• El cuerpo de Lavos, la primera sensación del tenno, es un genuino interés por el estudio, los elementos y la materia, un Warframe tranquilo, no hay emociones negativas fuertes como la ira, la depresión o la indiferencia absoluta.

    Un cuerpo más liviano que el de Chroma, con la protección estándar de todo Warframe, escudo de energía personal, quinina endurecida en parte claves y la fortaleza física sobrehumana.

    Sin embargo, puede notar que es más vulnerable o frágil que Chroma, sin embargo sus herramientas, su juego de química corporal le permite ser versátil con los elementos y mucho más dañino que Chroma, en términos de guerra bioquímicas.

    No hay sangre por la venas de Lavos y le cuesta acostumbrarse a la idea de tener solo un ojo en su cabeza, pero le simpatizan las serpientes que se deslizan entre sus brazos y se esconden en su armadura.

    "Será como volver a montar un khaite."
    El cuerpo de Lavos, la primera sensación del tenno, es un genuino interés por el estudio, los elementos y la materia, un Warframe tranquilo, no hay emociones negativas fuertes como la ira, la depresión o la indiferencia absoluta. Un cuerpo más liviano que el de Chroma, con la protección estándar de todo Warframe, escudo de energía personal, quinina endurecida en parte claves y la fortaleza física sobrehumana. Sin embargo, puede notar que es más vulnerable o frágil que Chroma, sin embargo sus herramientas, su juego de química corporal le permite ser versátil con los elementos y mucho más dañino que Chroma, en términos de guerra bioquímicas. No hay sangre por la venas de Lavos y le cuesta acostumbrarse a la idea de tener solo un ojo en su cabeza, pero le simpatizan las serpientes que se deslizan entre sus brazos y se esconden en su armadura. "Será como volver a montar un khaite."
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  • **El Errante y el Dragón Azul**

    El mundo se abría ante Jimoto como un lienzo infinito, cada viaje una pincelada de experiencias, cada encuentro una historia por contar. Había recorrido valles dorados donde el trigo bailaba con el viento, selvas densas donde la vida vibraba en cada sombra, y desiertos tan vastos que las estrellas parecían más cercanas. Pero fue en las Montañas Esmeralda donde su destino se entrelazó con el de una criatura legendaria.

    El día en que conoció a Shunrei, el Dragón Azul, la neblina cubría los riscos como un manto. Jimoto había oído rumores sobre un ser majestuoso que protegía esas tierras, pero lo que encontró fue una batalla injusta.

    Un grupo de cazadores y taladores clandestinos había invadido el bosque sagrado de la montaña, armados con armas y sierras, listos para acabar con todo lo que se interpusiera en su camino. En el centro del conflicto, Shunrei rugía con furia, su enorme cuerpo de escamas azul celeste reflejando la luz entre los árboles. Su aliento crepitaba con energía, pero algo no estaba bien: sus alas estaban heridas, y aunque peleaba con fiereza, los cazadores lo superaban en número.

    Jimoto no lo pensó dos veces. Se lanzó entre los atacantes con la destreza que había perfeccionado en sus viajes. Con movimientos rápidos, derribó a los taladores más cercanos, arrebatándoles sus herramientas. Usó su velocidad y fuerza para confundir a los cazadores, derribando sin causar mayor daño pues solo quería auyentarles, cuando el líder de los invasores intentó atacar con una daga envenenada, Jimoto la interceptó con su propia mano, partiéndola en dos con un solo movimiento.

    El bosque quedó en silencio. Los cazadores, atónitos, entendieron que no podrían ganar. Uno a uno, huyeron dejando atrás su equipo y su orgullo.

    Shunrei, aún receloso, lo observó con ojos de un azul profundo. Jimoto sintió algo extraño en su mente, como un murmullo antiguo, un lenguaje que no debería entender… pero lo hizo.

    —*Tú… ¿puedes oírme?* —la voz de Shunrei resonó en su mente, profunda y sabia.

    Jimoto parpadeó, sorprendido.

    —Sí… ¿cómo es posible?

    Shunrei inclinó su gran cabeza, inspeccionándolo con curiosidad.

