Ese día, junto con Noeh y Vanitas, Aimi llego a esa gran mansión. Por ser hogar de un poderoso vampiro carmesí, Vanitas no tuvo otra que vendar los ojos de Aimi para protegerla.

 

—¿Porque yo si debo tener los ojos vendados y tu no, Vanitas? —. Pregunto Aimi en una pequeña queja, algo frustrada de ser la única de tener que usar vendas.

 

Vanitas miró a su amiga y le dio palmadas en la cabeza.—Es mas por tu bien, yo ya estoy acostumbrado a tratar con los demás vampiros carmesí. —. Le responde tomando distancia de la albina.

 

La respuesta de Vanitas, solo hizo que la chica inflara las mejillas en un adorable puchero, finalmente suspira y decide hacerle caso a su amigo.

 

Mientras tanto, Noeh ya los esperaba frente a la puerta, al no poder ver donde iba, Vanitas le tuvo que guiar a tomarla de la mano y ayudarle a subir escaleras, llegando así ambos donde estaba su amigo Noeh, esperando. 

 

—Bien, ya estamos listos, sigamos con eso. —. Dijo muy animado Vanitas quien ya estaba deseoso de seguir.

 

Sin ver donde iban Aimi solo se dejaba guiar por el azabache, sujeta al brazo contrario como si fuera una ciega de verdad, aunque solo fingia serlo para que no le descubrieran los ojos.

 

De tanto caminar llegaron a una gran puerta, Aimi peñizca el brazo de Vanitas. —Mas vale que no lo hagas enojar, cuando hiciste enojar a otro, libero su poder y junto a ustedes termine adolorida que quede en cama unas semanas. —. Advirtió.

 

Vanitas miro a la chica después de ese gesto, suspira y le da palmadas. —Tranquila, esta vez me comportare. —.

 

Dicho eso, llamaron a la puerta, una sirvienta abrió y los guio a donde sería la reunión, se dio cuenta de las vendas en los ojos de Aimi pero Vanitas desvía la curiosidad, solo diciendo que la albina es ciega. 

 

Asi fue que los tres llegaron a una gran habitación donde los hicieron esperar. 

 

Aimi por su parte aunque ahora no miraba nada, estaba de lo mas nerviosa. Pues se notaba en como sus manos temblaban. 

 

Al ver eso, Vanitas la calma y obviamente hace un pequeño chiste y eso le quita nervios a la contraria. 

 

—Gracias. —Dijo escuchando la puerta abriste y de donde se ve una figura en el umbral.