• 𝙑𝘼𝘾𝘼𝙏𝙄𝙊𝙉 𝙊𝙉 𝙎𝙋𝘼𝙍𝙏𝘼𝙓
    Fandom 𝗠𝗔𝗥𝗩𝗘𝗟
    Categoría Acción
    Lo único que sabia respecto al viaje era que irían a un lugar llamado Spartax. El nombre no le era ajeno, sabía que era un lugar al que Quentin iba con frecuencia a ver a su pareja, el mitad celestial con excelente gusto musical y al que solo conocía de vista.

    Pensó en que Peter Quill iría a buscarlos o enviarles una nave, pero en su lugar, Quentin le mostró unas coordenadas en un holograma y le dio una referencia visual de ese planeta. Entendía lo que le estaba pidiendo pero no podía evitar sentirse un poco asustado, no por ir a un lugar nuevo sino por el hecho de expandir el alcance de la teletransportación.

    ──Uhm, Quentin...── Buscó la atención del ilusionista y este volteó a verlo con una expresión impaciente en el rostro, prácticamente rozando la molestia.

    ──¿Qué? ¿Vas a darme alguna excusa?── El tono de voz de Beck era tranquilo, pero sus palabras estaban lejos de serlo. ──No quiero problemas, quiero soluciones. Si no puedes hacerlo largate de mi vista.

    Dicho eso, le dio la espalda y continuó ajustando algunos tornillos en el brazalete computarizado que llevaba oculto en el brazo. Francis estaba acostumbrado a ese tipo de respuestas y aunque se esforzara por fingir que le eran indiferentes, en realidad le dolían y mucho.

    ──No es eso, solo quería saber cuando quieres que nos transporte hacia allá── Rodeó la mesa que los separaba y acerco la mano al hombro de su mentor, pero sin apoyarla todavía.

    ──Ahora, terminaré de reparar esto cuando estemos allá── Guardo la pantalla junto con las herramientas en un estuche y le hizo una señal de que podía apoyar la mano en su hombro. Quizás para Quentin eso no significa nada, pero para Francis era lo más cercano que había tenido a un abrazo.

    Cerró los ojos por un par de segundos y cuando la imagen de Spartax apareció en su mente, uso su habilidad para llevarlos allá. La única referencia que tenia era de un palacio y afortunadamente para ambos, por alguna razón aparecieron dentro del edificio.

    Inmediatamente fueron recibidos por un par alienígenas que hablaban perfectamente su idioma. Saludaron a Quentin como si fuese miembro de la realeza y cuando llego su turno de presentarse, Beck lo hizo por él, presentandolo como solía hacer desde que tenía uso de razón. "Él es Francis, mi sucesor" y sin más prosiguió "Peter le asigno una habitación cerca de la nuestra".

    Uno de los alienigenas le entrego una tarjeta y Francis supuso que sería la llave de su habitación. El ilusionista seguía conversando con esa gente, contandoles como habían estado sus días en la tierra y antes de comenzar a caminar con ellos, se giró hacia él.

    ──Puedes explorar el lugar, no te alejes ni toques nada. Te veo en la cena── Sin esperar una respuesta se marchó con los aliens dejándolo sólo en ese enorme salón vacío.

    De nuevo, no lo tomo personal, estaba acostumbrado a ese trato. Además, no le parecía mala idea explorar el lugar, no se parecía a nada que hubiese visto antes y estaba fascinado con el parecido que le encontraba a cualquier escenario de alguna película o videojuego futurista.

    Paso media hora recorriendo los pasillos hasta que encontró la salida a un enorme jardin, y a unos cuantos metros diviso un edificio pero lo que lo empujó a avanzar en esa dirección fue la nave estacionada, aparentemente sin supervision.

    Al llegar encontro la compuerta abierta, asomo la cabeza para corrobar que no había nadie dentro y entró. De pronto se sentía como en una película de Star wars, solo le faltaba el sable luminoso y un compañero robot. Inspeccióno todo el interior sin abrir ningún compartimiento, y cuando se acerco a la cabina de la nave encontro un casco en el asiento del copiloto.

