Por Patroclo... hijo de Ftía
"Nadie canta mi nombre en las plazas. No hay altares con incienso ni himnos susurrados por los labios de los poetas. Si me recuerdan, lo hacen con un apéndice: el compañero de Aquiles, el que murió en su lugar. Y tal vez eso esté bien. Tal vez sea más fácil venerar al sol sin ver el polvo que le sigue"
"Pero yo estuve allí. Fui más que el escudero, más que el amigo fiel, más que la carne que cayó para encender una furia divina"
"Nací sin la promesa del heroísmo. Mi linaje no fue tejido por dioses ni mis manos empuñaban la espada como una extensión natural de mi alma. Era torpe. Débil, decían. Tímido, decían. Me arrojaron lejos por un crimen accidental, un niño exiliado por matar en defensa propia. No lloré cuando mi padre me desheredó. Pero sí lo hice cuando me vi por primera vez en Ftía, rodeado de extraños y del chico de cabellos como fuego líquido y ojos que sabían demasiado"
Aquiles...
"A su lado no me sentí pequeño. Me sentí visto"
"Fui curandero antes que guerrero, sanador antes que soldado. Aprendí a leer el temblor de las manos, el espasmo en una herida, el ritmo sagrado de un corazón que lucha por quedarse. Las armas me pesaban más que los vendajes. La sangre, cuando la había, prefería que no fuera mía ni ajena. Pero la guerra de Troya no preguntó qué queríamos ser. La guerra nos arrancó de nuestras pieles, y en su lugar, nos vistió con la de otros"
"Aquiles fue arrastrado al campo, no por gloria, sino por la profecía. Mataría a Héctor, y con ello, sellaría su destino. Pero me negué a verlo perecer tan pronto. Por amor —sí, por amor, no voy a disimularlo—, me puse su armadura. No para jugar a ser él, sino para que la ilusión bastara. Para que los griegos resistieran un poco más. Para que él pudiera quedarse un día más conmigo."
No me arrepiento...
"La muerte vino rápida, brutal, con el nombre de Héctor grabado en la lanza. No vi a Apolo, aunque dicen que fue él quien me derribó. No escuché a los dioses. Solo el crujido del metal, el peso de la tierra, el eco distante de una voz que gritaba mi nombre, no el de Aquiles, no el de un héroe, el mío"
"Y aun así, he seguido existiendo, en sombras, en lamentos. No hay canciones para quienes mueren en la piel de otros. Pero existí. Amé. Sufrí. Luché. No por la gloria, sino por él, por nosotros. Y si la eternidad me ofreciera otra vida, otra batalla, otra oportunidad, volvería a caer. Porque no todos los guerreros desean ser recordados como invencibles. Algunos solo quieren ser recordados como humanos"
Yo fui Patroclo...
El mejor de los mirmidones...
El que curó más veces de las que mató...
El que amó a Aquiles, no por su leyenda... sino por su risa y su alma...
El que cayó en una guerra escrita por dioses, pero vivida por hombres...
"Y aunque el mundo insista en olvidarme, yo aún susurro entre las grietas del mármol, esperando que alguien, al menos una vez, pronuncie mi nombre sin añadir el de otro..."