Nombre: | Guinevere | Edad: | 16 |
Familiares: | Lancelot, Odette | Clase: | Alta |
Ciudad de Origen: | Baroque | Raza/Género: | Humana |
Profesión: | Maga | Habilidad Especial: | Magia |
Características Físicas
Altura: |
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Corporalidad: | Delgada, figura estilizada | ||
Tonalidad Muscular: | Leve definición, apariencia delicada | ||
Rostro: | Ovalado, facciones finas, labios definidos | ||
Cabello: |
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Tez: | Clara, piel de porcelana | ||
Marcas/Tatuajes: | Ninguno visible | ||
Rasgos Característicos: |
Vestimenta estilo princesa, moño grande, expresión segura |
Personalidad
Antecedentes y carácter general
- Es la hija menor de la noble Casa Baroque, criada con privilegios, pero su inclinación por la magia y su espíritu independiente contrastan con su entorno aristocrático.
- Desde pequeña tuvo una “sensible percepción espiritual” y una “afinidad natural por la magia antigravedad”, lo que la convirtió en una prodigio mágica. A los 10 años ya experimentaba con energía mental y super energía. Esta pasión temprana moldeó su carácter curioso, ambicioso y determinado.
Temperamento
- Tiene un temperamento un tanto extraño y caprichoso: disfruta de lo elegante y lo hermoso, y detesta sentirse controlada o usada como moneda de cambio político.
- Cuando se enfrenta a un matrimonio arreglado, se rebela y busca la ayuda de su hermano Lancelot para escapar de su destino.
Valores y motivaciones
- Guinevere valora su libertad y su crecimiento personal. No acepta vivir una vida planeada por otros; quiere labrar su propio camino usando su talento mágico.
- Aunque ama a su familia, especialmente su hermano Lancelot, tiene una fuerte convicción de que su valor va más allá del apellido que lleva.
Relaciones y emociones
- Tiene una relación muy cercana y afectuosa con su hermano mayor Lancelot; a veces usa sus experimentos mágicos para jugarle bromas. Él la quiere profundamente, a pesar de las travesuras.
- Se siente incómoda ante pretendientes o alianzas forzadas, especialmente las políticas; ello intensifica su deseo de autonomía.
Actitud
- Segura de sí misma y un poco arrogante, no teme mostrarse poderosa y elegante.
- Ningún desafío la intimida si cree que puede demostrar su habilidad y talento propio.
- Se expresa con tono exigente, elegante y un tanto teatral (“Nací con talento”, “¿Podrías ayudarme a encontrar a mi hermano?”, “Si tan solo tuviera libertad.”).
Infancia – Comienzos
Guinevere nació como la hija menor de la prestigiosa y ancestral Casa Baroque, una familia noble reconocida por su dominio en el arte de la esgrima y su lealtad al Imperio. Mientras sus padres la rodeaban de lujos, vestidos elegantes y exigencias sociales propias de la alta cuna, ella pronto dejó ver que no era como los demás nobles. Desde pequeña demostró una sensibilidad inusual a la energía espiritual y a los fenómenos mágicos; no se interesaba por el bordado ni las galas, sino por lo invisible: el movimiento del aire, la fuerza de la gravedad, y los hilos que conectan el mundo físico con el mental.
A los siete años, tras hacer flotar accidentalmente una copa de té en plena cena familiar, fue confinada a una estricta formación mágica, con tutores que poco entendían su talento nato. Pero su naturaleza inquieta no se dejaba contener. Se escapaba por las noches para leer libros de hechicería prohibida en la biblioteca del castillo, y comenzó a experimentar con su poder sin supervisión. A los diez, ya lograba controlar su energía mental con más precisión que la mayoría de magos entrenados. Pero eso también la hizo objeto de miedo entre algunos cortesanos... y de interés político.
Sus padres, buscando afianzar alianzas, intentaron comprometerla en matrimonio con el heredero de otra casa noble. Aquello encendió la chispa de su rebeldía. Se sintió traicionada: no como hija, sino como pieza de ajedrez. Fue entonces que su hermano mayor, Lancelot, intervino. Él, su más grande confidente y cómplice, le ofreció una salida. Desde entonces, Guinevere entrena por su cuenta, perfeccionando un estilo de combate que mezcla danza, telequinesis y magia antigravitatoria.
Marcada por su talento precoz y su deseo inquebrantable de libertad, Guinevere no es una simple noble: es una fuerza en movimiento. Lo que comenzó como una infancia controlada terminó moldeando a una joven decidida a romper los moldes de su linaje y forjar su propio destino.
