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ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑤𝑎𝑟 𝑡ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑤𝑎𝑛𝑡, 𝑡ℎ𝑒𝑛 𝑦𝑜𝑢 𝑔𝑜𝑡 𝑖𝑡
ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑝𝑎𝑖𝑛, 𝑤𝑒𝑙𝑙, 𝐼 𝑏𝑟𝑜𝑢𝑔ℎ𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑛𝑒𝑒𝑑
ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑡𝑟𝑢𝑒 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑠𝑎𝑦, 𝑦𝑜𝑢'𝑟𝑒 𝑡ℎ𝑒 𝑏𝑒𝑠𝑡,
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝑡ℎ𝑒𝑛 𝑙𝑒𝑡'𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑦
⤹ starter para [witcheddemon]
—La noche había caído ya en Chicago, un día más sin que Danny supiese nada de su novio. ¿Pero seguía siendo realmente su novio? Se lo había cruzado alguna vez en el portal, pero no había conseguido entrar a tiempo al mismo ascensor. Parecía que lo estaba evitando de todas las maneras posibles y eso al brujo lo estaba matando lentamente. Los primeros días había ido a su casa, ni le había abierto la puerta. Le había mandado unos cuantos mensajes de texto, dejado otros tantos de voz en el contestador, ninguno lo había respondido. Era peor no saber qué pasaba que el hecho de que no supiera nada de él. ¿Había hecho algo mal? ¿Se habría cansado de él como Cloe le había advertido que pasaría? Necesitaba respuestas. Por eso mismo decidió esa noche presentarse en la comisaria, sabiendo que en casa no estaba.
Mientras tanto, en aquel lugar ya no quedaba nadie más que el propio Oliver, los demás compañeros se habían marchado ya. La puerta principal se cerró sola, las luces comenzaron a parpadear una tras otra, como si algo se acercara al fiscal. Entonces, de la nada, apareció él, Ramiel, uno de los ungidos, un grupo de demonios bastante poderosos, que operaban fuera de la jerarquía infernal, respondiendo única y exclusivamente ante el mismísimo Lucifer. Se movió a la velocidad del rayo, agarrando del cuello al que parecía indefenso abogado—
Oh, Naberius, ¿no te han enseñado que es de mala educación quitarle los juguetes a tus hermanos? —dijo mientras lo levantaba, sin problema ninguno, del suelo unos cuantos centímetros, tan solo con el agarre en su cuello—
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ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑤𝑎𝑟 𝑡ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑤𝑎𝑛𝑡, 𝑡ℎ𝑒𝑛 𝑦𝑜𝑢 𝑔𝑜𝑡 𝑖𝑡
ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑝𝑎𝑖𝑛, 𝑤𝑒𝑙𝑙, 𝐼 𝑏𝑟𝑜𝑢𝑔ℎ𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑛𝑒𝑒𝑑
ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐼𝑓 𝑖𝑡'𝑠 𝑡𝑟𝑢𝑒 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑠𝑎𝑦, 𝑦𝑜𝑢'𝑟𝑒 𝑡ℎ𝑒 𝑏𝑒𝑠𝑡,
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝑡ℎ𝑒𝑛 𝑙𝑒𝑡'𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑦
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—La noche había caído ya en Chicago, un día más sin que Danny supiese nada de su novio. ¿Pero seguía siendo realmente su novio? Se lo había cruzado alguna vez en el portal, pero no había conseguido entrar a tiempo al mismo ascensor. Parecía que lo estaba evitando de todas las maneras posibles y eso al brujo lo estaba matando lentamente. Los primeros días había ido a su casa, ni le había abierto la puerta. Le había mandado unos cuantos mensajes de texto, dejado otros tantos de voz en el contestador, ninguno lo había respondido. Era peor no saber qué pasaba que el hecho de que no supiera nada de él. ¿Había hecho algo mal? ¿Se habría cansado de él como Cloe le había advertido que pasaría? Necesitaba respuestas. Por eso mismo decidió esa noche presentarse en la comisaria, sabiendo que en casa no estaba.
Mientras tanto, en aquel lugar ya no quedaba nadie más que el propio Oliver, los demás compañeros se habían marchado ya. La puerta principal se cerró sola, las luces comenzaron a parpadear una tras otra, como si algo se acercara al fiscal. Entonces, de la nada, apareció él, Ramiel, uno de los ungidos, un grupo de demonios bastante poderosos, que operaban fuera de la jerarquía infernal, respondiendo única y exclusivamente ante el mismísimo Lucifer. Se movió a la velocidad del rayo, agarrando del cuello al que parecía indefenso abogado—
Oh, Naberius, ¿no te han enseñado que es de mala educación quitarle los juguetes a tus hermanos? —dijo mientras lo levantaba, sin problema ninguno, del suelo unos cuantos centímetros, tan solo con el agarre en su cuello—