LYRICA VRAKHA

  • Nombre Lyrica Vrakha

  • Raza ¿Humana? (Demonio)

  • Cumpleaños 2 de Abril

  • Edad 27 años.

  • Lugar de nacimiento Thinis.

  • Nacionalidad Eainvielana.

  • Familia

    • Harold​, padre (fallecido)

    • Helena, madre (viva)

    • Gwyn, mellizo (¿fallecido?)

    • Alnair, hijo (vivo)
  • Orientación sexual Bisexual.

  • Títulos

    • Emperatriz.​

    • Maestra de Guerra.

  • Apodos

    • Princesa Guerrera.​

    • La Reina de Espinas.

    • La Renacida.

 
 
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¿Cómo es mentalmente?

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Muestra una clara diferencia entre cuando está en público y cuando sabe que goza de intimidad; en el primer caso, se muestra como alguien serio, autoritario, sereno y, en general, todo lo que se puede esperar de un gobernante en condiciones. Por suerte, todos sus años en el campo de batalla no han erosionado demasiado su corazón y se considera una gobernante muy "humana", tanto en el trato personal como para con su pueblo y las relaciones exteriores. No abusa de su poder y castiga a cualquiera que lo haga bajo su mando. Por otra parte, en privado y entre gente de confianza se relaja un poco, es bromista, aunque su sentido del humor sea tan rígido como cabe esperar de un militar... Sin embargo, ni siquiera en esas situaciones habla de sus sentimientos y pensamientos íntimos. Es algo que reserva mucho para si, antaño hablaba sobre ello con Gwyn... Pero tras su pérdida se cerró completamente en ese aspecto. No es un secreto para nadie que tiene estrés post-traumático a raíz de esto, precisamente, y de su temprana introducción en la guerra. Duerme poco, a menudo recuerda, sin quererlo, aquel hecho... Siempre lleva un arma encima, incluso bajo la almohada, donde guarda un puñal oculto.

No ha conocido el amor romántico, ni lo ha buscado nunca pues cree que eso la distraería de sus labores en el campo de batalla, y a día de hoy que no existe directamente. Si se casa y tiene hijos, será por la misma necesidad que antaño tuvieron sus padres, pero nada más. Aunque, internamente, aunque piense lo anteriormente citado y que se considere a si misma demasiado insensible para amar como se merece un ser humano, anhela sentirse protegida y querida.

¿Cómo es físicamente?

  • Estatura 160 cm (166 con tacón)

  • Complexión Atlética.

  • Color de ojos Violeta.

  • Color de pelo Rubio platino.

  • Marcas de nacimiento Ninguna.

  • Cicatrices Alrededor de veinte.

  • Tatuajes Uno, en el nacimiento de la espalda.

  • Maquillaje Casi nunca y escaso.

 
 
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De corta estatura y cuerpo proporcionado, los años de entrenamiento militar al que se sometió desde muy corta edad hicieron de ella una mujer atlética y ligeramente musculada; si bien su uniforme habitual lo esconde la mayor parte de veces, es algo que aprovecha bien, al igual que las muchas cicatrices de guerra que surcan su joven cuerpo. Su cabello ha ido cambiando conforme crecía; siendo más joven tenía el pelo más oscuro y con los años se aclaró hasta dar lugar a la larga melena platinada que todos conocen hoy en día.

Su rostro luce aún infantil a ojos de muchos, de tez redondeada, grandes ojos violáceos propios de la conocida dinastía de los Vrakha. Su nariz recta, sus labios rosados y carnosos enmarcados por los claros mechones de cabello hacen de ella una mujer extremadamente bella y exótica.

Ella no gusta de llevar mucho maquillaje ni adornarse en exceso, tampoco de recargados peinados al menos cuando la situación no lo requiere; suele vestir acorde a los colores del imperio aunque no se corta de lucir trajes y vestidos de todos los cortes, paletas y estilos. Si le gusta, es suyo.

