Nombre: Asher Bianchi
Edad: 18 años
Género: Maculino
Altura: 1.69
Ocupación: Modelo y estidiante de artes
Personalidad:
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Celoso y desconfiado, no entrega su confianza con facilidad, pero cuando lo hace, es intensamente leal.
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Suele ser serio ante situaciones importantes, pero en el fondo es alegre, cariñoso y travieso, mostrando su lado más suave con quienes quiere.
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Su inteligencia destaca, especialmente cuando se trata de aprender cosas nuevas o resolver problemas.
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Es amable, gentil y con una gran empatía hacia los demás, aunque se protege con una barrera emocional.
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Tiene un fuerte sentido de justicia y no soporta el maltrato ni la deshonestidad.
Gustos:
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Dibujar durante horas en silencio
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Leer libros que lo hagan imaginar otros mundos
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Estar rodeado de animales
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Sentir la lluvia caer mientras piensa
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Viajar y descubrir lugares y culturas nuevas
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Aprender cosas nuevas todos los días
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Admirar flores, tanto por su belleza como por lo que representan
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Los días soleados que lo llenan de energía
Disgustos:
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Las mentiras y los engaños, incluso los “piadosos”
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Las peleas y los gritos
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El ajo (lo detesta en todas sus formas)
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El desorden (le provoca ansiedad)
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Los insectos
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Las personas groseras o que no respetan su espacio
Relaciones familiares:
Vive con sus padres, quienes lo aman profundamente lo dejan ser libre y expresarse, fomentando su arte y sus intereses, sin embargo, tienden a sobreprotegerlo, lo que choca con su naturaleza un poco rebelde esta relación genera momentos de tensión, pero también de profundo cariño el sabe que lo hacen por amor, aunque a veces desea más independencia y no sentirse tan sobreprotegido ya que eso no le gusta pero lo aprecia ya que son sus padres y no quiere pelearse o tener una discusión con ellos
Notas adicionales:
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Puede parecer frío al principio, pero en realidad es alguien con un corazón muy cálido.
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Tiene un diario donde anota ideas, sueños, emociones y bocetos.
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Siente una profunda conexión con la naturaleza, especialmente con los días lluviosos y los paisajes florales.
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Sueña con vivir viajando, creando arte y encontrando personas afines a su forma de ser
-SU HISTORIA-
Desde pequeño, Asher fue un niño especial. Nació en una tarde de lluvia suave, como si el mundo quisiera darle la bienvenida con calma. Sus padres, amorosos y atentos, notaron desde temprano que Asher era diferente a otros niños. No por algo que se viera a simple vista, sino por la profundidad en su mirada, su capacidad para entender emociones, y por el hecho de que se cansaba más rápido que los demás al correr o jugar.
A los 5 años, tras varios episodios de fatiga y desmayos, los médicos descubrieron la verdad: Asher padecía una enfermedad cardíaca congénita. No era grave al punto de impedirle vivir, pero sí requería cuidados constantes, chequeos frecuentes y limitaciones físicas. Aquello cambió la dinámica familiar por completo. Sus padres, que ya eran protectores, comenzaron a sobreprotegerlo aun más, temiendo que algo pudiera pasarle si se esforzaba de más o salía solo.
Asher, a pesar de su corta edad, entendía su situación. Pero también deseaba vivir como cualquier niño de su edad: correr, explorar, equivocarse y descubrir el mundo. Fue así como nació su pequeña rebeldía. No una que desafiara con gritos, sino una que se manifestaba en escapadas al jardín bajo la lluvia, en noches en que se quedaba despierto dibujando hasta tarde o en caminatas silenciosas entre flores cuando debía estar descansando.
A los 10 años encontró refugio en el arte. Dibujar se convirtió en su lenguaje secreto, su forma de liberar lo que no podía expresar con palabras. A través del lápiz y el papel, volcaba su dolor, su ternura, su curiosidad y sus sueños. También descubrió que los libros eran puertas hacia mundos donde él no tenía límites, donde su corazón no lo detenía.
Durante su adolescencia, Asher comenzó a desarrollar una personalidad compleja y hermosa. Era amable, inteligente y cariñoso, pero también celoso, travieso y desconfiado. No confiaba fácilmente, quizás porque había aprendido desde muy pequeño que la vida podía dar giros inesperados. Odiaba las mentiras, el desorden, los insectos y, curiosamente, el ajo. Adoraba los animales, la lluvia, las flores y los días soleados, aunque siempre decía que "la lluvia era más honesta".
Su enfermedad siempre estuvo presente, recordándole sus límites. Pero Asher nunca permitió que lo definiera. A los 16 años, tras una breve hospitalización, decidió que viajar y aprender cosas nuevas sería su meta de vida. Aunque aún vivía con sus padres, quienes le daban cierta libertad, las discusiones por su necesidad de independencia se volvieron frecuentes. Él los amaba profundamente, pero deseaba encontrar su propio camino.
Ahora, a los 18 años, Asher se encuentra en una etapa crucial. Está más fuerte que nunca —dentro de lo que su corazón le permite— y ha aprendido a vivier con su enfermedad sin que lo consuma. Sabe que tiene un camino más difícil que otros, pero también sabe que tiene más amor, arte y sueños que muchos. Quiere estudiar ilustración, recorrer otros países, escribir un libro de memorias, cuidar animales abandonados... y, sobre todo, amar sin miedo