    ──Espero que mi teléfono funcione aquí. Solo me tomaré una foto y me iré── Dijo en voz alta mientras se ponía el casco y se tomaba algunas selfies con su teléfono. Luego, se sentó en la silla del piloto y se inclino lo suficiente para leer lo que decía debajo de cada uno de los botones en el tablero de mando. ──Debe estar en asgardeano... No, el novio de Quentin no es eso, es un...

    Se quedo pensando en eso por un momento, tratando de recordar su raza. Si lo había oído alguna vez pero en ese momento solo podía recordar a Quentin refiriendose a Peter como un neandertal galáctico (cuando estaba enojado con él) o simplemente, llamándolo híbrido (cuando no).

    𝐃𝚄𝚂𝚃𝙸𝙽 𝚝𝚑𝚎 𝐏𝚒𝚕𝚘𝚝
    Lo único que sabia respecto al viaje era que irían a un lugar llamado Spartax. El nombre no le era ajeno, sabía que era un lugar al que Quentin iba con frecuencia a ver a su pareja, el mitad celestial con excelente gusto musical y al que solo conocía de vista. Pensó en que Peter Quill iría a buscarlos o enviarles una nave, pero en su lugar, Quentin le mostró unas coordenadas en un holograma y le dio una referencia visual de ese planeta. Entendía lo que le estaba pidiendo pero no podía evitar sentirse un poco asustado, no por ir a un lugar nuevo sino por el hecho de expandir el alcance de la teletransportación. ──Uhm, Quentin...── Buscó la atención del ilusionista y este volteó a verlo con una expresión impaciente en el rostro, prácticamente rozando la molestia. ──¿Qué? ¿Vas a darme alguna excusa?── El tono de voz de Beck era tranquilo, pero sus palabras estaban lejos de serlo. ──No quiero problemas, quiero soluciones. Si no puedes hacerlo largate de mi vista. Dicho eso, le dio la espalda y continuó ajustando algunos tornillos en el brazalete computarizado que llevaba oculto en el brazo. Francis estaba acostumbrado a ese tipo de respuestas y aunque se esforzara por fingir que le eran indiferentes, en realidad le dolían y mucho. ──No es eso, solo quería saber cuando quieres que nos transporte hacia allá── Rodeó la mesa que los separaba y acerco la mano al hombro de su mentor, pero sin apoyarla todavía. ──Ahora, terminaré de reparar esto cuando estemos allá── Guardo la pantalla junto con las herramientas en un estuche y le hizo una señal de que podía apoyar la mano en su hombro. Quizás para Quentin eso no significa nada, pero para Francis era lo más cercano que había tenido a un abrazo. Cerró los ojos por un par de segundos y cuando la imagen de Spartax apareció en su mente, uso su habilidad para llevarlos allá. La única referencia que tenia era de un palacio y afortunadamente para ambos, por alguna razón aparecieron dentro del edificio. Inmediatamente fueron recibidos por un par alienígenas que hablaban perfectamente su idioma. Saludaron a Quentin como si fuese miembro de la realeza y cuando llego su turno de presentarse, Beck lo hizo por él, presentandolo como solía hacer desde que tenía uso de razón. "Él es Francis, mi sucesor" y sin más prosiguió "Peter le asigno una habitación cerca de la nuestra". Uno de los alienigenas le entrego una tarjeta y Francis supuso que sería la llave de su habitación. El ilusionista seguía conversando con esa gente, contandoles como habían estado sus días en la tierra y antes de comenzar a caminar con ellos, se giró hacia él. ──Puedes explorar el lugar, no te alejes ni toques nada. Te veo en la cena── Sin esperar una respuesta se marchó con los aliens dejándolo sólo en ese enorme salón vacío. De nuevo, no lo tomo personal, estaba acostumbrado a ese trato. Además, no le parecía mala idea explorar el lugar, no se parecía a nada que hubiese visto antes y estaba fascinado con el parecido que le encontraba a cualquier escenario de alguna película o videojuego futurista. Paso media hora recorriendo los pasillos hasta que encontró la salida a un enorme jardin, y a unos cuantos metros diviso un edificio pero lo que lo empujó a avanzar en esa dirección fue la nave estacionada, aparentemente sin supervision. Al llegar encontro la compuerta abierta, asomo la cabeza para corrobar que no había nadie dentro y entró. De pronto se sentía como en una película de Star wars, solo le faltaba el sable luminoso y un compañero robot. Inspeccióno todo el interior sin abrir ningún compartimiento, y cuando se acerco a la cabina de la nave encontro un casco en el asiento del copiloto. ──Espero que mi teléfono funcione aquí. Solo me tomaré una foto y me iré── Dijo en voz alta mientras se ponía el casco y se tomaba algunas selfies con su teléfono. Luego, se sentó en la silla del piloto y se inclino lo suficiente para leer lo que decía debajo de cada uno de los botones en el tablero de mando. ──Debe estar en asgardeano... No, el novio de Quentin no es eso, es un... Se quedo pensando en eso por un momento, tratando de recordar su raza. Si lo había oído alguna vez pero en ese momento solo podía recordar a Quentin refiriendose a Peter como un neandertal galáctico (cuando estaba enojado con él) o simplemente, llamándolo híbrido (cuando no). [PANDEM0NIO]
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  • Fue una noche larga. Demasiado. Pero ahora más que nunca le constaba que debía ser el pilar y el soporte, más no solo de Angel, sino también de sus hijos.
    Como no podía ser de otra forma, ambos se despertaron demasiadas ocasiones en la noche, asustados, miedosos, inseguros... No le extrañaba que aquella noche y las posteriores ambos tuvieran pesadillas. Había sido demasiado para dos niños tan pequeños... Pero también se sabía culpable de esos acontecimientos.

