• Gruñe ante todo el ruido que ha causado el intercambio poco cultural con otro tenno, han alertado a la colonia completa, por lo que los nidos ya no podrán ser vulnerados, la arquera solo hace un gesto de ironía volviéndose invisible en el momento, mientras Chroma simplemente siente el hedor de los infestados corriendo desde todos los túneles, pronto quedará solo.

    "Piensa rápido"

    Chroma elige el color rojo preparado para acabar con todos esos infestados, recibe de armamento Kronen, tonfas afiladas que se acoplan a sus brazos, mientras el fuego consume su propia piel para no ser presa fácil de los monstruos de la colonia.

    ...

    La warframe cazadora contempla desde la seguridad de uno de sus muchos hilos de energía, la pelea del "dragón", aunque tiene instrucciones de llevarlo de vuelta a donde pertenece, deberá colaborar si lo quiere traer completo.

    ...

    Rugidos suenan por parte de Chroma que parte y rebana cada infestado, los ataques circulares de 360 grados medidos logran evitar que lo rodeen y el fuego logra ahuyentar a los más pequeños que son quizá de los más peligrosos.

    Uno grande corre con sus 4 patas para embestir a Chroma, logrando soportar sus llamas y arrinconando al warframe contra una pared, repentinamente, 2 flechas de energía impactan en sus partes blancas de aquel blindado animal, Chroma aprovecha para clavar sus tonfas afiladas en el cuello y darle una muerte segura.

    Solo gruñe porque no quería ayuda, sabe donde está, será invisible, pero su olfato es inconfundible para él, llegan más infectados y deberá colaborar.

    "Solo esta vez, no pienso volver."

    ??:
    "Tenno, tengo órdenes, sin embargo, lo nuestro aún no termina."

    Dispara más flechas que en su trazado, forman nuevos hilos de energía invisibles para los ojos de los infestados.

    "Hay suficientes infestado para ambos."

    Entonces reconoce el warframe, Ivara, una cazadora, como Chroma con puntos de vista opuestos.
    Gruñe ante todo el ruido que ha causado el intercambio poco cultural con otro tenno, han alertado a la colonia completa, por lo que los nidos ya no podrán ser vulnerados, la arquera solo hace un gesto de ironía volviéndose invisible en el momento, mientras Chroma simplemente siente el hedor de los infestados corriendo desde todos los túneles, pronto quedará solo. "Piensa rápido" Chroma elige el color rojo preparado para acabar con todos esos infestados, recibe de armamento Kronen, tonfas afiladas que se acoplan a sus brazos, mientras el fuego consume su propia piel para no ser presa fácil de los monstruos de la colonia. ... La warframe cazadora contempla desde la seguridad de uno de sus muchos hilos de energía, la pelea del "dragón", aunque tiene instrucciones de llevarlo de vuelta a donde pertenece, deberá colaborar si lo quiere traer completo. ... Rugidos suenan por parte de Chroma que parte y rebana cada infestado, los ataques circulares de 360 grados medidos logran evitar que lo rodeen y el fuego logra ahuyentar a los más pequeños que son quizá de los más peligrosos. Uno grande corre con sus 4 patas para embestir a Chroma, logrando soportar sus llamas y arrinconando al warframe contra una pared, repentinamente, 2 flechas de energía impactan en sus partes blancas de aquel blindado animal, Chroma aprovecha para clavar sus tonfas afiladas en el cuello y darle una muerte segura. Solo gruñe porque no quería ayuda, sabe donde está, será invisible, pero su olfato es inconfundible para él, llegan más infectados y deberá colaborar. "Solo esta vez, no pienso volver." ??: "Tenno, tengo órdenes, sin embargo, lo nuestro aún no termina." Dispara más flechas que en su trazado, forman nuevos hilos de energía invisibles para los ojos de los infestados. "Hay suficientes infestado para ambos." Entonces reconoce el warframe, Ivara, una cazadora, como Chroma con puntos de vista opuestos.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    No se que personaje adicional hacer.

    A) Un hombre desesperado por curar una enfermedad se lleva a si mismo a contraer y tratar dicha enfermedad para investigar los síntomas y posibles curas.
    Pero todo es muy tarde, todos han muerto y él ha sido el único sobreviviente, descubriendo que hay mas que solo medicinas, si no otros factores que lo llevan a levantar el fino velo de lo prohibido, haciéndose amigo de vampiros, demonios, sepultureros y los acaudalados señores que harán lo que sea por extender su vida más de lo habitual (llegar a los 30's)


    B) Un Cazador y mercenario, hijo único de una acaudalada familia. Sin embargo, desde temprana edad cuestiona y rechaza los "valores" de su familia, así como el origen de la fortuna de su familia (vender esclavos, asi como vender carne de humanos como de animal y tener propiedades que ofrecían a los ricos para torturar a sus esclavos)
    Cuando una terrible maldición llega, él es el único sobreviviente por haberse aliado con las victimas, que ahora eran los monstruos.
    No se que personaje adicional hacer. A) Un hombre desesperado por curar una enfermedad se lleva a si mismo a contraer y tratar dicha enfermedad para investigar los síntomas y posibles curas. Pero todo es muy tarde, todos han muerto y él ha sido el único sobreviviente, descubriendo que hay mas que solo medicinas, si no otros factores que lo llevan a levantar el fino velo de lo prohibido, haciéndose amigo de vampiros, demonios, sepultureros y los acaudalados señores que harán lo que sea por extender su vida más de lo habitual (llegar a los 30's) B) Un Cazador y mercenario, hijo único de una acaudalada familia. Sin embargo, desde temprana edad cuestiona y rechaza los "valores" de su familia, así como el origen de la fortuna de su familia (vender esclavos, asi como vender carne de humanos como de animal y tener propiedades que ofrecían a los ricos para torturar a sus esclavos) Cuando una terrible maldición llega, él es el único sobreviviente por haberse aliado con las victimas, que ahora eran los monstruos.
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  • 𝓛𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑎𝑑 𝑒𝑠𝑝𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎.
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    — STARTER ABIERTO;

    Tamlin había decidido salir a pasear por los alrededores de la Corte Primavera solo ¿Cómo si no? Ya no estaba Lucien, ni Alis, ni tampoco... Feyre, menos aún Ianthe, era una bestia encerrada en su castillo obligada a tener solo la compañía de sus enseres, a veces, de lo aburrido que estaba se ponía a hablar con una tetera, o con un candelabro.

