• (es raro el señor bills no me a enviado a Aser ninguna misión usual mente siempre me dices Chayot has esto Chayot has aquello mmm desde la pelea con freezer no me a enviado a aser anda )
    *comienza a rascarse el cuerpo*
    Odio esta ropa terrícola me produce picazón
    (es raro el señor bills no me a enviado a Aser ninguna misión usual mente siempre me dices Chayot has esto Chayot has aquello mmm desde la pelea con freezer no me a enviado a aser anda 😑) *comienza a rascarse el cuerpo* Odio esta ropa terrícola me produce picazón
    Me gusta
    2
    2 turnos 0 maullidos
  • Un corazón firme no tiene miedo, pero un corazón inestable está plagado de falta de armonía.
    Un corazón firme no tiene miedo, pero un corazón inestable está plagado de falta de armonía.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Otra ronda, por si acaso
    Fandom OC
    Categoría Original
    La música del pub no era particularmente buena, pero al menos era lo suficientemente alta como para acallar sus pensamientos.

    Evie estaba sola en la barra, con una chaqueta roja colgada del respaldo y los auriculares enredados junto a su vaso. No escuchaba música esta vez. Solo los dejaba ahí, como una excusa para no hablar.

    El hielo sonó cuando terminó el trago de un solo movimiento. Ni preguntó qué era. Solo había dicho: “Lo que sea fuerte y rápido.”

    — Otra, por favor —murmuró, sin mirar al barman.
    La música del pub no era particularmente buena, pero al menos era lo suficientemente alta como para acallar sus pensamientos. Evie estaba sola en la barra, con una chaqueta roja colgada del respaldo y los auriculares enredados junto a su vaso. No escuchaba música esta vez. Solo los dejaba ahí, como una excusa para no hablar. El hielo sonó cuando terminó el trago de un solo movimiento. Ni preguntó qué era. Solo había dicho: “Lo que sea fuerte y rápido.” — Otra, por favor —murmuró, sin mirar al barman.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me endiabla
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • —Creo que tengo el reloj invertido está es la 3ra vez que me quedo dormido que hora es(?) y que día es(?) —
    —Creo que tengo el reloj invertido está es la 3ra vez que me quedo dormido que hora es(?) y que día es(?) —
    Me gusta
    Me encocora
    3
    18 turnos 0 maullidos
  • —¿Cómo se llama? —le pregunté.
    La respuesta tardó lo suficiente como para que supiera que no quería decirlo.
    Pero lo dijo.
    Luca.

    Con eso bastaba.

    No pedí más detalles. No le pedí que me contara qué le dijo, cómo la miró, o por qué, desde que vino a casa esa noche, no podía dormir tranquila. Lo supe. Lo vi en sus ojos. Lo sentí en su cuerpo cuando se acurrucó junto a mí sin decir palabra.
    Y eso era suficiente para que alguien empezara a cavar su propia tumba.

    Me senté frente al monitor, en mi oficina. Apagué las luces. Abrí el panel de acceso con una de mis claves viejas, de esas que solo usaba cuando el asunto era personal. Mi lista de contactos no oficiales todavía servía.
    No pregunté. Solo tiré el nombre.
    “Luca. Policía. Región norte. Relación personal con testigo o informante. Quiero historial completo.”
    Cuarenta minutos después, tenía lo necesario.
    Su ficha. Sus destinos. El bar donde solía ir a emborracharse con otros tipos como él. La matrícula del coche. Dos incidentes sin reportar en su expediente interno: conducta impropia con personal civil y violencia de género archivada sin pruebas.

    Cobarde.

    Me puse la chaqueta de cuero. Cabello suelto, delineador firme.

    Esa noche no llevé armas visibles. No hacían falta. El lugar era sucio, estrecho.
    Él estaba allí, como me dijeron, con una cerveza a medio acabar y una camisa manchada. Hablando con otro oficial sobre lo “buenas que están algunas perras cuando se hacen las difíciles”.
    Su risa murió en cuanto me acerqué.
    No me reconoció. Aún.

    Me senté justo frente a él.
    —¿Luca? —pregunté con voz neutra.

    Le tomó dos segundos asentir. Otros cinco entender. Y uno más comenzar a temblar.

    Yo no mato por placer.
    Pero hay cosas que se deben corregir.
    Y él iba a aprender lo que significa mirar a una mujer como si fuera algo que se usa y se tira.

