El sol apenas se colaba por la ventana, bañando la habitación con una luz cálida y suave. Eve, todavía con la voz somnolienta y el cabello despeinado en ondas doradas, había decidido que no había mejor forma de empezar el día que sobre él.
Sentada a horcajadas sobre el pecho de Bucky, inclinada hacia adelante, sus labios buscaban los de él en una lluvia de besos perezosos, lentos, casi como caricias que lo despertaban a su manera.
── Buenos días, soldado... —susurró contra su boca, sonriendo con picardía mientras lo besaba de nuevo, esta vez más profundo—.
Sus dedos juguetearon con el cabello oscuro de Bucky, mientras sus ojos azules lo miraban con ternura.
── No me digas que prefieres el café antes que esto... —bromeó, dejando escapar una risa suave que vibraba en el aire entre ambos.
El sol apenas se colaba por la ventana, bañando la habitación con una luz cálida y suave. Eve, todavía con la voz somnolienta y el cabello despeinado en ondas doradas, había decidido que no había mejor forma de empezar el día que sobre él.
Sentada a horcajadas sobre el pecho de Bucky, inclinada hacia adelante, sus labios buscaban los de él en una lluvia de besos perezosos, lentos, casi como caricias que lo despertaban a su manera.
── Buenos días, soldado... —susurró contra su boca, sonriendo con picardía mientras lo besaba de nuevo, esta vez más profundo—.
Sus dedos juguetearon con el cabello oscuro de Bucky, mientras sus ojos azules lo miraban con ternura.
── No me digas que prefieres el café antes que esto... —bromeó, dejando escapar una risa suave que vibraba en el aire entre ambos.