• "...
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤPerdona si no puedo ser sincero,

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤSolo en mis sueños te lo confieso.

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤMis pensamientos giran en mi mente...

    ㅤㅤCortocircuito me causarán.

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤAhora mismo quisiera verte...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤMe hace llorar esa luz de luna.

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ¡La luz de luna no me deja hablarte...!

    ㅤㅤㅤQuiero saber que debo hacer...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ...

    ㅤㅤ¡Un caleidoscopio es mi corazón..!
    ㅤㅤ¡Luz de luna, guía mi amor...!

    ㅤㅤㅤㅤ...

    ㅤㅤDestellos mil de la constelación,

    ㅤㅤJunto uno a uno, y me pregunto
    ¡Por el destino de mi amor...!

    ㅤㅤBello romance, creo en ti..."
    "... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤPerdona si no puedo ser sincero, ㅤㅤㅤㅤㅤㅤSolo en mis sueños te lo confieso. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤMis pensamientos giran en mi mente... ㅤㅤCortocircuito me causarán. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤAhora mismo quisiera verte... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤMe hace llorar esa luz de luna. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ¡La luz de luna no me deja hablarte...! ㅤㅤㅤQuiero saber que debo hacer... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ... ㅤㅤ¡Un caleidoscopio es mi corazón..! ㅤㅤ¡Luz de luna, guía mi amor...! ㅤㅤㅤㅤ... ㅤㅤDestellos mil de la constelación, ㅤㅤJunto uno a uno, y me pregunto ¡Por el destino de mi amor...! ㅤㅤBello romance, creo en ti..."
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  • -Me encontraba nuevamente de buen humor ya que había dormido bastante bien no me había dado cuenta de que mi cabello estaba creciendo estaba perdido en mis pensamientos al mismo tiempo mis manos se movían en control automático separando las invitaciones de mi boda me sobresalto al hacer caer una invitación saliendo de mis pensamientos al recojer la invitación hacia memoria -

    Mmmm haber quienes más faltan ya invite a Vox a kento ..Adán ...mm leo quien más falta a si !!

    -Nuevamente agarro su bolígrafo escribiendo los nombres de los invitados -
    -Me encontraba nuevamente de buen humor ya que había dormido bastante bien no me había dado cuenta de que mi cabello estaba creciendo estaba perdido en mis pensamientos al mismo tiempo mis manos se movían en control automático separando las invitaciones de mi boda me sobresalto al hacer caer una invitación saliendo de mis pensamientos al recojer la invitación hacia memoria - Mmmm haber quienes más faltan ya invite a Vox a kento ..Adán ...mm leo quien más falta a si !! -Nuevamente agarro su bolígrafo escribiendo los nombres de los invitados -
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  • "Cenizas de Medianoche"

    La habitación estaba apenas iluminada por las luces bajas del atardecer, filtrándose entre las cortinas como si no quisieran molestarla. Luna yacía sobre la cama, el torso levemente incorporado, los dedos jugando con los collares de metal y cuero que colgaban de su cuello. El aire era denso, no por el calor, sino por lo que no se decía: los pensamientos que danzaban en su cabeza como humo sin salida.

    No esperaba visitas. Y si llegaban, no se molestaría en cambiar su expresión: esa mezcla de desafío y cansancio tan típica en ella, como si llevara siglos sin dormir aunque su piel pareciera de porcelana. Una belleza que no buscaba ser admirada, sino entendida… o al menos soportada.

    Pasó la lengua por sus labios mientras observaba el techo, sin verlo realmente. El corazón latía lento, pero firme. El caos dentro de ella estaba quieto, como un mar antes de la tormenta.

    Una vibración leve sobre la mesa de noche interrumpió el silencio. Miró el celular sin mover un músculo más que sus ojos. Un nombre en la pantalla. Lo leyó. No respondió.

    Se incorporó solo un poco más, lo suficiente para encender un cigarro —aunque no lo encendió— y se quedó con él entre los dedos, como si fuera un recuerdo más que no tenía intenciones de quemar.

    —Hoy no... —murmuró para sí, apenas audible, pero lo suficientemente fuerte para que su reflejo, desde el espejo del fondo, lo escuchara.

