-Ah, rosa exquisita, ¿cómo es posible que el mundo no se incline ante tu belleza? Tu fragancia me envuelve, embriagando mis sentidos con una dulzura que ni el veneno más potente podría igualar. Cada uno de tus pétalos es un susurro de perfección, una caricia suave que incluso yo, tan lleno de escamas y cicatrices, desearía sentir en mi fría piel.
Tus espinas, oh, tan delicadas pero letales, son un recordatorio de que incluso lo más hermoso puede defenderse. Aún así, me acerco con cautela, no por temor a tu aguijón, sino por respeto a tu grandeza. En mi deslizar silencioso, he visto muchas cosas en este vasto mundo, pero nada tan radiante, tan lleno de vida como tú.
Oh, rosa, en la quietud de la noche, cuando las sombras cubren todo, eres una llama brillante en la oscuridad, una joya que desafía al tiempo y a la muerte. Mi lengua bifurcada saborea el aire y lo que percibo no es solo tu fragancia, sino la esencia de lo que significa ser sublime.
Podrías marchitarte, como todo lo hace con el tiempo, pero mientras te contemplo ahora, en tu esplendor, sé que incluso el recuerdo de tu existencia será suficiente para hacerme sentir afortunado de haberte conocido.
Así que, rosa magnífica, déjame admirarte desde la distancia, sin envidiar lo que nunca podré ser, sino apreciando la belleza pura que eres. Porque aunque soy una criatura humilde, en tu presencia, me siento parte de algo mucho más grandioso.
-Ah, rosa exquisita, ¿cómo es posible que el mundo no se incline ante tu belleza? Tu fragancia me envuelve, embriagando mis sentidos con una dulzura que ni el veneno más potente podría igualar. Cada uno de tus pétalos es un susurro de perfección, una caricia suave que incluso yo, tan lleno de escamas y cicatrices, desearía sentir en mi fría piel.
Tus espinas, oh, tan delicadas pero letales, son un recordatorio de que incluso lo más hermoso puede defenderse. Aún así, me acerco con cautela, no por temor a tu aguijón, sino por respeto a tu grandeza. En mi deslizar silencioso, he visto muchas cosas en este vasto mundo, pero nada tan radiante, tan lleno de vida como tú.
Oh, rosa, en la quietud de la noche, cuando las sombras cubren todo, eres una llama brillante en la oscuridad, una joya que desafía al tiempo y a la muerte. Mi lengua bifurcada saborea el aire y lo que percibo no es solo tu fragancia, sino la esencia de lo que significa ser sublime.
Podrías marchitarte, como todo lo hace con el tiempo, pero mientras te contemplo ahora, en tu esplendor, sé que incluso el recuerdo de tu existencia será suficiente para hacerme sentir afortunado de haberte conocido.
Así que, rosa magnífica, déjame admirarte desde la distancia, sin envidiar lo que nunca podré ser, sino apreciando la belleza pura que eres. Porque aunque soy una criatura humilde, en tu presencia, me siento parte de algo mucho más grandioso.