• En los corredores del silencio,
    donde la nobleza oculta sus temblores,
    mis manos —frías como mármol antiguo—
    se estremecen al verte llegar.

    No necesitas rozarme;
    tu sola presencia doblega salones enteros.
    Tu mirada, cálida y severa,
    corona mi piel con un fuego discreto,
    el tipo de fuego que solo los condenados
    y los enamorados conocen.
    Mi mente… ah, mi mente,
    juega sucio entre terciopelos y penumbras;
    evoca tu voz como un conjuro heredado,
    desata tu sombra sobre mi cuello
    con apenas cerrar los ojos.

    Y ese ah secreto, íntimo, ancestral,
    vibra entre mis costillas
    como si caminaras a mi lado,
    como si tu esencia reclamara mi destino.

    Pero cuando no te escucho,
    cuando tu silencio colma los pasillos,
    todo se vuelve más pesado,
    más difícil,
    como si el mundo perdiera su linaje
    y mi alma su derecho a respirar.
    En los corredores del silencio, donde la nobleza oculta sus temblores, mis manos —frías como mármol antiguo— se estremecen al verte llegar. No necesitas rozarme; tu sola presencia doblega salones enteros. Tu mirada, cálida y severa, corona mi piel con un fuego discreto, el tipo de fuego que solo los condenados y los enamorados conocen. Mi mente… ah, mi mente, juega sucio entre terciopelos y penumbras; evoca tu voz como un conjuro heredado, desata tu sombra sobre mi cuello con apenas cerrar los ojos. Y ese ah secreto, íntimo, ancestral, vibra entre mis costillas como si caminaras a mi lado, como si tu esencia reclamara mi destino. Pero cuando no te escucho, cuando tu silencio colma los pasillos, todo se vuelve más pesado, más difícil, como si el mundo perdiera su linaje y mi alma su derecho a respirar.
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  • Lo habían llamado hacía no mucho a un apartamento en el centro de la ciudad, una mujer que sonaba desesperada y destruida, el llanto apenas haciendo sentido a las palabras. Koda pudo sacar información suficiente como para saber a dónde tenía que dirigirse y qué pasó según la mujer.

    —Llegué a casa del... del... trabajo y... lo vi... en-en la silla y... muerto... —habló la mujer del otro lado de la línea telefónica, tratando de calmarse.

    —Está bien, voy a encontrar al culpable, señora, no se preocupe.

    —Gracias, pero tu-... tu... ¿no eres- no eres un niño? Suenas como... niño. —la pregunta le molestó al detective, haciendo que bajara sus orejas hacia atrás y se quedara en silencio por un largo rato.

    —No. —cortó de inmediato, estaba de buen humor como para dejar que alguien más lo arruinara, planeaba mantenerse así.

    -------

    En el apartamento la escena era clara y todavía fresca, aunque la pobre señora de la llamada no estaba ahí. Ni siquiera tuvo que pedir llaves o forzar la entrada porque ya estaba abierta.

    —No está forzada... no entró por aquí. —comentó para sí mismo mientras inspeccionó la puerta, después alzó bien en alto sus orejas para inspeccionar el resto del lugar.

    Lo primero que notaron sus fosas nasales fue un intenso aroma dulzón, un perfume. Por las notas juzgaba que era de mujer. ¿De quién llamó o alguien más? Tomó nota mental de eso para corroborar después.

    Se acercó a donde estaba el cuerpo, en un sofá individual en la sala de estar. La televisión aún estaba encendida con un programa de citas transcurriendo. No le prestó atención a eso, si no al cuerpo. Tenía un orificio en la frente y otro en la parte anterior de la cabeza, por supuesto que la bala atravesó el cráneo y cerebro.

    Olfateó tanto el cadáver como el ambiente. La sangre seguía fresca, el cuerpo más o menos caliente y pudo detectar, entre ese perfume horrible, un muy ligero rastro de pólvora. También había tabaco.

    —Reciente... apenas unas... ¿tres horas? Cuatro, cuanto mucho. —murmuró mientras rascó apenas su barbilla, después se fijó en la mesa al lado del sofá, allí donde se esparció la sangre, el reloj marcaba la hora y la caja de cigarrillos junto con las colillas indicaban que el hombre estuvo fumando. Lo tomaron totalmente desprevenido.

    Caminó alrededor, todavía olfateando, hasta llegar a la cómoda de la sala. Se acercó a uno de los cajones, notando algo...

    —¿Aceite industrial? Huh... De la víctima no es... ¿el culpable? —de su abrigo sacó un pañuelo y abrió el cajón para inspeccionar el interior. Estaba revuelto, algunas cajas y papeles, incluso fotos, pero nada más. Cerró el cajón—. ¿Qué estaba buscando...?

    Siguió la investigación mientras guardó el pañuelo, pasando por la cocina, también algo revuelta entre las alacenas y heladera, pero nada para tomar nota. Así, pasó por el pequeño pasillo que conectaba la sala con el baño y dos habitaciones más, pequeñas. Pero Koda se detuvo en el primer cuarto, el aire cambió.

    Empujó la puerta lo suficiente para entrar y vio, al igual que antes, todo revuelto. Lo que llamó más su atención fue la ventana del cuarto abierta. Posible entrada del culpable.

    Se acercó a olfatear y, sí, más rastro de aceite. Además, la escalera de incendios estaba cerca de ahí.

    —Pudo subir por las escaleras y entrar sin ser detectado, mh... —cruzó los brazos, pensativo, pero esto no duró mucho cuando oyó pasos. Sus orejas enseguida se voltearon en la dirección de donde provenían.

    El zorro se movió rápido hacia la entrada del apartamento.

    —¡Esto es la escena de un crimen, no puedes estar aquí! ¡No, no! ¡Nada te incumbe así que lárgate! ¡Vas a terminar contaminando la escena! —su voz se alzó en volumen contra aquella persona, pero sonaba algo cómico por el hecho que tenía una voz juvenil. Incluso eso cambió además de su apariencia. Una desdicha—. Anda, vete ya, no me obligues a sacarte.

