Una anciana de vida humilde le ha pagado con un par de rosas de su jardín. Khan las aceptó, pues no dejará a la mujer sin el pan de día, pero ni siquiera se detiene una fracción de segundo para contemplar la belleza o el perfume de las flores, no tiene porqué pues, estando en su territorio, bajo influencia de su aura corrupta, las plantas se marchitan en minutos. Las hace a un lado sin el menor interés, dejándolas donde las recordará para botarlas a la basura cuando este desocupado. Cuando llega el momento, se sorprende al descubrir que, pese a que su color y aroma se deterioraron notoriamente, las flores continúan vivas y fragantes.
Ya ha olvidado la lengua de las flores, pero la belleza de los pétalos negros apenas sonrojados evocan un rostro, un nombre, y es a él a quien responsabiliza de esta frugal maravilla. Por esto mismo, toma las flores, se ocupa de retirar cada espina cuidando de no romper los tallos, y busca al preservador para obsequiarle con ellas.
Abordandole por la espalda, roza el costado de su cuello con los suaves pétalos. Luego, rodea su cuerpo con el brazo para presentar las rosas frente a él.
Una anciana de vida humilde le ha pagado con un par de rosas de su jardín. Khan las aceptó, pues no dejará a la mujer sin el pan de día, pero ni siquiera se detiene una fracción de segundo para contemplar la belleza o el perfume de las flores, no tiene porqué pues, estando en su territorio, bajo influencia de su aura corrupta, las plantas se marchitan en minutos. Las hace a un lado sin el menor interés, dejándolas donde las recordará para botarlas a la basura cuando este desocupado. Cuando llega el momento, se sorprende al descubrir que, pese a que su color y aroma se deterioraron notoriamente, las flores continúan vivas y fragantes.
Ya ha olvidado la lengua de las flores, pero la belleza de los pétalos negros apenas sonrojados evocan un rostro, un nombre, y es a él a quien responsabiliza de esta frugal maravilla. Por esto mismo, toma las flores, se ocupa de retirar cada espina cuidando de no romper los tallos, y busca al preservador para obsequiarle con ellas.
Abordandole por la espalda, roza el costado de su cuello con los suaves pétalos. Luego, rodea su cuerpo con el brazo para presentar las rosas frente a él.