Desde la creación del mundo se creó un conflicto entre las fuerzas de la luz y las de la oscuridad.
Sus máximos representantes en este mundo, Ceiphied y Shabranigdu respectivamente, lucharon en una encarnizada guerra que concluiría hace 5.000 años en una especie de "empate técnico".
Ceiphied derrotó a Shabranigdu, pero no completamente, ya que lo único que pudo conseguir fue dividir su ser en siete pedazos que ocultó en almas humanas, esperando que, con cada reencarnación, fuera perdiendo poder.
El esfuerzo fue titánico para el dios Ceiphied, que se precipitó al Mar del Caos para recuperarse. Aún no se ha recuperado.
Ceiphied dejó el mundo al cuidado de cuatro deidades que creó a partir de su propio cuerpo, los cuatro Shinzoku, pero Shabranigdu también consiguió crear cinco poderosos Mazoku para que continuasen la labor de destruir el mundo y quizás resucitarle algún día.
Los Mazoku no quieren destruir el mundo porque sí. Ellos quieren que todo regrese al Mar del Caos, mundos y seres vivos, para después destruirse a sí mismos y regresar también al mar del caos y encontrar la paz. Para los Mazokus eso es justicia.
A causa de la batalla entre Ceiphied y Shabranigdu, el enorme mega continente conocido como Dragón Durmiente (dentro del mundo en el que se desarrollan los acontecimientos de Slayers) sufrió una gran destrucción, creando un gran cráter en su centro, que se llenaría de agua creando el Océano de los Demonios.
En los años que siguen a la batalla el mundo conoce una relativa paz.
Los humanos son la raza dominante del planeta aunque lo comparten con un gran número de especies inteligentes como los demonios, elfos, enanos y dragones, y la tecnología y la magia florecieron por todo el globo, aunque en diferentes grados.