El Caballero se detuvo en medio de la bruma, su armadura pesada apenas registrando su presencia en el desolado paisaje. En su mano derecha, la espada descansaba, no como una herramienta de guerra, sino como un recordatorio de las batallas pasadas y las cicatrices que cargaba tanto en el cuerpo como en el alma.
El viento susurraba entre las hojas caídas, llevándole ecos de tiempos más sencillos. Recordó a sus compañeros caídos, las promesas rotas y los sueños que se desvanecieron como la niebla matutina. Cerró los ojos por un momento, permitiendo que los recuerdos fluyeran, sin intentar retenerlos ni apartarlos.
Abrió los ojos y observó su reflejo en la espada.
"¿Qué hemos ganado...?".
Susurró para sí mismo.
El Caballero se detuvo en medio de la bruma, su armadura pesada apenas registrando su presencia en el desolado paisaje. En su mano derecha, la espada descansaba, no como una herramienta de guerra, sino como un recordatorio de las batallas pasadas y las cicatrices que cargaba tanto en el cuerpo como en el alma.
El viento susurraba entre las hojas caídas, llevándole ecos de tiempos más sencillos. Recordó a sus compañeros caídos, las promesas rotas y los sueños que se desvanecieron como la niebla matutina. Cerró los ojos por un momento, permitiendo que los recuerdos fluyeran, sin intentar retenerlos ni apartarlos.
Abrió los ojos y observó su reflejo en la espada.
"¿Qué hemos ganado...?".
Susurró para sí mismo.