• Melinoe Diosa de los fantasmas
    ╔═════════ஓ๑♡๑ஓ═══════════╗ ⟡ **Nombre:** ✧ ˚Melinoë  ⟡ **Título:** ✧ ˚. Diosa de los fantasmas, la locura y pesadillas ⟡ **Verso:** ✧ ˚.  Mitología Griega  ⟡ **Altura:** ✧ ˚. 1.65Ꮺ [cm/m] ⟡ **Género:** ✧ ˚. Femenino ⟡ **Orientación:** ✧ ˚.Bisexual ⟡ **Clasificación:** ✧ ˚.Diosa menor ╚═════════ஓ๑♡๑ஓ═══════════╗   ✧˚ ༘ ⋆...
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  • — Me pelié con alguien con garras afiladas....
    Mi cabello perdió (=TTωTT=)...—
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  • ❛❛𝘈𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴,
    𝘜𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘵áf𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦

    𝘉𝘪𝘦𝘯
    𝘔𝘢𝘭

    𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘴 𝘴𝘶 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰
    𝘓𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘧𝘭𝘦𝘫𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘴𝘶𝘮𝘪𝘴𝘰𝘴

    𝘔𝘪 𝘪𝘮𝘱𝘦𝘳𝘥𝘰𝘯𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘈𝘧𝘳𝘰𝘥𝘪𝘵𝘢 ❜❜.
    ❛❛𝘈𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴, 𝘜𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘵áf𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘉𝘪𝘦𝘯 𝘔𝘢𝘭 𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘴 𝘴𝘶 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘓𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘧𝘭𝘦𝘫𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘴𝘶𝘮𝘪𝘴𝘰𝘴 𝘔𝘪 𝘪𝘮𝘱𝘦𝘳𝘥𝘰𝘯𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘈𝘧𝘳𝘰𝘥𝘪𝘵𝘢 ❜❜.
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  • Hola lindos pecadores, paso por aquí a saludar a todos y todas y a responder lo que deba si puedo, muack
    Hola lindos pecadores, paso por aquí a saludar a todos y todas y a responder lo que deba si puedo, muack💋✨
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  • Acostado con uno de mis gatos, iba a ir a molestar al joven Adrian peroooo mejor no, tengo que hacerme un poco de rogar help
    Acostado con uno de mis gatos, iba a ir a molestar al joven Adrian peroooo mejor no, tengo que hacerme un poco de rogar help
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  • Operación Boreal
    Fandom Marbella Vice
    Categoría Original
    La joven eslava, de cabellos plateados como la luna y ojos grises que ocultaban tormentas, descendió del avión con el corazón encogido y la mente afilada como una cuchilla. Atrás quedaban los campos helados de Rusia, los barracones militares y los años de obediencia ciega al uniforme. Había sido soldado: entrenada para sobrevivir, para matar si era necesario, y para desaparecer sin dejar huellas. Ahora, su batalla era distinta, más silenciosa y mucho más peligrosa.

    Durante tres años se preparó para ese momento: idiomas, acentos, gestos, modales. Practicó hasta la perfección su historia falsa, cada detalle de su nueva identidad, como si de ello dependiera su vida. Porque, de hecho, así era. Sus documentos decían que era una joven desesperada, venida del este en busca de dinero fácil para ayudar a su familia pobre en Rusia. La verdad, sin embargo, era una operación encubierta, una misión suicida entre sombras.

    Canadá la recibió con un frío distinto al de Rusia: no el del clima, sino el de lo incierto. En el aeropuerto, entre turistas felices y ejecutivos apurados, ella era una sombra con un propósito. Su única maleta —vieja, discreta, con más secretos que ropa— parecía arrastrarla más a ella que al revés. En su interior, todo estaba calculado: herramientas, recuerdos falsos y rastros cuidadosamente seleccionados para sostener la mentira.

    El hostal que la esperaba era una habitación con baño propio, paredes desconchadas y olor a humedad. Un lugar de paso, de olvido, perfecto para lo que debía hacer. En ese mundo, cada mirada sería una amenaza, cada palabra, una prueba. Tenía que infiltrarse en la mafia canadiense, escalar, ganar confianza… y desmantelarla desde dentro.

