• #SeductiveSunday

    — ¿Monstruo? Qué original. —

    — Dilo otra vez y veremos cuán humano sigues siendo con las piernas rotas. —
    #SeductiveSunday — ¿Monstruo? Qué original. — — Dilo otra vez y veremos cuán humano sigues siendo con las piernas rotas. —
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  • Tour personalizado por Seúl para Lia Russell
    Fandom OC
    Categoría Original
    Haneul acababa de terminar su jornada en la galería sensorial donde trabajaba como performer, una sesión intensa pero gratificante que lo había dejado con esa mezcla particular de cansancio físico y claridad emocional que solo sentía cuando lograba conectar con alguien a través del arte.

    Ya cambiándose en el vestidor, con la chaqueta doblada sobre el antebrazo, salió del centro cultural y se dejó envolver por el aire cálido de la tarde. Había tenido en mente una idea todo el día, pero decidió esperar a estar fuera, con el ruido vivo de la ciudad a su alrededor, antes de actuar.

    Sacó el móvil, deslizó hasta el contacto recién guardado y llamó. Cuando escuchó la voz de Lia, sonrió sin darse cuenta.

    —Hola Lia, soy Haneul!

    Le dijo, con naturalidad

    — Espero que no te moleste que te llame… solo pensé que, si estás libre esta tarde, podría cumplir mi promesa.

    Hizo una pausa breve mientras caminaba por la acera iluminada por el atardecer.

    —Como recién llegada a mi ciudad, yo me ofrecí como guía no oficial, ¿recuerdas? Nada formal, solo pensé en llevarte a conocer uno de esos rincones tranquilos de Seúl que no aparecen en los mapas para turistas. Nada extravagante. Solo un paseo, una bebida, una buena vista... sin presiones.

    Su tono era amistoso, relajado, sin segundas intenciones.

    —Una excusa para compartir un rato agradable y darte la bienvenida de verdad a esta ciudad. Si te apetece, claro.

    Se detuvo frente a una parada de autobús vacía y miró el cielo.

    —Y si no puedes hoy, no pasa nada. Habrá más momentos y más rincones que mostrarte. Lo importante es que sepas que aquí tienes a alguien que quiere hacerte sentir un poco más en casa.

    Y se quedó esperando su respuesta, con la sencillez de quien no necesita adornar una invitación sincera.
    Haneul acababa de terminar su jornada en la galería sensorial donde trabajaba como performer, una sesión intensa pero gratificante que lo había dejado con esa mezcla particular de cansancio físico y claridad emocional que solo sentía cuando lograba conectar con alguien a través del arte. Ya cambiándose en el vestidor, con la chaqueta doblada sobre el antebrazo, salió del centro cultural y se dejó envolver por el aire cálido de la tarde. Había tenido en mente una idea todo el día, pero decidió esperar a estar fuera, con el ruido vivo de la ciudad a su alrededor, antes de actuar. Sacó el móvil, deslizó hasta el contacto recién guardado y llamó. Cuando escuchó la voz de Lia, sonrió sin darse cuenta. —Hola Lia, soy Haneul! Le dijo, con naturalidad — Espero que no te moleste que te llame… solo pensé que, si estás libre esta tarde, podría cumplir mi promesa. Hizo una pausa breve mientras caminaba por la acera iluminada por el atardecer. —Como recién llegada a mi ciudad, yo me ofrecí como guía no oficial, ¿recuerdas? Nada formal, solo pensé en llevarte a conocer uno de esos rincones tranquilos de Seúl que no aparecen en los mapas para turistas. Nada extravagante. Solo un paseo, una bebida, una buena vista... sin presiones. Su tono era amistoso, relajado, sin segundas intenciones. —Una excusa para compartir un rato agradable y darte la bienvenida de verdad a esta ciudad. Si te apetece, claro. Se detuvo frente a una parada de autobús vacía y miró el cielo. —Y si no puedes hoy, no pasa nada. Habrá más momentos y más rincones que mostrarte. Lo importante es que sepas que aquí tienes a alguien que quiere hacerte sentir un poco más en casa. Y se quedó esperando su respuesta, con la sencillez de quien no necesita adornar una invitación sincera.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    30
    Estado
    Disponible
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  • —Finalmente es domingo... Supongo que está bien descansar y relajarse un poco ¿no? #seductivesunday
    —Finalmente es domingo... Supongo que está bien descansar y relajarse un poco ¿no? #seductivesunday
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  • Voy a estrenarme en esto con mi primero, pero allá va, mi primer #seductivesunday :3
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  • El móvil vibró sobre la encimera mientras me servía un café. Número italiano.
    Papá.
    Tragué antes de contestar. Ya intuía el tono.

