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Nombre: Frank Hassler
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Nacionalidad: Canadiense
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Edad: 42 años
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Altura: 1.94 m
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Estado civil: Divorciado
Desde temprana edad, la vida de Frank Hassler estuvo moldeada por la disciplina y la exigencia. Su padre lo llevó a entrenar artes marciales cuando apenas tenía doce años, y desde entonces el combate cuerpo a cuerpo se convirtió en una constante. Aprendió mayormente lucha en el suelo, y a los dieciséis años sumó el boxeo a su rutina.
Su dedicación lo llevó, a los dieciocho, a pelear oficialmente en las MMA, mientras en paralelo estudiaba para convertirse en policía e investigador. Aquella doble vida —la académica y la física— lo formó como un hombre resistente, táctico y obsesivamente enfocado.
Sus primeros años en la policía fueron tan rutinarios como necesarios. Bajo la supervisión de un oficial veterano que terminó convirtiéndose en una figura casi paternal. Patrullaba las calles por la noche, llenaba montañas de papeleo y arrestaba ladrones de poca monta. Entonces comprendió que el trabajo policial exigía más que fuerza o habilidad en combate: requería paciencia, observación y una lectura afinada de las personas.
Todo cambió después de dos años de servicio, cuando un tiroteo inesperado puso en riesgo la vida de su mentor. Frank se enfrentó a los atacantes con una precisión que sorprendió incluso a los altos mandos: neutralizó la amenaza sin sufrir una sola lesión. Aquel episodio marcó un antes y un después. Fue ascendido y empezó a recibir casos de mayor peso, desde agresores domésticos hasta asesinos y criminales buscados durante meses.
Su captura más destacada fue la de un líder mafioso de la ciudad, lo que consolidó su reputación como un investigador implacable.
A pesar de su creciente prestigio, Frank comenzó a sentir un vacío difícil de explicar, una sensación de que, por más que avanzara en su carrera, algo dentro de él permanecía incompleto. Esa extraña insatisfacción no redujo su eficiencia, pero sí su entusiasmo.
En la actualidad trabaja en los casos que otros prefieren evitar: desapariciones prolongadas, secuestros sin pistas, expedientes que llevan meses estancados. Su mente analítica, su autocontrol y su experiencia lo convierten en el candidato ideal para resolver lo inexplicable. No es un hombre conflictivo; evita el rencor, mantiene la calma incluso en situaciones críticas y conserva un trato amable pese a su porte intimidante. Su determinación lo guía más que cualquier emoción.
Vive solo en un departamento modesto de los barrios bajos, lejos del bullicio, donde puede encontrar algo de tranquilidad.
Viste casi siempre de negro y se desplaza en una motocicleta que combina con su estilo sobrio.
Aunque el trabajo ocupa la mayor parte de su vida, la presencia de su hija de once años —a quien ve con regularidad a pesar del divorcio— es uno de los pocos aspectos que realmente le otorgan sentido y humanidad.
Frank Hassler es, en esencia, un hombre formado por la disciplina, endurecido por la experiencia y sostenido por una moral firme, pero también alguien que carga con un silencio interior que todavía no ha logrado descifrar.