La mujer asintió. —No soportan el ruido interior que provoca otra persona, solo el del huésped.

    La anciana abrazaría a su nieta. —¿Cómo puedo pagarte?
    La curandera señalaría los cuernos. —Únicamente esto.

    La niña, con iniciativa, se los entregaría personalmente agradecida, y la viajera los guardaría en una cajita de madera.

    Era un precio muy pequeño. Pero por primera vez en días, el aire vibraba débilmente con el sonido de un suspiro.
    A la entrada del poblado, la líder de la aldea aguardaría con el peso de la preocupación sobre sus hombros. Había enviado un mensaje cargado de urgencia a quien solo conocía por rumores: una viajera, una sombra errante que comprendía lo inexplicable. Desde el sendero cubierto de escarcha emergía la figura esperada. Una mujer de andar sereno, el cabello negro le caía sobre los hombros, ondeando suavemente con la brisa. Sus ojos recorrerían el entorno con una calma extraña. La anciana, en su sabiduría, se acercaría con cautela. —Gracias por venir —susurraría, temiendo romper el aire quieto—. No sabemos qué ocurre. La aldea ha sido devorada por el silencio. Adultos y niños ya no hablan, los animales y la montaña han enmudecido… No sabemos qué hacer. La forastera permanecería en silencio unos segundos, como si escuchara algo más allá de lo que los demás podían percibir. Asintió sin pronunciar palabra, y comenzaría a recorrer la aldea y a examinar a los afectados. De su caja de madera extrajo una especie de otoscopio tallado, y uno a uno revisó los oídos de los aldeanos. En cada uno de ellos hallaría la misma huella: una sustancia verde amarillenta, viscosa, que brillaba débilmente en la penumbra. Frunció el ceño. —Se trata de una criatura que se alimenta del... sonido. Sin perder tiempo, pidió agua tibia mientras ella sacaba unos triángulos de papel que envolvían un polvo blanco. Mezclaría ambos en una taza y lo vertería en el oído del hombre. Lentamente, como si una venda invisible se deshiciera, el opresivo silencio comenzaría a desvanecerse. Las personas afectadas y los familiares estaban sorprendidos. —Es sal... Estas criaturas no la soportan. Así fue como ordenó que los afectados mojaran sus oídos, y rociaran las casas para evitar futuras afecciones. Cuando la calma regresó de forma frágil, la anciana se acercaría a la recién llegada, con la mirada baja y la voz casi quebrada. —Gracias… pero hay algo más. No podía decirlo antes. Mi nieta… está enferma. La he mantenido oculta. Sus padres murieron… por lo mismo. La mujer de cabello negro la observaría con gravedad y asintió. La anciana la guiaría a una cabaña apartada, donde la niña, frágil y temblorosa, permanecía acurrucada en un rincón oscuro. La visitante se arrodillaría frente a ella, y vería sus cuernos pequeños, lo cual la llevaría a examinar más, sobre todo porque los oídos contenían la misma sustancia viscosa, resplandeciente y pegajosa. Suspiró muy lentamente. Sabía lo que aquello significaba. La nueva criatura se alimentaba del silencio absoluto que provocó la otra, y no había cura conocida, solo la muerte. La anciana habló. —Antes de que mi hija muriera, sus cuernos desaparecieron días antes de irse de este mundo. —Una grieta en lo inevitable. Las personas mueren al siguiente invierno tras empezar los síntomas. —Dijo pensativa. La mujer mayor se asustó, aún ya sabiéndolo. Pero rápidamente caería en la aceptación. La curandera, en cambio, tenía muchas dudas y pocas respuestas. Sin más demora, la errante pediría permiso y se internaría sola en el oscuro bosque. Caminó lejos de la aldea, hasta que el aire se volvió más liviano. Al alzar la mirada, los vio: diminutos destellos de luz adheridos en las copas de los árboles. Eran hermosos. La pelinegra se detuvo. Cerró los ojos y permitió que aquellos seres etéreos se deslizaran suavemente en sus oídos. Pero no estaba sola. La niña la había seguido a escondidas, arrastrada por la curiosidad y el miedo. Al percatarse, la mujer hablaría con voz serena. —Acércate. Tápame los oídos. La pequeña titubeó, pero obedeció. Cubriría sus oídos con manos temblorosas. Entonces, un sonido sordo retumbaría, y la sustancia viscosa fue expulsada violentamente de los oídos de la extranjera, como si algo hubiese sido arrancado. La mujer abrió los ojos, comprendiendo. Sin perder tiempo, regresaron a la aldea. Frente a la anciana, la forastera elevaría sus manos y las colocaría suavemente sobre los oídos de la niña. La reacción fue inmediata. La sustancia verde amarillenta salió despedida, deslizándose como un eco roto. Y los cuernos cayeron sobre los muslos de la infante. La líder del poblado observó, atónita. —¿Está… curada? La mujer asintió. —No soportan el ruido interior que provoca otra persona, solo el del huésped. La anciana abrazaría a su nieta. —¿Cómo puedo pagarte? La curandera señalaría los cuernos. —Únicamente esto. La niña, con iniciativa, se los entregaría personalmente agradecida, y la viajera los guardaría en una cajita de madera. Era un precio muy pequeño. Pero por primera vez en días, el aire vibraba débilmente con el sonido de un suspiro.
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  • No la rosita de guadaluto estuvo tan buena como la del león parlanchín, porque la familia siempre traiciona al que solo quería ayudarlos ?

    -sono su nariz, ni idea de cómo termino metido en un cine viendo el rey león pero anda conmovido con la historia que a medias entendió porque se la paso peleando con la pantalla al ver a hienas siendo amigas de un león -
    No la rosita de guadaluto estuvo tan buena como la del león parlanchín, porque la familia siempre traiciona al que solo quería ayudarlos ? -sono su nariz, ni idea de cómo termino metido en un cine viendo el rey león pero anda conmovido con la historia que a medias entendió porque se la paso peleando con la pantalla al ver a hienas siendo amigas de un león -
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  • El Poder tiende a corromper; el Poder Absoluto corrompe absolutamente. #PolarisXFactor
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 Dean Winchester

    Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil.

    Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono.

    -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo…

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar.

    Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea.

    — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?”

    La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante.

    — Si, si, la acepto…

    Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía.

    "Joder..."

    Volvió a llamar.

    Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella.

    —¿Dean? -preguntó algo dudosa.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo.

    — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero?

    Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas.

    -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona.

    — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE?

    Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído.

    — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte....

    Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña.

    — Vale... si eres Hope, demuéstralo.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle—

    -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados.

    Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla.

    -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real.

    Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse.

    — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí.

    En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas.
    Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa.

    -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella.

    Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos.
    Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor...

    ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes?

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea.

    -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros...

    Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado.
    Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas.

    — Sam. Nos vamos.

    No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 [BxbyDriv3r] Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil. Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono. -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo… ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar. Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea. — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?” La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante. — Si, si, la acepto… Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía. "Joder..." Volvió a llamar. Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella. —¿Dean? -preguntó algo dudosa. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo. — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero? Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas. -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona. — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE? Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído. — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte.... Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña. — Vale... si eres Hope, demuéstralo. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle— -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados. Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla. -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real. Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse. — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí. En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas. Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa. -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella. Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos. Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor... ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes? ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea. -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros... Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado. Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas. — Sam. Nos vamos. No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
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  • Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse.

    Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica.