    Lo empujé contra la pared. Le metí un golpe seco con la rodilla en el estómago. Cayó como una bolsa vacía. Aún estaba consciente. Temblaba. Balbuceaba algo. No me importó.

    Le até las muñecas con una brida. Saqué una pequeña jeringa del bolsillo interior. Lidocaína. Pura. Le inyecté una dosis bajo la piel del muslo. Lo justo para que no sintiera lo que venía, pero sí lo viera todo.

    —Esto —dije, mientras sacaba el bisturí fino que uso para detalles de piel en tatuajes delicados— es por llamarla “objeto”.
    Corté superficialmente sobre la parte superior del muslo, sin dañar vasos grandes.
    No sangró mucho. Fue limpio. Preciso.
    Luego, un segundo corte, en la muñeca izquierda, donde se borran las pulseras.
    COBARDE.

    Le puse una venda apretada para evitar que muriera desangrado. No vine a matarlo. Vine a darle una lección.

    No llamé a nadie. No dije una palabra al volver a casa.
    Mía dormía.
    Le acaricié el pelo.
    Le besé la espalda desnuda.

    Y me quedé despierta.
    No por culpa.
    Por calma.

    Había hecho lo que tenía que hacer.
    —¿Cómo se llama? —le pregunté. La respuesta tardó lo suficiente como para que supiera que no quería decirlo. Pero lo dijo. Luca. Con eso bastaba. No pedí más detalles. No le pedí que me contara qué le dijo, cómo la miró, o por qué, desde que vino a casa esa noche, no podía dormir tranquila. Lo supe. Lo vi en sus ojos. Lo sentí en su cuerpo cuando se acurrucó junto a mí sin decir palabra. Y eso era suficiente para que alguien empezara a cavar su propia tumba. Me senté frente al monitor, en mi oficina. Apagué las luces. Abrí el panel de acceso con una de mis claves viejas, de esas que solo usaba cuando el asunto era personal. Mi lista de contactos no oficiales todavía servía. No pregunté. Solo tiré el nombre. “Luca. Policía. Región norte. Relación personal con testigo o informante. Quiero historial completo.” Cuarenta minutos después, tenía lo necesario. Su ficha. Sus destinos. El bar donde solía ir a emborracharse con otros tipos como él. La matrícula del coche. Dos incidentes sin reportar en su expediente interno: conducta impropia con personal civil y violencia de género archivada sin pruebas. Cobarde. Me puse la chaqueta de cuero. Cabello suelto, delineador firme. Esa noche no llevé armas visibles. No hacían falta. El lugar era sucio, estrecho. Él estaba allí, como me dijeron, con una cerveza a medio acabar y una camisa manchada. Hablando con otro oficial sobre lo “buenas que están algunas perras cuando se hacen las difíciles”. Su risa murió en cuanto me acerqué. No me reconoció. Aún. Me senté justo frente a él. —¿Luca? —pregunté con voz neutra. Le tomó dos segundos asentir. Otros cinco entender. Y uno más comenzar a temblar. Yo no mato por placer. Pero hay cosas que se deben corregir. Y él iba a aprender lo que significa mirar a una mujer como si fuera algo que se usa y se tira. Lo empujé contra la pared. Le metí un golpe seco con la rodilla en el estómago. Cayó como una bolsa vacía. Aún estaba consciente. Temblaba. Balbuceaba algo. No me importó. Le até las muñecas con una brida. Saqué una pequeña jeringa del bolsillo interior. Lidocaína. Pura. Le inyecté una dosis bajo la piel del muslo. Lo justo para que no sintiera lo que venía, pero sí lo viera todo. —Esto —dije, mientras sacaba el bisturí fino que uso para detalles de piel en tatuajes delicados— es por llamarla “objeto”. Corté superficialmente sobre la parte superior del muslo, sin dañar vasos grandes. No sangró mucho. Fue limpio. Preciso. Luego, un segundo corte, en la muñeca izquierda, donde se borran las pulseras. COBARDE. Le puse una venda apretada para evitar que muriera desangrado. No vine a matarlo. Vine a darle una lección. No llamé a nadie. No dije una palabra al volver a casa. Mía dormía. Le acaricié el pelo. Le besé la espalda desnuda. Y me quedé despierta. No por culpa. Por calma. Había hecho lo que tenía que hacer.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • La vida de un monje es ser recto y superar cualquier dificultad. Y Se espera que ayude a salvar el mundo.
    La vida de un monje es ser recto y superar cualquier dificultad. Y Se espera que ayude a salvar el mundo.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • ❝ 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐎𝐑 ❞ ──── 𝐉𝐎𝐇𝐀𝐍 𝐋𝐈𝐄𝐁𝐃𝐀𝐑𝐊.
    ❝ 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐎𝐑 ❞ ──── 𝐉𝐎𝐇𝐀𝐍 𝐋𝐈𝐄𝐁𝐃𝐀𝐑𝐊.
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    Me shockea
    9
    5 turnos 0 maullidos
  • Are lo necesito para poder ayudar
    Los que me importa, no me importa si me toma toda una vida .
    Are lo necesito para poder ayudar Los que me importa, no me importa si me toma toda una vida .
    Me encocora
    Me endiabla
    Me entristece
    3
    9 turnos 0 maullidos
  • — 𝐸𝑙 𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑃𝑜𝑠𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛 —

    Se escucha su voz baja, como si hablase a nadie... o a todos.

    — La gente cree que el amor es algo limpio. Blanco. Un resplandor tibio en el pecho.

    Mentiras.

    El amor real... el verdadero... es sucio. Intenso. Casi siempre unilateral.

    No es entrega. Es invasión. Una conquista quirúrgica. Un movimiento sigiloso que atraviesa la mente, se escurre entre las defensas... y se instala en el núcleo.

    Cuando digo que te amo, no estoy pidiéndote nada. Estoy tomando. Estoy haciendo espacio para mí dentro de vos, para quedarme a vivir, como una enfermedad elegante.

    No me interesa tu felicidad. Solo me interesa tu obsesión. Que no duermas bien si no escuchás mi voz. Que todo lo que hagas te parezca insípido si no me estás mirando.

    El amor es la forma más sofisticada de control.

    Y vos... ya me pertenecés.

    Aunque no lo digas. Aunque huyas. Aunque beses a otros con esa boca que me susurró verdades.

    Me vas a buscar, aunque no quieras.
    Porque yo no te ofrecí amor.

    Te ofrecí condena.
    — 𝐸𝑙 𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑃𝑜𝑠𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛 — Se escucha su voz baja, como si hablase a nadie... o a todos. — La gente cree que el amor es algo limpio. Blanco. Un resplandor tibio en el pecho. Mentiras. El amor real... el verdadero... es sucio. Intenso. Casi siempre unilateral. No es entrega. Es invasión. Una conquista quirúrgica. Un movimiento sigiloso que atraviesa la mente, se escurre entre las defensas... y se instala en el núcleo. Cuando digo que te amo, no estoy pidiéndote nada. Estoy tomando. Estoy haciendo espacio para mí dentro de vos, para quedarme a vivir, como una enfermedad elegante. No me interesa tu felicidad. Solo me interesa tu obsesión. Que no duermas bien si no escuchás mi voz. Que todo lo que hagas te parezca insípido si no me estás mirando. El amor es la forma más sofisticada de control. Y vos... ya me pertenecés. Aunque no lo digas. Aunque huyas. Aunque beses a otros con esa boca que me susurró verdades. Me vas a buscar, aunque no quieras. Porque yo no te ofrecí amor. Te ofrecí condena.
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    Me shockea
    Me entristece
    12
    5 turnos 0 maullidos
  • Ñom ñom... Tengo que decir que esto es delicioso, Uta chan... ñom...

    *Dice Ace, comiendo una pieza de pollo junto a la chica.*

    También es cierto que cantas muy bien ñom... Me alegro de haberte conocido

    https://music.youtube.com/watch?v=XTDjp4YdS1o&si=6P9sHnDrTzaOolOU
    Ñom ñom... Tengo que decir que esto es delicioso, Uta chan... ñom... *Dice Ace, comiendo una pieza de pollo junto a la chica.* También es cierto que cantas muy bien ñom... Me alegro de haberte conocido 🥰 https://music.youtube.com/watch?v=XTDjp4YdS1o&si=6P9sHnDrTzaOolOU
    Me gusta
    Me endiabla
    3
    0 turnos 0 maullidos
Patrocinados