    Su paseo lo había llevado al riachuelo donde Nayades y Ninfas se bañaban, quedaban algunos meses para Calanmai pero ya sentía a las Ninfas acicalarse y mostrar sus mejores rostros. Sin poder evitarlo sonrió ante la mirada de una de ellas, y esta sonrió de vuelta.

    Tamlin colocó las manos a sus espaldas y siguió caminando, hacía tiempo que no había ataques de los boges, ni ningún suriel le daba por saco molestando a sus allegados, hacía tiempo que la soledad había traído paz. En su paseo, el Alto Lord de primavera llegó hasta un gran árbol donde dos faes alados estaban sentados en una de las ramas más gruesas y bajas de este, elegantemente, ambos faes, los cuales poseían un color de piel marrón como la madera de un fresno, hicieron una reverencia con una sonrisa.
    Tamlin siempre había cuidado de aquellos que vivían en aquellas tierras y los había defendido de los monstruos que les atacaban, lo malo es que la corte Primavera no era la más frugal de todas las cortes y pedía un diezmo cada cierto tiempo, aquel tema no le agradaba tanto a los faes, claro.

    El paseo del rubio fae se extendió hasta un jardín de rosas blancas, había crecido así de forma natural, nadie las había ideo a cuidar, ni tampoco las prestaba más atención que para disfrutar de ellas, Tamlin pensó en la belleza de lo caótico e inesperado, de hecho aquel pensamiento le hizo sonreir pensando que gracias al caos que había sufrido estaba libre de Amarantha, de Hybern, de Rhysand (Por el momento), que aunque estuviera solo... era libre, después de cincuenta años nadie podía doblegarlo en sus propias tierras, no había nadie que lo hiciera.