    Los amaba, demasiado, igual que Angel. Y, al igual que su prometido, había criado a esos dos pequeños en una esfera de cristal demasiado frágil para el infernal mundo en el que ahora vivían. Creer que podrían mantener aquella inocencia por mucho tiempo fue, no solo egoísta, sino estúpido.
    ¿Las consecuencias? Allí estaba. Dos niños cuya ilusión se había desmoronado y ahora, desamparados, deberían enfrentarse a la crueldad del infierno sin haber tenido las herramientas necesarias para hacerlo. Y, para empeorar aún más la situación, Angel no se había sentido precisamente bien.

    La falta de sueño le estaba pasando factura ahora, pero se negaba a rendirse ante el sueño. Tras revisar los vendajes que mantenían en su sitio las alas de su pequeña, se quedó recostado a su lado en la cama. Ambos pequeños volviendo a dormir y no los culpaba.
    Los observó con cansancio angustioso. Casi pensativo... Entonces extendió una mano, tomando su celular que rara vez usaba y ni hablar de tenerlo encima. También debió de ponerse sus lentes para poder ver apropiadamente una letra tan pequeña... ¿Quién demonios había inventado ese sistema de mierda? También se había tomado el atrevimiento de tomar el móvil de Angel, rebuscando entre sus contactos hasta que encontró a quien buscaba.
    Tomando una foto de los niños, descansando, procedió a enviar la foto a Arackniss con un único texto que acompañaba la imagen con un "Estarán bien". No era idiota, a pesar de su actuada diferencia el día anterior, se había dado cuenta del aprecio por sus hijos.
    Fue una noche larga. Demasiado. Pero ahora más que nunca le constaba que debía ser el pilar y el soporte, más no solo de Angel, sino también de sus hijos. Como no podía ser de otra forma, ambos se despertaron demasiadas ocasiones en la noche, asustados, miedosos, inseguros... No le extrañaba que aquella noche y las posteriores ambos tuvieran pesadillas. Había sido demasiado para dos niños tan pequeños... Pero también se sabía culpable de esos acontecimientos. Los amaba, demasiado, igual que Angel. Y, al igual que su prometido, había criado a esos dos pequeños en una esfera de cristal demasiado frágil para el infernal mundo en el que ahora vivían. Creer que podrían mantener aquella inocencia por mucho tiempo fue, no solo egoísta, sino estúpido. ¿Las consecuencias? Allí estaba. Dos niños cuya ilusión se había desmoronado y ahora, desamparados, deberían enfrentarse a la crueldad del infierno sin haber tenido las herramientas necesarias para hacerlo. Y, para empeorar aún más la situación, Angel no se había sentido precisamente bien. La falta de sueño le estaba pasando factura ahora, pero se negaba a rendirse ante el sueño. Tras revisar los vendajes que mantenían en su sitio las alas de su pequeña, se quedó recostado a su lado en la cama. Ambos pequeños volviendo a dormir y no los culpaba. Los observó con cansancio angustioso. Casi pensativo... Entonces extendió una mano, tomando su celular que rara vez usaba y ni hablar de tenerlo encima. También debió de ponerse sus lentes para poder ver apropiadamente una letra tan pequeña... ¿Quién demonios había inventado ese sistema de mierda? También se había tomado el atrevimiento de tomar el móvil de Angel, rebuscando entre sus contactos hasta que encontró a quien buscaba. Tomando una foto de los niños, descansando, procedió a enviar la foto a [Grumpyspid3r] con un único texto que acompañaba la imagen con un "Estarán bien". No era idiota, a pesar de su actuada diferencia el día anterior, se había dado cuenta del aprecio por sus hijos.
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  • Kael subió el último escalón con la respiración un poco acelerada y la caja de herramientas golpeándole el muslo. La llamada había sido hacía menos de veinte minutos: *“Che, hermano, te tiro un laburito rápido. Estoy tapado. Es en tal dirección. Andá ya si podés.”*
    Y acá estaba.