    —*Durante siglos, los humanos han intentado hablarme, pero nunca han comprendido mis palabras. Eres el primero… el único.*

    Desde ese día, Jimoto y Shunrei forjaron una amistad única. El dragón, antiguo guardián de las montañas, compartía con él los secretos de la naturaleza y la historia de los tiempos olvidados. Jimoto, a su vez, le contaba sobre el mundo de los humanos, sobre los lugares que había visto y las maravillas que aún deseaba conocer.

    Juntos, viajaron más allá de las montañas, explorando lo desconocido. Donde Jimoto encontraba peligro, Shunrei lo protegía. Donde el dragón hallaba desesperanza en la humanidad, Jimoto le mostraba la bondad que aún existía.

    Eran diferentes en todo sentido, pero en su soledad compartida encontraron un lazo irrompible. Un viajero de las estrellas y un guardián ancestral, unidos por un destino que aún estaba por escribirse.
    **El Errante y el Dragón Azul** El mundo se abría ante Jimoto como un lienzo infinito, cada viaje una pincelada de experiencias, cada encuentro una historia por contar. Había recorrido valles dorados donde el trigo bailaba con el viento, selvas densas donde la vida vibraba en cada sombra, y desiertos tan vastos que las estrellas parecían más cercanas. Pero fue en las Montañas Esmeralda donde su destino se entrelazó con el de una criatura legendaria. El día en que conoció a Shunrei, el Dragón Azul, la neblina cubría los riscos como un manto. Jimoto había oído rumores sobre un ser majestuoso que protegía esas tierras, pero lo que encontró fue una batalla injusta. Un grupo de cazadores y taladores clandestinos había invadido el bosque sagrado de la montaña, armados con armas y sierras, listos para acabar con todo lo que se interpusiera en su camino. En el centro del conflicto, Shunrei rugía con furia, su enorme cuerpo de escamas azul celeste reflejando la luz entre los árboles. Su aliento crepitaba con energía, pero algo no estaba bien: sus alas estaban heridas, y aunque peleaba con fiereza, los cazadores lo superaban en número. Jimoto no lo pensó dos veces. Se lanzó entre los atacantes con la destreza que había perfeccionado en sus viajes. Con movimientos rápidos, derribó a los taladores más cercanos, arrebatándoles sus herramientas. Usó su velocidad y fuerza para confundir a los cazadores, derribando sin causar mayor daño pues solo quería auyentarles, cuando el líder de los invasores intentó atacar con una daga envenenada, Jimoto la interceptó con su propia mano, partiéndola en dos con un solo movimiento. El bosque quedó en silencio. Los cazadores, atónitos, entendieron que no podrían ganar. Uno a uno, huyeron dejando atrás su equipo y su orgullo. Shunrei, aún receloso, lo observó con ojos de un azul profundo. Jimoto sintió algo extraño en su mente, como un murmullo antiguo, un lenguaje que no debería entender… pero lo hizo. —*Tú… ¿puedes oírme?* —la voz de Shunrei resonó en su mente, profunda y sabia. Jimoto parpadeó, sorprendido. —Sí… ¿cómo es posible? Shunrei inclinó su gran cabeza, inspeccionándolo con curiosidad. —*Durante siglos, los humanos han intentado hablarme, pero nunca han comprendido mis palabras. Eres el primero… el único.* Desde ese día, Jimoto y Shunrei forjaron una amistad única. El dragón, antiguo guardián de las montañas, compartía con él los secretos de la naturaleza y la historia de los tiempos olvidados. Jimoto, a su vez, le contaba sobre el mundo de los humanos, sobre los lugares que había visto y las maravillas que aún deseaba conocer. Juntos, viajaron más allá de las montañas, explorando lo desconocido. Donde Jimoto encontraba peligro, Shunrei lo protegía. Donde el dragón hallaba desesperanza en la humanidad, Jimoto le mostraba la bondad que aún existía. Eran diferentes en todo sentido, pero en su soledad compartida encontraron un lazo irrompible. Un viajero de las estrellas y un guardián ancestral, unidos por un destino que aún estaba por escribirse.
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  • Nuevo Comienzo
    Fandom Oc
    Categoría Acción
    Cinco meses habían pasado desde la batalla contra James Vulture, y Takeru había dedicado cada día a mejorar, entrenando en total aislamiento, alejado de la ciudad que conocía tan bien. La victoria había dejado cicatrices, no solo físicas, sino también mentales. La intensidad de aquella pelea, la rabia que sentía al enfrentarse a su antiguo rival, le dejó una lección amarga pero valiosa: la impulsividad y la rabia no eran la clave para ser fuerte, sino la calma y el control.