Experiencia en Combate o Supervivencia
Desde muy temprana edad, Guinevere fue tratada como una joya delicada dentro de la aristocracia: protegida, pulida y educada con los más altos estándares. Su afinidad natural con la energía mágica —en especial la antigravedad— se combinó con una obsesión casi artística por perfeccionar su estilo de combate. Mientras sus tutores la instruían en etiqueta y retórica, ella perfeccionaba coreografías de batalla en los jardines del castillo, mezclando destreza física con manipulación de energía mental.
Su hermano Lancelot, espadachín de élite, notó rápidamente que su talento iba más allá de lo convencional. Fue él quien le enseñó las primeras bases del combate físico, aunque pronto ella tomó un rumbo distinto. Rechazó la espada. Su cuerpo era el arma: ágil, ligero y preciso. Con el tiempo, desarrolló una forma única de lucha que se parecía más a un baile letal que a una técnica militar. En lugar de embestir, ella se deslizaba por el campo de batalla como si el mundo obedeciera su ritmo, lanzando a sus enemigos por los aires con pulsos de energía o derribándolos con un salto perfectamente cronometrado.
Guinevere no participó en guerras ni sirvió a ningún ejército, pero eso no significa que no haya combatido. Durante su huida del compromiso político impuesto por su familia, atravesó tierras salvajes, enfrentó bandidos, y derrotó a mercenarios contratados para devolverla a casa. Uno de los episodios más notables fue su enfrentamiento contra un grupo de magos mercenarios que intentaron someterla en las ruinas de Astelgard: allí, usó su dominio de la levitación para crear un campo sin gravedad, desorientando a sus enemigos y neutralizándolos sin derramar una sola gota de sangre.
No pelea por gloria ni por deber, sino por convicción. Su poder es una extensión de su libertad. En combate, Guinevere se vuelve impredecible: una combinación de gracia, brutalidad contenida y magia explosiva. Donde otros entrenan por necesidad, ella lo hace por arte. Porque para Guinevere, sobrevivir no ha sido solo mantenerse viva… sino mantenerse libre.
Actualidad
Los días en la mansión Baroque han quedado atrás. Guinevere, ahora más madura y segura de sí misma, camina un sendero solitario entre lo que fue y lo que podría llegar a ser. Tras años de entrenamiento secreto y una huida cuidadosamente ejecutada, la joven noble ha permanecido en las sombras, observando cómo el mundo cambia, cómo los reinos se fracturan y las fuerzas antiguas resurgen en silencio.
Su última misión, sin embargo, no fue silenciosa. Durante una investigación mágica en las ruinas de un templo flotante en el Valle de Solvian, Guinevere descubrió un antiguo artefacto que resonaba con su energía antigravitatoria. Al intentar comprenderlo, fue emboscada por una figura encapuchada: alguien que conocía su nombre, sus habilidades… y sus miedos. La batalla que siguió no fue como ninguna otra. Por primera vez, su control flaqueó. El enemigo manipulaba su propia mente, torciendo ilusiones y forzándola a revivir recuerdos que prefería olvidar: la traición de su familia, el miedo de no ser suficiente, el rechazo de quienes la veían solo como una herramienta.
Apenas logró escapar. Herida, desorientada y con el artefacto sellado por una barrera que no pudo romper, Guinevere se refugió en un claro oculto entre montañas, donde pasó semanas meditando, curando su cuerpo y templando su alma. Fue ahí donde comprendió que ya no podía actuar sola. Lo que enfrentó no fue un enemigo cualquiera, sino el primer eco de algo mayor. Algo que amenaza con trastocar el equilibrio mismo del mundo.
Y así, con el cabello aún suelto por el viento, la ropa marcada por el viaje y la mirada más decidida que nunca, Guinevere ha comenzado a moverse de nuevo. Su destino la conduce ahora hacia una encrucijada, donde otros también han sentido la llamada. Algunos con espadas, otros con heridas, todos con historias. Lo que empezó como una búsqueda de libertad ahora se entrelaza con el destino de muchos.
Instantes antes de encontrarse con el resto del grupo, Guinevere descendía la colina, dejando atrás el último atardecer en solitario. Con cada paso, lleva consigo la elegancia de una noble, la energía de una hechicera, y la voluntad de una mujer que ha decidido nunca más ser una pieza… sino quien mueve el tablero.