 

HISTORIA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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AUTOROLES

DIARIO

Del Imperio y la Emperatriz

 
 

Eainiviel no fue siempre el gran Imperio que hoy es; antaño, no fue más que una pequeña nación olvidada, sin siquiera capital, un grupo de pueblos dispersos que apenas mantenían un mínimo de comunicación entre si. Todo eso cambió con el General Vrakha, como se le conoció mucho tiempo después de su muerte, quien unificó Eainiviel y lo encaminó hacia la grandeza. Nacieron así dos cosas: un Imperio y una dinastía. La famlia Vrakha continuó con la labor de engrandecer su nación, conquista tras conquista, generación tras generación. Por ello, contar con un heredero era una preocupación tan grande como la guerra para la familia imperial.

Lamentablemente el futuro heredero para el Imperio no llegaba. Pasaron años intentándolo, sin embargo ni Harold ni su esposa Helena lograban tener un vástago. Tal fue la desesperación que recurrieron a las habilidades de una vieja bruja; esta anciana, conocida como Anette, tenía fama de conseguir lo imposible. El precio... Dependía. Para ellos, tuvo la siguiente oferta: la emperatriz quedaría encinta de mellizos de los cuales deberían quedarse uno y entregar otro a la bruja. Con el trato aceptado al cabo de pocos meses se conoció la noticia de que, al fin, el Imperio tendría un heredero y a los nueve meses nacieron los niños. Gwyn era el niño, y Lyrica, la niña; tan pronto los tuvieron en brazos los padres supieron que no podrían desprenderse de ninguno. La única opción que quedaba era matar a la bruja a traición sin dar oportunidad a Anette para defenderse, pero la anciana no era tonta... La posibilidad de que los padres no pagasen eran elevadas. ¿Y qué hizo? Huir. No mató a nadie, a ninguno de los asesinos, pero dejó tras de si una maldición para los pequeños la sombra del mal se cernía sobre ellos, por sus venas corría la sangre de los primeros demonios, y tarde o temprano despertaría.

La desaparición de Anette fue suficiente para que los Emperadores se olvidasen de ella y sus vidas transcurrieron con normalidad. Los niños eran inseparables y su infancia fue feliz, llena de lujos como príncipe y princesa de Eainiviel. A los doce años empezaron a distanciarse debido al futuro planeado para cada uno... Gwyn sería el futuro Emperador mientras que Lyrica sería entrenada para ser Maestra de Guerra, jefa de los ejércitos de Eainiviel. Pese a eso, el amor que se tenían no desaparecía y eso se veía en cada interacción que mantenían: sus miradas cómplices, sus sonrisas disimuladas, los piques entre ellos durante los entrenamientos...

A los dieciséis años participaron en su primera guerra en territorio extranjero, Lyrica se estrenó como General de Eainiviel y logró grandes victorias. Su hermano, por el contrario, inspiró a sus soldados y fue el pilar emocional de las nuevas generaciones. En aquella época Eainiviel aún estaba en plena guerra de conquistas por lo que las batallas eran frecuentes, algo tan habitual y cotidiano para ellos como el comer. Entre ambos lograron grandes anexiones al Imperio, con diecinueve años los dos eran conocidos como la Princesa Guerrera y el Príncipe Elegido... Y con esa misma edad llegó la tragedia: Gwyn murió en extrañas circunstancias que no trascendieron al pueblo eainivielano, el muchacho perdió los "estribos" y se convirtió en una amenaza. Los supervivientes reportaron que el amado príncipe masacró a sus propios hombres, envuelto en una oscura sombra que lo engulló como un lobo a su presa... Una sombra de la que no salió con vida. Matarlo fue la única opción que tuvo Lyrica de honrarle y evitar un mal mayor, a él, a su familia, a Eainiviel.

Su padre, ya mayor y afectado por la edad, no superó la muerte de su hijo y falleció pocos meses después. Helena, por su parte, no poseía derecho alguno sobre el trono sin su marido. Solo quedaba Lyrica, y así llegó sin quererlo y sin la preparación necesaria, al trono de Eainiviel. Con su reinado cesaron las invasiones y las únicas guerras que se mantienen a día de hoy son las comenzadas por otras naciones, adoptando una postura defensiva y pacífica, buscando alianzas en lugar de batallas. Algo que no muchos ven con buenos ojos, pero hasta ahora nadie se ha opuesto a Lyrica abiertamente, más allá de los intentos de casamiento por parte de sus allegados que nunca llegaron a nada. 

