• "No tiene por que agradecerme señorita es mi trabajo."
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  • *Ate disfruta de su familia. Erik y Letha estan de exámenes y andan un poco nerviosos. Por eso, ella les prepara buena comida (eso siempre) y tisanas para los nervios. Jormun por su parte, ve orgulloso como su esposa se desvive por sus pequeños. Por ello, cuando él ve que ella ha terminado, la abraza por la cintura y la besa. Ate responde de mismo modo, para quedar ambos, abrazados y juntando sus frentes, mirandose con mucho amor*
    *Ate disfruta de su familia. Erik y Letha estan de exámenes y andan un poco nerviosos. Por eso, ella les prepara buena comida (eso siempre) y tisanas para los nervios. Jormun por su parte, ve orgulloso como su esposa se desvive por sus pequeños. Por ello, cuando él ve que ella ha terminado, la abraza por la cintura y la besa. Ate responde de mismo modo, para quedar ambos, abrazados y juntando sus frentes, mirandose con mucho amor*
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  • Desperado
    Sitting in an old Monte Carlo
    A man whose heart is hollow
    Take it easy, I'm not tryna go against you
    Actually, I'm going with you.
    Desperado Sitting in an old Monte Carlo A man whose heart is hollow Take it easy, I'm not tryna go against you Actually, I'm going with you.
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  • 𝐋𝐚 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐒𝐞𝐥𝐥𝐨 — 「封印の戦い」
    “Los sellos fueron puestos para mantenerlos alejados.Pero los sellos también pueden romperse desde adentro.” Hace siglos aunque nadie recuerda cuántos, los sellos que separaban el Pandemonium del plano terrenal comenzaron a debilitarse. No fue un accidente, ni un fallo en el tejido espiritual: fue un acto deliberado. Desde dentro. Los grandes señores Oni,...
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  • Al cruzar cada plano dejaba algo atrás… y traía algo nuevo consigo.
    Al principio fue un presentimiento. Luego, una figura en sus sueños: una mujer idéntica a ella, pero vacía. Sus ojos eran espejos. Su expresión sin emoción alguna, su cabello blanco como la nieve flotaba como si estuviera bajo el agua.
    —¿Quién eres? —gritó Juno.
    La otra mujer ladeó la cabeza. Su boca se curvó apenas en una sonrisa artificial.
    —Soy lo que dejaste atrás. Cada vez que huyes de tus emociones para sobrevivir en los planos… yo crezco. Soy tu escudo. Tu escoria. Tu futuro.
    —No... No eres real. — Juno negaba con la cabeza, como si eso fuera suficiente para no darle vida.
    La figura sin emociones rió.
    —¿No soy real? Pregúntate cuántas veces has querido no sentir. No temer. No recordar. Yo soy ese deseo. He vivido en los márgenes de tu mente desde que cruzaste el primer umbral. Pronto, cuando estés débil… tomaré lo que me pertenece.
    Al cruzar cada plano dejaba algo atrás… y traía algo nuevo consigo. Al principio fue un presentimiento. Luego, una figura en sus sueños: una mujer idéntica a ella, pero vacía. Sus ojos eran espejos. Su expresión sin emoción alguna, su cabello blanco como la nieve flotaba como si estuviera bajo el agua. —¿Quién eres? —gritó Juno. La otra mujer ladeó la cabeza. Su boca se curvó apenas en una sonrisa artificial. —Soy lo que dejaste atrás. Cada vez que huyes de tus emociones para sobrevivir en los planos… yo crezco. Soy tu escudo. Tu escoria. Tu futuro. —No... No eres real. — Juno negaba con la cabeza, como si eso fuera suficiente para no darle vida. La figura sin emociones rió. —¿No soy real? Pregúntate cuántas veces has querido no sentir. No temer. No recordar. Yo soy ese deseo. He vivido en los márgenes de tu mente desde que cruzaste el primer umbral. Pronto, cuando estés débil… tomaré lo que me pertenece.
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  • La gloria corona las acciones de aquellos que se exponen al peligro.
    La gloria corona las acciones de aquellos que se exponen al peligro.
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  • Dentro De La Casa Negra
    Fandom The Animals
    Categoría Acción
    con: Kalhi NigDurgae, Wolf ᴬᵁ , Tolek Zientek

    https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY

    Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria.

    Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo.

    Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz.

    — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte…

    Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón.

    — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo.

    El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida.

    No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada.

    La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara.

    Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en Kalhi NigDurgae.

    Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida.

    — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler.

    Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo.

    El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo.

    Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado.

    — Primer Checkpoint.
    con: [Kalh1], [Wolfy], [Tolek] https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria. Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo. Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz. — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte… Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón. — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo. El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida. No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada. La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara. Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en [Kalh1]. Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida. — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler. Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo. El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo. Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado. — Primer Checkpoint.
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    Individual
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    Cualquier línea
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  • Miradas, unidas por el amor que a floreció entre ellos.
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  • Confesiones y Caos
    October despierta en la penumbra de su habitación, con la luz del amanecer apenas filtrándose entre las cortinas. Sus manos tiemblan al descubrir manchas oscuras, pegajosas… Sangre. Fría, ajena, irreconocible.    Un nudo aprieta su garganta; sabe que algo anda mal, pero su mente está en blanco, sin recuerdos de las últimas horas. Se...
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  • Saliendo de bañarse, se secó el plumaje con delicadeza y sumo cuidado, asegurándose de dejarlo tan esponjoso como siempre, mirando en especial las plumas de su pecho antes de ir a vestirse, tomando algo sencillo, pues en el estudio ya se pondría lencería o algo similar para ese día.
    Saliendo de bañarse, se secó el plumaje con delicadeza y sumo cuidado, asegurándose de dejarlo tan esponjoso como siempre, mirando en especial las plumas de su pecho antes de ir a vestirse, tomando algo sencillo, pues en el estudio ya se pondría lencería o algo similar para ese día.
    Me entristece
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