    La mano de Tamlin se extendió para cortar una rosa blanca y llevársela a la nariz para disfrutar del aroma, el aroma de la libertad con espinas y todo.
    — STARTER ABIERTO; Tamlin había decidido salir a pasear por los alrededores de la Corte Primavera solo ¿Cómo si no? Ya no estaba Lucien, ni Alis, ni tampoco... Feyre, menos aún Ianthe, era una bestia encerrada en su castillo obligada a tener solo la compañía de sus enseres, a veces, de lo aburrido que estaba se ponía a hablar con una tetera, o con un candelabro. Su paseo lo había llevado al riachuelo donde Nayades y Ninfas se bañaban, quedaban algunos meses para Calanmai pero ya sentía a las Ninfas acicalarse y mostrar sus mejores rostros. Sin poder evitarlo sonrió ante la mirada de una de ellas, y esta sonrió de vuelta. Tamlin colocó las manos a sus espaldas y siguió caminando, hacía tiempo que no había ataques de los boges, ni ningún suriel le daba por saco molestando a sus allegados, hacía tiempo que la soledad había traído paz. En su paseo, el Alto Lord de primavera llegó hasta un gran árbol donde dos faes alados estaban sentados en una de las ramas más gruesas y bajas de este, elegantemente, ambos faes, los cuales poseían un color de piel marrón como la madera de un fresno, hicieron una reverencia con una sonrisa. Tamlin siempre había cuidado de aquellos que vivían en aquellas tierras y los había defendido de los monstruos que les atacaban, lo malo es que la corte Primavera no era la más frugal de todas las cortes y pedía un diezmo cada cierto tiempo, aquel tema no le agradaba tanto a los faes, claro. El paseo del rubio fae se extendió hasta un jardín de rosas blancas, había crecido así de forma natural, nadie las había ideo a cuidar, ni tampoco las prestaba más atención que para disfrutar de ellas, Tamlin pensó en la belleza de lo caótico e inesperado, de hecho aquel pensamiento le hizo sonreir pensando que gracias al caos que había sufrido estaba libre de Amarantha, de Hybern, de Rhysand (Por el momento), que aunque estuviera solo... era libre, después de cincuenta años nadie podía doblegarlo en sus propias tierras, no había nadie que lo hiciera. La mano de Tamlin se extendió para cortar una rosa blanca y llevársela a la nariz para disfrutar del aroma, el aroma de la libertad con espinas y todo.
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  • *En Halloween descubrí algo que me aterró demasiado.
    Y es que mi vecina [Arantxza.lvgvs] es un monstruo. O algo así.
    Cierto que tras llegar a este país encontré un montón de criaturas peculiares: gatos que hablaban, chicas kitsune con enormes senos, personas que decían ser demonios, personas con ojos extraños... Pero con ninguno de esos entes traté demasiado. Salvo ella.
    Resultó que el lugar que el gobierno de este país me asignó para vivir estaba casi deshabitado. Sólo estaba yo, algún vecino por ahí, y la chica que vivía al lado, [Arantxza.lvgvs] .
    Me parecía una chica rara, además que su cabello blanco... Bueno, la hacían parecerse a uno de esos cerdos blancos de mi país, pero tras examinarla un poco supe que no era un alba, por fortuna. Aunque no sé qué hubiera hecho si lo fuera.
    El caso es que las pocas veces que traté con ella me parecía algo rara, pero nada fuera de lo normal. Todas aquellas criaturas que había encontrado antes eran más raras, hasta antes de Halloween.
    En realidad no había tratado mucho con ella, sólo una vez me despertó para pedirme una taza de azúcar, y en otra ocasión encontré un libro de hechizos envuelto con una nota de ella, diciendo que era un regalo. Y entonces llegó Halloween.
    Esa noche fue difícil para mí porque las voces aumentaban significativamente. Estaban en todos lados, y hablaban mucho más, y con más fuerza... Y resultó que una de las voces era de ella. Pero entonces ella apareció de la nada ante mí, y mostró unos espantosos colmillos que a la vez me asustaron y me recordaron por qué los vampiros me causan repulsión... Y así supe que ella era un monstruo.
    Con el tiempo empezó a atravesar las paredes y aparecer en este departamento que ocupo, y a reírse de mí. También de alguna manera podía saber mis pensamientos, y confirmé con cada uno de esos encuentros no muy gratos que ella era un monstruo, o alguna especie de ente sobrenatural.
    Pensé solicitar al gobierno algún cambio de domicilio porque vivir al lado de ella me incomodaba demasiado. Ciertamente no era agradable escucharla responder a lo que estoy pensando, verla atravesar las paredes o que aparezca de la nada frente a mí, aunque mi solicitud estaba tomando demasiado tiempo.
    Por eso empecé a pasar más tiempo en la biblioteca, y volvía a casa sólo a descansar esperando que ella no apareciera.
    Por esas fechas de Halloween encontré en la biblioteca un libro sobre monstruos que había leído hace tiempo en el campo de batalla, y decidí volver a leerlo. La lectura era agradable, pero me hizo cuestionarme por la naturaleza de los monstruos. Aunque tenía nociones, creo que las más firmes eran que los monstruos producen miedo. O al menos son intimidantes. Y si todo eso falla, al final son una especie de existencia que rompe con aquello a lo que estamos acostumbrados... Al menos a lo que los humanos lo estamos.
    Estaba en la biblioteca leyendo sobre los monstruos, y pensando que en la biblioteca ella no aparecía. Así que consideré que era un lugar seguro... O eso creía.*
    *En Halloween descubrí algo que me aterró demasiado. Y es que mi vecina [Arantxza.lvgvs] es un monstruo. O algo así. Cierto que tras llegar a este país encontré un montón de criaturas peculiares: gatos que hablaban, chicas kitsune con enormes senos, personas que decían ser demonios, personas con ojos extraños... Pero con ninguno de esos entes traté demasiado. Salvo ella. Resultó que el lugar que el gobierno de este país me asignó para vivir estaba casi deshabitado. Sólo estaba yo, algún vecino por ahí, y la chica que vivía al lado, [Arantxza.lvgvs] . Me parecía una chica rara, además que su cabello blanco... Bueno, la hacían parecerse a uno de esos cerdos blancos de mi país, pero tras examinarla un poco supe que no era un alba, por fortuna. Aunque no sé qué hubiera hecho si lo fuera. El caso es que las pocas veces que traté con ella me parecía algo rara, pero nada fuera de lo normal. Todas aquellas criaturas que había encontrado antes eran más raras, hasta antes de Halloween. En realidad no había tratado mucho con ella, sólo una vez me despertó para pedirme una taza de azúcar, y en otra ocasión encontré un libro de hechizos envuelto con una nota de ella, diciendo que era un regalo. Y entonces llegó Halloween. Esa noche fue difícil para mí porque las voces aumentaban significativamente. Estaban en todos lados, y hablaban mucho más, y con más fuerza... Y resultó que una de las voces era de ella. Pero entonces ella apareció de la nada ante mí, y mostró unos espantosos colmillos que a la vez me asustaron y me recordaron por qué los vampiros me causan repulsión... Y así supe que ella era un monstruo. Con el tiempo empezó a atravesar las paredes y aparecer en este departamento que ocupo, y a reírse de mí. También de alguna manera podía saber mis pensamientos, y confirmé con cada uno de esos encuentros no muy gratos que ella era un monstruo, o alguna especie de ente sobrenatural. Pensé solicitar al gobierno algún cambio de domicilio porque vivir al lado de ella me incomodaba demasiado. Ciertamente no era agradable escucharla responder a lo que estoy pensando, verla atravesar las paredes o que aparezca de la nada frente a mí, aunque mi solicitud estaba tomando demasiado tiempo. Por eso empecé a pasar más tiempo en la biblioteca, y volvía a casa sólo a descansar esperando que ella no apareciera. Por esas fechas de Halloween encontré en la biblioteca un libro sobre monstruos que había leído hace tiempo en el campo de batalla, y decidí volver a leerlo. La lectura era agradable, pero me hizo cuestionarme por la naturaleza de los monstruos. Aunque tenía nociones, creo que las más firmes eran que los monstruos producen miedo. O al menos son intimidantes. Y si todo eso falla, al final son una especie de existencia que rompe con aquello a lo que estamos acostumbrados... Al menos a lo que los humanos lo estamos. Estaba en la biblioteca leyendo sobre los monstruos, y pensando que en la biblioteca ella no aparecía. Así que consideré que era un lugar seguro... O eso creía.*
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  • Todo esto de los monstruos me dejó pensando... Y aquella frase que leí hace años, en el campo de batalla... ¿Qué quiso decir realmente?
    La verdad es que no entendí gran cosa de aquel libro. Sería genial encontrarlo en la biblioteca, y leerlo con atención. El problema es que no recuerdo el nombre, y el autor tenía un nombre extraño... Algo de Ni... Niet... ¿Nietzsche?
    No estoy seguro. Creo que le preguntaré a alguno de los bibliotecarios...
    Todo esto de los monstruos me dejó pensando... Y aquella frase que leí hace años, en el campo de batalla... ¿Qué quiso decir realmente? La verdad es que no entendí gran cosa de aquel libro. Sería genial encontrarlo en la biblioteca, y leerlo con atención. El problema es que no recuerdo el nombre, y el autor tenía un nombre extraño... Algo de Ni... Niet... ¿Nietzsche? No estoy seguro. Creo que le preguntaré a alguno de los bibliotecarios...
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  • *Historias de Folcrore Japonés*