Sin embargo, la situación actual es muy... Diferente. Las cosas en el palacio Imperial se han vuelto extrañas y un ambiente tenso satura cada pasillo y habitación. Se respira un aire enrarecido que huele a traición. La guerra ha llegado a la misma frontera del Imperio, guerra que se ha alargado ya demasiado y amenaza con hacer retroceder al grandioso Imperio de Eainviel; la iglesia ha tensado demasiado la cuerda de la paciencia de Lyrica y ha saltado de la peor manera posible. Con la muerte del Obispo a manos de la mismísima Emperatriz—que oportunamente se cubrió—han nacido tensiones internas imposibles de manejar y el Consejo teme que sufra el mismo destino que su mellizo... Hechos que no comparten con la Emperatriz, sino que prefieren tramar planes extraños a espaldas de la misma. Anette regresa a tiempo para controlar el oscuro demonio que ella misma creó pero su precio es caro y nadie ya se atreverá a negárselo. Cuando todo parece ir mejor, las desgracias llegan una tras otra: Felan, el mejor amigo de Lyrica y su más fiel consejero muere abruptamente y de forma sospechosa que, sin embargo, no se investiga a pesar de la insistencia de la Emperatriz. Justo cuando se acerca una reunión decisiva con Garahan, el rey de Merán. Las campanas de boda suenan en el horizonte, es la única forma que por ahora se ve al problema en la frontera... Una alianza firmada con anillos de boda es la alianza más fuerte, pero llega en un momento tan oportuno que Lyrica es incapaz de quitarse de la cabeza que es una trampa.

Frente a todo esto Lyrica se encuentra sola con un puñado de personas de confianza... Conrad, Willfred... Y ahora Samael, el sustituto de Felan. Ella no desea confiar en él, no puede, pero a la vez no le queda otra. Sin embargo la vida no deja de sorprenderla y será él, el "infame" Samael, quien terminó salvándola de una muerte segura a manos de un demonio... Solo Yseren sabe cómo entró en su palacio siendo que nunca se reportó ninguna Grieta, ya no solo cerca en Thinis sino en kilómetros a la redonda. Samael, con el tiempo, terminó convirtiéndose en su principal apoyo dentro del consejo y un tercer pilar imprescindible para la Emperatriz, quien ya contaba con Anette y con Brine. En sus pesadillas, era Samael quien la rescataba de horribles torturas que muchas veces dejaban tras de si marcas físicas cuando despertaba. Y él siempre estaba ahí... En muchas ocasiones eso le hacía dudar, ¿era su salvador o la causa de sus males? Pero al final el terror despejó sus dudas y decidió que confiaría en él. 

ARCO 1, CONSPIRACIÓN, SANGRE Y TRAICIÓN

Pero ningún salvador llegaría para rescatarla del mayor dilema que tenía entre manos: su futura bod. La guerra era inevitable y Merán tenía contactos más allá del mar que podían ayudarlo si existía una "relación oficial" entre Merán y el Imperio; dicha relación pasaba por casar a Garahan y Lyrica, ambos gobernantes sin pareja ni descendencia y con intereses en la unión. Lo retrasó cuanto pudo pero finalmente la Emperatriz firmó el contrato y partió hacia Merán con el fin de estrechar la relación y preparar la futura boda. Fue allí, aprovechando que Lyrica estaba lejos y vulnerable, que el Padre Donovan—encargado de una parte de la guardia Imperial—destinó a Brine lejos de Thinis, lejos de Lyrica. Sin nada que hacer por el momento, Brine partió hacia su nuevo destino y la Emperatriz quedó en manos de Garahan y Yevon Ulthar... Allí, Lyrica empezó a descubrir que detrás de Garahan, del Rey de Merán, de lo que ella veía como el origen de sus males actuales, había una persona. Un ser humano que, para más inri, se desvivía por cuidar de su futura esposa... Todo ello generó sentimientos encontrados en una mujer cada vez más confusa respecto a su futuro... Sin sospechar la oscura trama de traición y muerte que se ocultaba tras la fachada de un matrimonio casi perfecto, contra todo pronóstico. 