    A nadie intimidaba con la baja estatura.


    [Cualquiera puede responder si gusta.]
    Lo habían llamado hacía no mucho a un apartamento en el centro de la ciudad, una mujer que sonaba desesperada y destruida, el llanto apenas haciendo sentido a las palabras. Koda pudo sacar información suficiente como para saber a dónde tenía que dirigirse y qué pasó según la mujer. —Llegué a casa del... del... trabajo y... lo vi... en-en la silla y... muerto... —habló la mujer del otro lado de la línea telefónica, tratando de calmarse. —Está bien, voy a encontrar al culpable, señora, no se preocupe. —Gracias, pero tu-... tu... ¿no eres- no eres un niño? Suenas como... niño. —la pregunta le molestó al detective, haciendo que bajara sus orejas hacia atrás y se quedara en silencio por un largo rato. —No. —cortó de inmediato, estaba de buen humor como para dejar que alguien más lo arruinara, planeaba mantenerse así. ------- En el apartamento la escena era clara y todavía fresca, aunque la pobre señora de la llamada no estaba ahí. Ni siquiera tuvo que pedir llaves o forzar la entrada porque ya estaba abierta. —No está forzada... no entró por aquí. —comentó para sí mismo mientras inspeccionó la puerta, después alzó bien en alto sus orejas para inspeccionar el resto del lugar. Lo primero que notaron sus fosas nasales fue un intenso aroma dulzón, un perfume. Por las notas juzgaba que era de mujer. ¿De quién llamó o alguien más? Tomó nota mental de eso para corroborar después. Se acercó a donde estaba el cuerpo, en un sofá individual en la sala de estar. La televisión aún estaba encendida con un programa de citas transcurriendo. No le prestó atención a eso, si no al cuerpo. Tenía un orificio en la frente y otro en la parte anterior de la cabeza, por supuesto que la bala atravesó el cráneo y cerebro. Olfateó tanto el cadáver como el ambiente. La sangre seguía fresca, el cuerpo más o menos caliente y pudo detectar, entre ese perfume horrible, un muy ligero rastro de pólvora. También había tabaco. —Reciente... apenas unas... ¿tres horas? Cuatro, cuanto mucho. —murmuró mientras rascó apenas su barbilla, después se fijó en la mesa al lado del sofá, allí donde se esparció la sangre, el reloj marcaba la hora y la caja de cigarrillos junto con las colillas indicaban que el hombre estuvo fumando. Lo tomaron totalmente desprevenido. Caminó alrededor, todavía olfateando, hasta llegar a la cómoda de la sala. Se acercó a uno de los cajones, notando algo... —¿Aceite industrial? Huh... De la víctima no es... ¿el culpable? —de su abrigo sacó un pañuelo y abrió el cajón para inspeccionar el interior. Estaba revuelto, algunas cajas y papeles, incluso fotos, pero nada más. Cerró el cajón—. ¿Qué estaba buscando...? Siguió la investigación mientras guardó el pañuelo, pasando por la cocina, también algo revuelta entre las alacenas y heladera, pero nada para tomar nota. Así, pasó por el pequeño pasillo que conectaba la sala con el baño y dos habitaciones más, pequeñas. Pero Koda se detuvo en el primer cuarto, el aire cambió. Empujó la puerta lo suficiente para entrar y vio, al igual que antes, todo revuelto. Lo que llamó más su atención fue la ventana del cuarto abierta. Posible entrada del culpable. Se acercó a olfatear y, sí, más rastro de aceite. Además, la escalera de incendios estaba cerca de ahí. —Pudo subir por las escaleras y entrar sin ser detectado, mh... —cruzó los brazos, pensativo, pero esto no duró mucho cuando oyó pasos. Sus orejas enseguida se voltearon en la dirección de donde provenían. El zorro se movió rápido hacia la entrada del apartamento. —¡Esto es la escena de un crimen, no puedes estar aquí! ¡No, no! ¡Nada te incumbe así que lárgate! ¡Vas a terminar contaminando la escena! —su voz se alzó en volumen contra aquella persona, pero sonaba algo cómico por el hecho que tenía una voz juvenil. Incluso eso cambió además de su apariencia. Una desdicha—. Anda, vete ya, no me obligues a sacarte. A nadie intimidaba con la baja estatura. [Cualquiera puede responder si gusta.]
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  • "— Muy buenas gente, el dia de hoy voy a contarles el storytime de la vez que trabaje en un glory hol-"

    *- Antes que terminara de decir la mamada que estaba apunto de decir aparece otro Zack detras de el. -*

    "— ZACK!, YA FALTA POCO PARA NAVIDAD CONCHA TU MADRE!"

    *- Diria Zack (2). Luego, Zack (1) responde. -*

    "— No mames que puto susto!, estaba apunto de contar cuando trabajamos en el Hell paradise que hay en el mundo humano... ¿Y que verga tiene que ya sea navidad?, ni si quiera la celebramos estamos mas solos que la verga."

    "— Espera, ¿Hablas del Hell paradise donde un hijo de su puta madre llego a probar cuantos dildos nos cabian en el orto?."

    "— Simon ese mero, jeje rompimos un record ahi estoy seguro, ni la sucubo mas culo roto del infierno podria soportar 18 dildos de 27 centimetros cada uno, somos la mera verga."


    "— No seas mamon como vas a contar eso publicamente pedazo de idiota!... Como sea, ya va a llegar la navidad y el Zack principal sigue bien muerto y como estamos divididos uno de nosotros tiene que encargarse de repartir regalos... Y ese seras tu."

    "— Que verga, PORQUE!?"

    "— Porque si no mal recuerdo UN ZACK BIEN PENDEJO le disparo a Santa Claus y ahora el pinche gordo mamon no puede caminar!"