    —Papá.

    —Figlia mia, buongiorno… ¿molesto?

    No. Solo estás llamando después de meses para hablar de algo que no quiero oír. Pero no lo dije.

    —Dime.

    Habló del tiempo en Nápoles, de los tomates que plantó en su jardín, de un político al que “ya no se le puede confiar ni los cubiertos”. Escuché.
    Esperé.
    Y entonces llegó.

    —¿Y los niños, Leah?

    Me apoyé contra la encimera. Cerré los ojos.

    —¿Qué niños?

    —I figli, por supuesto. Si vas a casarte con esa chica —mordió la palabra “chica” como si le molestara decirla—, alguien tendrá que continuar el nombre. Nuestra sangre no puede morir en ti. ¿Lo habéis hablado?

    Sentí un calor subir por la nuca. Frustración vieja, mezclada con el cansancio de fingir paciencia.

    —No es tu asunto, papá.

    —Claro que lo es. Eres mi hija. Y tú sabes cómo funciona nuestro mundo. Tienes apellido. Tienes posición. Y si tú no dejas algo detrás…

    —¿Detrás de qué? ¿Del negocio? ¿De la vida? —interrumpí—. ¿Quieres que tenga un hijo para que herede un imperio manchado de sangre? ¿O quieres una foto para enseñar en tus cenas?

    Hubo un silencio. Pero no por respeto. Por cálculo.

    —Leah, non fare la drammatica. Solo digo que pienses a futuro. Esa muchacha ¿Ya te ha dicho si quiere ser madre? ¿O vas a dejar que decida por ti?

    Ahí perdí el control.

    —Mía no me debe nada. Y si algún día quiere hablar de eso, lo hablaremos. Pero no voy a ponerle un calendario encima solo porque tú quieres nietos con mis ojos y su boca.

    Lo dije rápido. Frío. Y en voz baja.
    La rabia controlada duele más que el grito.

    Papá bufó al otro lado.

    —Estás cambiando, Leah.

    —Sí. Estoy dejando de obedecer.

    Corté la llamada antes de que pudiera responder. Apoyé el móvil sobre la mesa, sin fuerza, pero con una tensión en el pecho que no me dejaba tragar el café.

    No era miedo.
    Era culpa.
    Porque tenía razón en una cosa: no lo había hablado con Mía.

    Y la sola idea de presionarla me revolvía el estómago.

    Me quedé mirando por la ventana, con la taza caliente entre las manos.

    “Tendremos esa conversación… pero cuando sea su momento. No el de él. No el mío. El de ella.”

    Y punto.