    Porque Luna no estaba sola. Nunca lo estaba. Solo había aprendido a vivir con los fantasmas que ella misma se fabricaba.
    "Cenizas de Medianoche" La habitación estaba apenas iluminada por las luces bajas del atardecer, filtrándose entre las cortinas como si no quisieran molestarla. Luna yacía sobre la cama, el torso levemente incorporado, los dedos jugando con los collares de metal y cuero que colgaban de su cuello. El aire era denso, no por el calor, sino por lo que no se decía: los pensamientos que danzaban en su cabeza como humo sin salida. No esperaba visitas. Y si llegaban, no se molestaría en cambiar su expresión: esa mezcla de desafío y cansancio tan típica en ella, como si llevara siglos sin dormir aunque su piel pareciera de porcelana. Una belleza que no buscaba ser admirada, sino entendida… o al menos soportada. Pasó la lengua por sus labios mientras observaba el techo, sin verlo realmente. El corazón latía lento, pero firme. El caos dentro de ella estaba quieto, como un mar antes de la tormenta. Una vibración leve sobre la mesa de noche interrumpió el silencio. Miró el celular sin mover un músculo más que sus ojos. Un nombre en la pantalla. Lo leyó. No respondió. Se incorporó solo un poco más, lo suficiente para encender un cigarro —aunque no lo encendió— y se quedó con él entre los dedos, como si fuera un recuerdo más que no tenía intenciones de quemar. —Hoy no... —murmuró para sí, apenas audible, pero lo suficientemente fuerte para que su reflejo, desde el espejo del fondo, lo escuchara. Porque Luna no estaba sola. Nunca lo estaba. Solo había aprendido a vivir con los fantasmas que ella misma se fabricaba.
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  • ────Me pregunto si duermes con esa carita tranquila… o si, como yo, tus pensamientos montan show de medianoche, con monólogos profundos y todo, a eso de las tres de la madrugada. Si sueñas algo bonito, me cuentas y sino... un sueño improvisado también es interesante de escuchar.
    ────Me pregunto si duermes con esa carita tranquila… o si, como yo, tus pensamientos montan show de medianoche, con monólogos profundos y todo, a eso de las tres de la madrugada. Si sueñas algo bonito, me cuentas y sino... un sueño improvisado también es interesante de escuchar.
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  • Y los ojos se le oscurecieron,
    Eran gotas negras de un mismo tono,
    Postrada ante el vacio veía desangrar su vida,
    Las heridas no le causaban el dolor,
    Era el dolor su estigma entre el silencio.



    El torrente de silencio acariciaba su pelo rojizo,
    Era ver encenderse tras el sol marchito,
    Su mirada se perdía entre la gente,
    Buscaba la libertad entre sus dientes,
    Oscura era su atadura, y las cadenas se desprendían.



    La melodía de su eco era el repique del silencio,
    Era la lluvia ahogada en su mirada,
    Cuando sus manos eran trozos de leña seca,
    Y en su frente marcaba la señal de su soledad.



    El suelo de sus pies era el hielo de su alma,
    Su corazón eran pedazos rocas caídas,
    Su voz la desquebrajaba el viento,
    En su tiempo todo se perdía.



    Lleva su espada infundada,
    Con la más pura sangre derramada,
    Era la dama del infierno,
    La que fragmentaba su alma en el fuego.



    Eran suicidas sus pensamientos,
    La que vuela a lo lejos,
    Era su destino un oscuro camino,
    Lleva en sus manos el vacio de sus pensamientos.
    Y los ojos se le oscurecieron, Eran gotas negras de un mismo tono, Postrada ante el vacio veía desangrar su vida, Las heridas no le causaban el dolor, Era el dolor su estigma entre el silencio. El torrente de silencio acariciaba su pelo rojizo, Era ver encenderse tras el sol marchito, Su mirada se perdía entre la gente, Buscaba la libertad entre sus dientes, Oscura era su atadura, y las cadenas se desprendían. La melodía de su eco era el repique del silencio, Era la lluvia ahogada en su mirada, Cuando sus manos eran trozos de leña seca, Y en su frente marcaba la señal de su soledad. El suelo de sus pies era el hielo de su alma, Su corazón eran pedazos rocas caídas, Su voz la desquebrajaba el viento, En su tiempo todo se perdía. Lleva su espada infundada, Con la más pura sangre derramada, Era la dama del infierno, La que fragmentaba su alma en el fuego. Eran suicidas sus pensamientos, La que vuela a lo lejos, Era su destino un oscuro camino, Lleva en sus manos el vacio de sus pensamientos.
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  • – "Tarde en Silencio"

    El mundo allá afuera seguía girando, pero para Luna, la tarde parecía suspendida entre el calor de las cobijas y la quietud de sus pensamientos. Estaba recostada de lado, con el cabello enmarañado cayéndole sobre los hombros y las gafas apenas sosteniéndose sobre su nariz. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras suaves sobre las paredes decoradas con nubes, como si el cielo intentara alcanzarla desde dentro de la habitación.

