Maverick intentaba cogerla, abrazarla, pero cada vez que la tocaba gritaba de dolor y nuevas heridas aparecían por todo su cuerpo. Tocarla le estaba matando.

Mack le necesitaba, no sabía exactamente por qué o para qué, pero sabía que si Mave no la abrazaba se moriría. 

—¡Mave! ¡Deja de quejarte y ayúdame!

La mirada de dolor de Maverick al ver que a ella no le importaba el sufrimiento que él tuviera que soportar le atravesó el alma.

Era un monstruo, pero antes de que pudiera hacer algo al respecto, despertó de aquella pesadilla. Despertó junto a Mave. En la misma cama... Sintió unas ganas inhumanas de abrazarle, pero recordó el dolor de su hermano. Era un sueño y sin embargo se quedó paralizada incapaz de tocar a su hermano o volver a dormir. 

El sueño no era difícil de interpretar, ella se veía a sí misma como un monstruo y a Maverick como a su salvación. Pero ella también era su condena. Ella acabaría matándole... 

Sé levantó de la cama sin hacer ruido para ver si se calmaba y fue directa al comedor a enrollarse con un par de mantas. 

Aquella noche dormiría sola en el sofá, se dijo a sí misma. Se demostraría que no dependía de él y que no tenía que hacerle sufrir. Que podía dormir sola. 

Pero esa era quizá la mayor mentira que había intentado contarse nunca. 

El sentimiento de soledad en dos gemelos abandonados sistemáticamente pos sus padres era una experiencia insoportable y sin embargo familiar. 

Rápidamente se sumió en una especie de letargo masoquista. Reconocía aquel dolor tan bien. Ella, sola, viendo el coche de sus padres marcharse. Reconoció el deseo de hacer lo que fuera con tal de que de quedaran. 

Empezó a sollozar en aquel trance casi ritualistico al que se sometía de vez en cuando intentando liberarse de sus cadenas. 

—Estoy totalmente sola... 

Y esa era la verdadera tragedia de Mack...