    Poco después las manos de mi prometida alrededor de mi cintura y su aroma llegando a mi nariz, me volteé viéndola recién levantada y la besé con urgencia, necesitándola despues de la tensa conversación

    Mía Russo
    El móvil vibró sobre la encimera mientras me servía un café. Número italiano. Papá. Tragué antes de contestar. Ya intuía el tono. —Papá. —Figlia mia, buongiorno… ¿molesto? No. Solo estás llamando después de meses para hablar de algo que no quiero oír. Pero no lo dije. —Dime. Habló del tiempo en Nápoles, de los tomates que plantó en su jardín, de un político al que “ya no se le puede confiar ni los cubiertos”. Escuché. Esperé. Y entonces llegó. —¿Y los niños, Leah? Me apoyé contra la encimera. Cerré los ojos. —¿Qué niños? —I figli, por supuesto. Si vas a casarte con esa chica —mordió la palabra “chica” como si le molestara decirla—, alguien tendrá que continuar el nombre. Nuestra sangre no puede morir en ti. ¿Lo habéis hablado? Sentí un calor subir por la nuca. Frustración vieja, mezclada con el cansancio de fingir paciencia. —No es tu asunto, papá. —Claro que lo es. Eres mi hija. Y tú sabes cómo funciona nuestro mundo. Tienes apellido. Tienes posición. Y si tú no dejas algo detrás… —¿Detrás de qué? ¿Del negocio? ¿De la vida? —interrumpí—. ¿Quieres que tenga un hijo para que herede un imperio manchado de sangre? ¿O quieres una foto para enseñar en tus cenas? Hubo un silencio. Pero no por respeto. Por cálculo. —Leah, non fare la drammatica. Solo digo que pienses a futuro. Esa muchacha ¿Ya te ha dicho si quiere ser madre? ¿O vas a dejar que decida por ti? Ahí perdí el control. —Mía no me debe nada. Y si algún día quiere hablar de eso, lo hablaremos. Pero no voy a ponerle un calendario encima solo porque tú quieres nietos con mis ojos y su boca. Lo dije rápido. Frío. Y en voz baja. La rabia controlada duele más que el grito. Papá bufó al otro lado. —Estás cambiando, Leah. —Sí. Estoy dejando de obedecer. Corté la llamada antes de que pudiera responder. Apoyé el móvil sobre la mesa, sin fuerza, pero con una tensión en el pecho que no me dejaba tragar el café. No era miedo. Era culpa. Porque tenía razón en una cosa: no lo había hablado con Mía. Y la sola idea de presionarla me revolvía el estómago. Me quedé mirando por la ventana, con la taza caliente entre las manos. “Tendremos esa conversación… pero cuando sea su momento. No el de él. No el mío. El de ella.” Y punto. Poco después las manos de mi prometida alrededor de mi cintura y su aroma llegando a mi nariz, me volteé viéndola recién levantada y la besé con urgencia, necesitándola despues de la tensa conversación [Top_modelx95]
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  • « #SeductiveSunday »

    — Mi señor, debo prestar atención a las señales que me ha indicado..

    Tragó saliva.

    — Sin embargo, no me está ayudando..

    Susurró ruborizada, no paraba de acariciarla y aquella misión era de suma importancia.
    « #SeductiveSunday » — Mi señor, debo prestar atención a las señales que me ha indicado.. Tragó saliva. — Sin embargo, no me está ayudando.. Susurró ruborizada, no paraba de acariciarla y aquella misión era de suma importancia.
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  • - ¡ Padre ! Te necesito ven por favor -

    Grito para llamar su atención
    - ¡ Padre ! Te necesito ven por favor - Grito para llamar su atención
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  • Sabes que me gusta el café, pero hoy prefiero tener té.
    Sabes que me gusta el café, pero hoy prefiero tener té.
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  • Mis noches favoritas son estas
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  • Le había dejado un mensaje a su pareja antes de salir por la mañana porque no quería despertarlo.

    "Amor, vuelvo en un par de horas, te hice el desayuno, te amo <3"

    Sabía que no pasaba nada, Pero algo le decía que era necesario chequearse. Hace tiempo no pisaba un hospital, ya que los odiaba.
    Le había dejado un mensaje a su pareja antes de salir por la mañana porque no quería despertarlo. "Amor, vuelvo en un par de horas, te hice el desayuno, te amo <3" Sabía que no pasaba nada, Pero algo le decía que era necesario chequearse. Hace tiempo no pisaba un hospital, ya que los odiaba.
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