“Cuando el cosmos tembló entre lo real y lo imposible, ella no gritó. Ella soñó.”

Antes de la forma, antes del nombre, antes incluso del primer pensamiento consciente... existía la melodía.
Una nota sostenida, pura y ligera, danzando en el abismo de la creación.
De ese eco ancestral, surgió ella:
La Cacatúa Legendaria, madre de la ensoñación, ser mitológico que no nació ni fue creada, sino imaginada en conjunto por todas las posibilidades del universo.

Portadora de un plumaje que refleja la luz del primer amanecer estelar, con cresta alzada como la llama del conocimiento y ojos que han visto tanto la génesis como la ruina. Sus plumas, según los mitos de boca en boca... nunca caen, sino que se transforman en semillas de sueños que caen a los mundos dormidos, germinando inspiración y esperanza.

Sus alas no baten el aire: cortan la oscuridad del miedo. Donde ella aterriza, las pesadillas se desvanecen como niebla al sol.

Para los Satella, ella no es diosa de adoración ritual ni de imposiciones doctrinarias.
Ella es guía, origen y destino.
Su figura es el primer tótem de todos los tótems, la fuente desde donde emergen los valores que cada Satella debe encarnar: justicia, creatividad, esperanza, valentía, compasión, y más.
Su imagen se graba en altares sin templo, en canciones sin letras, en mapas sin continente.
Y aunque su forma es conocida, su naturaleza sigue siendo un misterio: no se comunica con palabras, sino con presentimientos. No interviene, pero lo transforma todo.

Se dice que el soñar es la forma más pura de comunicarse con la Cacatúa Legendaria.
Mientras los sueños humanos nutren los campos estelares que rodean el planeta natal de los Satella, ella los cuida, los recoge, los protege.
En tiempos de gran oscuridad, cuando las pesadillas avanzan sin descanso, los más sabios aseguran que ella alza el vuelo, recorriendo planos con su voz invisible, recordando a los soñadores sean humanos o Satella, que cada deseo es una chispa de orden en el caos.

Hay quienes afirman que cada vez que un niño sueña con volar, es porque un ala de ella ha rozado su cuna.

Una antigua leyenda cuenta que, cuando el universo se tornó inestable por la primera erupción del miedo, la Cacatúa Legendaria sacrificó su canto eterno para crear una red de armonía que sostuviera todos los mundos donde pudiera habitar un soñador.
Ese canto aún resuena, imperceptible, en los corazones de quienes no han dejado de imaginar.

Por ello, los Satella creen que mientras haya un solo ser capaz de soñar con esperanza, la Cacatúa Legendaria jamás dejará de existir.

“Ella no tiene nido. Ella es el nido.”
“Ella no tiene lengua. Ella es el lenguaje de lo que aún no se ha dicho.”
“Ella no necesita que creas en ella. Pero si alguna vez sonríes al cerrar los ojos, ella ya está contigo.”