    "— Chingada, ya te dije que pense que era un viejo pervertido o violador!"

    "— Me vale verga, ahora a ti te toca repartir regalos este año pinche estupido, y para que te joda mas el castigo vas a repartir regalos por varios universos, y si no lo haces te vamos a meter un palo por el culo!"

    "— Uy premio."

    "— A si?, bueno pues entonces te vamos a obligar a ver todos los videos del tiktok de Kunno, sin parpadear!"

    "— Monstruos... Bien bien lo hare!."

    "— Mas te vale puto... A partir de hoy eres Zack Santa Claus, bien nos vemos putito!."

    *- El Zack desaparece por un portal dejando a nuestro ahora Zack Santa Claus solo. -*

    "— Bueno me va a tocar repartir regalos... Esto va a ser una patada en las bolas para mi cartera... MIERDA!"
    "— Muy buenas gente, el dia de hoy voy a contarles el storytime de la vez que trabaje en un glory hol-" *- Antes que terminara de decir la mamada que estaba apunto de decir aparece otro Zack detras de el. -* "— ZACK!, YA FALTA POCO PARA NAVIDAD CONCHA TU MADRE!" *- Diria Zack (2). Luego, Zack (1) responde. -* "— No mames que puto susto!, estaba apunto de contar cuando trabajamos en el Hell paradise que hay en el mundo humano... ¿Y que verga tiene que ya sea navidad?, ni si quiera la celebramos estamos mas solos que la verga." "— Espera, ¿Hablas del Hell paradise donde un hijo de su puta madre llego a probar cuantos dildos nos cabian en el orto?." "— Simon ese mero, jeje rompimos un record ahi estoy seguro, ni la sucubo mas culo roto del infierno podria soportar 18 dildos de 27 centimetros cada uno, somos la mera verga." :STK-21: "— No seas mamon como vas a contar eso publicamente pedazo de idiota!... Como sea, ya va a llegar la navidad y el Zack principal sigue bien muerto y como estamos divididos uno de nosotros tiene que encargarse de repartir regalos... Y ese seras tu." "— Que verga, PORQUE!?" "— Porque si no mal recuerdo UN ZACK BIEN PENDEJO le disparo a Santa Claus y ahora el pinche gordo mamon no puede caminar!" "— Chingada, ya te dije que pense que era un viejo pervertido o violador!" "— Me vale verga, ahora a ti te toca repartir regalos este año pinche estupido, y para que te joda mas el castigo vas a repartir regalos por varios universos, y si no lo haces te vamos a meter un palo por el culo!" "— Uy premio." "— A si?, bueno pues entonces te vamos a obligar a ver todos los videos del tiktok de Kunno, sin parpadear!" "— Monstruos... Bien bien lo hare!." "— Mas te vale puto... A partir de hoy eres Zack Santa Claus, bien nos vemos putito!." *- El Zack desaparece por un portal dejando a nuestro ahora Zack Santa Claus solo. -* "— Bueno me va a tocar repartir regalos... Esto va a ser una patada en las bolas para mi cartera... MIERDA!" :STK-58:
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  • Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento.

    Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo.

    Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos:
    neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle.
    Las luces parpadearon… y murieron.

    Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles.

    Toby no.

    Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma.

    Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él.

    Afuera, las voces rompían la quietud.
    Discusiones apresuradas.
    Alguien llorando.
    Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”.

    Pero entre esas voces normales… había otra.
    Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano.
    Que no venía de ningún frente de la casa.
    Que venía… de arriba, como si caminara por el techo.

    Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver.
    Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes.
    Ya lo había vivido antes. Y lo había negado.

    La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento.
    Había entrado.
    Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él.

    ¿Por qué demonios él podía verlos?
    ¿No era suficiente con su PTSD?
    ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos?

    Un golpe seco retumbó en el pasillo.
    Otro.
    Y luego arrastraron algo…
    O alguien.

    —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…—

    Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas.
    El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él.

    —… ya te vi…—

    ¡Ahí viene!
    Hazte bolita, Toby.
    No respires.
    No tiembles.

    Con suerte…
    Con suerte desaparecerá.

    Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
    Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento. Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo. Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos: neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle. Las luces parpadearon… y murieron. Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles. Toby no. Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma. Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él. Afuera, las voces rompían la quietud. Discusiones apresuradas. Alguien llorando. Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”. Pero entre esas voces normales… había otra. Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano. Que no venía de ningún frente de la casa. Que venía… de arriba, como si caminara por el techo. Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver. Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes. Ya lo había vivido antes. Y lo había negado. La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento. Había entrado. Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él. ¿Por qué demonios él podía verlos? ¿No era suficiente con su PTSD? ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos? Un golpe seco retumbó en el pasillo. Otro. Y luego arrastraron algo… O alguien. —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…— Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas. El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él. —… ya te vi…— ¡Ahí viene! Hazte bolita, Toby. No respires. No tiembles. Con suerte… Con suerte desaparecerá. Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
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  • Mientras tomo un baño solo me queda pensar en lo hermoso que se ve Alarion Kwon y en lo mucho que lo amo, al imaginarme su mirada siento como si un rayo de luz me iluminara incluso en los momentos donde hay oscuridad en mi interior

    Hmm, ¿me debería quedar más tiempo? estas aguas tienen memoria
    Mientras tomo un baño solo me queda pensar en lo hermoso que se ve [specter_gold_spider_606] y en lo mucho que lo amo, al imaginarme su mirada siento como si un rayo de luz me iluminara incluso en los momentos donde hay oscuridad en mi interior Hmm, ¿me debería quedar más tiempo? estas aguas tienen memoria
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  • El nombre del cadáver.
    Categoría Original
    ⊹┈┈┈┈┈┈⊹
    ⤷ 𝒓𝒐𝒍 𝒂𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐 / 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒆 / 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒍𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒂
    ⊹┈┈┈┈┈┈⊹


    En una de sus tantas caminatas que solía hacer para despejar su mente, había conseguido entre varios árboles una pequeña capilla abandonada, la cual se convertiría en su refugio y en su escondite. Allí se encontraba en ese preciso momento, realmente agotado, debido a que esta última ‘cacería’ había sido algo difícil, inesperada, improvisada. Se encontraba sentado fumándose un cigarro, restándole importancia a las manchas de sangre de sus manos, rostro y ropa, manchando bajo su tacto la madera polvorienta de las bancas del recinto y corrompiendo solo con su simple presencia lo sagrado que quedaba en aquel lugar.