    Ōmukade

    Cuentan las antiguas leyendas que los Ōmukade eran ciempiés colosales, engendros con la ferocidad de dragones, cuyos cuerpos serpenteaban por los rincones más inhóspitos del mundo. Se dice que uno de estos monstruos acechaba cerca de un puente en la remota prefectura de Shiga, su presencia oscureciendo los cielos y perturbando la tranquilidad de los viajeros que osaban cruzar. Las aguas torrentosas bajo el puente rugían como si compartieran el mismo odio implacable de la bestia, impidiendo el paso con su amenaza.

    Fue en este escenario de sombras donde un guerrero de gran renombre, Hidesato, decidió enfrentar lo imposible. Con el coraje como su única armadura, avanzó hacia el puente, y allí, en una feroz batalla que sacudió los cimientos de la tierra, hizo caer al monstruoso Ōmukade en las profundidades de las aguas embravecidas. Pero esta victoria fue solo el preludio de su destino.

    El verdadero desafío aguardaba en las faldas del Monte Mikami, donde un segundo Ōmukade, aún más terrible, aguardaba al valiente Hidesato. Este coloso, envuelto en un manto de escamas impenetrables, parecía invulnerable a los golpes de su espada y las flechas de su arco. Una y otra vez, las armas del guerrero rebotaban inofensivamente contra la dura armadura de la criatura, mientras la bestia soltaba gruñidos que resonaban como truenos en la montaña. La batalla se extendía, y Hidesato comenzaba a sentir el peso del cansancio, viendo cómo sus esperanzas se reducían a una sola flecha.

    En un acto de fe y desesperación, Hidesato tomó esa última flecha y, con el viento soplando a su favor, escupió sobre ella y elevó una plegaria a Hachiman, el dios de los guerreros, rogando por su intervención. Fue como si los cielos respondieran, y en ese instante, la flecha voló como un rayo, silbando en el aire cargado de presagios. Aquel proyectil bendecido encontró el único punto débil del monstruo, penetrando su armadura como si rompiera el cielo mismo. Con un rugido desgarrador que estremeció la montaña, el segundo Ōmukade cayó, derrotado por la mano del hombre y la voluntad de los dioses.

    Así, el guerrero Hidesato se alzó victorioso, su nombre grabado en la leyenda como aquel que domó a las bestias que ninguna espada pudo doblegar. Las aguas del puente y las faldas del monte Mikami se calmaron, y el eco de la hazaña resonó en los corazones de los hombres, recordando que incluso los monstruos más imponentes sucumben ante la valentía y la fe.

    *Historias de Folcrore Japonés* Ōmukade Cuentan las antiguas leyendas que los Ōmukade eran ciempiés colosales, engendros con la ferocidad de dragones, cuyos cuerpos serpenteaban por los rincones más inhóspitos del mundo. Se dice que uno de estos monstruos acechaba cerca de un puente en la remota prefectura de Shiga, su presencia oscureciendo los cielos y perturbando la tranquilidad de los viajeros que osaban cruzar. Las aguas torrentosas bajo el puente rugían como si compartieran el mismo odio implacable de la bestia, impidiendo el paso con su amenaza. Fue en este escenario de sombras donde un guerrero de gran renombre, Hidesato, decidió enfrentar lo imposible. Con el coraje como su única armadura, avanzó hacia el puente, y allí, en una feroz batalla que sacudió los cimientos de la tierra, hizo caer al monstruoso Ōmukade en las profundidades de las aguas embravecidas. Pero esta victoria fue solo el preludio de su destino. El verdadero desafío aguardaba en las faldas del Monte Mikami, donde un segundo Ōmukade, aún más terrible, aguardaba al valiente Hidesato. Este coloso, envuelto en un manto de escamas impenetrables, parecía invulnerable a los golpes de su espada y las flechas de su arco. Una y otra vez, las armas del guerrero rebotaban inofensivamente contra la dura armadura de la criatura, mientras la bestia soltaba gruñidos que resonaban como truenos en la montaña. La batalla se extendía, y Hidesato comenzaba a sentir el peso del cansancio, viendo cómo sus esperanzas se reducían a una sola flecha. En un acto de fe y desesperación, Hidesato tomó esa última flecha y, con el viento soplando a su favor, escupió sobre ella y elevó una plegaria a Hachiman, el dios de los guerreros, rogando por su intervención. Fue como si los cielos respondieran, y en ese instante, la flecha voló como un rayo, silbando en el aire cargado de presagios. Aquel proyectil bendecido encontró el único punto débil del monstruo, penetrando su armadura como si rompiera el cielo mismo. Con un rugido desgarrador que estremeció la montaña, el segundo Ōmukade cayó, derrotado por la mano del hombre y la voluntad de los dioses. Así, el guerrero Hidesato se alzó victorioso, su nombre grabado en la leyenda como aquel que domó a las bestias que ninguna espada pudo doblegar. Las aguas del puente y las faldas del monte Mikami se calmaron, y el eco de la hazaña resonó en los corazones de los hombres, recordando que incluso los monstruos más imponentes sucumben ante la valentía y la fe.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    "Día 1. ¡Consigue decoración tenebrosa! (spoiler: esta cobra vida y deberás atraparla)"

