𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 26 𝒅𝒆 𝑨𝒃𝒓𝒊𝒍.
Menos mal que tengo a Kaia.
Si no fuera por ella haría meses que hubiera dejado todo atrás. Seguramente me hubiera ido sola, sin posibilidad alguna de sobrevivir, pero con una idea clara en la mente, llevarme por delante a tantos ángeles como pudiera antes de que ellos acabaran conmigo.
Tengo un sentimiento de injusticia demasiado grande, y la verdad es que solo quiero vengar a mi familia.
Pero ella me tiene con los pies en la tierra, me dice que hacemos mucho mas bien aquí, manteniendo este lugar seguro para todo el que venga… ¿Pero cuánto tiempo va a ser seguro? Hasta que esos hijos de puta nos localicen con exactitud y nos bombardeen de nuevo.
En realidad les estamos poniendo las cosas más sencillas, reuniendo aquí a los pocos humanos que quedamos vivos. Matar a decenas de pájaros de un solo tiro.
HaY otros campamentos, pero ninguno tan grande y armado como el nuestro. Todo mérito de Jody, por supuesto.
Las dos nos hemos rodeado de personas de nuestra confianza. De los supervivientes más veteranos, de aquellos que llevaban en el grupo desde el principio. Hemos repartido tareas, creado puestos de responsabilidad, hemos creado grupos de reconocimiento. Todo parece funcionar, tanto que hay dos cabezas visibles cuando Kaia o yo faltamos.
Hoy, como muchas noches se me está complicando dormir, esperaba que escribir aquí me ayudara en algo, pero ¿acaso escribir sus miserias le ha ayudado a alguien alguna vez? Menos mal que nadie puede contestarme a esto.
Supongo que cuando vuelva de mi excursión terminaré de escribir esto. O con suerte, duerma.
𝙈𝙞𝙚𝙧𝙘𝙤𝙡𝙚𝙨, 28 𝙙𝙚 𝘼𝙗𝙧𝙞𝙡
No escribí, tampoco dormí…
Hace dos días éramos veinticinco en el campamento. Hoy somos veintinueve. Han llegado cinco chavales nuevos. Y̶ ̶h̶e̶m̶o̶s̶…̶ ̶h̶e̶ ̶p̶e̶r̶d̶i̶d̶o̶…̶ ̶ mierda.
Se me da bastante bien escabullirme. Hace dos noches hubiera jurado que lo había conseguido, que había salido sin que nadie me viera. Pero nada ni nadie escapaba de la vista y la percepción de aquella mujer.
Kaia me había interceptado tan solo diez minutos después de que mis pasos se estuvieran alejando de casa.
Después del susto y casi lanzarme encima suyo, por motivos mucho menos gratos de lo que me gustaría, decidimos dar un paseo, juntas. Casi era como antes de toda esta mierda. Estuvimos a punto de evadirnos, de conseguir disfrutar la una de la otra, de reírnos, de no hablar de emboscadas ni planes de ataque o protección… casi.
De pronto, de la nada salieron cinco pre púberes corriendo como alma que lleva el diablo, y tras ellos, a unos veinte metros… seis ángeles que claramente estaban disfrutando aquello demasiado, como unos puñeteros psicópatas, porque… ¿Por qué razón si no perseguir corriendo a nadie cuando tienes alas?
Por suerte para todos, íbamos armadas, un par de dagas angelicales yo, y tan solo una Kaia. Pero no podíamos proteger a todos esos niños y a la vez luchar contra seis oponentes.
Debíamos huir, pero no podíamos ir al campamento, no los íbamos a guiar hasta allí…
Después de una discusión corta, pero encendida, ella se queda atrás, con su arma y una de las mías. Yo corro con los chavales de vuelta, quienes entre los cinco habían conseguido reunir tan solo un par de dagas.
El trayecto fue apresurado, pero sin incidentes, sabia como no dejarme ver, ni en persecución ni por el aire.
Antes de llegar al campamento, Taylor quien estaba de guardia esa noche, nos vio llegar y no tarda en dar la voz de alarma.
En cuanto veo correr a mis compañeros hacia nosotros, me quedo con las tres dagas y vuelvo tras mis pasos.
Juro que corrí como si estuviera envuelta en llamas, jamás en mi vida he corrido tan rápido… en mi cabeza tan solo se escuchaba, me martilleaba un pensamiento “𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑛𝑜. 𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑛𝑜. 𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑛𝑜. 𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑛𝑜”
Pero a pesar de la carrera, a pesar de que mis pulmones gritaban por algo de oxigeno… todo se frenó de golpe, mi corazón, mis pulmones, mi cabeza…
Kaia estaba tirada en el suelo, en medio de un charco de sangre, boca abajo… y aún luchaba por levantarse.
No debería haberme ido, era ella quien debia salvarse, no yo. No podia verla morir de nuevo, y sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, aquella increíble mujer terminó por desangrarse en mis brazos.
Su cuerpo sigue ardiendo. En una explanada lo suficientemente alejada del campamento. Pero yo no he podido quedarme… ni si quiera puedo llorar, no cuando me duelen tantas muertes. No puedo llorar a la mujer que he querido, no puedo dejar salir mi pena, mi rabia, no puedo hacer nada que no sea simplemente estar.
No puedo dejar de desear haber sido yo.