    —Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes?

    La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes.

    Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido.

    Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas.

    Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida.
    Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil.

    —Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox?
    Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse. Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @[P4ranox] , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica. —Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes? La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes. Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido. Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas. Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida. Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil. —Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox?
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  • Muchas personas piensan que lo oculto y paranormal no existe en lo absoluto... Solo tienes que abrir esos ojos un poco mas para notar lo equivocado que está uno...

    Mi primera experiencia para normal fue un perrito en el bosque. Fue interesante...

    Por cierto esta imagen fue tomada durante mí expedicion en el túnel que mencione en mi post anterior, salte y grite cuando estos murcielagos aparecieron de la nada, me pasa bastante seguido.
    #paranormal
    Muchas personas piensan que lo oculto y paranormal no existe en lo absoluto... Solo tienes que abrir esos ojos un poco mas para notar lo equivocado que está uno... Mi primera experiencia para normal fue un perrito en el bosque. Fue interesante... :STK-3: Por cierto esta imagen fue tomada durante mí expedicion en el túnel que mencione en mi post anterior, salte y grite cuando estos murcielagos aparecieron de la nada, me pasa bastante seguido. #paranormal
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  • Hacia el futuro soñado
    Fandom ACOTAR
    Categoría Drama
    Una noche de las noches mas esperadas para la Alta Fae, eso era completamente seguro, una que inesperadamente haba llenado sus expectativas y por completo asombro, apostaría que un poco mas. La orden de buscar al Alto Lord de la Corte Noche era clara, aun bajo las burlas de su padre quien decía que aquella ciudad solo era para los pretenciosos donde nunca tuvo un lugar ni como visitante, ni como amigo, cosa que le alegro en gran medida, para permitirse ver todo y mostrar cuan valiosa era su existencia.

    Ariela no era particularmente impresionable, pues su padre en cada ocasión que la veía disfrutando de algo, se lo entregaba en bandeja de plata, claro, a un costo considerable que se cobraba a la brevedad en un par de favores al usar a su hija como cebo desde que tenia uso de razon. Pero Velaris era la excepcion, el lugar resplandecía como ninguna otra de las tierras en Prythian . 
    No hubo lugar que no le hiciera voltear el rostro con absoluto asombro, forzandose a seguir caminando con la voz demandante "Busca al Alto Lord" Decía la voz en su cabeza, poniendo los ojos en blanco bajo la capucha, de un azul desgastado casi llegando a ser un gris palido, sabiendo que se encontraba bien cubierta bajo ella para que su guía no se percatara.

    -Por aqui.

    Insistió la fae de apariencia oscura como una sombra que la analizaba en cada movimiento que daba. Asintió apenada mientras la seguía con buen paso por entre algunas calles llenas de todo tipo de criaturas, hasta su llegada a un local donde se le ordeno esperar sin moverse.

    En un gesto inocente volvió a asentir, pero la sombra se desvaneció con tal rapidez que no supo a donde ni cuando se había retirado. La espera bien podía tardar demaciado, no tenia nisiquiera una pizca de idea de como seria resivida, o si el mismo Rhysand se presentaría. Pero no importaba, usaría todos los métodos necesarios para quedarse y, claro, de una manera muy diferente a la de la inútil de Ianthe, que jamas supo como ser un verdadero zorro entre ovejas.
    Una noche de las noches mas esperadas para la Alta Fae, eso era completamente seguro, una que inesperadamente haba llenado sus expectativas y por completo asombro, apostaría que un poco mas. La orden de buscar al Alto Lord de la Corte Noche era clara, aun bajo las burlas de su padre quien decía que aquella ciudad solo era para los pretenciosos donde nunca tuvo un lugar ni como visitante, ni como amigo, cosa que le alegro en gran medida, para permitirse ver todo y mostrar cuan valiosa era su existencia. Ariela no era particularmente impresionable, pues su padre en cada ocasión que la veía disfrutando de algo, se lo entregaba en bandeja de plata, claro, a un costo considerable que se cobraba a la brevedad en un par de favores al usar a su hija como cebo desde que tenia uso de razon. Pero Velaris era la excepcion, el lugar resplandecía como ninguna otra de las tierras en Prythian .  No hubo lugar que no le hiciera voltear el rostro con absoluto asombro, forzandose a seguir caminando con la voz demandante "Busca al Alto Lord" Decía la voz en su cabeza, poniendo los ojos en blanco bajo la capucha, de un azul desgastado casi llegando a ser un gris palido, sabiendo que se encontraba bien cubierta bajo ella para que su guía no se percatara. -Por aqui. Insistió la fae de apariencia oscura como una sombra que la analizaba en cada movimiento que daba. Asintió apenada mientras la seguía con buen paso por entre algunas calles llenas de todo tipo de criaturas, hasta su llegada a un local donde se le ordeno esperar sin moverse. En un gesto inocente volvió a asentir, pero la sombra se desvaneció con tal rapidez que no supo a donde ni cuando se había retirado. La espera bien podía tardar demaciado, no tenia nisiquiera una pizca de idea de como seria resivida, o si el mismo Rhysand se presentaría. Pero no importaba, usaría todos los métodos necesarios para quedarse y, claro, de una manera muy diferente a la de la inútil de Ianthe, que jamas supo como ser un verdadero zorro entre ovejas.
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  • ════ ∘◦ᵒ ᵒ◦∘ ═══════════
    ꧁ ɪꜱᴏʟᴀᴛᴇᴅ

    ☙ La navidad era una estampa de alegría que se cernia por todo el mundo; las familias unida, celebrando una noche buena llena de amor con calidas y ricas cenas, exquisitos regalos y risas por doquier. Hasta los más humildes se llenaban de alegría con solo la sonrisa y el abrazo de sus familiares, que era lo único que podían disfrutar.

    Mientras tanto, la élite Illuminati, con su insaciable avaricia y voraz hambre de poder, sacaba provecho del frenesí consumista que representaba la época Navidadeña. Todo un plan sistemático perfecto para ganar dinero y engañar a las másas de que la felicidad son los regalos y los conjuntos navideños de colores vibrantes.

    Pero. . . Lejos de todo, alejado de toda esa masa de consumo y felicidad fugaz, Gazú hallaba un rincón interesante en su mansión.

    Equipado con una copa de buen vino se preparó para la noche

    Sentado en silencio, se deleitaba en la paz de estar solo. . .

    ¿Solo?

    Así es, solo. Estar solo no significa estar en soledad y miseria, sino en compañía de uno mismo. La soledad no afecta a Gazú en absoluto al contrario, le brinda el tiempo necesario para reflexionar.

    Y esta fue su reflexión:

    Hace rato que no te veía, mucho ha pasado desde aquella velada. Sin embargo te esperaba aunque sin ansias porque se que en la nostalgia llegas y no dices nada. Ha pasado mucho tiempo, señora inspiración, musa y dueña de mis buenos sentimientos. Le invito a tomarse uno o fumarse un cigarrillo como niños que juegan a ser maduros. Sabes que, me parece interesante cuan rápido y veloz todo transcurre, ya dentro de poco el año se acaba, ya mañana es enero, y así febrero y así diciembre de nuevo. Hubo un tiempo en el que tenía esposa, ahora, ya no. Antes fui un ser celestial y cósmico, ahora, me he convertido en una entidad oscura. ¿Lo ves? Me parece interesante que el señor tiempo es enemigo de todos nosotros, se lleva todo y nada deja ⸺Eleva la copa de vino⸺

    Un brindis por lo que fue y por lo que pudo ser, un brindis por lo que hay y por lo que puede faltar. . .