    Su rostro no mostraba emoción, pero bajo la calma latía un fuego antiguo: el de la disciplina, el de la rabia contenida, el de alguien que ya había sobrevivido a una guerra. Porque esto, aunque disfrazado de civilización, también lo era.

    Lo sabía bien.

    Lo había aprendido años atrás, en una aldea de Chechenia, con el fusil helado entre las manos y el corazón acelerado bajo el chaleco antibalas. El cielo gris parecía más bajo allá, como si el mundo pesara sobre ellos. Tenía solo diecinueve años cuando recibió su primera orden de combate. El pueblo estaba “limpio”, dijeron, pero los gritos, los disparos y el olor a pólvora les dijeron otra cosa. Ella no dudó. El entrenamiento, brutal y constante, había enterrado cualquier temblor. Disparó antes de pensar, mató antes de preguntar. Sobrevivió. Cuando la misión terminó, vomitó detrás de una casa quemada y se quedó allí un largo rato, con las manos ensangrentadas, entendiendo que ya no volvería a ser la misma.

    Esa misma frialdad la acompañaba ahora. La necesitaba.

    Durante días lo observó. Lo siguió sin ser vista por las calles húmedas de Montreal. Era cuidadosa, calculadora. No usaba la misma ruta dos veces. Cambiaba de ropa, de ritmo, de expresión. Lo vigiló desde un viejo edificio de oficinas abandonado, a través del reflejo de una vitrina, entre el humo de una esquina mal iluminada. Aprendió la forma en que caminaba, cómo encendía sus cigarrillos, los lugares donde se detenía, los hombres con los que hablaba. Era uno de los suyos: no un pez grande, pero lo bastante cerca del núcleo como para llevarla hasta allí.

    Sabía a qué hora salía del club clandestino en el que trabajaba como "portero", cómo caminaba hacia su auto sin mirar atrás. Esa noche, él dobló por un callejón lateral para evitar una calle con demasiadas cámaras. Ella ya lo esperaba allí. No frente a él. No como una aparición. Desde la oscuridad.

    Apenas se oyó el clic de su encendedor cuando lo encendió para prender otro cigarro. Entonces ella se movió, solo un poco, dejando que el tacón de su bota resonara una vez sobre el concreto húmedo.

    El se giró, alerta.

    Pero no vio a nadie.

    Ella ya había desaparecido entre las sombras, dejando la inquietud suficiente para sembrar curiosidad, no sospecha. Era un juego psicológico. La manipulación comenzaba antes del primer contacto.

    No era casualidad. Era estrategia.