Una estrategia que pasaba precisamente por confundir a la Emperatriz de modo que nunca tuviese tiempo de pensar que todos los acontecimientos, por aleatorios que pareciesen, formasen parte de un retorcido plan para hacerse con el control del Imperio—con ayuda desde el interior del mismo. 

Por mucho que Lyrica se esforzase en ver a Garahan como un culpable, el tiempo y sus actos le colocaron en el mismo lugar que ella, en la posición de una víctima de la necesidad. Eainiviel necesitaba ayuda en la guerra, Merán sobrevivir con un apoyo real y no solamente acuerdos y alianzas. Un matrimonio, una unión, tendrían que estar juntos toda la vida—eso creía ella—así que más valía que aprendiesen a amarse. No, más valía que Lyrica aprendiese a amar como Garahan lo hacía. Aunque sus corazones estuviesen lejos; el de Lyrica con Brine, el de Garahan con Pandora.

El día se acercaba, todo eran preparativos, flores, vestidos, listas interminables de invitados, comida y bebida y por supuesto celebraciones para el pueblo llano: juegos, fiestas, diversión en honor de una boda que uniría no solo dos vidas, sino dos reinos. En Merán, Lyrica era agasajada día si día también, perpétuamente escoltada por Yevon. Se le había hecho tan imprescindible como Brine aunque él careciese del amor y el cariño que la guardia le brindaba. Él hacía bien su trabajo, era amable, gentil y voluntarioso... Pero era frío, lo cual era bueno, pero no lo que Lyrica necesitaba. Aún así, se convirtió en su hombre de confianza especialmente durante su estadía en tierras meranesas, Yevon se había ocupado de casi todo, incluido de consolarla cuando algo iba mal. Movimientos calculados de los que ella no era consciente porque tenía la cabeza llena de desastres amorosos y preparativos para "una boda de ensueño".

Se construyó el Fuerte Unión en las tierras fronterizas de Merán y Eainiviel. Sería la fortaleza que daría cabida a la boda y que también simbolizaba la relación que, desde ese día, ligaría estrechamente ambos territorios. Era un lugar hermoso cubierto por un manto de rosas rojas en honor a la Emperatriz. El evento se firmó para el 21 de noviembre, se enviaron invitaciones en nombre de la feliz pareja y el pueblo al que representaban; cientos de personas, realeza, nobleza, comerciantes y/o amigos, era una fiesta multitudinaria donde se esperaba que todo el mundo disfrutase y recordasen la boda como un momento alegre y lleno de gozo. Así empezó, cabe destacar, como debía ser. Los invitados comían y bebían, se relacionaban con la feliz pareja, todo en definitiva marchaba según lo planeado. Salvo que y pese a todo, Lyrica no estaba a gusto. Eso terminó siendo tan evidente que algunos invitados, los que mejor conocían a la emperatriz, los que eran suficientemente avispados como para notar cierta renuncia a medida que se acercaba al altar. Pero ocurrió y se casaron, Garahan Arlet y Lyrica Vrakha eran marido y mujer; su matrimonio fue consumado y debido a esto Lyrica quedó encinta.