    Frunció el ceño para leer bien el número del departamento y, cuando lo encontró, golpeó dos veces con los nudillos, directo y sin rodeos.

    —Buenas —saludó cuando la puerta se abrió, pasándose una mano por el cabello, todavía húmedo por la lluvia de camino—. Soy Kael… un amigo tuyo o de tu contratista—hizo un gesto con la mano—…me pidió que lo cubra con este trabajo.

    Levantó un poco la caja de herramientas, como si fuera una explicación suficiente.

    —No me dieron muchos detalles, solo que había algo que arreglar o instalar, y que era urgente.

    Se le notaba algo nervioso e incómodo, llamar a una persona y que otra totalmente distinta llegue a tu puerta es por decir poco, extraño, una parte de él estaba preparado para ser rechazado y retirarse.

    —Si querés, paso y lo veo. Ya estoy acá, así que…

    La media sonrisa apareció apenas, cansada pero genuina.

    —Prometo no dejarte la casa peor de lo que la encontré. Sólo decime por dónde empiezo.
    Kael subió el último escalón con la respiración un poco acelerada y la caja de herramientas golpeándole el muslo. La llamada había sido hacía menos de veinte minutos: *“Che, hermano, te tiro un laburito rápido. Estoy tapado. Es en tal dirección. Andá ya si podés.”* Y acá estaba. Frunció el ceño para leer bien el número del departamento y, cuando lo encontró, golpeó dos veces con los nudillos, directo y sin rodeos. —Buenas —saludó cuando la puerta se abrió, pasándose una mano por el cabello, todavía húmedo por la lluvia de camino—. Soy Kael… un amigo tuyo o de tu contratista—hizo un gesto con la mano—…me pidió que lo cubra con este trabajo. Levantó un poco la caja de herramientas, como si fuera una explicación suficiente. —No me dieron muchos detalles, solo que había algo que arreglar o instalar, y que era urgente. Se le notaba algo nervioso e incómodo, llamar a una persona y que otra totalmente distinta llegue a tu puerta es por decir poco, extraño, una parte de él estaba preparado para ser rechazado y retirarse. —Si querés, paso y lo veo. Ya estoy acá, así que… La media sonrisa apareció apenas, cansada pero genuina. —Prometo no dejarte la casa peor de lo que la encontré. Sólo decime por dónde empiezo.
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  • Cazadores… Siempre había sentido esa mezcla rara de rabia y tristeza cuando los veía, no por ellos mismos, sino por la forma en que los dioses los usaban como si fueran herramientas sin valor. ¿Cómo iba a matar a un humano, por más fuerza que tuviera o por más que sus habilidades despertaran cuando estaba en peligro? Al final del día seguían siendo personas, solo que ahora sus cuerpos ya no les pertenecían. La lluvia caía tan fuerte que lograba borrar los pasos en el barro, pero aun así no los perdía de vista; esos ojos rojos brillando como si algo dentro de ellos estuviera vivo y retorciéndose. No era natural. Esa deidad que los controlaba les había dado más velocidad, más fuerza, más resistencia… todo para que pudieran hacer el trabajo sucio que él quería cumplir con sus propias manos. Su cabello rojizo se le pegaba al rostro mientras esquivaba golpes que cada vez se volvían más violentos, tratando de no lastimarlos más de lo necesario. Le dolía tener que enfrentarlos, saber que no eran ellos quienes la estaban atacando, sino algo que tiraba de sus hilos desde lejos. Y aun así, no podía dejarse vencer. No podía caer allí.