    Alzó su mirada hacia la gran figura en la cruz que estaba en todo el centro, como si esperara algún devoto para que le rezara. Eunwoo no era devoto, pero tuvo una conversación con aquella imagen.

    —Hubiese sido más fácil matarme que tener que vivir de esta forma. Sé que estoy condenado… condenado a vivir solo y escondido como la especie de monstruo que tú creaste y que todos temen. Si tan solo me hubiera convertido en un asesino a sueldo, en vez de ser un caníbal al que le gusta pintar, tal vez sería más aceptado, o por lo menos por un grupo de gente que trabaja para la corrupción a gran escala sin que les importe quién se mancha las manos— Su tono y actitud eran serenos, hablaba pausado como si nada perturbara su voz, aunque sabía que dentro de él podía esconder una gran carga de ira y agresividad, desde aquel incidente no se había podido quitar la culpa de encima y fue la primera vez que se cuestionó su sangrienta naturaleza -dando inicio a una vida torturada-.

    Al terminar un cigarro encendía otro, años anteriores vivía un poco más en conflicto consigo mismo y con el mundo, ahora y en este punto el dolor se había convertido en ironía, por eso se escapa allí a esa capilla, uno de los pocos lugares que conocía sus secretos y ocultaba la sangre en las manchas de moho, polvo y tierra del lugar. ¿Cuántos otros pecados más estarían resguardados entre las agrietadas paredes?

    Tal vez su vida fuese más interesante si estuviese siendo perseguido, pero eso de ser un asesino en serie nunca se le dió, su lado artístico le tomaba una buena parte de su tiempo y su ser meticuloso, asqueado con facilidad por el resto de la raza humana, lo hacía ser tan selectivo con sus presas que aquellas desapariciones pasaban inadvertidas con el tiempo, sobretodo porque siempre buscaba personas igual de solitarias que él. O personas que deseaban morir.

    Si se comiera a alguien importante, su vida definitivamente correría una adrenalina inigualable, pero no estaba seguro de querer arriesgarse, tal vez más adelante cuando el poco sentido que le veía a la vida se le terminara de esfumar.

    —Uhm… Todavía estoy a tiempo de convertirme en uno de ellos, si me como a algunas víctimas a nadie le importaría— Seguía divagando observando el humo, dejando que las colillas cayeran sobre la vieja madera. Volteó a un costado y allí se encontraba aquel cuerpo inerte, todos esos pensamientos surgían a raíz de esa persona que yacía a unos pocos pasos a su lado, considerando todas las posibilidades.

    ¿A quién engañaba realmente?

    Sabía que había cometido un error, su descuido lo hizo tomarse del cabello y apoyar su frente del respaldo de la banca siguiente, gruñendo con frustración sin dejar que se convirtiera en un grito. Se pasó las manos por el rostro, ya no le importaba si se manchaba más de sangre, colilla y polvo, le crecía el estrés al reconocer su equivocación, pues jamás le había pasado eso. Jamás. Aún así, por más complicada que estuviese una situación, sabía mantener la calma y resolver impecablemente, así que esta vez no sería la excepción, ¿cierto…?

    Por primera vez en su vida no sabía a quién había asesinado.
    ⊹┈┈┈🩸♰🩸┈┈┈⊹ ⤷ 𝒓𝒐𝒍 𝒂𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐 / 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒆 / 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒍𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒂 ⊹┈┈┈🩸♰🩸┈┈┈⊹ En una de sus tantas caminatas que solía hacer para despejar su mente, había conseguido entre varios árboles una pequeña capilla abandonada, la cual se convertiría en su refugio y en su escondite. Allí se encontraba en ese preciso momento, realmente agotado, debido a que esta última ‘cacería’ había sido algo difícil, inesperada, improvisada. Se encontraba sentado fumándose un cigarro, restándole importancia a las manchas de sangre de sus manos, rostro y ropa, manchando bajo su tacto la madera polvorienta de las bancas del recinto y corrompiendo solo con su simple presencia lo sagrado que quedaba en aquel lugar. Alzó su mirada hacia la gran figura en la cruz que estaba en todo el centro, como si esperara algún devoto para que le rezara. Eunwoo no era devoto, pero tuvo una conversación con aquella imagen. —Hubiese sido más fácil matarme que tener que vivir de esta forma. Sé que estoy condenado… condenado a vivir solo y escondido como la especie de monstruo que tú creaste y que todos temen. Si tan solo me hubiera convertido en un asesino a sueldo, en vez de ser un caníbal al que le gusta pintar, tal vez sería más aceptado, o por lo menos por un grupo de gente que trabaja para la corrupción a gran escala sin que les importe quién se mancha las manos— Su tono y actitud eran serenos, hablaba pausado como si nada perturbara su voz, aunque sabía que dentro de él podía esconder una gran carga de ira y agresividad, desde aquel incidente no se había podido quitar la culpa de encima y fue la primera vez que se cuestionó su sangrienta naturaleza -dando inicio a una vida torturada-. Al terminar un cigarro encendía otro, años anteriores vivía un poco más en conflicto consigo mismo y con el mundo, ahora y en este punto el dolor se había convertido en ironía, por eso se escapa allí a esa capilla, uno de los pocos lugares que conocía sus secretos y ocultaba la sangre en las manchas de moho, polvo y tierra del lugar. ¿Cuántos otros pecados más estarían resguardados entre las agrietadas paredes? Tal vez su vida fuese más interesante si estuviese siendo perseguido, pero eso de ser un asesino en serie nunca se le dió, su lado artístico le tomaba una buena parte de su tiempo y su ser meticuloso, asqueado con facilidad por el resto de la raza humana, lo hacía ser tan selectivo con sus presas que aquellas desapariciones pasaban inadvertidas con el tiempo, sobretodo porque siempre buscaba personas igual de solitarias que él. O personas que deseaban morir. Si se comiera a alguien importante, su vida definitivamente correría una adrenalina inigualable, pero no estaba seguro de querer arriesgarse, tal vez más adelante cuando el poco sentido que le veía a la vida se le terminara de esfumar. —Uhm… Todavía estoy a tiempo de convertirme en uno de ellos, si me como a algunas víctimas a nadie le importaría— Seguía divagando observando el humo, dejando que las colillas cayeran sobre la vieja madera. Volteó a un costado y allí se encontraba aquel cuerpo inerte, todos esos pensamientos surgían a raíz de esa persona que yacía a unos pocos pasos a su lado, considerando todas las posibilidades. ¿A quién engañaba realmente? Sabía que había cometido un error, su descuido lo hizo tomarse del cabello y apoyar su frente del respaldo de la banca siguiente, gruñendo con frustración sin dejar que se convirtiera en un grito. Se pasó las manos por el rostro, ya no le importaba si se manchaba más de sangre, colilla y polvo, le crecía el estrés al reconocer su equivocación, pues jamás le había pasado eso. Jamás. Aún así, por más complicada que estuviese una situación, sabía mantener la calma y resolver impecablemente, así que esta vez no sería la excepción, ¿cierto…? Por primera vez en su vida no sabía a quién había asesinado.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    * El Templo de la Santa.