Nadie salió de allí con buen sabor de boca (salvo quizá Narfi que disfrutó de la variedad de alcohol de Minerva), menos aún la princesa Dielín quien había sido increpada por Samael Delphium en algún lapso de tiempo del que Lyrica no fue consciente hasta unos días después, cuando Morbaal, padre de la afectada que "amablemente" acudió a negociar una forma de solucionar esa afrenta. Pasaba por ejecutar al consejero, algo que Lyrica, si quería mantener las relaciones con la iglesia, no podía permitir; así se concluyó que la mejor forma de solucionar el problema era ceder un tercio del territorio imperial a la Caída Escarlata. No era un trato que Lyrica quisiese formalizar, pero era el único que salvaría a Samael. Posteriormente el acusado de tales amenazas no solo no apreciaría el gesto de la Emperatriz sino que se lo recriminaría, alimentando la falta de confianza en sí misma que otros se habían esforzado en crear previamente. Si bien Lyrica no quería que tal información trascendiese a su esposo—que se encontraba en Merán cuidando de su hermana enferma—no era algo que pudiese controlar dado que los dedos de la conspiración llegaban muy lejos... Concretamente a Yevon, que había sido testigo de la confrontación.

Con toda esta situación, la Emperatriz no había sido consciente de la carencia de menstruación, las náuseas eran fácilmente asociadas a la tensión de esos días... Pero llegado a cierto punto el vientre comenzó a abultarse; ¿cómo era eso posible si jamás había yacido con ningún hombre además de Garahan? Y de eso hacía solo tres meses, ¿era posible que su vientre se hinchase tanto? Su médico lo confirmó y no dijo nada bajo la cruel amenaza de degollarlo si se le ocurría decir algo, especialmente a su esposo. Necesitaba tiempo para saber cómo manejar el asunto sin que corrieran rumores insidiosos sobre su persona, su matrimonio o la naturaleza del niño...

A espaldas de su esposo Lyrica prometió las tierras a Lord Morbaal de forma casi oficial, pues necesitaba la aprobación del Consejo que, como era de esperar, no respaldaba esa decisión; sorpresivamente, Yevon habló en favor de la Emperatriz como delegado de Merán. No parecía coherente con las palabras que Garahan le había dedicado días antes en una misiva "profundamente decepcionado", "vergonzoso", "irrespetuoso" entre otras. Quizá su esposo se había retractado, quizá algo le había hecho cambiar de opinión... Pero era tan solo parte de los retorcidos planes que una mente como Yevon, impulsada por Garahan, podía llegar a idear. Ignorando esto Lyrica creía poder disfrutar de unos días de calma, tal como creía haber escondido eficazmente su embarazo, pero que no se hablase de ello no implicaba que alguien no lo supiese... Y esto sería lo que dentro de poco inclinaría la balanza de una forma impensable.

Garahan regresó a Eaniviel para confrontar a su esposa, a pesar de que todo estaba atado, el rey no estaba a gusto con los actos de su esposa. Con su orgullo herido, estuvieron a punto de llegar a las manos aunque por gracia del destino o por la necesidad de controlar la situación, nada de eso ocurrió. Pero una cosa estaba clara: Lyrica tenía que morir ya. La forma en que había "ninguneado" a Garahan precipitó los acontecimientos, pero había quedado claro que no iba a poder controlarla tan bien como deseaba. Al día siguiente de esa discusión Lyrica murió, asesinada por Yevon y Garahan y ambos fueron apresados.

La situación se tornó un absoluto caos, la muerte sin sucesión y con su esposo retenido por traición y asesinato dejó un vacío de gobernanza. El Imperio quedaba en manos del Consejo y la posibilidad de obtener la corona recaía en tres personas: Izanagi Yamada (propuesto por el ejército fiel a Lyrica), "Milena Arlet" (propuesta por Merán) y el Gran Padre Therford (propuesto por la iglesia); ninguno tenía legitimado su papel como Emperador y todo quedaría en manos de un debate sucesorio... Esto acaparó la atención de tal forma que se robó el cadáver de la difunta Emperatriz en las mismas narices del gobierno en funciones. La situación podría haberse extendido mucho más si un grupo "terrorista" conocido como los Malasangre y liderado por Zombozo no hubiese aprovechado la inestabilidad de la capital para tomar la ciudad convirtiendo la Catedral en su trinchera (para más información, #AsaltoCatedral en Twitter); con la ciudad invadida el castillo se tornó el bastión desde el que Izanagi defendió la ciudad, como Consejero Militar fue su responsabilidad organizar sus efectivos para recuperar Thinis. Esto no solo inclinó la balanza notablemente en su favor, sino que se descubrió que Milena Arlet, candidata a ser Emperatriz como hermana de Garahan, no era quién decía ser; gracias a la actuación de Juan Bonasera Pandora quedó destapada como una usurpadora y aliada de Garahan que no solo pretendía ayudarle a escapar sino que además pretendía asesinar a Izanagi. 