    -------

    Ese día, la mismísima mansión Phantomhive se había disfrazado. El conde había invitado a todos los niños del pueblo de sus tierras, y los sirvientes habían organizado la comida y las decoraciones en el gran salón, donde se celebraría la festividad por Halloween.
    Junior tenía seis años en ese entonces, y se había asomado por curiosidad, ya que era una ocasión inusual. El conde Phantomhive rara vez organizaba este tipo de fiestas; es más, las eludía.
    Así que podría decirse que fue la primera vez que Junior presenciaba una fiesta propiamente dicha de Halloween.
    Los años anteriores solo había festejado con los sirvientes, con su primo y, si el conde estaba de buen humor, también con él. Por lo tanto, Junior mentiría si dijera que no estaba emocionado.
    Pero su fisgoneo fue notado por Mey Rin, la sirvienta, quien, con una sonrisa alegre, lo arrastró hacia el interior del salón para que la ayudara a decorar. Como un caballero, si una dama le pedía ayuda con algo, Junior no podía negarse. Además, no era la primera vez que la ayudaba a colocar este tipo de decoraciones, incluso lo hacía en Navidad. Asintió sin chistar y, sabiendo qué hacer, fue hacia la caja de decoraciones y tomó una de papel que representaba a un clásico fantasma: una sábana con ojos que no asustaría a nadie... Ah, excepto a su primo.
    Pero cuando se dispuso a colocarla en una pared, el papelito pareció removerse en su mano. Junior se extrañó, pensando primero que podría ser el viento, pero las ventanas estaban cerradas...
    —¡Oh, no! ¿Qué está pasando con las decoraciones? —exclamó de repente Mey Rin, acercándose a cerrar las ventanas pensando que era el viento arruinando su arduo trabajo.
    Junior la miró y entendió rápidamente. Las decoraciones habían empezado a moverse solas, como si fueran impulsadas por el viento, pero en realidad eran impulsadas por algo más.
    De repente, notaron que las figuras de papel posaban sus pies en el suelo, en el caso de las brujas y los monstruos de la literatura, y comenzaban a caminar en manada, acercándose a ellos con intenciones desconocidas, que no parecían nada buenas... incluso le pareció ver que las brujas sonreían con malicia.
    —Esto es una alucinación, ¿verdad? —inquirió Junior, mirando a la sirvienta, que estaba igual de estupefacta que él, aunque parecía más asustada.
    Pronto se vieron rodeados por un centenar de decoraciones, y cada vez estaban más acorralados. Eran demasiados y no tenían mucho espacio para seguir retrocediendo...
    —¡Ay, Dios mío! —decía Mey Rin atemorizada. Junior, en cambio, arqueó una ceja.
    Luego de la sorpresa inicial y lo absurdo de la situación, comenzó a pensar que tal vez estaba soñando.
    Por supuesto, habían habido señales desde el principio: el conde Phantomhive no organizaba fiestas ni sonreía, y hoy en el desayuno le había dedicado una suave sonrisa cuando le avisó de la celebración. Y ahora sucedía esto...
    —¡Qué absurdo! —dijo Junior, y viendo que había un Frankenstein cerca de su pie, lo pisó.
    Era solo papel, ¿qué podía hacerle?
    Los papeles reanimados frenaron en seco, observando la acción de Junior y mirándose entre ellos.
    Tenían expresiones de sorpresa, como si no se hubieran esperado que Junior hiciera eso al pobre Frankenstein, pero luego, como si se hubieran enfadado, arremetieron contra ellos, atacándolos en masa.
    Eran de papel, no es como si hicieran mucho daño, pero de todas formas era molesto.
    Entre la sirvienta y el joven amo los alejaron como pudieron, a manotazos y patadas. Fue Mey Rin quien terminó por agarrarlo de la mano y arrastrarlo fuera del salón, cerrando la puerta y apoyándose luego en ella, con el rostro lleno de confusión.
    —¿Qué acaba de pasar? —preguntó luego de un rato de silencio, mirando a Junior como si él supiera la respuesta. Era natural que se dirigiera a él, ya que normalmente tenía respuesta para todo, pero en esta ocasión, ni siquiera él lo sabía con certeza.
    —No tengo idea.
    Se miraron entre sí, sin saber qué decirse. Fue Junior quien habló después de que estuvieron un buen rato sin emitir palabra.
    —Debemos entrar y comprobarlo.
    —¡Esas cosas siguen ahí!
    —¿A qué le temes? Es solo papel, ni siquiera nos ha hecho daño.
    —¡Sí, pero están poseídas! ¿Quién sabe si pueden maldecirte?
    Junior rodó los ojos. La sirvienta y sus cuentos paranormales... aunque, dado que las decoraciones habían cobrado vida y este parecía ser un sueño con una lógica absurda...
    Ignorando el temor de la sirvienta, Junior abrió la puerta y se encontró con...
    —No hay nada.
    —¿¡Cómo!?
    La sirvienta entró al escucharlo decir eso. Y en efecto, no había nada. Bueno, en realidad estaban las decoraciones de calabazas entre otras, pero todas las decoraciones de papel habían desaparecido, dándole un aspecto bastante vacío al salón.
    —¡Oh, no! ¡Debemos encontrarlas, esto debe estar decorado para cuando lleguen los niños! —dijo Mey Rin, y de repente, salió corriendo hacia el pasillo.
    Junior alzó una ceja. ¿Acaso no les tenía miedo? ¿Por qué, de repente, salió corriendo a buscarlas?
    Con una expresión indiferente, fue tras ella.
    Era su deber seguirla y ayudarla. Aunque fuera un sueño, un caballero debía ir al rescate de una dama en peligro.
    "Que absurdo".
    Aun cuando pensara que lo fuera, Junior esbozó una sonrisa.
    -------
    #Inkfest