    La joven eslava, de cabellos plateados como la luna y ojos grises que ocultaban tormentas, descendió del avión con el corazón encogido y la mente afilada como una cuchilla. Atrás quedaban los campos helados de Rusia, los barracones militares y los años de obediencia ciega al uniforme. Había sido soldado: entrenada para sobrevivir, para matar si era necesario, y para desaparecer sin dejar huellas. Ahora, su batalla era distinta, más silenciosa y mucho más peligrosa. Durante tres años se preparó para ese momento: idiomas, acentos, gestos, modales. Practicó hasta la perfección su historia falsa, cada detalle de su nueva identidad, como si de ello dependiera su vida. Porque, de hecho, así era. Sus documentos decían que era una joven desesperada, venida del este en busca de dinero fácil para ayudar a su familia pobre en Rusia. La verdad, sin embargo, era una operación encubierta, una misión suicida entre sombras. Canadá la recibió con un frío distinto al de Rusia: no el del clima, sino el de lo incierto. En el aeropuerto, entre turistas felices y ejecutivos apurados, ella era una sombra con un propósito. Su única maleta —vieja, discreta, con más secretos que ropa— parecía arrastrarla más a ella que al revés. En su interior, todo estaba calculado: herramientas, recuerdos falsos y rastros cuidadosamente seleccionados para sostener la mentira. El hostal que la esperaba era una habitación con baño propio, paredes desconchadas y olor a humedad. Un lugar de paso, de olvido, perfecto para lo que debía hacer. En ese mundo, cada mirada sería una amenaza, cada palabra, una prueba. Tenía que infiltrarse en la mafia canadiense, escalar, ganar confianza… y desmantelarla desde dentro. Su rostro no mostraba emoción, pero bajo la calma latía un fuego antiguo: el de la disciplina, el de la rabia contenida, el de alguien que ya había sobrevivido a una guerra. Porque esto, aunque disfrazado de civilización, también lo era. Lo sabía bien. Lo había aprendido años atrás, en una aldea de Chechenia, con el fusil helado entre las manos y el corazón acelerado bajo el chaleco antibalas. El cielo gris parecía más bajo allá, como si el mundo pesara sobre ellos. Tenía solo diecinueve años cuando recibió su primera orden de combate. El pueblo estaba “limpio”, dijeron, pero los gritos, los disparos y el olor a pólvora les dijeron otra cosa. Ella no dudó. El entrenamiento, brutal y constante, había enterrado cualquier temblor. Disparó antes de pensar, mató antes de preguntar. Sobrevivió. Cuando la misión terminó, vomitó detrás de una casa quemada y se quedó allí un largo rato, con las manos ensangrentadas, entendiendo que ya no volvería a ser la misma. Esa misma frialdad la acompañaba ahora. La necesitaba. Durante días lo observó. Lo siguió sin ser vista por las calles húmedas de Montreal. Era cuidadosa, calculadora. No usaba la misma ruta dos veces. Cambiaba de ropa, de ritmo, de expresión. Lo vigiló desde un viejo edificio de oficinas abandonado, a través del reflejo de una vitrina, entre el humo de una esquina mal iluminada. Aprendió la forma en que caminaba, cómo encendía sus cigarrillos, los lugares donde se detenía, los hombres con los que hablaba. Era uno de los suyos: no un pez grande, pero lo bastante cerca del núcleo como para llevarla hasta allí. Sabía a qué hora salía del club clandestino en el que trabajaba como "portero", cómo caminaba hacia su auto sin mirar atrás. Esa noche, él dobló por un callejón lateral para evitar una calle con demasiadas cámaras. Ella ya lo esperaba allí. No frente a él. No como una aparición. Desde la oscuridad. Apenas se oyó el clic de su encendedor cuando lo encendió para prender otro cigarro. Entonces ella se movió, solo un poco, dejando que el tacón de su bota resonara una vez sobre el concreto húmedo. El se giró, alerta. Pero no vio a nadie. Ella ya había desaparecido entre las sombras, dejando la inquietud suficiente para sembrar curiosidad, no sospecha. Era un juego psicológico. La manipulación comenzaba antes del primer contacto. No era casualidad. Era estrategia.
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    Individual
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    Cualquier línea
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  • ¡¡Mira esta camisa!! Me quedaria linda, ¿verdad? ¡p-porque claramente tengo dinero! ¡No soy pobre!
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  • - regando aniimadamente su pelaje para dejarlo limpio y brillante como le gusta -
    - regando aniimadamente su pelaje para dejarlo limpio y brillante como le gusta -
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  • -En el studio estaba ya todo preparado los músicos listos entro sonriendo saludando a los músicos ellos no cambian de la emoción y de la inprecion al ver que Alastor los acompañaría
    al otro lado de la vitrina era odservado por cierto overlord mientras los demás sonreían espectantes al tener la señal los músicos enpesaron a tocar y con elegancia me acerco al micrófono enpesando a cantar con una tonalidad suave Pero apacionada haciendo expresiones de anhelo en mis ojos al vez soltando sonrisas -





    https://youtu.be/27wl4aGzO9Q?si=EfzFZG7O32rzAyLV
    -En el studio estaba ya todo preparado los músicos listos entro sonriendo saludando a los músicos ellos no cambian de la emoción y de la inprecion al ver que Alastor los acompañaría al otro lado de la vitrina era odservado por cierto overlord mientras los demás sonreían espectantes al tener la señal los músicos enpesaron a tocar y con elegancia me acerco al micrófono enpesando a cantar con una tonalidad suave Pero apacionada haciendo expresiones de anhelo en mis ojos al vez soltando sonrisas - https://youtu.be/27wl4aGzO9Q?si=EfzFZG7O32rzAyLV
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  • Ñejejeje mi hermano no me va a ganar, conseguí comida en un local de una señora super amable, asi queeee, hora de comer!
    Ñejejeje mi hermano no me va a ganar, conseguí comida en un local de una señora super amable, asi queeee, hora de comer!
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