Juan la hirió gravemente dejándole un brazo inútil, aunque el espía no saldría mejor parado pues sería afectado por la magia negra que le dejaría marcado y maldito, inevitablemente unido a la bruja que, a pesar de todo, logró escapar. A Garahan ya solo le quedaba un apoyo, Yevon Ulthar, el único que no le había delatado—ni lo haría—y que como asesino directo de Lyrica ya estaba sentenciado. Garahan aún tenía una oportunidad de salvarse, en cambio él... Era prescindible. El mismo día que iba a ser ejecutado Juan acudió a un interrogatorio con él, siendo consciente de que algún día podía ser él quien aguardase su muerte en una prisión. Ambos conectaron al instante, reconociéndose como semejantes y la situación terminó en que Juan le ayudó a escapar.

Sin apoyos ni cabezas de turco, Garahan se había quedado solo.

El juicio para determinar su culpabilidad era inminente y conforme avanzaba el día Garahan se hacía más y más consciente de que lo iba a perder y la condena por regicidio estaba clara, incluso si uno desconocía la ley vigente. Horas antes de que se celebrase el juicio una pequeña niña comenzó a acompañarlo torturándole con sus palabras. "Vas a morir" decía, "es lo que te mereces." Lo tomaron por un loco y él empezó a creer que lo estaba... Nadie más la veía, por tanto no debía ser real. Se convencía de eso pero la niña, lejos de desaparecer, insistía más en su tortura. Las calles estaban abarrotadas pero quienes lo presenciaron fueron solo un puñado de privilegiados entre los cuales había numerosas personalidades de reinos e imperios extranjeros. A las acusaciones de regicidio y conspiración en Eainiviel, se le sumaron otras cuatro: regicidio, parricidio, conspiración y fratricidio en su propio reino. El servicio de inteligencia de Nimuria descubrió su participación en la muerte de su padre y su hermana, en ambos casos con el fin de que la corona recayese finalmente en él y que la bruja Pandora pudiese usurpar el lugar de la legítima regente. Con esa identidad, renunció a la corona en favor de Garahan. Diversos testigos pasaron por el estrado, sus versiones incriminaban directamente al rey; incluso sus propios ministros, sus socios en la conspiración, le señalaron como artífice de la misma. (para más información, #GarahanAJuicio en Twitter). La niña le acompañó en todo momento, susurrándole palabras insidiosas al oído y provocándole varios ataques de histeria que fácilmente se confundirían con la ansiedad provocada por la inminente y a la vez, evidente sentencia. Tuvo que ser atado a la silla para evitar que se moviese.

Paralelamente al juicio, en el nivel más profundo de las mazmorras del castillo, se estaba llevando a cabo un oscuro ritual, ¿su fin? Traer de vuelta a Lyrica. Anette no estaba dispuesta a permitir que uno de sus experimentos, el mejor de todos hasta la fecha, pereciese antes de florecer. Para ello recurrió a Lord Morbaal, a sabiendas de que el tratado de cesión territorial no había sido firmado aún, y a él se sumó también Dielín que, de hecho, sería la artífice real de su resurrección. 

La sucesión de los acontecimientos encajó de tal manera que la misma y difunta Emperatriz se personó en el juicio tan solo unas horas después de volver de la mismísima muerte. Fue la gota que colmó el vaso de la estabilidad de Garahan, provocando que lo confesase todo creyendo que los fantasmas del pasado volvían para castigarle. 

Finalmente Garahan fue sentenciado a muerte, ejecutado mediante el águila de sangre poniendo fin a una conspiración que costó más de una vida. Merán fue posteriormente entregado a La Caída Escarlata en un nuevo tratado de cesión.

