Después del desayuno aprovechando que estoy sola, lo cuál en la casa familiar siempre ha sido imposible quedarse una sola. Siempre hay alguno de mis hermanos o madre, que está tan envuelta en su bordado o simplemente se siente cansada, para salir.
Decidí regresar a mi cuarto, llevándome la sorpresa de ver a mi doncella personal. Antes también era la de Daphne, ahora se ocupa de Eloise y de nuevo de mí.
-Rose ahora no precisó de tus servicios.
Nunca la había visto tan emocionada como en este momento. Se coloca detrás de mí, dejando que pueda ver con clariedad mi tocador. En el cuál hay unprecioso jarrón llenó de sofisticado y precioso ramo de rosas rojas.
Mis flores favoritas.
-Dejé la carta al lado del jardín, señora.
-Rose, ¿sabes quién las ha enviado?.
-Mientras todos desayunaban, abajo vino un mozo a las cocinas.
Desde ahí llegaron enseguida a mi, intenté sacarle el nombre de la persona. Lamentablemente quién se las envió pago una cantidad más al mozo para que no pudiera decir quién es.
-Puedes retirarte Rose.
Es imposible que sean de un posible pretendiente, todavía no he asistido a ningún baile u otro evento, donde poder conocer al que llegué a convertirse en mi nuevo marido.
Hace poco que tome la decisión de cambiar todos mis vestidos negros y visite a la modista, para así poder cambiar mi fondo de vestuario. Por colores muchos más vivos y alegres, que el negro. Estado mucho tiempo llevando el luto, como se debe hacer, después de quedarme viuda.Se que Jhon tampoco quería que pasará el resto de mis días, llevando el luto.
Se qué quiere que sea feliz, además él mejor que nadie sabía las inmensas ganas que tengo de conventirme en madre. Y para eso tengo que encontrar a un buen hombre, con una buena posición.
Con quién al final casarme y formar juntos una familia.
Jhon siempre va a tener una gran parte de mi corazón y en mis oraciones.
Todavía soy joven, puedo aún formar una familia. Seré madre.
-Es él.
Tonta. Debí de haberlo imaginado, estaba claro que no podía ser de ningún pretendiente.
Los únicos que sabían (a parte de madre), mi obsesión con las rosas rojas. Uno de ellos ya no se encuentra en el mundo de los vivos.
Por descarté solo queda él.
Salí completamente de dudas nada más abrir la carta, reconocería la caligrafía de Michael, con solo ver una frase.
"
No habrás tardado mucho en descubrir la verdadera identidad de la persona que te envió las flores. No me cabía ninguna duda que me descubrirías.
Al igual que también se que en cuanto termines de leer está carta, ya no querás volver a recibir noticias mías. Y también vas a odiarme, no te culpo.
La última vez que nos vimos, quise ser sincero contigo. Lo intenté en tres ocasiones, cuando abría la boca enseguida volví a cerrarla.
Además conociéndote sabía que harías cualquier cosa para intentar que cambiara de idea y no me fuera de vuelta a Escocia.
No me voy por que lo desee.
Estos últimos dos meses mi madre y mi tía, las dos unieron fuerzas para enviarme cientos de cartas. Exigiendo que me deje de tonterías y asuma mi deber como el nuevo conde de Kilmartin.
Jamás he querido serlo.
Se de sobra que en la línea de sucesión del título, seré él noveno conde. Ojalá mi primo no nos hubiera dejado, mi intención nunca fue reemplazarlo.
Nunca llegaré a ser ni la mitad de bueno que lo fue mi primo.
Lo lamentó de corazón.
Deseó que encuentres la felicidad que siempre has estado buscando.
Mis más sinceras disculpas.
Michael Stirling.
"
Tiene razón en una cosa, le odio.
Y siempre le odiaré.