    Un brindis por lo que venga y por este instante. . . Brindemos por el tiempo y la hora.

    ♚ Y esto fue lo que dijo Gazú en la compañía de su propia sombra brindando por el tiempo. El tiempo es el recurso más valioso que tenemos no lo desperdiciemos en cosas que no importan. No esperes el momento perfecto toma el momento y hazlo perfecto.

    Cómo dijo Gazú:

    𝙏𝙞𝙢𝙚 𝙞𝙨 𝙚𝙫𝙚𝙧𝙮𝙤𝙣𝙚'𝙨 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙮. . .

    ════ ∘◦ᵒ ᵒ◦∘ ═════
    ════ ∘◦ᵒ 🎄 ᵒ◦∘ ═══════════ ꧁ ɪꜱᴏʟᴀᴛᴇᴅ ☙ La navidad era una estampa de alegría que se cernia por todo el mundo; las familias unida, celebrando una noche buena llena de amor con calidas y ricas cenas, exquisitos regalos y risas por doquier. Hasta los más humildes se llenaban de alegría con solo la sonrisa y el abrazo de sus familiares, que era lo único que podían disfrutar. Mientras tanto, la élite Illuminati, con su insaciable avaricia y voraz hambre de poder, sacaba provecho del frenesí consumista que representaba la época Navidadeña. Todo un plan sistemático perfecto para ganar dinero y engañar a las másas de que la felicidad son los regalos y los conjuntos navideños de colores vibrantes. Pero. . . Lejos de todo, alejado de toda esa masa de consumo y felicidad fugaz, Gazú hallaba un rincón interesante en su mansión. Equipado con una copa de buen vino se preparó para la noche 🍷 Sentado en silencio, se deleitaba en la paz de estar solo. . . ¿Solo? Así es, solo. Estar solo no significa estar en soledad y miseria, sino en compañía de uno mismo. La soledad no afecta a Gazú en absoluto al contrario, le brinda el tiempo necesario para reflexionar. Y esta fue su reflexión: 👁️ Hace rato que no te veía, mucho ha pasado desde aquella velada. Sin embargo te esperaba aunque sin ansias porque se que en la nostalgia llegas y no dices nada. Ha pasado mucho tiempo, señora inspiración, musa y dueña de mis buenos sentimientos. Le invito a tomarse uno o fumarse un cigarrillo como niños que juegan a ser maduros. Sabes que, me parece interesante cuan rápido y veloz todo transcurre, ya dentro de poco el año se acaba, ya mañana es enero, y así febrero y así diciembre de nuevo. Hubo un tiempo en el que tenía esposa, ahora, ya no. Antes fui un ser celestial y cósmico, ahora, me he convertido en una entidad oscura. ¿Lo ves? Me parece interesante que el señor tiempo es enemigo de todos nosotros, se lleva todo y nada deja ⸺Eleva la copa de vino⸺ 🍷 Un brindis por lo que fue y por lo que pudo ser, un brindis por lo que hay y por lo que puede faltar. . . Un brindis por lo que venga y por este instante. . . Brindemos por el tiempo y la hora. ♚ Y esto fue lo que dijo Gazú en la compañía de su propia sombra brindando por el tiempo. El tiempo es el recurso más valioso que tenemos no lo desperdiciemos en cosas que no importan. No esperes el momento perfecto toma el momento y hazlo perfecto. Cómo dijo Gazú: 𝙏𝙞𝙢𝙚 𝙞𝙨 𝙚𝙫𝙚𝙧𝙮𝙤𝙣𝙚'𝙨 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙮. . . ════ ∘◦ᵒ ⌛ ᵒ◦∘ ═════
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  • « Recuerdos de un Zorro »


    // Es un texto denso. +18. Agradezco a quien se tome el tiempo de leerlo. Soy disléxico; amo escribir y la creación de estos escritos me cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Gracias de antemano . Espero que lo disfruten.//

    Durante los siguientes años, tras la muerte sanguinolenta de su familia; aquella que le dió nombre y le enseñó a ser humano, no se permitió el lujo de amar o tener afecto por nadie.

    No nacía de sus entrañas... El amar le había traído un dolor que cargaría por la eternidad, sin que este se desvaneciese en el perpetuo tiempo. El dolor lo consumía hasta el tuétano. Ni siquiera la venganza había servido de bálsamo frío para calmar la quemazón en su pecho. El dolor de la perdida, había dejando un hoyo tan profundo que ni las lágrimas de toda una vida eran capaces de llenar tal hueco. Estaba roto; el ojo derecho de Kami Inari se había corrompido por haberse vuelto demasiado humano.

    Durante un tiempo el zorro se aisló en el bosque, el único lugar donde podía ahogar su llanto sin ser molestado. En las noches el agudo aullido del zorro anunciaba la tristeza que lo envolvía. El bosque lloraba con él, reverberando en toda su extensión, volviéndolo un lugar de tristeza y lamento. Un bosque desesperanzado, sin la gracia vida que aportaba su energía al alma. Entrar en la espesura de este te sacaba el aliento, siendo remplazado por bocanadas de dolorosa desazón.

    No encontraba consuelo en su amado bosque. El tacto de la tierra húmeda bajos sus pies no se sentía igual, los rayos de sol que acariciaban su piel de porcelana no se sentían cálidos y el aire puro de este se sentía denso en los pulmones.

    Entonces recordó por alguna razón el beso robado por aquel chico en el callejón, aquel que le había hecho sentir un placer diferente al que hubiese vivido hasta ahora. Un beso dado el mismo día que su mundo se desmoronó por la llegada de la muerte a su hogar. Como si el caprichoso destino le hubiese otorgado un ultimo regalo antes de castigarlo. Este acariciaba sus labios con las puntas de sus dedos, recordando la calidez y la humedad que se había derramado en su boca. Si su bosque no le otorgaba descanso de su pena, este pensaba ir a buscarlo a otro lugar.

    Kazuo tomo de un pequeño refugio la única prenda que aún le quedaba, aquella a la que con esfuerzo le había intentado limpiar la sangre de aquellos a los que hizo pagar con su ira. Se vistió, y con pasos titubeantes comenzó a caminar. Tras horas de caminata este llegó a una población, lo suficientemente grande como para pasar “desapercibido”. Este había estado practicando, y consiguió, no sin esfuerzo, volver sus cabellos plateados a un negro tan vibrante como la obsidiana. Lo único que se mantenía incorregible en él eran aquellos ojos azules como el lapislázuli.

    Su presencia se hizo notar de forma irremediable, a pesar de sus ropas, casi harapos, la belleza y elegancia que portaba de forma natural Kazuo no pasaba inadvertido para quienes pasaban junto a él. Era hermoso, tanto que parecía casi irreal, lo cual no resultaba raro, era hijo de Inari, un ser nacido bajo la gracia y brillo de la luna.

    Este pudo oler un delicioso aroma. Un olor cálido y especiado. Se encaminó hacía este, llegando a una especie de establecimiento de comida y bebida. Kazuo conocía este tipo de sitios, los había frecuentado algunas veces acompañado con jóvenes de su aparente edad. Entró en el local, algunas voces se callaron y otras se transformarían en suaves murmullos con la aparición de este. El zorro en silencio tomo asiento en una mesa situada en una discreta esquina, plantando su porte sobre un viejo cojín en el suelo de tatami. Una joven no tardó en dirigirse a él con una bandeja, dejando un baso de té caliente de cortesía.