    El camino hacia el templo del norte es largo y silencioso. Oz avanza con paso firme, la mirada clavada en el horizonte. A su lado, Onix camina sin quejarse, con los ojos atentos y el corazón encendido por la misma llama de venganza que lo impulsa.

    El bosque se abre ante ellos, revelando una estructura majestuosa: el Templo de la Santa de Yue., el aire vibra con una energía antigua, casi sagrada. Pero Oz no se detiene a admirar, el busca respuestas.

    Al llegar a las puertas, dos guardianes Elunai bloquean el paso. Sus armaduras brillan con luz plateada, y sus ojos reflejan desconfianza.

    —No puedes entrar.— Dice uno de ellos, con voz cortante. —Has profanado el templo del oeste. La conexión con Yue se ha perdido. Tu presencia aquí es una amenaza.

    Oz no se inmuta. —Ese templo estaba corrupto —responde con firmeza. —Sacrificaban niños elfos en nombre de los nuevos dioses. No podía permitirlo.

    —¡Mentiras! — Interrumpe el otro guardián. —Tú sellaste tu poder al casarte con Señorita Selin. Era el pacto. Y ahora lo has roto... Has usado tu fuerza para destruir un santuario... Eso es traición.

    Onix da un paso adelante, pero Oz la detiene con un gesto. No necesita que lo defiendan.

    —¿Traición?— Dice, con voz grave. —¿Y qué hay de los niños que encontré en las catacumbas? ¿De los cuerpos mutilados? ¿De los gritos que aún resuenan en mis sueños?

    Los guardianes no responden.

    —Vengo a hablar con la Santa.— Continúa Oz. —Ella crió a Selin. Si hay alguien que puede entender lo que está ocurriendo, es ella. Y quizás… quizás sepa dónde está mi hija.

    Los guardianes se miran entre sí. La tensión se espesa como niebla. Finalmente, uno de ellos habla:

    —La Santa está en meditación. No puede ser interrumpida por alguien que ha roto el pacto.

    Oz aprieta los puños. Su poder palpita bajo la piel, como una tormenta contenida pero no lo desata, no aún.

    —Entonces dile.— Dice, con voz baja pero cortante. —Que Oz, el padre del caos, ha venido. Que busca a su hija. Que ha visto el templo de Yue corrompido. Y que si ella no lo escucha… el caos no se detendrá.

    Los guardianes vacilan. Onix lo observa con admiración silenciosa. Por primera vez, ve en Oz no solo al guerrero, sino al padre. Al hombre que está dispuesto a desafiar dioses por amor.

    Uno de los guardianes se retira hacia el interior del templo. El otro permanece firme, pero ya no habla. Oz no se mueve, solo espera. Porque sabe que si la Santa aún recuerda a Selin… no lo ignorará.


    * El Desafío en el Templo de Yue.

    Oz permanece inmóvil, como una montaña que no puede ser movida. La lluvia golpea las piedras del templo, y los guardianes, aunque saben que enfrentarlo podría traer consecuencias fatales, insisten en que se marche.

    —¡No eres bienvenido aquí!— Grita uno de ellos, con la espada temblando en su mano.

    El rostro de Oz se endurece. Su furia ya no puede contenerse. El poder que había sellado durante años comienza a emanar como un río desbordado. El suelo tiembla, las columnas del templo crujen, y hasta Onix retrocede un paso, nerviosa.

    La niña da un pequeño salto cuando Oz, con voz atronadora, grita: ¡ARCYELLE VELTHARYS! ¡Si alguna vez sentiste amor por Selin, sal de tu escondite!

    El eco de su voz sacude el santuario. Los guardianes, aterrados, levantan sus espadas contra él, aunque saben que es inútil.

    Entonces, una voz clara y solemne atraviesa el estruendo: ¡Detente, Oz! ¡Basta! No eres bienvenido en este templo sagrado. Márchate.

    Es la voz de la Santa, Arcyelle Veltharys.

    Pero Oz ya no escucha razones. Su poder estalla como un trueno. Con un gesto, los guardianes son lanzados por los aires, sus cuerpos golpean las columnas y caen inconscientes. El silencio se rompe solo por el crujido de las piedras y el latido del poder desatado.