    "Día 1. ¡Consigue decoración tenebrosa! (spoiler: esta cobra vida y deberás atraparla)" ------- Ese día, la mismísima mansión Phantomhive se había disfrazado. El conde había invitado a todos los niños del pueblo de sus tierras, y los sirvientes habían organizado la comida y las decoraciones en el gran salón, donde se celebraría la festividad por Halloween. Junior tenía seis años en ese entonces, y se había asomado por curiosidad, ya que era una ocasión inusual. El conde Phantomhive rara vez organizaba este tipo de fiestas; es más, las eludía. Así que podría decirse que fue la primera vez que Junior presenciaba una fiesta propiamente dicha de Halloween. Los años anteriores solo había festejado con los sirvientes, con su primo y, si el conde estaba de buen humor, también con él. Por lo tanto, Junior mentiría si dijera que no estaba emocionado. Pero su fisgoneo fue notado por Mey Rin, la sirvienta, quien, con una sonrisa alegre, lo arrastró hacia el interior del salón para que la ayudara a decorar. Como un caballero, si una dama le pedía ayuda con algo, Junior no podía negarse. Además, no era la primera vez que la ayudaba a colocar este tipo de decoraciones, incluso lo hacía en Navidad. Asintió sin chistar y, sabiendo qué hacer, fue hacia la caja de decoraciones y tomó una de papel que representaba a un clásico fantasma: una sábana con ojos que no asustaría a nadie... Ah, excepto a su primo. Pero cuando se dispuso a colocarla en una pared, el papelito pareció removerse en su mano. Junior se extrañó, pensando primero que podría ser el viento, pero las ventanas estaban cerradas... —¡Oh, no! ¿Qué está pasando con las decoraciones? —exclamó de repente Mey Rin, acercándose a cerrar las ventanas pensando que era el viento arruinando su arduo trabajo. Junior la miró y entendió rápidamente. Las decoraciones habían empezado a moverse solas, como si fueran impulsadas por el viento, pero en realidad eran impulsadas por algo más. De repente, notaron que las figuras de papel posaban sus pies en el suelo, en el caso de las brujas y los monstruos de la literatura, y comenzaban a caminar en manada, acercándose a ellos con intenciones desconocidas, que no parecían nada buenas... incluso le pareció ver que las brujas sonreían con malicia. —Esto es una alucinación, ¿verdad? —inquirió Junior, mirando a la sirvienta, que estaba igual de estupefacta que él, aunque parecía más asustada. Pronto se vieron rodeados por un centenar de decoraciones, y cada vez estaban más acorralados. Eran demasiados y no tenían mucho espacio para seguir retrocediendo... —¡Ay, Dios mío! —decía Mey Rin atemorizada. Junior, en cambio, arqueó una ceja. Luego de la sorpresa inicial y lo absurdo de la situación, comenzó a pensar que tal vez estaba soñando. Por supuesto, habían habido señales desde el principio: el conde Phantomhive no organizaba fiestas ni sonreía, y hoy en el desayuno le había dedicado una suave sonrisa cuando le avisó de la celebración. Y ahora sucedía esto... —¡Qué absurdo! —dijo Junior, y viendo que había un Frankenstein cerca de su pie, lo pisó. Era solo papel, ¿qué podía hacerle? Los papeles reanimados frenaron en seco, observando la acción de Junior y mirándose entre ellos. Tenían expresiones de sorpresa, como si no se hubieran esperado que Junior hiciera eso al pobre Frankenstein, pero luego, como si se hubieran enfadado, arremetieron contra ellos, atacándolos en masa. Eran de papel, no es como si hicieran mucho daño, pero de todas formas era molesto. Entre la sirvienta y el joven amo los alejaron como pudieron, a manotazos y patadas. Fue Mey Rin quien terminó por agarrarlo de la mano y arrastrarlo fuera del salón, cerrando la puerta y apoyándose luego en ella, con el rostro lleno de confusión. —¿Qué acaba de pasar? —preguntó luego de un rato de silencio, mirando a Junior como si él supiera la respuesta. Era natural que se dirigiera a él, ya que normalmente tenía respuesta para todo, pero en esta ocasión, ni siquiera él lo sabía con certeza. —No tengo idea. Se miraron entre sí, sin saber qué decirse. Fue Junior quien habló después de que estuvieron un buen rato sin emitir palabra. —Debemos entrar y comprobarlo. —¡Esas cosas siguen ahí! —¿A qué le temes? Es solo papel, ni siquiera nos ha hecho daño. —¡Sí, pero están poseídas! ¿Quién sabe si pueden maldecirte? Junior rodó los ojos. La sirvienta y sus cuentos paranormales... aunque, dado que las decoraciones habían cobrado vida y este parecía ser un sueño con una lógica absurda... Ignorando el temor de la sirvienta, Junior abrió la puerta y se encontró con... —No hay nada. —¿¡Cómo!? La sirvienta entró al escucharlo decir eso. Y en efecto, no había nada. Bueno, en realidad estaban las decoraciones de calabazas entre otras, pero todas las decoraciones de papel habían desaparecido, dándole un aspecto bastante vacío al salón. —¡Oh, no! ¡Debemos encontrarlas, esto debe estar decorado para cuando lleguen los niños! —dijo Mey Rin, y de repente, salió corriendo hacia el pasillo. Junior alzó una ceja. ¿Acaso no les tenía miedo? ¿Por qué, de repente, salió corriendo a buscarlas? Con una expresión indiferente, fue tras ella. Era su deber seguirla y ayudarla. Aunque fuera un sueño, un caballero debía ir al rescate de una dama en peligro. "Que absurdo". Aun cuando pensara que lo fuera, Junior esbozó una sonrisa. ------- #Inkfest
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  • 𝑾𝒉𝒂𝒕 𝒄𝒂𝒏 𝑰 𝒅𝒐
    Fandom The Originals / The Vampire Diaries
    Categoría Slice of Life
    La ciudad iba cobrando vida desde aquel balcón en el cual Rebekah se encontraba. Nueva Orleans siempre parecía estar con más color por las noches. La música resonaba por todas partes, y la gente, embriagada de la misma, caminaba alegre, feliz, sin saber de los monstruos que había por el resto del lugar.

    ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora? Se sentía perdida, vacía. Llevaba más tiempo queriendo ser humana, y no veía progreso en ello. Sí, había una cura y sí, tenía que esperar para tomarla. Pero parecía que siempre era ella la que tenía que quedarse sin las cosas que anhelaba.

    Deseaba una familia. Una familia propia. No es que no quisiera a sus hermanos, pero ella también quería formar algo por su cuenta. Que fuese su propio legado.

    -Una idea estúpida…

    Murmuró en lo bajo, reclinándose todavía más en aquel balcón, como si mirando a los turistas que había pudiese ser más humana. O sentir una mayor conexión con ellos y su naturaleza.
    La ciudad iba cobrando vida desde aquel balcón en el cual Rebekah se encontraba. Nueva Orleans siempre parecía estar con más color por las noches. La música resonaba por todas partes, y la gente, embriagada de la misma, caminaba alegre, feliz, sin saber de los monstruos que había por el resto del lugar. ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora? Se sentía perdida, vacía. Llevaba más tiempo queriendo ser humana, y no veía progreso en ello. Sí, había una cura y sí, tenía que esperar para tomarla. Pero parecía que siempre era ella la que tenía que quedarse sin las cosas que anhelaba. Deseaba una familia. Una familia propia. No es que no quisiera a sus hermanos, pero ella también quería formar algo por su cuenta. Que fuese su propio legado. -Una idea estúpida… Murmuró en lo bajo, reclinándose todavía más en aquel balcón, como si mirando a los turistas que había pudiese ser más humana. O sentir una mayor conexión con ellos y su naturaleza.
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    Individual
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    Disponible
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  • Eran pocas las veces donde podía salir del laboratorio, de recorrer un poco la ciudad, de tener un tiempo libre y descansar de tener que eliminar a los monstruos que cada vez se acercaban más al Domo.

    Ya habían conversaciones acerca de dejar el planeta, de buscar otro lugar dónde vivir. De hecho, Asker, aquel que fundó todo luego del ataque, ya tenía en mente el preparar naves para que todos los que estábamos allí saliéramos ilesos.

    No sería algo fácil, los rumores se esparcieron y varias personas estaban en desacuerdo, no queriendo perder la esperanza en poder recuperar el planeta de vuelta.

    Por mi parte, lo que sea que se diera, iba a seguir. Mi opinión importaba poco y nada en cuanto a la preservación de la poca vida humana que quedaba en comparación a cuando todo estaba bien.


    Alcé la vista para ver los edificios, se veían imponentes durante la noche, con todas las luces. Hasta daba la sensación que todo estaba bien, que solo fue un mal sueño... A veces me encontraba deseando que así fuera.

    Pensé en dar una pequeña caminata lenta, aprovechando que ya no había sol, y el de intentar escuchar qué se hablaba por las calles mientras todos intentaban vivir con relativa normalidad, sin pensar demasiado en el desolado y destruido escenario fuera del Domo.
    Eran pocas las veces donde podía salir del laboratorio, de recorrer un poco la ciudad, de tener un tiempo libre y descansar de tener que eliminar a los monstruos que cada vez se acercaban más al Domo. Ya habían conversaciones acerca de dejar el planeta, de buscar otro lugar dónde vivir. De hecho, Asker, aquel que fundó todo luego del ataque, ya tenía en mente el preparar naves para que todos los que estábamos allí saliéramos ilesos. No sería algo fácil, los rumores se esparcieron y varias personas estaban en desacuerdo, no queriendo perder la esperanza en poder recuperar el planeta de vuelta. Por mi parte, lo que sea que se diera, iba a seguir. Mi opinión importaba poco y nada en cuanto a la preservación de la poca vida humana que quedaba en comparación a cuando todo estaba bien. Alcé la vista para ver los edificios, se veían imponentes durante la noche, con todas las luces. Hasta daba la sensación que todo estaba bien, que solo fue un mal sueño... A veces me encontraba deseando que así fuera. Pensé en dar una pequeña caminata lenta, aprovechando que ya no había sol, y el de intentar escuchar qué se hablaba por las calles mientras todos intentaban vivir con relativa normalidad, sin pensar demasiado en el desolado y destruido escenario fuera del Domo.
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  • Cicatrices del Crepúsculo
    Categoría Fantasía
    El reino de Astora, al borde de la aniquilación, ha reclutado a todos los que pueden empuñar una espada, sin importar su edad. Rian, de solo 15 años, ha sido enviado a su primera misión junto a sus amigos de infancia, con quienes compartió juegos y sueños antes de que la guerra los arrebatara. Aunque su escuadra incluye a algunos soldados mayores, el peso de la desesperación recae sobre estos jóvenes, obligados a enfrentar horrores más allá de su comprensión.

    La escuadra de Rian, formada por chicos apenas en su adolescencia, marcha por un campo de batalla arrasado. El cielo está cubierto por nubes oscuras, y el aire es denso, cargado con el olor a muerte y desesperación. Los jóvenes intentan mantenerse valientes, aunque el miedo se refleja en sus ojos.

    Rian: "Estamos juntos en esto. No importa lo que pase, no nos separaremos."