    ~Buenas tardes señor. ¿Que desea para comer?. ~ Le preguntaba la muchacha con tono exageradamente dulce.

    Kazuo se quedó por unos largos segundos en silencio, hacía mucho que no había hablado con otro ser humano, esperaba que las palabras no salieran de forma abrupta por su boca.

    -Yo… Muy amable señorita, pero no dispongo de dinero con que pagarle.- Dice este con algo de vergüenza por la situación.

    La muchacha lo mira por unos segundos, afilando suavemente su mirada, como si estuviese cavilando algo por esa cabecita.

    ~ ¿Sabes que?, por eso no te preocupes. Te traeré algo, cortesía de la casa por esta vez. Aquí no se le niega un plato de comida a alguien que lo necesita.~ Decía está mientras sostenía la bandeja entre su cadera y una de sus manos. Con la mano libre que le quedaba, jugaba con un mechón suelto que se había desatado de su improvisado recogido.

    Kazuo no dijo nada. Este se limitó a inclinarse suavemente a modo de agradecimiento. No entendía por qué aquella joven le daba de comer sin ningún tipo de pago por ello. Pero no iba a discutir tampoco, el olor de la comida lo había atraído hasta ahí, y hacía mucho tiempo que no se llevaba un plato caliente a la boca.

    El zorro rendía buena cuenta del té caliente que le habían ofrecido al entrar. A los pocos minutos aparecía la joven con una bandeja cargada con varias cosas. Está comienza a despachar frente a él la comida. Un bol de arroz blanco, un plato con un par de peces no muy grandes asados y por último un buen cuenco de udon con sopa de miso, con verduras cortadas de una forma abrupta, pero su olor era reconfortante.

    ~ Buen provecho hermosura, avísame si necesitas algo. ~ Decía está con sonrisa coqueta.

    -Gracia… Muy amable.- Decía Kazuo de una forma algo tímida, volviendo a inclinar su cabeza.

    La muchacha le guiña un ojo con descaro y se retira. Era guapa, no era una belleza destacable, pero era una zagala con buen porte y facciones delicadas. Aparentaba edad para haberse casado, aunque tal y como lo había tratado era muy posible que se tratase de una solterona.

    El zorro comienza a comer el udon de miso, el arroz y el pescado ofrecido. No era mejor que la comida que su querida madre le hacía tiempo atrás, pero no estaba nada mal, y el calor que inundaba su cuerpo era reconfortante. No tardo demasiado en acabar con el contenido de los platos, después de haber estado comiendo crudo como zorro por el bosque, aquello se había convertido en un auténtico manjar para sus pupilas gustativas.

    Tras unos minutos la joven volvió, esta vez sin bandeja. Sin darle a Kazuo opción a réplica, esta se sentó en la misma mesa, en una esquina no demasiado alejada del zorro.

    ~ Nunca te había visto por aquí, me acordaría con esa cara y esos… ojos…~ Decía de forma dulce y melosa.

    - Yo… Estoy de paso solamente.- Contesta Kazuo de forma escueta. Pasando de forma distraída las yemas de sus dedos por el filo de la taza de té casi vacía.

    ~ Ya veo. ~ Dice esta arrastrando su mirada de ojos negros hacia la mano de Kazuo. ~Mi nombre es Miko, ¿Y el tuyo? ~ Se presenta esta de forma informal, sin usar los apellidos.

    -Kazuo.- Contesta él sin hacer contacto con la mirada de la contraria.

    El lugar donde estaban sentados era convenientemente discreto, algo que la joven aprovecharía sin dudarlo. Está acerca una de sus manos a la que Kazuo mantenía toqueteando la taza de té. Los finos dedos de la joven se deslizaron en una suave caricia por el dorso de la mano del zorro hasta su muñeca, sobrepasando esta hasta su antebrazo. Aquel toque trajo de vuelta a Kazuo, de allí donde sus pensamientos estaban divagando. Aquella caricia lo hizo estremecer un poco, hacía mucho que no sentía el contacto ajeno de alguien.

    Por alguna razón que no entendía, el recuerdo de aquel beso en el callejón volvió a su mente, y sin poder evitarlo, una ola de calor recorrió su cuerpo.

    ~ Kazuo. Que bonito nombre, tanto como tú. ~ Dijo está sin dejar de pasear sus dedos en suaves caricias por el brazo del zorro.

    Los gestos de esta eran claramente seductores. La caricia en su brazo, como esta humedecía sus labios suavemente con su lengua, como su mano libre jugaba con el filo del cuello de su yukata, haciendo que este se abriese de forma insinuante, revelando tímidamente el comienzo de sus pechos. Kazuo no era tonto, y tampoco de piedra. Su mirada zafiro se desviaba instintivamente por las zonas que la joven le regalaba. La mirada del zorro iniciaba un recorrido desde los labios de Miko, pasando por su cuello y su clavícula desnuda, hasta el canal de sus senos, los cueles se ocultaban en la oscuridad interna de su yukata. La joven complacida sonríe al ver como Kazuo la repasaba con la mirada.

    Esta se levanta con movimiento suaves a la vez que provocadores de algún modo. Kazuo tenía la boca seca, y un calor comenzaba a alojarse en la parte baja de su pelvis. Esta se aleja lentamente, no sin antes hacerle un gesto sutil con la cabeza para que la siguiera. Kazuo se queda inmóvil por varios minutos. ¿Qué era esto?, ¿Era aquello lo que había venido a buscar?. En estos momentos el motor que hacía que se moviera era su instinto, haciendo que se levantase de su asiento y encaminase sus pasos hacia la puerta por la que la joven Miko había desaparecido.

    Este se cuela por dicha puerta y de inmediato una suave, pero firme mano, lo toma de la muñeca, arrastrándolo de inmediato. La joven camina sorteando algunas estancias. Llegan a una escalera de madera y bajan hasta una especie de sótano. Allí la joven Miko abre una puerta de madera vieja y entran en lo que parecía ser un almacén de víveres. La estancia apenas estaba iluminada por un par de velas. Era un lugar frío, y el olor a humedad y tierra inundaban los sentidos de Kazuo.

    ~ Al ver qué pasaban los minutos y que no venías pensé que no habían quedado claro mis intenciones ~ Decía la joven con tono seductor acercándose a Kazuo, colocando sus cálidas manos sobre el pecho de este.

    Kazuo se queda en silencio, notando como su corazón se aceleraba. ¿Era esto lo que estaba buscando de verdad?... El recuerdo de aquel cálido beso era vivido, recordó la sensación de adrenalina y placer que sintió. La joven pegaba su cuerpo aún más, haciendo que con su peso Kazuo retrocediese unos pasos, hasta que su parte trasera topó con una vieja mesa, quedando atrapado entre esta y la joven Miko.

    Otra oleada de calor volvía a recorrer el cuerpo de Kazuo, alojándose en la zona inferior de su pelvis, donde su virilidad se tensaba más y más, con cada segundo que pasaba. Miko se mordía el labio, mientras que una de sus manos descendía de forma atrevida por el cuerpo de Kazuo, desde su pecho hasta su abdomen, regalándole suaves caricias a su paso. Finalmente esta se desliza hasta la entrepierna del zorro, y comienza a masajear en suaves movimiento su miembro, por encima de la tela de su Hakama. Kazuo suelta un pesado suspiro al sentir el contacto, notando como se endurecía con cada toque que la experta mano de Miko le regalaba.

