Había sido una semana agradable. En estos días logró completar algunos trabajos que lo dejaron bastante satisfecho y aún así le había sobrado algo de tiempo para él mismo por lo que no estaba fulminado como muchas otras veces. Le gustaba la paz de no tener un horario fijo, la falta de rutina, depender solo de sus propias exigencias. No eran pocas, claro, pero a veces podía darse el lujo de bajar la marcha.
Al bajar el sol, slow llegó del estudio y fue recibido por maullidos y ronroneos, su manada lo esperaba con ansias como cada día. Fue acariciando y saludando a cada uno de sus mininos y al terminar fue por agua a la heladera; destapó la botella y al cerrar la puerta volvió a encontrarse con aquella invitación adherida a la puerta del freezer con algunos imanes. Sabrá Dios dónde estaría el sobre, seguramente hecho añicos debajo de la cama o por algún otro escondite. Bebió un sorbo, observando la nota de reojo. Aún se preguntaba de dónde demonios habían sacado la dirección de su departamento...                                                                                                                                                                                                                                                  ❝𝑬𝒔𝒕𝒊𝒎𝒂𝒅𝒐 𝑺𝑳𝑶𝑾𝑫𝑰𝑽𝑬❞
... al menos se encargaron de endulzarle el oído. Era una estupidez pero ver su nombre con una tipografía elegante y que lo hayan tenido en cuenta quizás si le inflaba un poco el ego. El gato en la invitación había adicionado puntos extra. El primer aniversario tenía todas las fichas para ser un evento a todo trapo.

¿Sus ganas de asistir a un evento? Prácticamente nulas. Todo su equipo había sido invitado pero de alguna forma u otra, 8 de los 9 miembros tenían una excusa. Aparentemente el único que no tenía nada que hacer jamás era slow. Todos se complotaron para convencerlo de que era el único que podía ir y no tenía alternativa. Era una oportunidad de negocio. ¿Cosas que no haría por dinero? Prácticamente nulas.

No querían publicidad, les gustaba el anonimato: el equipo trabajaba a las sombras de la ciudad y también de la industria. Sus aportes no eran demasiados pero canción que tuviera el nombre de alguno en los créditos estaba destinada al éxito. Por ende, slow no iría a promocionar su música sino sus servicios. «Hay que venderlo como toy boy» había bromeado P'Joy. Slow lo fulminó con la mirada. Iban a usar su cara para que la gente preguntase quién demonios era y cómo había terminado en la alfombra roja, las luces y las cámaras sobre su persona... No le gustaba la idea... Pero si la idea de atraer nuevos artistas al estudio, era música para sus oídos... casi podía escuchar como su cuenta de banco recibía una jugosa transferencia. Si lograba hacer sociales sería la perfecta cacería de algunos nuevos clientes.

Tomó el papel mientras suspiraba con resignación, la noche del evento finalmente había llegado. Durante todos estos días no había surgido ninguna excusa, no era fan de las mentiras por lo que tampoco había podido inventar algo creíble. A esta altura ya no podía ignorar el hecho de que debía poner manos a la obra. «Voy a necesitar algo más fuerte» murmuró dejando la botella nuevamente en la heladera. Se desplazó por la sala y una vez estuvo frente al bar se sirvió un vaso de whisky. Dio un sorbo y miró de reojo el tocadiscos... ¿Será? Si, era necesario si pensaba arrancar, algo de música debía inundar su hogar. Lo que sí, sabía que podía estar horas intentando decidir qué debería sonar en ese momento por lo que optó dejar lo último que había reproducido: Doolittle de Pixies, 1989. El vinilo de grunge comenzó a girar y pronto comenzó el primer track, Debaser

Dio un trago más para vaciar el vaso y se dirigió al baño. Al salir del baño una toalla le rodeaba la cintura mientras secaba su cabello con una más pequeña, slow se adentró en el vestidor y comenzó a rebuscar. Sabía que en algún momento le daría uso a la ropa de aquella campaña de modelaje... Quizás no era lo más común verlo arreglado de tal manera pero tenía un porte que le permitía ser lo suficientemente versátil como para verse elegante y deslumbrar sin desencajar en un evento como este. Tampoco iba a elegir un traje aburrido y simplón, incluso si no era su estilo habitual dejaría entrever un poco de su personalidad. Dejar entrever, literalmente. Una polera cuello medio negra, de tul traslúcido. Unos pantalones de cuero también negros, zapatos negros y para cortar una chaqueta vino tinto con detalles en negro. Resaltaba sus anchos hombros y torso pero estilizaba sus piernas haciéndolo ver ligeramente más alto. Optó por evitar los anillos esta vez, solo cambió sus pendientes. No le parecía demasiado y no le parecía poco, estaba complacido con el resultado, con su apariencia. Eligió uno de sus perfumes favoritos de Tam Dao; mientras lo aplicaba sutilmente se admiró en el espejo por un momento y finalmente salió del cuarto.

Le hubiese gustado un trago más pero prefirió esperar, ya podría beber una vez allí. Apagó la música antes de salir, tomó sus llaves, teléfono y la invitación para luego dirigirse al estacionamiento de su edificio. Revisó la dirección, estaría allí en unos 15 minutos. Si la cosa no pintaba bien haría presencia un rato y vería qué hacer luego. No le vendría de más un poco de diversión así que, si había alguna chance de que encontrara alguien con quien beber y vaya a saber qué más no iba a oponerse en lo más mínimo.

Al llegar al lugar, le entregó las llaves de la camioneta al valet y sin más se dirigió a la alfombra roja. Con un paso firme e imponente, mentón en alto con su habitual cara de pocos amigos, una mirada afilada y expresión gélida posó bajo los reflectores como si de un trabajo se tratase. Se encontró con algunas caras de desconcierto y susurros, pocos conocían el rostro del productor pero entre cuchicheos alguien había confirmado su identidad. Se limitó a devolver algún que otro saludo con la mano y se encargó de que las cámaras tuvieran lo que querían.