    Tenía el rostro apoyado en la mano, en esa pose despreocupada que solo revela quien está cansado de fingir energía. Su camiseta ancha apenas dejaba ver algunos tatuajes marcados en su piel como huellas de todo lo que no decía. A su alrededor, el silencio era espeso. Casi cómodo. Solo interrumpido por el golpeteo sutil de su pie contra la sábana.

    Luna no hacía nada. Y sin embargo, su mente no paraba.

    Pensaba en lo que fue, en lo que no fue, y en lo que aún no se atrevía a desear. No quería hablar. No quería ser fuerte por un rato. Solo necesitaba este pequeño rincón, este descanso invisible donde podía dejar de interpretar un papel. Porque ahí, sola, nadie le pedía sonrisas. Nadie quería explicaciones.

    Ahí, en su propio universo de sábanas arrugadas, Luna solo era ella.
    – "Tarde en Silencio" El mundo allá afuera seguía girando, pero para Luna, la tarde parecía suspendida entre el calor de las cobijas y la quietud de sus pensamientos. Estaba recostada de lado, con el cabello enmarañado cayéndole sobre los hombros y las gafas apenas sosteniéndose sobre su nariz. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras suaves sobre las paredes decoradas con nubes, como si el cielo intentara alcanzarla desde dentro de la habitación. Tenía el rostro apoyado en la mano, en esa pose despreocupada que solo revela quien está cansado de fingir energía. Su camiseta ancha apenas dejaba ver algunos tatuajes marcados en su piel como huellas de todo lo que no decía. A su alrededor, el silencio era espeso. Casi cómodo. Solo interrumpido por el golpeteo sutil de su pie contra la sábana. Luna no hacía nada. Y sin embargo, su mente no paraba. Pensaba en lo que fue, en lo que no fue, y en lo que aún no se atrevía a desear. No quería hablar. No quería ser fuerte por un rato. Solo necesitaba este pequeño rincón, este descanso invisible donde podía dejar de interpretar un papel. Porque ahí, sola, nadie le pedía sonrisas. Nadie quería explicaciones. Ahí, en su propio universo de sábanas arrugadas, Luna solo era ella.
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  • Me gustan los sitios donde nadie me busca.
    Los rincones donde el aire es tan quieto que puedo oír mis propios pensamientos.
    Las esquinas de los jardines donde las flores crecen sin que nadie las ordene.
    Allí me siento más real… como si pudiera, por un momento, dejar de ser lo que esperan de mí.

    Me gusta el sonido del agua al caer, pero no los estanques limpios y perfectos de la Corte.
    Prefiero los arroyos que se escapan por entre piedras musgosas, los que parecen olvidados por los mapas.
    Me recuerdan a mí.

    Me gustan los colores suaves: el gris que tienen las nubes justo antes de llover, el azul que nadie mira en las sombras del amanecer, el dorado tenue que se cuela entre las hojas viejas.
    No me atrae lo brillante.
    No quiero deslumbrar. Sólo pertenecer.

    Me gustan los instrumentos que nadie toca en los salones.
    Aquellos que suenan tristes, los que parecen hablar en vez de cantar.
    Una vez toqué uno, sola, en el invernadero… y durante un instante, pensé que el sonido me entendía.

    También me gusta recordar cosas que nadie más recuerda.
    Como el olor del invierno en Faerie antes de que cambiaran los encantamientos.
    O el sabor de la fruta silvestre que crece al borde del bosque, la que no está bendecida ni prohibida.

    No lo digo en voz alta.
    Porque aquí no está bien visto tener gustos propios.
    Pero los tengo.

