Llega a la panadería caminando lento, muy lento, con la pierna izquierda adolorida al punto de casi no conseguir apoyarla en el piso y la espalda encorvada de puro cansancio. Entra, sin decir ni una palabra, cierra la puerta tras de sí y se dirige al banquillo que siempre ha usado al venir aquí. De darse el caso, si alguien viene a recibirle simplemente dirá, entre murmullos y sin alzar la cabeza. — ¿Puedo pasar un rato aquí? Sólo serán... un par de horas, quizás... #ElBrujoCojo