    El joven había pasado meses entrenando en un bosque apartado, en una región remota, donde el aire fresco y la soledad le daban el espacio para redescubrir su arte. Su estilo de boxeo había cambiado radicalmente. Ya no era el chico impulsivo, el que atacaba sin pensar, lleno de ira y pasión. Ahora, su boxeo era fluido, meticuloso, casi elegante. Había aprendido a leer a su oponente antes de hacer un solo movimiento, y sus golpes se volvieron más certeros, calculados y rápidos.

    El cambio era evidente no solo en su forma de pelear, sino también en su actitud. Takeru ya no reaccionaba ante las provocaciones ni se dejaba llevar por el instinto. Ahora caminaba por la vida con una serenidad que sorprendía a quienes le conocían. Había algo en su mirada, una profundidad tranquila que contrastaba con la energía impulsiva que alguna vez lo definió. La furia había sido reemplazada por una concentración casi zen, una paz interior que le permitía ver el mundo de una manera diferente.

    Cuando regresó a su ciudad, la transformación era imposible de ignorar. Su cuerpo, antes algo delgado y tenso, ahora mostraba una musculatura definida, sin la exageración de los músculos forzados. Su rostro, antes siempre marcado por la tensión, tenía una calma que reflejaba su nuevo estado mental. Los cabellos, que antes caían desordenados sobre su frente, ahora se encontraban más cuidados, y su ropa, aunque sencilla, parecía haber sido escogida con más cuidado.

    El regreso de Takeru no pasó desapercibido. Los viejos conocidos, que recordaban a un chico impetuoso, casi arrogante, no pudieron evitar sorprenderse al ver a alguien tan diferente. Incluso aquellos que lo veían como un rival de poca monta ahora lo miraban con respeto. Había algo diferente en él, algo que inspiraba no solo curiosidad, sino también una sensación de invulnerabilidad tranquila.

    A su paso por las calles de la ciudad, se dio cuenta de cuán distante había llegado de ese joven impetuoso que una vez peleó sin pensar. Aun así, sabía que la batalla interna nunca terminaría. Pero ahora tenía las herramientas, el conocimiento y la serenidad para enfrentarse no solo a los oponentes en el ring, sino también a sus propios demonios.
    Cinco meses habían pasado desde la batalla contra James Vulture, y Takeru había dedicado cada día a mejorar, entrenando en total aislamiento, alejado de la ciudad que conocía tan bien. La victoria había dejado cicatrices, no solo físicas, sino también mentales. La intensidad de aquella pelea, la rabia que sentía al enfrentarse a su antiguo rival, le dejó una lección amarga pero valiosa: la impulsividad y la rabia no eran la clave para ser fuerte, sino la calma y el control. El joven había pasado meses entrenando en un bosque apartado, en una región remota, donde el aire fresco y la soledad le daban el espacio para redescubrir su arte. Su estilo de boxeo había cambiado radicalmente. Ya no era el chico impulsivo, el que atacaba sin pensar, lleno de ira y pasión. Ahora, su boxeo era fluido, meticuloso, casi elegante. Había aprendido a leer a su oponente antes de hacer un solo movimiento, y sus golpes se volvieron más certeros, calculados y rápidos. El cambio era evidente no solo en su forma de pelear, sino también en su actitud. Takeru ya no reaccionaba ante las provocaciones ni se dejaba llevar por el instinto. Ahora caminaba por la vida con una serenidad que sorprendía a quienes le conocían. Había algo en su mirada, una profundidad tranquila que contrastaba con la energía impulsiva que alguna vez lo definió. La furia había sido reemplazada por una concentración casi zen, una paz interior que le permitía ver el mundo de una manera diferente. Cuando regresó a su ciudad, la transformación era imposible de ignorar. Su cuerpo, antes algo delgado y tenso, ahora mostraba una musculatura definida, sin la exageración de los músculos forzados. Su rostro, antes siempre marcado por la tensión, tenía una calma que reflejaba su nuevo estado mental. Los cabellos, que antes caían desordenados sobre su frente, ahora se encontraban más cuidados, y su ropa, aunque sencilla, parecía haber sido escogida con más cuidado. El regreso de Takeru no pasó desapercibido. Los viejos conocidos, que recordaban a un chico impetuoso, casi arrogante, no pudieron evitar sorprenderse al ver a alguien tan diferente. Incluso aquellos que lo veían como un rival de poca monta ahora lo miraban con respeto. Había algo diferente en él, algo que inspiraba no solo curiosidad, sino también una sensación de invulnerabilidad tranquila. A su paso por las calles de la ciudad, se dio cuenta de cuán distante había llegado de ese joven impetuoso que una vez peleó sin pensar. Aun así, sabía que la batalla interna nunca terminaría. Pero ahora tenía las herramientas, el conocimiento y la serenidad para enfrentarse no solo a los oponentes en el ring, sino también a sus propios demonios.
    Tipo
    Individual
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    Estado
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  • "Las personas son herramientas, algunas más útiles que otras."