    Aquello le estaba provocando placer, muy diferente a otro que haya sentido antes, semejante al de aquel beso que aquel chico le regaló en un oscuro callejón. De cualquier forma, hacía mucho que no sentía ningún tipo de placer o sensación cálida, no desde que su familia fue asesinada.

    La joven seguía masajeando la entrepierna de Kazuo sin otorgarle descanso, lo que hacía que sutiles gemidos de placer se derramasen de los labios del zorro. Aquella sensación era totalmente nueva para él, al igual que la situación. Nadie le había tocado antes, al menos no de esa forma.

    ~ Veo que te gusta esto. ~ Decía Miko con sus labios pegados al mentón del zorro.

    La joven con su mano libre comienza a bajar su yukata, dejando que este resbalase por sus hombros hasta que sus senos quedaban expuestos. La mirada de Kazuo se ensombrecía al verlos. Blancos como la leche, y tensos por la excitación lo llamaban a gritos. Este asciende sus manos lentamente hasta que estas hacen contacto con sus pechos. Eran suaves y blandos. Sus pezones rígidos no hacían más que intensificar la calor que recorría su cuerpo. Sus manos de forma instintiva comienzan a masajear los pechos de aquella mujer, la cual soltaba provocadores gemidos ante su toque.

    ~ Mmm… Tócame más. ~ Decía Miko arrastrando las palabras de forma pastosa.

    Kazuo comenzaba apretar sus senos con necesidad, jalándolos para sí, como si quisiera apoderarse de ellos. Está gemía de puro placer ante él toque del zorro, aumentando la fricción de su mano contra su erección. Kazuo se inclinaba , bajando su rostro y llevando uno de los senos de la joven a su boca, apoderándose se su pezón con su lengua y dientes. El cuerpo de la muchacha se tensaba de placer ante tan repentino acto.

    Kazuo se movía por puro instinto, igual que aquel día en el callejón, con la diferencia de que en esta ocasión su acompañante no lo estaba rechazando. Miko desataba el Hakama de Kazuo, este absorto en devorar sus senos no reparaba en los siguientes movimientos de la joven. De pronto lo sintió; una cálida mano envolviendo la prolongación de su virilidad, haciendo que un ronco gemido saliera de su boca, chocando contra los senos de aquella mujer. Podía sentir el movimiento oscilante de arriba abajo, la mano de Miko apretando su miembro erecto por la excitación. Este de forma involuntaria atrapaba uno de los pezones de la joven entre sus dientes, dejando este enrojecido por la acción. Aquello en vez de causarle dolor hizo que un sonoro gemido saliese de la boca de la muchacha, la cual se mordía el labio con fuerza para acallar su voz.

    Aquello le estaba haciendo sentir un placer que no había experimentado antes y del cual no le habían dado nada de información. Pero su cuerpo se movía por inercia, como si supiera lo que tenía que hacer sin un manual que le indicase los pasos a seguir.

    En algún punto la joven había desatado su obi, dejándolo caer al suelo, quedando su cuerpo expuesto por la apertura de su yukata. La inexpertas manos de Kazuo se paseaba por su piel desnuda, algo torpes pero con determinación, quería más. Estas desembocan hasta el lustroso trasero de la joven, apretando su carne con sus dedos, atrayéndola hacía él con el movimiento. El yukata de esta terminaba de caer al suelo, al igual que el Haori de Kazuo, quedando ambos desnudos, expuestos ante las inclemencias de aquel húmedo almacén. Esta se separa un poco de él, soltando sus miembro; Kazuo soltaba un gruñido de queja por la repentina separación. La joven lo rodea y se sienta sobre la mesa, tomando las manos de Kazuo para acercarlo nuevamente a ella, acomodando las caderas de él entre sus piernas. Miko rodea el cuello del zorro con sus brazos y lo acerca a ella, para finalmente fundir su boca con la de Kazuo.

    No era un beso tierno, este era ardiente, salvaje. Sus lenguas se buscaban mutuamente, casi sin dejar espacio para respirar. Las caderas de ambos se movían de forma involuntaria, lo que provocaba que sus sexos se rozasen entre si, humedeciéndose el uno al otro. Las manos de Kazuo se aferraban a las caderas de la contraria, apretando esta contra su cuerpo, reclamado la fricción de su piel contra la suya. Los dedos de ella se enredaba en la suave melena de Kazuo; unos cabellos tan suave y sedoso que no eran propios de alguien que vestía aquellos harapos.

    ~ Mmm me encanta tu olor… Hueles a miel…~ Decía entre besos. ~ Limón…~ Lamia de forma lujuriosa los labios de Kazuo. ~ Menta…~ Susurra contra su boca con un tono grave.

    Kazuo no hablaba. A pesar de aquel regalo de placer no sentía nada más. No había amor, no había aprecio. Era simple y llanamente un desfogue temporal de su tristeza. Quizás lo era también para ella, un pasatiempo para hacer más ameno sus monótonos días despachando mesas, aunque eso a Kazuo no le importaba en absoluto en ese momento. Solo quería disfrutar de aquello, una escusa para evadirse de su realidad.

    Miko tomaba nuevamente el miembro de Kazuo y, con determinación, colocaba la punta de su virilidad contra la entrada de su vagina. Nadie le había enseñado ha Kazuo nada de aquello, pero no necesitaba sumar dos más dos para que su cuerpo supiera exactamente lo que debía hacer. Este de una estocada entraba en el interior de la joven, sintiendo como las paredes de su interior envolvían toda la extensión de su virilidad, recibiéndolo sin restricciones y haciéndole soltar un ronco y amortiguado gemido contra la boca de la joven.

    Aquella oleada de placer hizo que los cabellos del zorro se tintaran del color de la luna, pero por suerte, la escasa luz del lugar hacía casi imperceptible el cambio. Este comenzó a mover sus caderas, entrando y saliendo del interior de aquella mujer una y otra vez. Cada embestida era una oleada de placer que se iba acumulando en su pelvis, como si estuviese apunto de estallar. Ambos gemían de forma descontrolada, ahogando estos en sus bocas para que su encuentro pecaminoso quedase en la más absoluta intimidad.

    No había amor ni ternura por parte de Kazuo, tan solo necesidad de obtener placer a través de aquella carne, a través de Miko. Ella al igual que él, lo usaba para evadirse de su propia realidad, una solterona condenada a servir sopa de miso de por vida.

    Las embestidas de Kazuo quedaban lejos de ser amables. Estas eran un vivo reflejo de la desesperación de encontrar algo que le aliviase la pena, aunque fuera a penas por unos minutos. Sus labios se desplazaban desde los labios de la joven hasta su cuello. Lamió su piel, decorada con una suave capa de sudor producida por la agitación del momento. El sabor era salado y especiado de haber estado trabajando en las cocinas. Al igual que su aroma; olía a vapor especiado y humo. La lengua del zorro se paseaba por el lateral de su cuello hasta su oreja , lamiendo esta de forma lasciva y mordiendo el lóbulo de la misma. La joven gimoteaba de placer a su toque , quedando claro lo mucho que le gustaba aquello.

