• Espero no volver a decir las palabras, que en aquel mundo dije más de una vez, sólo, SÓLO espero no sea igual, ya no
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  • Hora de ir a dormiiiir, buenas noches criaturitas del señor, espero descansen bien
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  • Siempre soy la última persona que sabe de ti, si, porque debía emocionarme? Ah ya se, porque soy yo, así de fácil, mi gente
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  • - Perfecto, ya dejé todo preparado para que empecemos a trabajar el día de hoy. Espero que hayas estudiado bien los cócteles de la fiesta, no quiero tener que atrasar los pedidos por tu memoria corta
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  • Vamos a descansar por hoy, ha sido un día hermoso lleno de emociones, pero yo decido solo quedarme con las positivas.
    Los amo, gracias ♡
    Vamos a descansar por hoy, ha sido un día hermoso lleno de emociones, pero yo decido solo quedarme con las positivas. Los amo, gracias ♡
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  • Buenos dias, buenas tardes, buenas noches, depende desde donde me veas, soy nuevo aqui y espero poder socializar un poco, este bello ser necesita conexiones reales
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  • El viento soplaba suavemente entre las montañas. Frieren se detuvo al borde del acantilado, con su capa ondeando a su espalda y los ojos entrecerrados por la brisa fresca. Frente a ella, el atardecer bañaba el mundo en tonos dorados y naranjas. Era un lugar tranquilo… demasiado tranquilo.

    Sacó de su bolso una pequeña flor marchita, conservada entre páginas de un viejo libro de conjuros. Himmel la había recogido hacía muchos años, cuando apenas comenzaban su viaje. La había encontrado en un campo igual de silencioso, y sin razón aparente, se la ofreció con esa sonrisa despreocupada que tanto lo caracterizaba.

    —Para ti, Frieren. Porque te gustan las cosas bonitas —había dicho él.

    Ella no lo entendió en ese entonces. Solo asintió, guardando la flor como quien guarda un objeto sin valor real. Ahora, décadas después, la sostenía como si fuera frágil vidrio.

    —Himmel… eras ridículo —murmuró, con una sombra de sonrisa en los labios—. Pero me hiciste reír más veces de las que admití.

    El silencio respondió con un susurro entre los árboles, como si el viento le devolviera la voz de su viejo amigo.

    Recordó cómo él insistía en ayudar a todos, sin importar lo pequeño del problema. Cómo su risa resonaba en los campamentos nocturnos. Cómo se detenía a mirar las estrellas aunque tuviesen prisa. Himmel no tenía prisa por llegar. Él tenía prisa por vivir.

    —Y yo solo pensaba en completar el viaje.

    Cerró los ojos. Se permitió unos segundos más, solo unos pocos, para quedarse en ese momento. En el eco de un pasado que solo ella recordaba con nitidez. Todos los demás ya se habían desvanecido con el tiempo.

    Cuando abrió los ojos, la flor ya no estaba. Una ráfaga de viento la había arrastrado, volando hacia el cielo como si quisiera alcanzar a alguien.

    Frieren no hizo nada por detenerla.

    —Gracias por esperarme tanto tiempo.

    Y volvió a caminar.
    El viento soplaba suavemente entre las montañas. Frieren se detuvo al borde del acantilado, con su capa ondeando a su espalda y los ojos entrecerrados por la brisa fresca. Frente a ella, el atardecer bañaba el mundo en tonos dorados y naranjas. Era un lugar tranquilo… demasiado tranquilo. Sacó de su bolso una pequeña flor marchita, conservada entre páginas de un viejo libro de conjuros. Himmel la había recogido hacía muchos años, cuando apenas comenzaban su viaje. La había encontrado en un campo igual de silencioso, y sin razón aparente, se la ofreció con esa sonrisa despreocupada que tanto lo caracterizaba. —Para ti, Frieren. Porque te gustan las cosas bonitas —había dicho él. Ella no lo entendió en ese entonces. Solo asintió, guardando la flor como quien guarda un objeto sin valor real. Ahora, décadas después, la sostenía como si fuera frágil vidrio. —Himmel… eras ridículo —murmuró, con una sombra de sonrisa en los labios—. Pero me hiciste reír más veces de las que admití. El silencio respondió con un susurro entre los árboles, como si el viento le devolviera la voz de su viejo amigo. Recordó cómo él insistía en ayudar a todos, sin importar lo pequeño del problema. Cómo su risa resonaba en los campamentos nocturnos. Cómo se detenía a mirar las estrellas aunque tuviesen prisa. Himmel no tenía prisa por llegar. Él tenía prisa por vivir. —Y yo solo pensaba en completar el viaje. Cerró los ojos. Se permitió unos segundos más, solo unos pocos, para quedarse en ese momento. En el eco de un pasado que solo ella recordaba con nitidez. Todos los demás ya se habían desvanecido con el tiempo. Cuando abrió los ojos, la flor ya no estaba. Una ráfaga de viento la había arrastrado, volando hacia el cielo como si quisiera alcanzar a alguien. Frieren no hizo nada por detenerla. —Gracias por esperarme tanto tiempo. Y volvió a caminar.
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  • Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día.

    Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada.

    A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva.

    Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad.

    Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano.

    « Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. »
    Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día. Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada. A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva. Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad. Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano. « Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. »
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  • Señorita Serval, es muy cariñosa, es un gusto conocerla también.
    Señorita Serval, es muy cariñosa, es un gusto conocerla también.
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  • En el LANTV Channel 4 Noticiero nocturno:

    La transmisión era en vivo, en el estudio principal una locutora con tono grave y profesional, pero con un leve temblor en la voz.

    -"Buenas noches. Una tragedia inimaginable ha sacudido a la comunidad de Santa Carolina esta madrugada. El exclusivo club nocturno ‘Ministry’, ubicado en el distrito portuario, fue consumido por una explosión masiva alrededor de la 3:33 a.m., mientras albergaba a cientos de asistentes a una fiesta privada. Autoridades están haciendo lo posible para apagar el incendio y encontrar sobrevivientes."

    Un corte a imágenes grabadas por testigos retrata como el edificio estalla en una bola de fuego silenciosa por un segundo, antes de que el sonido ensordecedor llegue a la cámara. Gritos de pánico se escuchan de fondo.

    Transiciona a un reportero con los cascos de bomberos desesperados detrás de él, hablando rápido.

    -"Claire, el caos aquí es indescriptible. La explosión fue tan violenta que ventanas a tres calles de distancia se hicieron añicos. Los equipos de rescate trabajan contra reloj, pero… Las llamas eran demasiado intensas. No hubo tiempo de evacuar."

    La cámara enfoca brevemente a una mujer en shock, envuelta en una manta térmica, hablando entre sollozos.

    -"¡Vi gente corriendo… pero las puertas no se abrían! Y luego… ¡Dios mío, el fuego los alcanzó primero a ELLOS…"

    El audio se corta abruptamente. Y vuelve al estudio, la locutora con ceño fruncido lee en voz alta un reporte de última hora.

    -" Según registros, el dueño del local, Christopher Baudelair, estaba presente. Baudelair, un empresario de baja exposición pública, había cerrado el club a medios de esta noche por un “evento exclusivo.’” Fuentes policiales sugieren que…"

    Hace una pausa incómoda.

    -"...El sistema de emergencia fue saboteado. Las salidas estaban bloqueadas desde dentro."

    Aparece una foto de Baudelair. Un hombre bello de unos 30 años, traje impecable, sonrisa fría. La imagen se desvanece para mostrar un primer plano de las ruinas en llamas que alguna vez fueron la fachada del edificio. Súbitamente la transmisión empieza a deteriorarse rápidamente, hasta llenarse de nieve estática.

    La locutora, forzando la calma.

    -"Parece que tenemos problemas técnicos. Volvemos con más después de estos mensajes.”

    El shock de los espectadores recibiría la frialdad de un aviso comercial sobre un nuevo modelo de automóvil eléctrico.
    En el LANTV Channel 4 Noticiero nocturno: La transmisión era en vivo, en el estudio principal una locutora con tono grave y profesional, pero con un leve temblor en la voz. -"Buenas noches. Una tragedia inimaginable ha sacudido a la comunidad de Santa Carolina esta madrugada. El exclusivo club nocturno ‘Ministry’, ubicado en el distrito portuario, fue consumido por una explosión masiva alrededor de la 3:33 a.m., mientras albergaba a cientos de asistentes a una fiesta privada. Autoridades están haciendo lo posible para apagar el incendio y encontrar sobrevivientes." Un corte a imágenes grabadas por testigos retrata como el edificio estalla en una bola de fuego silenciosa por un segundo, antes de que el sonido ensordecedor llegue a la cámara. Gritos de pánico se escuchan de fondo. Transiciona a un reportero con los cascos de bomberos desesperados detrás de él, hablando rápido. -"Claire, el caos aquí es indescriptible. La explosión fue tan violenta que ventanas a tres calles de distancia se hicieron añicos. Los equipos de rescate trabajan contra reloj, pero… Las llamas eran demasiado intensas. No hubo tiempo de evacuar." La cámara enfoca brevemente a una mujer en shock, envuelta en una manta térmica, hablando entre sollozos. -"¡Vi gente corriendo… pero las puertas no se abrían! Y luego… ¡Dios mío, el fuego los alcanzó primero a ELLOS…" El audio se corta abruptamente. Y vuelve al estudio, la locutora con ceño fruncido lee en voz alta un reporte de última hora. -" Según registros, el dueño del local, Christopher Baudelair, estaba presente. Baudelair, un empresario de baja exposición pública, había cerrado el club a medios de esta noche por un “evento exclusivo.’” Fuentes policiales sugieren que…" Hace una pausa incómoda. -"...El sistema de emergencia fue saboteado. Las salidas estaban bloqueadas desde dentro." Aparece una foto de Baudelair. Un hombre bello de unos 30 años, traje impecable, sonrisa fría. La imagen se desvanece para mostrar un primer plano de las ruinas en llamas que alguna vez fueron la fachada del edificio. Súbitamente la transmisión empieza a deteriorarse rápidamente, hasta llenarse de nieve estática. La locutora, forzando la calma. -"Parece que tenemos problemas técnicos. Volvemos con más después de estos mensajes.” El shock de los espectadores recibiría la frialdad de un aviso comercial sobre un nuevo modelo de automóvil eléctrico.
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