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  • 《La tenue luz de la lámpara de aceite parpadea en la habitación mientras Maomao, con las mangas arremangadas, trabaja en su improvisado laboratorio. Sobre la mesa, el pequeño montón de flores que le ha regalado ✮ S̷t̷e̷l̷l̷e̷ ✮ descansa junto a varios frascos y herramientas de boticaria.》

    —¿Regalo, eh?"—《Murmura para sí misma, recordando a la joven que le entregó las flores. Era raro recibir obsequios, y más aún, flores tan peculiares.》

    《Con manos firmes, separa los pétalos y los machaca con un mortero de piedra, liberando un aroma dulzón y ligeramente amargo.》

    —Esto tiene propiedades calmantes… Podría servir para hacer una infusión para el insomnio. Pero si aumento la concentración..."—《Sus ojos brillan con una chispa de curiosidad científica mientras mezcla el extracto con una base alcohólica en un pequeño frasco.》

    《Tras unos minutos, se detiene y observa el líquido resultante. Lo agita suavemente y, con un dedo, toma una gota para analizar su textura.》
    《La tenue luz de la lámpara de aceite parpadea en la habitación mientras Maomao, con las mangas arremangadas, trabaja en su improvisado laboratorio. Sobre la mesa, el pequeño montón de flores que le ha regalado [Stelle1] descansa junto a varios frascos y herramientas de boticaria.》 —¿Regalo, eh?"—《Murmura para sí misma, recordando a la joven que le entregó las flores. Era raro recibir obsequios, y más aún, flores tan peculiares.》 《Con manos firmes, separa los pétalos y los machaca con un mortero de piedra, liberando un aroma dulzón y ligeramente amargo.》 —Esto tiene propiedades calmantes… Podría servir para hacer una infusión para el insomnio. Pero si aumento la concentración..."—《Sus ojos brillan con una chispa de curiosidad científica mientras mezcla el extracto con una base alcohólica en un pequeño frasco.》 《Tras unos minutos, se detiene y observa el líquido resultante. Lo agita suavemente y, con un dedo, toma una gota para analizar su textura.》
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  • —Hank fue a ver a un medico militar que era amigo de su madre y lo conocia bien,al llegar,este inmediatamente lo sento en una camilla—

    Samuel:"¡Santa mierda Hank,pareces un zombie!"

    —Samuel empezo a sacar todo tipo de herramientas para comenzar a tratarlo—

    Samuel:"Mira,no se como sigues vivo,para empezar ni siquiera tienes pulso,eres un cadaver caminando....no creo que pueda reconstruir tu mandibula...pero tengo una solución temporal a tu problema"

    —Samuel saco una mandibula inferior hecha de titaneo de color negro,este comenzo a unirla poco a poco con el cartilago suelto que quedaba,hacienddo que quede firmemente amarrada—


    Samuel:"Solo te aviso que te puedes morder la lengua y creeme,duele muchisimo...¿Como te sientes?"


    —......Duele......