    La mirada de Kazuo ya no era brillante, esta estaba ensombrecida por un deseo vacío. Así era, un deseo vacío, pero que le otorgaba el placer que necesitaba en ese momento. Este sintió como las paredes de aquella mujer se contraía alrededor de su miembro, constriñendo este a causa del orgasmo que recorría el cuerpo de la joven. Aquello lo hizo estremecer, y al igual que ella este sintió como el calor que se había estando alojado en su pelvis se derramaba en el interior de ella. El placer lo recorrió desde la cabeza hasta la punta de sus pies, sintiendo como la oleada húmeda salía, desembocando dentro del sexo ajeno.

    Las embestidas se fueron ralentizando hasta que censaron, sintiendo como los últimos espasmos de su cuerpo paraban finalmente. La joven poco a poco conseguía amansar su respiración al igual que él. No hubo beso de despedida, esta sonreía complacida mientras se bajaba de la mesa, triunfante de haber alcanzado su objetivo. Miko se vestía y Kazuo hizo lo propio.

    ~Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un hombre. Espero que nos volvamos a ver muchacho.~ Decía esta, coqueta, intentando arreglar su recogido despeinado por el encuentro.

    Kazuo no dijo nada, apenas asintió con la cabeza. Una mezcla de vergüenza e incertidumbre se alojaba en su pecho. ¿Estaba bien entregarse a alguien por mero placer?, ¿Hacerlo sin amor?, ¿Usarlo como medio de evasión de su tristeza?.

    El zorro había perdido su virginidad en aquel oscuro y húmedo almacén, con una mujer que no conocía de nada y que jamás volvería a ver. Kazuo volvió a su bosque, a aislarse de los humanos que solo se movían por impulsos egoístas. Solo volvería a encontrarse con estos movido por la misma necesidad que lo llevo a aquel primer encuentro carnal. A usarlos al igual que lo habían usado a él.

    Con el paso se los siglos esto iría cambiando. Su corazón se irían sanando, volviéndose cálido. Pero esto es una nueva historia del zorro. La cual sera desvelada en el futuro.