    Y aunque finjo que no importa,
    a veces eso —solo eso— me salva del olvido.
    Me gustan los sitios donde nadie me busca. Los rincones donde el aire es tan quieto que puedo oír mis propios pensamientos. Las esquinas de los jardines donde las flores crecen sin que nadie las ordene. Allí me siento más real… como si pudiera, por un momento, dejar de ser lo que esperan de mí. Me gusta el sonido del agua al caer, pero no los estanques limpios y perfectos de la Corte. Prefiero los arroyos que se escapan por entre piedras musgosas, los que parecen olvidados por los mapas. Me recuerdan a mí. Me gustan los colores suaves: el gris que tienen las nubes justo antes de llover, el azul que nadie mira en las sombras del amanecer, el dorado tenue que se cuela entre las hojas viejas. No me atrae lo brillante. No quiero deslumbrar. Sólo pertenecer. Me gustan los instrumentos que nadie toca en los salones. Aquellos que suenan tristes, los que parecen hablar en vez de cantar. Una vez toqué uno, sola, en el invernadero… y durante un instante, pensé que el sonido me entendía. También me gusta recordar cosas que nadie más recuerda. Como el olor del invierno en Faerie antes de que cambiaran los encantamientos. O el sabor de la fruta silvestre que crece al borde del bosque, la que no está bendecida ni prohibida. No lo digo en voz alta. Porque aquí no está bien visto tener gustos propios. Pero los tengo. Y aunque finjo que no importa, a veces eso —solo eso— me salva del olvido.
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  • —Honestamente... Los días para viajar me pone ansioso o nervioso. Se que mis pensamientos inseguros me invaden la cabeza, pero... ¿Quien no se ha sentido así como yo? ¿O quizá... Soy el único?
    —Honestamente... Los días para viajar me pone ansioso o nervioso. Se que mis pensamientos inseguros me invaden la cabeza, pero... ¿Quien no se ha sentido así como yo? ¿O quizá... Soy el único?
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  • Hay noches en las que me parece que el mundo se estira… como si respirara muy hondo antes de dormirse.
    Esta es una de esas noches.

    He caminado sin rumbo entre los árboles plateados. Las flores cerraron sus párpados con la última luz y la bruma decidió quedarse. Me gusta cuando el bosque no tiene prisa, cuando parece que hasta los pájaros sueñan en voz baja.

    Recojo una hoja que cayó sin que nadie lo notara. Tiene forma de lágrima. O de ala.
    A veces me pregunto si todo lo que cae es tristeza… o libertad.

    No tengo lugar entre los brillantes. No brillo lo suficiente, ni canto como las otras.
    Pero el musgo me conoce. El agua sabe mis pasos.
    Y a veces, cuando estoy muy quieta, las luciérnagas me rodean como si les contara secretos.

    Hoy no ha pasado nada extraordinario.
    Pero algo en el aire —algo que no tiene nombre— me roza los pensamientos.
    No es miedo.
    Ni alegría.
    Es… una hebra tirante, como si algo estuviera a punto de comenzar y yo no supiera qué.

    Aun así, me quedo.
    Porque en noches como esta, el mundo no necesita respuestas. Solo una criatura que escuche.
    Hay noches en las que me parece que el mundo se estira… como si respirara muy hondo antes de dormirse. Esta es una de esas noches. He caminado sin rumbo entre los árboles plateados. Las flores cerraron sus párpados con la última luz y la bruma decidió quedarse. Me gusta cuando el bosque no tiene prisa, cuando parece que hasta los pájaros sueñan en voz baja. Recojo una hoja que cayó sin que nadie lo notara. Tiene forma de lágrima. O de ala. A veces me pregunto si todo lo que cae es tristeza… o libertad. No tengo lugar entre los brillantes. No brillo lo suficiente, ni canto como las otras. Pero el musgo me conoce. El agua sabe mis pasos. Y a veces, cuando estoy muy quieta, las luciérnagas me rodean como si les contara secretos. Hoy no ha pasado nada extraordinario. Pero algo en el aire —algo que no tiene nombre— me roza los pensamientos. No es miedo. Ni alegría. Es… una hebra tirante, como si algo estuviera a punto de comenzar y yo no supiera qué. Aun así, me quedo. Porque en noches como esta, el mundo no necesita respuestas. Solo una criatura que escuche.
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  • Cruzando el horizonte
    Categoría Original
    Soundtrack: https://youtu.be/tT4d1LQy4es?si=HvMSOwG09Y1yh3aO

    Jasuke Sarutobi

    Nyssara apenas había pegado el ojo en toda la noche, no sabía si era la emoción o los nervios lo que no la dejaban tranquila, el hecho de pensar que en unas horas estaría aventurandose en un campamento en medio del bosque, le daba escalofríos.