    *La Ira del Caos.

    Oz avanza con paso firme, cada movimiento cargado de furia contenida. La Santa lo observa desde el umbral del templo, envuelta en un resplandor lunar. Pero pronto siente algo extraño: el poder de Oz invade el entorno, como una marea oscura que se expande sin límites.

    Su pecho se oprime, la respiración se le corta, es como si el aire mismo se negara a obedecerla. De inmediato, Arcyelle levanta las manos y conjura una barrera luminosa, un muro de energía lunar que debería detener cualquier fuerza profana. El resplandor plateado se extiende frente a ella, sólido y puro.

    Pero Oz no se detiene. Con un solo paso, atraviesa la barrera. No la destruye con violencia, ni la rompe con un golpe. La atraviesa como si la luz no pudiera tocarlo, como si el caos mismo fuera inmune a la pureza de Yue.

    El impacto no daña a Oz, pero revela algo más profundo. La barrera, al intentar contenerlo, expone la verdadera forma de su ira.

    Su cuerpo cambia. El joven de rasgos élficos se expande, su figura se vuelve más grande, más imponente. Sus músculos se tensan, su piel se oscurece, y sus facciones se transforman en algo más salvaje. Sus colmillos asoman, sus orejas puntiagudas se alargan, y su mirada arde con un fuego indomable.

    Oz ya no parece un elfo joven. Ahora es un ser más cercano a un orco, un avatar del caos, un guerrero que ha dejado atrás toda contención.

    Onix retrocede, con los ojos abiertos de par en par. Nunca había visto algo así. Arcyelle siente el peso de su presencia como si el mundo entero se inclinara hacia él. Su voz tiembla, pero aún intenta mantener la calma:

    —Oz… tu ira te consume. Este no es el hombre que Selin amó.

    Oz la mira con una penetrante intensidad, su voz grave resonando como un trueno:

    —No soy el hombre que Selin amó… soy el caos que los dioses despertaron. Y si tú sabes lo que le hicieron… entonces dame las respuestas que busco. Porque en comparación con las atrocidades que cometieron en el templo… mi furia es misericordia.

    El silencio se vuelve insoportable. La Santa siente que el caos ha tomado forma frente a ella, y que cualquier palabra que pronuncie podría decidir el destino de todos los templos de Yue.
    * El Templo de la Santa. El camino hacia el templo del norte es largo y silencioso. Oz avanza con paso firme, la mirada clavada en el horizonte. A su lado, Onix camina sin quejarse, con los ojos atentos y el corazón encendido por la misma llama de venganza que lo impulsa. El bosque se abre ante ellos, revelando una estructura majestuosa: el Templo de la Santa de Yue., el aire vibra con una energía antigua, casi sagrada. Pero Oz no se detiene a admirar, el busca respuestas. Al llegar a las puertas, dos guardianes Elunai bloquean el paso. Sus armaduras brillan con luz plateada, y sus ojos reflejan desconfianza. —No puedes entrar.— Dice uno de ellos, con voz cortante. —Has profanado el templo del oeste. La conexión con Yue se ha perdido. Tu presencia aquí es una amenaza. Oz no se inmuta. —Ese templo estaba corrupto —responde con firmeza. —Sacrificaban niños elfos en nombre de los nuevos dioses. No podía permitirlo. —¡Mentiras! — Interrumpe el otro guardián. —Tú sellaste tu poder al casarte con Señorita Selin. Era el pacto. Y ahora lo has roto... Has usado tu fuerza para destruir un santuario... Eso es traición. Onix da un paso adelante, pero Oz la detiene con un gesto. No necesita que lo defiendan. —¿Traición?— Dice, con voz grave. —¿Y qué hay de los niños que encontré en las catacumbas? ¿De los cuerpos mutilados? ¿De los gritos que aún resuenan en mis sueños? Los guardianes no responden. —Vengo a hablar con la Santa.— Continúa Oz. —Ella crió a Selin. Si hay alguien que puede entender lo que está ocurriendo, es ella. Y quizás… quizás sepa dónde está mi hija. Los guardianes se miran entre sí. La tensión se espesa como niebla. Finalmente, uno de ellos habla: —La Santa está en meditación. No puede ser interrumpida por alguien que ha roto el pacto. Oz aprieta los puños. Su poder palpita bajo la piel, como una tormenta contenida pero no lo desata, no aún. —Entonces dile.— Dice, con voz baja pero cortante. —Que Oz, el padre del caos, ha venido. Que busca a su hija. Que ha visto el templo de Yue corrompido. Y que si ella no lo escucha… el caos no se detendrá. Los guardianes vacilan. Onix lo observa con admiración silenciosa. Por primera vez, ve en Oz no solo al guerrero, sino al padre. Al hombre que está dispuesto a desafiar dioses por amor. Uno de los guardianes se retira hacia el interior del templo. El otro permanece firme, pero ya no habla. Oz no se mueve, solo espera. Porque sabe que si la Santa aún recuerda a Selin… no lo ignorará. * El Desafío en el Templo de Yue. Oz permanece inmóvil, como una montaña que no puede ser movida. La lluvia golpea las piedras del templo, y los guardianes, aunque saben que enfrentarlo podría traer consecuencias fatales, insisten en que se marche. —¡No eres bienvenido aquí!— Grita uno de ellos, con la espada temblando en su mano. El rostro de Oz se endurece. Su furia ya no puede contenerse. El poder que había sellado durante años comienza a emanar como un río desbordado. El suelo tiembla, las columnas del templo crujen, y hasta Onix retrocede un paso, nerviosa. La niña da un pequeño salto cuando Oz, con voz atronadora, grita: ¡ARCYELLE VELTHARYS! ¡Si alguna vez sentiste amor por Selin, sal de tu escondite! El eco de su voz sacude el santuario. Los guardianes, aterrados, levantan sus espadas contra él, aunque saben que es inútil. Entonces, una voz clara y solemne atraviesa el estruendo: ¡Detente, Oz! ¡Basta! No eres bienvenido en este templo sagrado. Márchate. Es la voz de la Santa, Arcyelle Veltharys. Pero Oz ya no escucha razones. Su poder estalla como un trueno. Con un gesto, los guardianes son lanzados por los aires, sus cuerpos golpean las columnas y caen inconscientes. El silencio se rompe solo por el crujido de las piedras y el latido del poder desatado. *La Ira del Caos. Oz avanza con paso firme, cada movimiento cargado de furia contenida. La Santa lo observa desde el umbral del templo, envuelta en un resplandor lunar. Pero pronto siente algo extraño: el poder de Oz invade el entorno, como una marea oscura que se expande sin límites. Su pecho se oprime, la respiración se le corta, es como si el aire mismo se negara a obedecerla. De inmediato, Arcyelle levanta las manos y conjura una barrera luminosa, un muro de energía lunar que debería detener cualquier fuerza profana. El resplandor plateado se extiende frente a ella, sólido y puro. Pero Oz no se detiene. Con un solo paso, atraviesa la barrera. No la destruye con violencia, ni la rompe con un golpe. La atraviesa como si la luz no pudiera tocarlo, como si el caos mismo fuera inmune a la pureza de Yue. El impacto no daña a Oz, pero revela algo más profundo. La barrera, al intentar contenerlo, expone la verdadera forma de su ira. Su cuerpo cambia. El joven de rasgos élficos se expande, su figura se vuelve más grande, más imponente. Sus músculos se tensan, su piel se oscurece, y sus facciones se transforman en algo más salvaje. Sus colmillos asoman, sus orejas puntiagudas se alargan, y su mirada arde con un fuego indomable. Oz ya no parece un elfo joven. Ahora es un ser más cercano a un orco, un avatar del caos, un guerrero que ha dejado atrás toda contención. Onix retrocede, con los ojos abiertos de par en par. Nunca había visto algo así. Arcyelle siente el peso de su presencia como si el mundo entero se inclinara hacia él. Su voz tiembla, pero aún intenta mantener la calma: —Oz… tu ira te consume. Este no es el hombre que Selin amó. Oz la mira con una penetrante intensidad, su voz grave resonando como un trueno: —No soy el hombre que Selin amó… soy el caos que los dioses despertaron. Y si tú sabes lo que le hicieron… entonces dame las respuestas que busco. Porque en comparación con las atrocidades que cometieron en el templo… mi furia es misericordia. El silencio se vuelve insoportable. La Santa siente que el caos ha tomado forma frente a ella, y que cualquier palabra que pronuncie podría decidir el destino de todos los templos de Yue.
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  • ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦

    En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba.

    Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?.

    Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?"

    Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!"

    Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia."

    Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos."

    Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente.

    Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…"

    Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…"

    Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…"

    Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-"

    Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco.

    Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO."

    Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1)

    Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto."

    Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2).

    Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…"

    Zack (3): "─ Bien…"

    Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
    ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦ En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba. Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?. Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?" Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!" Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia." Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos." Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente. Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…" Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…" Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…" Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-" Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco. Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO." Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1) Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto." Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2). Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…" Zack (3): "─ Bien…" Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
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    Categoría Ciencia ficción
    » Irina

    ──────────────────────────

    [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟶𝟻𝟻 - 𝙿𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘]

    Estaban tardando demasiado. Los experimentos no daban buenos resultados, no inmediatos. El tiempo se estaba acabando. Sin importar cuánto lo intentaron, el apresurar la reestructura del ADN humano de forma artificial terminaba en desastre y muertes.

    Habían comenzado con el Proyecto Evol, buscando hacer que las personas se adaptaran con facilidad al entorno; que las enfermedades y discapacidades se eliminaran. El mundo se estaba contaminando demasiado rápido: radiación, smog, deshechos, todo acumulándose de forma tal que la Tierra no daba abasto para poder purificar lo poco que podía. La vida iba a terminar más pronto de lo que calcularon.

    Criogenización. Esa fue la respuesta. Aquellos que contaban con los recursos, quienes eran “importantes” pudieron obtener el beneficio de pausar el tiempo en sus cuerpos y despertar cuando se haya encontrado una buena solución. Por supuesto que la élite estuvo de acuerdo.

    Así comenzaron, durmiendo a cada quien en lo más profundo de los laboratorios mientras seguían experimentando con voluntarios que apenas tenían recursos (claro que usarían a los “menos importantes”).

    Con el paso del tiempo, también encontraron la solución para purificar ciertas zonas y mantenerlas estables. Justo por eso, quienes podrían vivir allí se llamaban Estables. Valga la redundancia.

    Semi Esferas gigantes. Allí el aire no estaba contaminado, allí los pulmones dejaban de arder, se sentía más liviano, la naturaleza podía continuar. Un verde muy hermoso. Animales aún resistiendo. Humanos nuevos. NeoHumanos.

    La A.I.C.B., corporación esponsoreada por aquellos con más dinero, fue quien encontró todas las soluciones, quien comenzó a tener el control sobre el mundo. Una organización supranacional. Tuvo el “honor” de renombrar: los países y ciudades dejaron de tener nombre, ahora solo eran sectores. Las zonas seguras se llamaron Zonas Blancas. Luego estaban las Grises, allí donde estaban las fábricas y los trabajadores aún de clase media; Zonas Negras, donde iban los errores, los Desviados (donde la adaptación se fue a un extremo), algunos muriendo por la misma contaminación y radiación o por sus propias mutaciones, otros sobreviviendo a duras penas. Esas zonas eran ideales para la A.I.C.B.: sus fuerzas armadas se llevaban a los Desviados o los eliminaban directamente sin testigos.

    La ilusión de la buena vida se creó. Habían sido salvados. Pero se ocultó mucha información. A nadie iba a importarle, eso creyeron.