    « Recuerdos de un Zorro » // Es un texto denso. +18. Agradezco a quien se tome el tiempo de leerlo. Soy disléxico; amo escribir y la creación de estos escritos me cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Gracias de antemano 🫂. Espero que lo disfruten.// Durante los siguientes años, tras la muerte sanguinolenta de su familia; aquella que le dió nombre y le enseñó a ser humano, no se permitió el lujo de amar o tener afecto por nadie. No nacía de sus entrañas... El amar le había traído un dolor que cargaría por la eternidad, sin que este se desvaneciese en el perpetuo tiempo. El dolor lo consumía hasta el tuétano. Ni siquiera la venganza había servido de bálsamo frío para calmar la quemazón en su pecho. El dolor de la perdida, había dejando un hoyo tan profundo que ni las lágrimas de toda una vida eran capaces de llenar tal hueco. Estaba roto; el ojo derecho de Kami Inari se había corrompido por haberse vuelto demasiado humano. Durante un tiempo el zorro se aisló en el bosque, el único lugar donde podía ahogar su llanto sin ser molestado. En las noches el agudo aullido del zorro anunciaba la tristeza que lo envolvía. El bosque lloraba con él, reverberando en toda su extensión, volviéndolo un lugar de tristeza y lamento. Un bosque desesperanzado, sin la gracia vida que aportaba su energía al alma. Entrar en la espesura de este te sacaba el aliento, siendo remplazado por bocanadas de dolorosa desazón. No encontraba consuelo en su amado bosque. El tacto de la tierra húmeda bajos sus pies no se sentía igual, los rayos de sol que acariciaban su piel de porcelana no se sentían cálidos y el aire puro de este se sentía denso en los pulmones. Entonces recordó por alguna razón el beso robado por aquel chico en el callejón, aquel que le había hecho sentir un placer diferente al que hubiese vivido hasta ahora. Un beso dado el mismo día que su mundo se desmoronó por la llegada de la muerte a su hogar. Como si el caprichoso destino le hubiese otorgado un ultimo regalo antes de castigarlo. Este acariciaba sus labios con las puntas de sus dedos, recordando la calidez y la humedad que se había derramado en su boca. Si su bosque no le otorgaba descanso de su pena, este pensaba ir a buscarlo a otro lugar. Kazuo tomo de un pequeño refugio la única prenda que aún le quedaba, aquella a la que con esfuerzo le había intentado limpiar la sangre de aquellos a los que hizo pagar con su ira. Se vistió, y con pasos titubeantes comenzó a caminar. Tras horas de caminata este llegó a una población, lo suficientemente grande como para pasar “desapercibido”. Este había estado practicando, y consiguió, no sin esfuerzo, volver sus cabellos plateados a un negro tan vibrante como la obsidiana. Lo único que se mantenía incorregible en él eran aquellos ojos azules como el lapislázuli. Su presencia se hizo notar de forma irremediable, a pesar de sus ropas, casi harapos, la belleza y elegancia que portaba de forma natural Kazuo no pasaba inadvertido para quienes pasaban junto a él. Era hermoso, tanto que parecía casi irreal, lo cual no resultaba raro, era hijo de Inari, un ser nacido bajo la gracia y brillo de la luna. Este pudo oler un delicioso aroma. Un olor cálido y especiado. Se encaminó hacía este, llegando a una especie de establecimiento de comida y bebida. Kazuo conocía este tipo de sitios, los había frecuentado algunas veces acompañado con jóvenes de su aparente edad. Entró en el local, algunas voces se callaron y otras se transformarían en suaves murmullos con la aparición de este. El zorro en silencio tomo asiento en una mesa situada en una discreta esquina, plantando su porte sobre un viejo cojín en el suelo de tatami. Una joven no tardó en dirigirse a él con una bandeja, dejando un baso de té caliente de cortesía. ~Buenas tardes señor. ¿Que desea para comer?. ~ Le preguntaba la muchacha con tono exageradamente dulce. Kazuo se quedó por unos largos segundos en silencio, hacía mucho que no había hablado con otro ser humano, esperaba que las palabras no salieran de forma abrupta por su boca. -Yo… Muy amable señorita, pero no dispongo de dinero con que pagarle.- Dice este con algo de vergüenza por la situación. La muchacha lo mira por unos segundos, afilando suavemente su mirada, como si estuviese cavilando algo por esa cabecita. ~ ¿Sabes que?, por eso no te preocupes. Te traeré algo, cortesía de la casa por esta vez. Aquí no se le niega un plato de comida a alguien que lo necesita.~ Decía está mientras sostenía la bandeja entre su cadera y una de sus manos. Con la mano libre que le quedaba, jugaba con un mechón suelto que se había desatado de su improvisado recogido. Kazuo no dijo nada. Este se limitó a inclinarse suavemente a modo de agradecimiento. No entendía por qué aquella joven le daba de comer sin ningún tipo de pago por ello. Pero no iba a discutir tampoco, el olor de la comida lo había atraído hasta ahí, y hacía mucho tiempo que no se llevaba un plato caliente a la boca. El zorro rendía buena cuenta del té caliente que le habían ofrecido al entrar. A los pocos minutos aparecía la joven con una bandeja cargada con varias cosas. Está comienza a despachar frente a él la comida. Un bol de arroz blanco, un plato con un par de peces no muy grandes asados y por último un buen cuenco de udon con sopa de miso, con verduras cortadas de una forma abrupta, pero su olor era reconfortante. ~ Buen provecho hermosura, avísame si necesitas algo. ~ Decía está con sonrisa coqueta. -Gracia… Muy amable.- Decía Kazuo de una forma algo tímida, volviendo a inclinar su cabeza. La muchacha le guiña un ojo con descaro y se retira. Era guapa, no era una belleza destacable, pero era una zagala con buen porte y facciones delicadas. Aparentaba edad para haberse casado, aunque tal y como lo había tratado era muy posible que se tratase de una solterona. El zorro comienza a comer el udon de miso, el arroz y el pescado ofrecido. No era mejor que la comida que su querida madre le hacía tiempo atrás, pero no estaba nada mal, y el calor que inundaba su cuerpo era reconfortante. No tardo demasiado en acabar con el contenido de los platos, después de haber estado comiendo crudo como zorro por el bosque, aquello se había convertido en un auténtico manjar para sus pupilas gustativas. Tras unos minutos la joven volvió, esta vez sin bandeja. Sin darle a Kazuo opción a réplica, esta se sentó en la misma mesa, en una esquina no demasiado alejada del zorro. ~ Nunca te había visto por aquí, me acordaría con esa cara y esos… ojos…~ Decía de forma dulce y melosa. - Yo… Estoy de paso solamente.- Contesta Kazuo de forma escueta. Pasando de forma distraída las yemas de sus dedos por el filo de la taza de té casi vacía. ~ Ya veo. ~ Dice esta arrastrando su mirada de ojos negros hacia la mano de Kazuo. ~Mi nombre es Miko, ¿Y el tuyo? ~ Se presenta esta de forma informal, sin usar los apellidos. -Kazuo.- Contesta él sin hacer contacto con la mirada de la contraria. El lugar donde estaban sentados era convenientemente discreto, algo que la joven aprovecharía sin dudarlo. Está acerca una de sus manos a la que Kazuo mantenía toqueteando la taza de té. Los finos dedos de la joven se deslizaron en una suave caricia por el dorso de la mano del zorro hasta su muñeca, sobrepasando esta hasta su antebrazo. Aquel toque trajo de vuelta a Kazuo, de allí donde sus pensamientos estaban divagando. Aquella caricia lo hizo estremecer un poco, hacía mucho que no sentía el contacto ajeno de alguien. Por alguna razón que no entendía, el recuerdo de aquel beso en el callejón volvió a su mente, y sin poder evitarlo, una ola de calor recorrió su cuerpo. ~ Kazuo. Que bonito nombre, tanto como tú. ~ Dijo está sin dejar de pasear sus dedos en suaves caricias por el brazo del zorro. Los gestos de esta eran claramente seductores. La caricia en su brazo, como esta humedecía sus labios suavemente con su lengua, como su mano libre jugaba con el filo del cuello de su yukata, haciendo que este se abriese de forma insinuante, revelando tímidamente el comienzo de sus pechos. Kazuo no era tonto, y tampoco de piedra. Su mirada zafiro se desviaba instintivamente por las zonas que la joven le regalaba. La mirada del zorro iniciaba un recorrido desde los labios de Miko, pasando por su cuello y su clavícula desnuda, hasta el canal de sus senos, los cueles se ocultaban en la oscuridad interna de su yukata. La joven complacida sonríe al ver como Kazuo la repasaba con la mirada. Esta se levanta con movimiento suaves a la vez que provocadores de algún modo. Kazuo tenía la boca seca, y un calor comenzaba a alojarse en la parte baja de su pelvis. Esta se aleja lentamente, no sin antes hacerle un gesto sutil con la cabeza para que la siguiera. Kazuo se queda inmóvil por varios minutos. ¿Qué era esto?, ¿Era aquello lo que había venido a buscar?. En estos momentos el motor que hacía que se moviera era su instinto, haciendo que se levantase de su asiento y encaminase sus pasos hacia la puerta por la que la joven Miko había desaparecido. Este se cuela por dicha puerta y de inmediato una suave, pero firme mano, lo toma de la muñeca, arrastrándolo de inmediato. La joven camina sorteando algunas estancias. Llegan a una escalera de madera y bajan hasta una especie de sótano. Allí la joven Miko abre una puerta de madera vieja y entran en lo que parecía ser un almacén de víveres. La estancia apenas estaba iluminada por un par de velas. Era un lugar frío, y el olor a humedad y tierra inundaban los sentidos de Kazuo. ~ Al ver qué pasaban los minutos y que no venías pensé que no habían quedado claro mis intenciones ~ Decía la joven con tono seductor acercándose a Kazuo, colocando sus cálidas manos sobre el pecho de este. Kazuo se queda en silencio, notando como su corazón se aceleraba. ¿Era esto lo que estaba buscando de verdad?... El recuerdo de aquel