¿Recuerdas la primera vez que escuchaste esos murmullos?
Al principio son fáciles de ignorar, son como las conversaciones que uno escucha mientras va caminando por la calle. ¿Pero qué pasa cuando las escuchas en completa soledad o cuando estás a punto de dormir?
Mientras más atención les pones, más nítidos son. Susurros inentendibles pero que claramente van dirigidos a ti, te llaman, lo hacen porque saben que puedes oírlos.
Se habla mucho de que cuando miras al abismo este te devuelve la mirada. ¿Y si es este el que no deja de mirarte y espera a que tú le respondas? Te acecha, espera paciente... sabiendo que la eternidad es una ventaja y no un obstáculo. No tiene prisa para romperte en pedazos, día tras día, hasta que simplemente sucumbes.
Tengo días buenos y malos. En los "buenos" los murmullos son como un televisor encendido en una habitación lejana, prácticamente imperceptibles con la distracción adecuada. Los días "malos", en cambio, son como tratar de leer un libro o estudiar para un examen en medio de un campo de batalla.
Hace unos años tuve la oportunidad de hablar con un científico que estudiaba... no sé, ciencia teórica probablemente. Un experimento salió mal y quedó expuesto a algo que hizo que su mente se hiciera añicos. No puedo decir que tuvimos una "conversación", el tipo parecía cuerdo y luego se perdía en algún análisis sobre algo muy fuera del tema, el tiempo tampoco estuvo de mi lado. En un momento de lucidez dijo que había visto la verdad del universo, un segundo después estaba desorientado hablando sobre esa "música". No le di importancia en ese momento, hasta que me topé con una teoría que afirmaba que la mente humana busca reducir lo incomprensiblemente abrumador a niveles muy básicos para que nuestro cerebro pueda asimilarlos: ahí es donde entra la música, fácil de recibir y aprender.
Tengo entendido que nuestros encuentros con las anomalías y el experimento de ese viejo no tienen ninguna relación. Pero... Si la mente de una eminencia, un astrofísico brillante no puede asimilar lo que vio ¿Qué se podría esperar de personas comunes y corrientes?
Escribo esta carta porque eres la única que podría entenderme. He comenzado a escuchar notas musicales entre los susurros, como si estuvieran a punto de armar una jodida banda. Inquietantes, con más frecuencia y protagonismo.
¿̶̛̱̫͓̝̮͔̀̔͆̓͘͠ͅͅT̷̛͕̩̳̰̣̀́͐̌̀̑ú̴̫͖̍̂̿̃̑̑̕ ̶̖̥̩̘̊̾͋̀͛̅̾͜t̶͍̖̉̒a̸̭̞͎͍̐m̷̡͕͇͕͚̄͋͜ͅb̸̡̧̟̺͎̜͙̊̒̀̅́i̵̝̥̇́͆͝é̵̹̑̓͂́̍̕͠n̷̻̼̎͆̆̋̓͑̂̚ ̶̡̦̀̐͂̅́͝p̶̰͎̬̌̑͗̋͐̾̑u̷̠̳̭̣͙̰͓̥͌̈́ë̴͍͓͖̣̰́̿͆̊̔͘͠ͅḑ̶̞̐̒̃̋̂͊̐͝è̷̘̺͎͍̥̀s̴̡̡̹͙͚̀̄̈́̕ ̸̡̈̈́̈́͘͜e̵͖̫͇͇͂̌͆̀͒ș̵̨͙̟̪͐̑̆̅̋͒̋c̷̢̨͍̰͎̩̒u̴̡̩͉̼̣̣̻̣̕c̵̙̳̪͕̮̲̿͌͛͐̐͜͝h̵͈̲̬̳̟̼͇̬͊̈̉̑̄a̶͖͖̦̩̠̲͍̓͋̑̄̾̆̀̉r̸̢̧̟͇̼̘̈́̆̿̚͜ ̷̨̡͎̭̹̤͗̀̿̆̽̈͘ẹ̸̼͑́͛̈́̋̀͝͝ś̸̱̥͉̿̀̾̿̓a̵͈̭̯͗͛͂̅̈̅̚ͅ ̵̞̳̮͈̈́m̸̞̭̞̯̹̖̯̅̄̎̅͠͝e̶̢̲̪̦̻̥̐͝͝l̴̰̍͛̅́ō̷̟̟̜̺͉͉̃̂͒̃͛̾̋d̶̺̅͌̔̑͘̕͝í̶̭̳̰̙͈͎̥͌͗̍̉͝a̷̡̘̮̪͆͊̒̈́͜?̸̨̡̱͖͇̘̭́̇̑͑͒̀