ARCO 2, LA GUERRA CONTRA MÁGISSA

Las secuelas atormentaron a Lyrica durante mucho tiempo. El niño que llevó en su vientre y que le permitió resucitar no había sido buscado, habría sido hijo, además, de un traidor regicida... Pero algo se retorcía de incomodidad al pensar que de su sacrificio había nacido una segunda oportunidad. Y darse cuenta de que volvería a hacerlo, elegiría vivir por encima de su hijo. Ya no sabía qué pensar de si misma y dudaba si esa naturaleza oscura era producto de la sangre demoníaca que corría por sus venas—detalle que le sería revelado durante los siete días de su muerte—o si era precisamente su naturaleza humana la que la hacía tan ruin. No tendría mucho tiempo para pensar en ello, mucho menos para llorar las muertes que el matrimonio de Garahan había traído consigo... Pandora tenía planes en los que debían intervenir, planes que arrastraron a Juan y Vayne—antes Yevon—a un infierno en sus manos: aislamiento, tortura, miedo, confusión... Con su ayuda—entre otras—la bruja conquistó dos reinos vecinos a Eainiviel y los unificó bajo la bandera de Mágissa, patria de brujas, marginados y parias. Su plan era colaborar con Evehian y atrapar a Eainiviel en una guerra a dos bandas, dividir el territorio y aprovecharse de esa circunstancia para devorarlo. Aunque Pandora había logrado rescatar a Garahn del infierno aún quería cobrarse su venganza... Que le sería negada una vez más a la ayuda de Nimuria. Con la invasión de Evehian por parte de Hanzel, solo quedaba un frente abierto para Lyrica... Mágissa. Pandora y Garahan. Esta vez fue ella la que se vio cegada por la ira y la venganza, estaba dispuesta a todo con tal de aplastarlos, de devolverles todo el daño que le habían provocado. Que seguían provocándole, que quizá nunca se iría...

Para ello Lyrica recurrió a Anette y a los poderes que hasta ahora había desaprovechado, no solo afectó a los vivos con magia negra, los muertos también sufrirían la obsesión de la Emperatriz por dar caza a sus enemigos. Decisiones controvertidas que generaron una mezcla de miedo y respeto por ella, desde que había vuelto de entre los muertos nadie se atrevía a levantar la voz en su contra... En cuanto se le presentó la oportunidad no dudó: Lyrica vertió sobre ellos la peor de las maldiciones que era capaz de pronunciar con la que se llevaría por delante más de lo que ella se creía capaz. Había asestado el primer golpe, la primera sangre era suya... Y su olor la embriagó. Día tras día fue víctima de si misma y de sus actos, del poder que trató de despertar pero que era incapaz de controlar. Sufrió cambios que no entendía, que dolían, la sangre de los demonios ardía dentro de su cuerpo amenazando con matarla y volverla loca. Se volvió errática, cada vez más encerrada en si misma. Se estaba perdiendo y no solo por todo lo anterior, sino porque había tomado una peligrosa decisión: sacrificar su propia humanidad con tal de vencer, de sentir la deuda saldada. Fergus no permitió que eso pasase. Aún a costa de su propia salud frustró cada avance de Lyrica y cuando sus tropas lograron sitiar la capital de Mágissa fue devolviéndolas lentamente al palacio, donde estarían a salvo de la batalla entre las dos coronas. Él, que se encontraba en el fuego cruzado, evitó muchas muertes contando entre ellas las de Pandora y Lyrica. Esta última, por el contrario, no dudó un segundo en sacrificar a Fergus por todo el daño que ella consideraba que le había hecho evitando que sus planes se cumpliesen como ella había querido... Y una vez más, por vencer.

De vuelta en Thinis se firmó la anexión de los reinos unidos de Mágissa y el imperio de Evehian y todo rastro de la presencia de la bruja en esas tierras fue erradicado. Allí fue recibida con honores y su victoria se sumaría a la leyenda de Lyrica la Renacida.

ARCO 2, EL TRONO DE IFRINN

Próximamente.