    Pero en medio de todo ese caos y de los ataques cargados de ese brillo rojo enfermizo, sintió algo que no venía de esos cuerpos poseídos. Era diferente, mucho más frío, más pesado… como si la oscuridad hubiera cobrado vida por un segundo. No tenía pasos, no tenía respiración. Solo estaba ahí, escondido entre los árboles, mirándola de una manera que hizo que el aire se le quedara atrapado en el pecho. No era la deidad que controlaba a los cazadores, eso estaba claro. Esto era otra cosa, algo que no parecía querer matarla, sino… observarla. La tormenta pareció hacerse más silenciosa por un instante, como si todo se detuviera alrededor. Giró ligeramente, sin bajar la guardia, sintiendo ese cosquilleo incómodo en la nuca. Sabía que no estaba sola. Que entre esa cacería forzada y la furia de los dioses había algo más moviéndose, algo que la seguía en silencio.

    [ryo.izanagi]
    Cazadores… Siempre había sentido esa mezcla rara de rabia y tristeza cuando los veía, no por ellos mismos, sino por la forma en que los dioses los usaban como si fueran herramientas sin valor. ¿Cómo iba a matar a un humano, por más fuerza que tuviera o por más que sus habilidades despertaran cuando estaba en peligro? Al final del día seguían siendo personas, solo que ahora sus cuerpos ya no les pertenecían. La lluvia caía tan fuerte que lograba borrar los pasos en el barro, pero aun así no los perdía de vista; esos ojos rojos brillando como si algo dentro de ellos estuviera vivo y retorciéndose. No era natural. Esa deidad que los controlaba les había dado más velocidad, más fuerza, más resistencia… todo para que pudieran hacer el trabajo sucio que él quería cumplir con sus propias manos. Su cabello rojizo se le pegaba al rostro mientras esquivaba golpes que cada vez se volvían más violentos, tratando de no lastimarlos más de lo necesario. Le dolía tener que enfrentarlos, saber que no eran ellos quienes la estaban atacando, sino algo que tiraba de sus hilos desde lejos. Y aun así, no podía dejarse vencer. No podía caer allí. Pero en medio de todo ese caos y de los ataques cargados de ese brillo rojo enfermizo, sintió algo que no venía de esos cuerpos poseídos. Era diferente, mucho más frío, más pesado… como si la oscuridad hubiera cobrado vida por un segundo. No tenía pasos, no tenía respiración. Solo estaba ahí, escondido entre los árboles, mirándola de una manera que hizo que el aire se le quedara atrapado en el pecho. No era la deidad que controlaba a los cazadores, eso estaba claro. Esto era otra cosa, algo que no parecía querer matarla, sino… observarla. La tormenta pareció hacerse más silenciosa por un instante, como si todo se detuviera alrededor. Giró ligeramente, sin bajar la guardia, sintiendo ese cosquilleo incómodo en la nuca. Sabía que no estaba sola. Que entre esa cacería forzada y la furia de los dioses había algo más moviéndose, algo que la seguía en silencio. [ryo.izanagi]
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  • “Ahora que lo pienso, en mi antigua vida, cuando aún era un mortal, nunca quise aferrarme a la creencia de un Dios. Negué su existencia, resté importancia al concepto que representan, hasta que los conocí de verdad. Pero aun así me rehusé a venerarlos, lo cual muchas veces puede conllevar un castigo, algunos peores que otros.

