La cocina olía a masa dulce y café recién hecho cuando Kael sacó la última pancake de la sartén. Todavía estaba sin camisa, con el pelo cayéndole desordenado sobre la frente, pero ya había acomodado dos platos en la mesa: uno frente al otro.
No era nada elaborado, solo… un desayuno hecho con intención.
Escuchó pasos acercarse y levantó la vista por encima de su hombro.
—Buen día —saludó, con esa voz tranquila de primera hora, sin forzar ninguna sonrisa, pero dejando ver una suave curva en los labios.
Apagó la hornalla y dejó la espátula a un lado.
—Hice pancakes. —Se encogió levemente de hombros, como restándole importancia—. Pensé que no venía mal empezar así.
Se pasó una mano por el cabello, intentando acomodarlo sin éxito, y señaló la silla frente a la suya.
—Sentate, todavía están calientes.
La cocina olía a masa dulce y café recién hecho cuando Kael sacó la última pancake de la sartén. Todavía estaba sin camisa, con el pelo cayéndole desordenado sobre la frente, pero ya había acomodado dos platos en la mesa: uno frente al otro.
No era nada elaborado, solo… un desayuno hecho con intención.
Escuchó pasos acercarse y levantó la vista por encima de su hombro.
—Buen día —saludó, con esa voz tranquila de primera hora, sin forzar ninguna sonrisa, pero dejando ver una suave curva en los labios.
Apagó la hornalla y dejó la espátula a un lado.
—Hice pancakes. —Se encogió levemente de hombros, como restándole importancia—. Pensé que no venía mal empezar así.
Se pasó una mano por el cabello, intentando acomodarlo sin éxito, y señaló la silla frente a la suya.
—Sentate, todavía están calientes.