El sol brillaba alto en el cielo de Valle Sereno cuando Gaudy, Ameria, Martina y yo nos encontrábamos parados frente a la imponente puerta de la Biblioteca Arcana de la Asociación de Hechiceros de la pequeña ciudad, un lugar de sabiduría y conocimiento mágico. 

 

Cruzamos la puerta. Sentía en mi interior una especie de emoción y determinación mientras empezamos a avanzar por la vasta y aparentemente interminable maraña de estanterías.

 

La biblioteca de la Asociación de Hechiceros se extendía como un laberinto de sabiduría, sus estanterías interminables albergaban un caleidoscopio de conocimiento mágico antiguo. 

 

Caminamos entre los pasillos abarrotados de libros, y fui observando todo con mis ojos ávidos de información sobre espadas poderosas. Y es que ese era nuestro objetivo: buscar información sobre el paradero de alguna espada poderosa que pudiera serle útil a Gaudy después de que él le entregara la Espada de Luz a Sirius. 

 

—¡Bienvenidos a la madre de todas las bibliotecas! —exclamé emocionada dirigiéndome a mis amigos. —¡Espero que vuestros cerebros estén listos para explotar de tanto conocimiento!