    —Respondio en voz baja—
    —Hank fue a ver a un medico militar que era amigo de su madre y lo conocia bien,al llegar,este inmediatamente lo sento en una camilla— Samuel:"¡Santa mierda Hank,pareces un zombie!" —Samuel empezo a sacar todo tipo de herramientas para comenzar a tratarlo— Samuel:"Mira,no se como sigues vivo,para empezar ni siquiera tienes pulso,eres un cadaver caminando....no creo que pueda reconstruir tu mandibula...pero tengo una solución temporal a tu problema" —Samuel saco una mandibula inferior hecha de titaneo de color negro,este comenzo a unirla poco a poco con el cartilago suelto que quedaba,hacienddo que quede firmemente amarrada— Samuel:"Solo te aviso que te puedes morder la lengua y creeme,duele muchisimo...¿Como te sientes?" —......Duele...... —Respondio en voz baja—
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  • Jean Phantomhive fue llamado por la bruja para sus clases, despues de aquella charla parecia mas relajada pero al mismo tiempo parecia tratar de evitar controntar el problema -Jean cariño, llegaste bastante temprano... o yo me abre quedado dormido?- la bruja lo esperaba a uno de los costados del orfanato, el lugar estaba silencioso, apesar de estar tan solitario no era inquietante, de alguna forma las vistas silenciosas de aquel lugar antes ruidoso resultaba relajante -tuve todo listo ayer por la noche pensando que debia cuidar de los niños... olvide que ya no tengo mas niños que cuidar por ahora- solto una risita nerviosa, el patio habia sido preparado con 3 mesas con ingredientes rodeando un caldero, sobre una de las mesas habian utencilios de quimica y en la mesa contraria habia materiales de contruccion y herramientas -asi que decidi que podemos tratar de indagar mas profundo en las pociones, practicaremos ciencia magica pense que seria un tema interesante para ti- chasqueo sus dedos y el fuego bajo el caldero se encendio

    https://youtu.be/x-ErRfoDojo?si=bRbmWEyQkQXOUMIL
    [littl3gr3y] fue llamado por la bruja para sus clases, despues de aquella charla parecia mas relajada pero al mismo tiempo parecia tratar de evitar controntar el problema -Jean cariño, llegaste bastante temprano... o yo me abre quedado dormido?- la bruja lo esperaba a uno de los costados del orfanato, el lugar estaba silencioso, apesar de estar tan solitario no era inquietante, de alguna forma las vistas silenciosas de aquel lugar antes ruidoso resultaba relajante -tuve todo listo ayer por la noche pensando que debia cuidar de los niños... olvide que ya no tengo mas niños que cuidar por ahora- solto una risita nerviosa, el patio habia sido preparado con 3 mesas con ingredientes rodeando un caldero, sobre una de las mesas habian utencilios de quimica y en la mesa contraria habia materiales de contruccion y herramientas -asi que decidi que podemos tratar de indagar mas profundo en las pociones, practicaremos ciencia magica pense que seria un tema interesante para ti- chasqueo sus dedos y el fuego bajo el caldero se encendio https://youtu.be/x-ErRfoDojo?si=bRbmWEyQkQXOUMIL
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Ya que no tenemos telequinesis, os digo: NO ROLEO POR MP. En mensajes privados han intentado hacer cosas muy desagradables a mis personajes sin mi consentimiento y es una situación que quiero evitar a toda costa.

    Si quieres planear una trama, ¡claro que puedes escribirme un mensaje privado! Pero todo rol que llevemos a cabo, será a través de las herramientas que la plataforma nos brinda y con privacidad para "amigos" si así te sientes más seguro.
    || Ya que no tenemos telequinesis, os digo: NO ROLEO POR MP. En mensajes privados han intentado hacer cosas muy desagradables a mis personajes sin mi consentimiento y es una situación que quiero evitar a toda costa. Si quieres planear una trama, ¡claro que puedes escribirme un mensaje privado! Pero todo rol que llevemos a cabo, será a través de las herramientas que la plataforma nos brinda y con privacidad para "amigos" si así te sientes más seguro.
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    Diablos ahora entiendo por qué algunos quedan "enganchados" con esas herramientas de generación de textos automatizados.
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  • ── La vida sigue...¿No es así?
    Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ──

    La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo.
    Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es.
    Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar.

    Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero...

    La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven.

    Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella.
    Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia?

    Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir.

    Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera.

    Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos.

    El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió.
    Pero ni así, le permitieron pasar.
    ── La vida sigue...¿No es así? Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ── La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo. Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es. Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar. Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero... La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven. Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella. Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia? Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir. Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera. Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos. El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió. Pero ni así, le permitieron pasar.
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