El presentimiento es natural… tal vez instinto o simplemente una sensación desconocida que me hace sentir incómoda todo el tiempo. Ya no hallo consuelo en mi habitación en el Olimpo, no encuentro descanso en sus columnas doradas ni en el eco de su gloria eterna. Me falta algo. No sé si es la soledad, la ansiedad o este vacío que se expande en mi pecho, pero lo cierto es que ya no tengo un lugar donde sentirme segura.
Tal vez es la gestación… ese estado que, a pesar de su divinidad, me ha convertido en una excepción entre los dioses. Yo, Hebe, la Diosa de la Juventud, la encarnación de la vitalidad eterna, ahora limitada por la dulce carga de mi primera hija. Kaly, mi pequeña luz, ha sido mi única compañía en todo este tiempo, la única razón por la que sigo respirando. Pero también, ha sido la prueba más dolorosa de lo que significa estar sola.
Las primeras semanas después de confirmar mi embarazo fueron como un fuego indomable, un frenesí de deseo y éxtasis que solo Zagreo podía calmar. Qué fácil fue entregarle mi amor, mi cuerpo, mi devoción. Qué fácil fue pensar que la pasión era suficiente para sostenernos. Porque él era diferente a todos los dioses que había conocido; pensaba como un mortal, sentía como un humano… y eso me atrapó. Quise conocerlo más, quise hacerlo mío. Y lo logré.
Pero el amor no es solo fuego, y cuando las llamas se apagaron, me quedé con el frío de la realidad. Zagreo tenía deberes, cargas que jamás dejaría atrás, un destino que jamás compartiría conmigo. Sus ausencias se volvieron un vacío en nuestra cama, en mi corazón… en mi alma. Me envolvía en su calor cuando le reclamaba, pero luego se marchaba de nuevo, siempre volviendo al Inframundo, siempre alejándose de nosotras.
Fui ingenua. Pensé que me elegiría. Pensé que, al menos por un instante, sería más importante que sus obligaciones, que su maldición, que el reino de su padre. Pero me equivoqué. Su amor era distante, incompleto, no me incluía en su mundo. Y aunque yo lo amé con todo lo que soy, aunque lo sigo amando incluso ahora, ya no puedo seguir engañándome. Zagreo jamás estuvo realmente a mi lado. No ha escuchado los latidos de Kaly, no ha sentido sus primeras patadas, no ha estado en mis noches más solitarias, ni en mis días más oscuros.
Siempre hay voces que me lo recuerdan. “Fue tu decisión, tú elegiste este camino.” “Creíste ser mucho, te metiste donde no debías.” No importa cuánto duela, siempre hay alguien dispuesto a restregarme mis errores. Pero… ¿quién me ofrece consuelo? ¿Quién me abraza cuando no puedo más? Nadie. Y es en esa soledad donde me pregunto si alguna vez debí existir.
Soy la hija de Zeus, pero Zeus tiene muchas hijas. ¿Qué cambia si una deja de estar? Copero o copera, siempre habrá alguien para el Olimpo. No quiero ser olvidada en el trono, pero tampoco quiero existir si todo lo que elijo está destinado al fracaso.
Ahora solo vivo por mi bebé. Por Kaly. Porque ella es lo único cierto en mi vida. Pero… el miedo se ha instalado en mi corazón. Miedo de volver a enamorarme, de volver a equivocarme, de ser una burla más para los dioses. Soy una Diosa de la juventud que ha sido herida por su primer amor, y lo único que he aprendido de esto es que el amor puede ser el trago más amargo.
Solo escucho la palabra error. Solo escucho reproches. Nadie me dice: “Estoy aquí. ¿Tienes frío? Ven, no te lastimaré. Duerme…” Todos siguen su propio camino. Nadie detiene su existencia por alguien como yo.
Yo solo quería ser luz. Pero… incluso la luz necesita un lugar donde apagarse, donde descansar. Un lugar donde mi ausencia no sea un castigo, sino un respiro. Un lugar donde, cuando vuelva a abrir los ojos, pueda sonreír porque he dejado atrás el dolor… y no porque deba fingir que todo está bien.
Soy inestable, soy infantil, soy eterna en mi alma… y ahora voy a ser madre. Y debo hacerlo sola. Porque sola llegué hasta aquí, y sola debo seguir.
Aunque… hay algo. Una chispa. Un presentimiento. Alguien me observa, alguien me percibe. Pero… ¿será capaz de cargar con este deseo imposible? ¿Podría realmente alguien amar a una diosa como yo, rota y con un bebé que no es suyo?