    Pero en sus corazones saben que están marchando hacia un destino del que quizás no regresen. De repente, el suelo tiembla bajo sus pies, y la niebla que los rodea comienza a arremolinarse. De la oscuridad emergen las criaturas del Rey Oscuro, formas indescriptibles que parecen haber salido de las pesadillas más profundas.

    Elara: "¡Rian, mantente cerca!"

    Elara, siempre la optimista, es la primera en ser atacada. Una de las bestias la alcanza, y aunque lucha con todas sus fuerzas, su cuerpo joven es superado. Rian corre hacia ella, pero llega demasiado tarde. Con una última mirada, Elara sonríe débilmente antes de ser arrastrada por la oscuridad.

    Rian: "¡No, Elara!"

    El dolor de perder a su amiga de infancia lo deja paralizado, pero la batalla continúa. Tomas, que ha estado protegiendo a los demás, es el siguiente. Intenta mantener a raya a las criaturas con su fuerza, pero su valentía no es suficiente contra el poder de estos seres. Tomas lucha con todas sus fuerzas, pero estas abominaciones son implacables. Con un alarido que sacude el alma, Tomas es despedazado ante los ojos de Rian, su cuerpo destrozado por las garras de los monstruos. Sin poder despedirse su vida había sido extinguida.

    Ya no queda nadie más a quien cuidar. Edwin, aterrado y sin saber cómo luchar, es atrapado por una de las bestias. Sus gritos se mezclan con el viento, y sus sueños de una vida más allá de la guerra se desvanecen mientras es devorado por la oscuridad.

    Eadric: "¡Rian, corre! ¡No podemos hacer nada más!"

    El capitán Eadric, herido y agotado, sabe que no pueden ganar. Con la última de sus fuerzas, se lanza contra la mayor de las criaturas, dándole a Rian una oportunidad de escapar. Pero el sacrificio de Eadric solo subraya la impotencia del joven caballero.

    Las lágrimas caen por su rostro, y por primera vez, el peso de la soledad lo aplasta. En esa batalla, donde Rian perdió a sus amigos de infancia y a su capitán, también fue donde ganó sus primeras cicatrices. Marcas que no solo atravesaron su piel, sino que se incrustaron en lo más profundo de su alma, recordándole para siempre el precio de la guerra y el dolor de la pérdida. Cada cicatriz era un recordatorio de las vidas que no pudo salvar, un peso que llevaría consigo mientras continuaba su camino en un mundo que había cambiado para siempre.
    El reino de Astora, al borde de la aniquilación, ha reclutado a todos los que pueden empuñar una espada, sin importar su edad. Rian, de solo 15 años, ha sido enviado a su primera misión junto a sus amigos de infancia, con quienes compartió juegos y sueños antes de que la guerra los arrebatara. Aunque su escuadra incluye a algunos soldados mayores, el peso de la desesperación recae sobre estos jóvenes, obligados a enfrentar horrores más allá de su comprensión. La escuadra de Rian, formada por chicos apenas en su adolescencia, marcha por un campo de batalla arrasado. El cielo está cubierto por nubes oscuras, y el aire es denso, cargado con el olor a muerte y desesperación. Los jóvenes intentan mantenerse valientes, aunque el miedo se refleja en sus ojos. Rian: "Estamos juntos en esto. No importa lo que pase, no nos separaremos." Pero en sus corazones saben que están marchando hacia un destino del que quizás no regresen. De repente, el suelo tiembla bajo sus pies, y la niebla que los rodea comienza a arremolinarse. De la oscuridad emergen las criaturas del Rey Oscuro, formas indescriptibles que parecen haber salido de las pesadillas más profundas. Elara: "¡Rian, mantente cerca!" Elara, siempre la optimista, es la primera en ser atacada. Una de las bestias la alcanza, y aunque lucha con todas sus fuerzas, su cuerpo joven es superado. Rian corre hacia ella, pero llega demasiado tarde. Con una última mirada, Elara sonríe débilmente antes de ser arrastrada por la oscuridad. Rian: "¡No, Elara!" El dolor de perder a su amiga de infancia lo deja paralizado, pero la batalla continúa. Tomas, que ha estado protegiendo a los demás, es el siguiente. Intenta mantener a raya a las criaturas con su fuerza, pero su valentía no es suficiente contra el poder de estos seres. Tomas lucha con todas sus fuerzas, pero estas abominaciones son implacables. Con un alarido que sacude el alma, Tomas es despedazado ante los ojos de Rian, su cuerpo destrozado por las garras de los monstruos. Sin poder despedirse su vida había sido extinguida. Ya no queda nadie más a quien cuidar. Edwin, aterrado y sin saber cómo luchar, es atrapado por una de las bestias. Sus gritos se mezclan con el viento, y sus sueños de una vida más allá de la guerra se desvanecen mientras es devorado por la oscuridad. Eadric: "¡Rian, corre! ¡No podemos hacer nada más!" El capitán Eadric, herido y agotado, sabe que no pueden ganar. Con la última de sus fuerzas, se lanza contra la mayor de las criaturas, dándole a Rian una oportunidad de escapar. Pero el sacrificio de Eadric solo subraya la impotencia del joven caballero. Las lágrimas caen por su rostro, y por primera vez, el peso de la soledad lo aplasta. En esa batalla, donde Rian perdió a sus amigos de infancia y a su capitán, también fue donde ganó sus primeras cicatrices. Marcas que no solo atravesaron su piel, sino que se incrustaron en lo más profundo de su alma, recordándole para siempre el precio de la guerra y el dolor de la pérdida. Cada cicatriz era un recordatorio de las vidas que no pudo salvar, un peso que llevaría consigo mientras continuaba su camino en un mundo que había cambiado para siempre.
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    Individual
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