Espero a que el mayordomo de los Riverdale me presenté leyendo mi tarjeta, tome una buena decisión al elegir las telas y los colores para mi nuevo vestido.

Madame Delacroix no me lo ha echo, es bastante amiga de la despreciable Penélope Bridgerton y además no tiene ni idea sobre moda.

Acompañado por una elegante máslacara, la cuál ponía en la invitación.                   Al escuchar mi nombre hago enseguida acto de presencia, con suma elegancia bajo las escaleras en realidad no di mi verdadero nombre.

Ningún invitado lo ha hecho, todos han dado un nombre sacado de la literatura, de una flor, un cuadro o como yo que di el nombre de una mujer que siempre he admirado.

Siento la mirada de varías personas sobre mí a las cuales me hago la despistada, voy directa a buscar a los anfitriones.

 

Debo ser agradecida ellos me han dado la oportunidad que el resto desde mi regreso no me han querido dar y la verdad es que así puedo pasearme para que el resto pueda admirarme.

De echó creo escuchar la voz de una de mis antiguas amigas, en realidad eran unas mujeres las cuáles nunca antes había visto.

Pueden ser mis próximas víctimas digo amigas.

 

Cojo una copa de champan mientras sigo moviéndome entre varios grupos, cada uno habla de un tema diferente.

Empiezo a ver las cabezas de los anfitriones, sigo caminando sin que nadie se gire para saludarme o elogiar mi atuendo.

-Discupe señorita.

 

-¿Se refiere a mí?.

Nunca antes delante de mí había tenido al hombre perfecto, de sonrisa encantadora y una voz que hace temblar el cuerpo de cualquier mujer con tan solo usar pocas palabras.

-Cuando escuchado su nombre me ha cautivado.

-Creí que nadie llegaría a saber de quién se trata,

-El resto les ha dado igual pero yo confieso que me he alegrado al conocer a otra persona que la conoce.

-No son taninteligentes como nosotros.

Los dos acabamos riéndonos parece que no he pasado tan desapercibida como yo pensaba, olvido ir a darle las gracias a los invitados y elogiar su baile.

-Puedo saber como se llama mi acompañante.

-¿Cómo cree usted que me llamo?.

-Me gustaría hacerle un par de preguntas para descubrirlo.

-Tiene solo cinco preguntas, ¿acepta el reto?.

-¡Reto aceptado!

 

Nos movemos a un lado donde no estemos tan pegadosunos con otros, se me hace incómodo y tampoco quiero que cotilleen nuestra conversación.

Su acento francés se nota bastante y es otra cosa que me fascina, por suerte mi francés es muy bueno mi institutriz siempre estaba alabándome.

-Pensez-vous que ce serait trop audacieux s`il lui demandait de danser?.

-Pas du tout, j`ai hate de danser avec toi.

-¡Magnifique!

-Votre francais est merveilleux, Madame.

 

Bailamos no una ni dos veces, en diferentes momentos de la fiesta cuando cada uno no estaba integrándose con el resto de los invitados.

Disfruto de una segunda copa escuchando de fondo a la invitada y a sus amigas cotilleando sobre la esposa de Benedict Bridgerton.

Un tema que reconozco que me gusta y del que no dejo de hablar, a nadie nos parece bien que se acabará casando con una simple doncella y ahora pretende que la aceptemos en la sociedad con los brazos abiertos.

Es ridículo.

 

Me alejo del grupo necesitaba retocarme y también refrescarme, la noche esta saliendo mejor de lo que me había estado imaginando las últimas semanas.

-¡Está siendo espectacular!

 

Después de unos minutos regreso al baile, cientos de parejas que están disfrutando bailando juntos. No dejo de buscarle con la mirada por todos lado pero con tantos invitados no doy con su paradero, ¿se habrá marchado o solo ha sido producto de mi imaginación?.

 

El regreso de vuelta a mi cárcel no fue nada agradable, lo único que podía alegrarme es descubrir que por fin mi esposo ha fallecido.

 

Desafortunadamente para mí sigue con vida.