    ──────────────────────────


    [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟷𝟾𝟽 - 𝙿𝚛𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚎]

    Los herederos de los NeoHumanos continuaron un linaje de adaptación, pero los Desviados también siguieron apareciendo. Portadores de fallas en el gen humano que debían ser eliminados para mantener la “pureza”.

    Tenían a alguien que podría hacerles un gran favor. Los de la élite ayudaron a que una persona en específico pudiera mantenerse en la criogenización. 𝙸𝚛𝚒𝚗𝚊. Alguien muy particular debido a su don de viajar al pasado. La mantuvieron en secreto hasta que decidieron que era tiempo de utilizarla. Así, la despertaron.

    Tuvieron que mantenerla al tanto para que comprendiera, pero solo lo justo y necesario. Luego le dieron objetivos. Pero claro, antes de enviarla al pasado, tenían que asegurarse que seguía siendo eficiente.

    Infiltrados, personas que, o eran familiares de Desviados, o quienes participaron en diferentes proyectos que decidieron no querían continuar con tanta crueldad y, en cambio, empezaron a ayudar a los errores. Esas personas debían ser eliminadas.

    —Si encuentras al Sujeto 0 no lo elimines. Trata de traerlo de vuelta. Sin embargo… si da muchas complicaciones, entonces tienes permiso de asesinarlo. —la última orden antes de dejarla salir. Le habían entregado un equipo especial para poder caminar en las Zonas Negras sin tener que preocuparse por quemar sus pulmones o que su piel se deshaga en cuestión de minutos. Además, también le agregaron el gen artificial para que pudiera adaptarse.
    » [Irin4] ────────────────────────── [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟶𝟻𝟻 - 𝙿𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘] Estaban tardando demasiado. Los experimentos no daban buenos resultados, no inmediatos. El tiempo se estaba acabando. Sin importar cuánto lo intentaron, el apresurar la reestructura del ADN humano de forma artificial terminaba en desastre y muertes. Habían comenzado con el Proyecto Evol, buscando hacer que las personas se adaptaran con facilidad al entorno; que las enfermedades y discapacidades se eliminaran. El mundo se estaba contaminando demasiado rápido: radiación, smog, deshechos, todo acumulándose de forma tal que la Tierra no daba abasto para poder purificar lo poco que podía. La vida iba a terminar más pronto de lo que calcularon. Criogenización. Esa fue la respuesta. Aquellos que contaban con los recursos, quienes eran “importantes” pudieron obtener el beneficio de pausar el tiempo en sus cuerpos y despertar cuando se haya encontrado una buena solución. Por supuesto que la élite estuvo de acuerdo. Así comenzaron, durmiendo a cada quien en lo más profundo de los laboratorios mientras seguían experimentando con voluntarios que apenas tenían recursos (claro que usarían a los “menos importantes”). Con el paso del tiempo, también encontraron la solución para purificar ciertas zonas y mantenerlas estables. Justo por eso, quienes podrían vivir allí se llamaban Estables. Valga la redundancia. Semi Esferas gigantes. Allí el aire no estaba contaminado, allí los pulmones dejaban de arder, se sentía más liviano, la naturaleza podía continuar. Un verde muy hermoso. Animales aún resistiendo. Humanos nuevos. NeoHumanos. La A.I.C.B., corporación esponsoreada por aquellos con más dinero, fue quien encontró todas las soluciones, quien comenzó a tener el control sobre el mundo. Una organización supranacional. Tuvo el “honor” de renombrar: los países y ciudades dejaron de tener nombre, ahora solo eran sectores. Las zonas seguras se llamaron Zonas Blancas. Luego estaban las Grises, allí donde estaban las fábricas y los trabajadores aún de clase media; Zonas Negras, donde iban los errores, los Desviados (donde la adaptación se fue a un extremo), algunos muriendo por la misma contaminación y radiación o por sus propias mutaciones, otros sobreviviendo a duras penas. Esas zonas eran ideales para la A.I.C.B.: sus fuerzas armadas se llevaban a los Desviados o los eliminaban directamente sin testigos. La ilusión de la buena vida se creó. Habían sido salvados. Pero se ocultó mucha información. A nadie iba a importarle, eso creyeron. ────────────────────────── [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟷𝟾𝟽 - 𝙿𝚛𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚎] Los herederos de los NeoHumanos continuaron un linaje de adaptación, pero los Desviados también siguieron apareciendo. Portadores de fallas en el gen humano que debían ser eliminados para mantener la “pureza”. Tenían a alguien que podría hacerles un gran favor. Los de la élite ayudaron a que una persona en específico pudiera mantenerse en la criogenización. 𝙸𝚛𝚒𝚗𝚊. Alguien muy particular debido a su don de viajar al pasado. La mantuvieron en secreto hasta que decidieron que era tiempo de utilizarla. Así, la despertaron. Tuvieron que mantenerla al tanto para que comprendiera, pero solo lo justo y necesario. Luego le dieron objetivos. Pero claro, antes de enviarla al pasado, tenían que asegurarse que seguía siendo eficiente. Infiltrados, personas que, o eran familiares de Desviados, o quienes participaron en diferentes proyectos que decidieron no querían continuar con tanta crueldad y, en cambio, empezaron a ayudar a los errores. Esas personas debían ser eliminadas. —Si encuentras al Sujeto 0 no lo elimines. Trata de traerlo de vuelta. Sin embargo… si da muchas complicaciones, entonces tienes permiso de asesinarlo. —la última orden antes de dejarla salir. Le habían entregado un equipo especial para poder caminar en las Zonas Negras sin tener que preocuparse por quemar sus pulmones o que su piel se deshaga en cuestión de minutos. Además, también le agregaron el gen artificial para que pudiera adaptarse.
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  • El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir.

    Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido.

    Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse.

    Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas.

    #SeductiveSunday
    El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir. Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido. Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse. Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas. #SeductiveSunday
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