cálido beso era vivido, recordó la sensación de adrenalina y placer que sintió. La joven pegaba su cuerpo aún más, haciendo que con su peso Kazuo retrocediese unos pasos, hasta que su parte trasera topó con una vieja mesa, quedando atrapado entre esta y la joven Miko. Otra oleada de calor volvía a recorrer el cuerpo de Kazuo, alojándose en la zona inferior de su pelvis, donde su virilidad se tensaba más y más, con cada segundo que pasaba. Miko se mordía el labio, mientras que una de sus manos descendía de forma atrevida por el cuerpo de Kazuo, desde su pecho hasta su abdomen, regalándole suaves caricias a su paso. Finalmente esta se desliza hasta la entrepierna del zorro, y comienza a masajear en suaves movimiento su miembro, por encima de la tela de su Hakama. Kazuo suelta un pesado suspiro al sentir el contacto, notando como se endurecía con cada toque que la experta mano de Miko le regalaba. Aquello le estaba provocando placer, muy diferente a otro que haya sentido antes, semejante al de aquel beso que aquel chico le regaló en un oscuro callejón. De cualquier forma, hacía mucho que no sentía ningún tipo de placer o sensación cálida, no desde que su familia fue asesinada. La joven seguía masajeando la entrepierna de Kazuo sin otorgarle descanso, lo que hacía que sutiles gemidos de placer se derramasen de los labios del zorro. Aquella sensación era totalmente nueva para él, al igual que la situación. Nadie le había tocado antes, al menos no de esa forma. ~ Veo que te gusta esto. ~ Decía Miko con sus labios pegados al mentón del zorro. La joven con su mano libre comienza a bajar su yukata, dejando que este resbalase por sus hombros hasta que sus senos quedaban expuestos. La mirada de Kazuo se ensombrecía al verlos. Blancos como la leche, y tensos por la excitación lo llamaban a gritos. Este asciende sus manos lentamente hasta que estas hacen contacto con sus pechos. Eran suaves y blandos. Sus pezones rígidos no hacían más que intensificar la calor que recorría su cuerpo. Sus manos de forma instintiva comienzan a masajear los pechos de aquella mujer, la cual soltaba provocadores gemidos ante su toque. ~ Mmm… Tócame más. ~ Decía Miko arrastrando las palabras de forma pastosa. Kazuo comenzaba apretar sus senos con necesidad, jalándolos para sí, como si quisiera apoderarse de ellos. Está gemía de puro placer ante él toque del zorro, aumentando la fricción de su mano contra su erección. Kazuo se inclinaba , bajando su rostro y llevando uno de los senos de la joven a su boca, apoderándose se su pezón con su lengua y dientes. El cuerpo de la muchacha se tensaba de placer ante tan repentino acto. Kazuo se movía por puro instinto, igual que aquel día en el callejón, con la diferencia de que en esta ocasión su acompañante no lo estaba rechazando. Miko desataba el Hakama de Kazuo, este absorto en devorar sus senos no reparaba en los siguientes movimientos de la joven. De pronto lo sintió; una cálida mano envolviendo la prolongación de su virilidad, haciendo que un ronco gemido saliera de su boca, chocando contra los senos de aquella mujer. Podía sentir el movimiento oscilante de arriba abajo, la mano de Miko apretando su miembro erecto por la excitación. Este de forma involuntaria atrapaba uno de los pezones de la joven entre sus dientes, dejando este enrojecido por la acción. Aquello en vez de causarle dolor hizo que un sonoro gemido saliese de la boca de la muchacha, la cual se mordía el labio con fuerza para acallar su voz. Aquello le estaba haciendo sentir un placer que no había experimentado antes y del cual no le habían dado nada de información. Pero su cuerpo se movía por inercia, como si supiera lo que tenía que hacer sin un manual que le indicase los pasos a seguir. En algún punto la joven había desatado su obi, dejándolo caer al suelo, quedando su cuerpo expuesto por la apertura de su yukata. La inexpertas manos de Kazuo se paseaba por su piel desnuda, algo torpes pero con determinación, quería más. Estas desembocan hasta el lustroso trasero de la joven, apretando su carne con sus dedos, atrayéndola hacía él con el movimiento. El yukata de esta terminaba de caer al suelo, al igual que el Haori de Kazuo, quedando ambos desnudos, expuestos ante las inclemencias de aquel húmedo almacén. Esta se separa un poco de él, soltando sus miembro; Kazuo soltaba un gruñido de queja por la repentina separación. La joven lo rodea y se sienta sobre la mesa, tomando las manos de Kazuo para acercarlo nuevamente a ella, acomodando las caderas de él entre sus piernas. Miko rodea el cuello del zorro con sus brazos y lo acerca a ella, para finalmente fundir su boca con la de Kazuo. No era un beso tierno, este era ardiente, salvaje. Sus lenguas se buscaban mutuamente, casi sin dejar espacio para respirar. Las caderas de ambos se movían de forma involuntaria, lo que provocaba que sus sexos se rozasen entre si, humedeciéndose el uno al otro. Las manos de Kazuo se aferraban a las caderas de la contraria, apretando esta contra su cuerpo, reclamado la fricción de su piel contra la suya. Los dedos de ella se enredaba en la suave melena de Kazuo; unos cabellos tan suave y sedoso que no eran propios de alguien que vestía aquellos harapos. ~ Mmm me encanta tu olor… Hueles a miel…~ Decía entre besos. ~ Limón…~ Lamia de forma lujuriosa los labios de Kazuo. ~ Menta…~ Susurra contra su boca con un tono grave. Kazuo no hablaba. A pesar de aquel regalo de placer no sentía nada más. No había amor, no había aprecio. Era simple y llanamente un desfogue temporal de su tristeza. Quizás lo era también para ella, un pasatiempo para hacer más ameno sus monótonos días despachando mesas, aunque eso a Kazuo no le importaba en absoluto en ese momento. Solo quería disfrutar de aquello, una escusa para evadirse de su realidad. Miko tomaba nuevamente el miembro de Kazuo y, con determinación, colocaba la punta de su virilidad contra la entrada de su vagina. Nadie le había enseñado ha Kazuo nada de aquello, pero no necesitaba sumar dos más dos para que su cuerpo supiera exactamente lo que debía hacer. Este de una estocada entraba en el interior de la joven, sintiendo como las paredes de su interior envolvían toda la extensión de su virilidad, recibiéndolo sin restricciones y haciéndole soltar un ronco y amortiguado gemido contra la boca de la joven. Aquella oleada de placer hizo que los cabellos del zorro se tintaran del color de la luna, pero por suerte, la escasa luz del lugar hacía casi imperceptible el cambio. Este comenzó a mover sus caderas, entrando y saliendo del interior de aquella mujer una y otra vez. Cada embestida era una oleada de placer que se iba acumulando en su pelvis, como si estuviese apunto de estallar. Ambos gemían de forma descontrolada, ahogando estos en sus bocas para que su encuentro pecaminoso quedase en la más absoluta intimidad. No había amor ni ternura por parte de Kazuo, tan solo necesidad de obtener placer a través de aquella carne, a través de Miko. Ella al igual que él, lo usaba para evadirse de su propia realidad, una solterona condenada a servir sopa de miso de por vida. Las embestidas de Kazuo quedaban lejos de ser amables. Estas eran un vivo reflejo de la desesperación de encontrar algo que le aliviase la pena, aunque fuera a penas por unos minutos. Sus labios se desplazaban desde los labios de la joven hasta su cuello. Lamió su piel, decorada con una suave capa de sudor producida por la agitación del momento. El sabor era salado y especiado de haber estado trabajando en las cocinas. Al igual que su aroma; olía a vapor especiado y humo. La lengua del zorro se paseaba por el lateral de su cuello hasta su oreja , lamiendo esta de forma lasciva y mordiendo el lóbulo de la misma. La joven gimoteaba de placer a su toque , quedando claro lo mucho que le gustaba aquello. La mirada de Kazuo ya no era brillante, esta estaba ensombrecida por un deseo vacío. Así era, un deseo vacío, pero que le otorgaba el placer que necesitaba en ese momento. Este sintió como las paredes de aquella mujer se contraía alrededor de su miembro, constriñendo este a causa del orgasmo que recorría el cuerpo de la joven. Aquello lo hizo estremecer, y al igual que ella este sintió como el calor que se había estando alojado en su pelvis se derramaba en el interior de ella. El placer lo recorrió desde la cabeza hasta la punta de sus pies, sintiendo como la oleada húmeda salía, desembocando dentro del sexo ajeno. Las embestidas se fueron ralentizando hasta que censaron, sintiendo como los últimos espasmos de su cuerpo paraban finalmente. La joven poco a poco conseguía amansar su respiración al igual que él. No hubo beso de despedida, esta sonreía complacida mientras se bajaba de la mesa, triunfante de haber alcanzado su objetivo. Miko se vestía y Kazuo hizo lo propio. ~Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un hombre. Espero que nos volvamos a ver muchacho.~ Decía esta, coqueta, intentando arreglar su recogido despeinado por el encuentro. Kazuo no dijo nada, apenas asintió con la cabeza. Una mezcla de vergüenza e incertidumbre se alojaba en su pecho. ¿Estaba bien entregarse a alguien por mero placer?, ¿Hacerlo sin amor?, ¿Usarlo como medio de evasión de su tristeza?. El zorro había perdido su virginidad en aquel oscuro y húmedo almacén, con una mujer que no conocía de nada y que jamás volvería a ver. Kazuo volvió a su bosque, a aislarse de los humanos que solo se movían por impulsos egoístas. Solo volvería a encontrarse con estos movido por la misma necesidad que lo llevo a aquel primer encuentro carnal. A usarlos al igual que lo habían usado a él. Con el paso se los siglos esto iría cambiando. Su corazón se irían sanando, volviéndose cálido. Pero esto es una nueva historia del zorro. La cual sera desvelada en el futuro.
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