    Los humanos… No, los mortales… En su mayoría se aferran a sus deidades bondadosas, otros lo hacen con sus “deidades más siniestras”. Pero nunca piensan en la posibilidad de que tal vez su Dios no los aprecie. De que nunca los quiso y que incluso los odie.

    La diferencia entre un Dios y un mortal con poder no es tan distinta cuando ambos comparten la posibilidad de ver a los más débiles como nada más que herramientas, juguetes o un simple objeto para señalar y burlarse, matándose a carcajadas.”
    “Ahora que lo pienso, en mi antigua vida, cuando aún era un mortal, nunca quise aferrarme a la creencia de un Dios. Negué su existencia, resté importancia al concepto que representan, hasta que los conocí de verdad. Pero aun así me rehusé a venerarlos, lo cual muchas veces puede conllevar un castigo, algunos peores que otros. Los humanos… No, los mortales… En su mayoría se aferran a sus deidades bondadosas, otros lo hacen con sus “deidades más siniestras”. Pero nunca piensan en la posibilidad de que tal vez su Dios no los aprecie. De que nunca los quiso y que incluso los odie. La diferencia entre un Dios y un mortal con poder no es tan distinta cuando ambos comparten la posibilidad de ver a los más débiles como nada más que herramientas, juguetes o un simple objeto para señalar y burlarse, matándose a carcajadas.”
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  • ¿QUÉ DESEA?
    Fandom Cualquiera.
    Categoría Slice of Life
    Los pasos de gente acercándose llamaron la atención de la chica que lustraba una espada de acero con sumo cuidado, girando su vista hacia el nuevo cliente que llegaron a su humilde herrería.

    ❝ Oh, mucho gusto señor/a. ¿Qué está buscando?. ❞ Mi voz notaba predisposición a aceptar el pedido que aquella persona estaba buscando, todo mientras acomodaba sus herramientas sobre una mesa.
    Los pasos de gente acercándose llamaron la atención de la chica que lustraba una espada de acero con sumo cuidado, girando su vista hacia el nuevo cliente que llegaron a su humilde herrería. ❝ Oh, mucho gusto señor/a. ¿Qué está buscando?. ❞ Mi voz notaba predisposición a aceptar el pedido que aquella persona estaba buscando, todo mientras acomodaba sus herramientas sobre una mesa.
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  • —¡QUIERO ESTA CASA TERMINADA DENTRO DE 4 MESES O ME COMERÉ A SUS HIJOS ENFRENTE DE USTEDES!

    —Mark secuestro a un grupo de obreros,llevo recuersos y herramientas para ellos y los puso a trabajar bajo amenazas,les daba comida y agua cada 4 horas para mantener el ritmo junto a unos colchones para dormir afuera de la obra—
    —¡QUIERO ESTA CASA TERMINADA DENTRO DE 4 MESES O ME COMERÉ A SUS HIJOS ENFRENTE DE USTEDES! —Mark secuestro a un grupo de obreros,llevo recuersos y herramientas para ellos y los puso a trabajar bajo amenazas,les daba comida y agua cada 4 horas para mantener el ritmo junto a unos colchones para dormir afuera de la obra—
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  • Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón.

    Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza.
    —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son.

    El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía.
    —No sabes con quién te metes…

    Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza.
    —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú.

    Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas.
    —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena?

    La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
    Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón. Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza. —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son. El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía. —No sabes con quién te metes… Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza. —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú. Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas. —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena? La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
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  • Sabías qué hay más de...

    1000 Starters
    1800 Artículos
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    140 Grupos
    100000 Publicaciones y creciendo día a día...

    ¡Encontrar rol hay en todos lados!

    Las herramientas y secciones están a tu disposición; busca, crea y comparte con otros personajes.
    Sabías qué hay más de... 1000 Starters 1800 Artículos 200 Clasificados 140 Grupos 100000 Publicaciones y creciendo día a día... ¡Encontrar rol hay en todos lados! Las herramientas y secciones están a tu disposición; busca, crea y comparte con otros personajes. :STK-93:
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  • Ya volví, tengo que ver que mis amigos estén bien o de causar un desastre si hace falta, no se preocupen que traje mis herramientas
    Ya volví, tengo que ver que mis amigos estén bien o de causar un desastre si hace falta, no se preocupen que traje mis herramientas
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