    Con una ducha rápida y un desayuno express. Nyssara se encontraba ya lista, esperando sentada en el banco de la estación de autobús, mirando el paisaje que se extendía más allá del pueblo. La tarde caía lentamente, tiñendo el cielo con tonos dorados y lilas. El campamento de modelaje no estaba lejos, solo unas dos horas en autobús, pero para ella, ese breve viaje representaba algo más que solo un cambio de escenario. Era una oportunidad para escapar, aunque solo fuera por un breve tiempo de la rutina que la había rodeado siempre. Un respiro del ajetreo de su vida diaria, de las constantes expectativas y las miradas que la seguían.

    El sonido de un motor a lo lejos la sacó de sus pensamientos, pero el autobús aún no llegaba. Miró su reloj y luego observó las calles vacías que rodeaban la estación. Todo se sentía tranquilamente familiar, pero al mismo tiempo, esa calma le recordaba lo mucho que necesitaba salir de allí, aunque fuera por poco tiempo. A un espacio donde nadie la juzgara ni esperara nada de ella, solo un par de días sin compromisos.

    Jasuke, como siempre, aún no llegaba. Aunque daba la impresión que llegaría tarde, por alguna razón siempre aparecía exacto a la hora.

    Sus pensamientos divagaron un poco pensando en Jasuke, la forma en que esa pequeña aventura, sería una buena oportunidad para que él explore nuevas actividades y conozca un nuevo lugar. No pudo evitar sentir hambre por la espera, por ello sacó un pequeño paquete de galletas de chocolate de su mochila y las empezó a comer, estaban bastante ricas, había sido una muy buena elección escogerlas.

    Concentrada mirando el paisaje, por un momento se olvido de los estímulos de alrededor. Su visión se centró en las palmas de los árboles que se movían de un lado a otro, mientras que pequeñas ardillas corrían entre las ramas, parecían pelear por una bellota, fue su entretenimiento del momento mientras mataba el tiempo.
    Soundtrack: https://youtu.be/tT4d1LQy4es?si=HvMSOwG09Y1yh3aO [vision_white_scorpion_304] Nyssara apenas había pegado el ojo en toda la noche, no sabía si era la emoción o los nervios lo que no la dejaban tranquila, el hecho de pensar que en unas horas estaría aventurandose en un campamento en medio del bosque, le daba escalofríos. Con una ducha rápida y un desayuno express. Nyssara se encontraba ya lista, esperando sentada en el banco de la estación de autobús, mirando el paisaje que se extendía más allá del pueblo. La tarde caía lentamente, tiñendo el cielo con tonos dorados y lilas. El campamento de modelaje no estaba lejos, solo unas dos horas en autobús, pero para ella, ese breve viaje representaba algo más que solo un cambio de escenario. Era una oportunidad para escapar, aunque solo fuera por un breve tiempo de la rutina que la había rodeado siempre. Un respiro del ajetreo de su vida diaria, de las constantes expectativas y las miradas que la seguían. El sonido de un motor a lo lejos la sacó de sus pensamientos, pero el autobús aún no llegaba. Miró su reloj y luego observó las calles vacías que rodeaban la estación. Todo se sentía tranquilamente familiar, pero al mismo tiempo, esa calma le recordaba lo mucho que necesitaba salir de allí, aunque fuera por poco tiempo. A un espacio donde nadie la juzgara ni esperara nada de ella, solo un par de días sin compromisos. Jasuke, como siempre, aún no llegaba. Aunque daba la impresión que llegaría tarde, por alguna razón siempre aparecía exacto a la hora. Sus pensamientos divagaron un poco pensando en Jasuke, la forma en que esa pequeña aventura, sería una buena oportunidad para que él explore nuevas actividades y conozca un nuevo lugar. No pudo evitar sentir hambre por la espera, por ello sacó un pequeño paquete de galletas de chocolate de su mochila y las empezó a comer, estaban bastante ricas, había sido una muy buena elección escogerlas. Concentrada mirando el paisaje, por un momento se olvido de los estímulos de alrededor. Su visión se centró en las palmas de los árboles que se movían de un lado a otro, mientras que pequeñas ardillas corrían entre las ramas, parecían pelear por una bellota, fue su entretenimiento del momento mientras mataba el tiempo.
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