« El destino de cada ser humano está en las vivencias de su vida, los monstruos también son creaciones de los humanos. » 

 

Beatrix, pobre mujer. Las constantes violaciones destruyeron poco a poco toda esperanza de salir con vida. Pero hubo un tiempo donde estos macabros juegos cesaron: el embarazo. 

 

Después de 6 meses y 8 días de tortura física, de ser un objeto entre nobles, el entonces Rey sabía que era el único que había terminado dentro (todos eran obligados a hacerlo afuera) esa cría era de él. Pero no lo quería. ¿Porqué debería tener un bastardo por hijo?. Tenía a Ethan, su primogénito de 3 años y el verdadero heredero al trono.

 

La furia invadía al hombre, debía darle una paliza hasta que sacará a lo que llevaba dentro y Beatrix tampoco lo quería. Deseaba abrirse el vientre y morir de una buena vez... Pero aquella noche de octubre, bajo el mando de una tormenta eléctrica, un polizón entró a la bóveda de juegos y "rescato" a Beatrix. Aquel hombre era su primo, Adler Von Hannover, un aventurero que tras escuchar de un mago sobre las actividades del Rey, no dudo en ir por su familia. 

 

" No quiero tenerlo. ¡NO QUIERO QUE NAZCA!. " el alma rota de la mujer imploraba que por favor acabarán con esa vida. Pero Adler se negó, los llevo fuera del país a la ciudad de los bandidos, lugar donde él era el jefe. Por el lapso de su embarazo tuvo 3 intentos de aborto, pero el feto se aferraba a vivir. 

 

Nació. El llanto sonó por toda la ciudad. Los bandidos se apresuraron a ver al recién nacido, Adler a pesar de todo lo quería. Pero Beatrix... Esa pobre mujer de ojos rotos, cuando lo vio llorar no sintió nada. Pero, cuando el bebé se aferró a uno de sus dedos, lloró. ¿Qué culpa tenía ese niño de haber nacido?. Lo abrazo, el amor de madre era más fuerte que el dolor. 

 

Adler le dió un hombre cuando lo tomo en brazos y lo presumió ante los bandidos: Elliot, este bebé será quien nos de la luz que este mundo podrido necesita, será nuestra esperanza, será el ejecutor. La barbarie de las copas alzadas y los cantos hicieron que madre e hijo se sintieran a salvó.

 

Pero no por mucho tiempo.