• L'autre côté de la médialle
    Categoría Slice of Life
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones.

    -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio.

    -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería.

    Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo.

    Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz.

    -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo.

    -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta.

    -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar.

    -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse.

    -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice.

    -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina.

    -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files.

    -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo.

    -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar.

    "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba.

    Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible.

    Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino.

    El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar.

    -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión.

    -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas.

    -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música.

    -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga.

    - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club.

    Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas.

    -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos.

    https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones. -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio. -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería. Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo. Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz. -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo. -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta. -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar. -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse. -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice. -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina. -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files. -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo. -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar. "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba. Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible. Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino. El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar. -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión. -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas. -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música. -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga. - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club. Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas. -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos. https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
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  • Ya veo porque soy la Diosa del amor

    Porque puedo llegar amar sin límite, para mí el amor no tiene final es infinito.
    Tendrá espinas que causarán heridas profundas ¿Y que?, así es el amor.
    Que dicha para aquellos enamorados que saben amar y sufrir sin límites y con sus corazones ardiendo con la adrenalina de lograr lo inalcanzable que solo para mí lo es.

    —Aphrodite

    #mitologiagriega #pensamientos #amor
    Ya veo porque soy la Diosa del amor Porque puedo llegar amar sin límite, para mí el amor no tiene final es infinito. Tendrá espinas que causarán heridas profundas ¿Y que?, así es el amor. Que dicha para aquellos enamorados que saben amar y sufrir sin límites y con sus corazones ardiendo con la adrenalina de lograr lo inalcanzable que solo para mí lo es. —Aphrodite #mitologiagriega #pensamientos #amor
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  • Zahra cerró los ojos. Era solo un instante, una chispa que no debía existir, y sin embargo… ahí estaba. Como una brisa espesa, como el murmullo de un eco olvidado.

    La piedra bajo sus pies no era del presente. Era vieja, cálida. Palpitaba.

    Y en lo profundo —más abajo, mucho más— lo sintió a él.

    Azi.

    No con palabras, ni con pensamientos. Con presencia. Con fuerza. Era un susurro debajo de la piel, una vibración que se filtraba entre los huesos. Zahra no lo había vivido, no de verdad… pero en ese momento recordó.

    Recordó el calor de una forma física. El peso de un cuerpo que se sabía eterno. La mirada que alguna vez se alzó al cielo con desafío y fe. Zahra se sintió de pronto inmensa, poderosa, y terriblemente sola.

    Eran recuerdos que no eran suyos, pero la envolvían como si siempre hubieran estado ahí. Como si, por un momento fugaz, los pensamientos de Azi se hubieran enredado con los suyos. Como si aún quedara una parte de él… bajo ella, esperando.
    Zahra cerró los ojos. Era solo un instante, una chispa que no debía existir, y sin embargo… ahí estaba. Como una brisa espesa, como el murmullo de un eco olvidado. La piedra bajo sus pies no era del presente. Era vieja, cálida. Palpitaba. Y en lo profundo —más abajo, mucho más— lo sintió a él. Azi. No con palabras, ni con pensamientos. Con presencia. Con fuerza. Era un susurro debajo de la piel, una vibración que se filtraba entre los huesos. Zahra no lo había vivido, no de verdad… pero en ese momento recordó. Recordó el calor de una forma física. El peso de un cuerpo que se sabía eterno. La mirada que alguna vez se alzó al cielo con desafío y fe. Zahra se sintió de pronto inmensa, poderosa, y terriblemente sola. Eran recuerdos que no eran suyos, pero la envolvían como si siempre hubieran estado ahí. Como si, por un momento fugaz, los pensamientos de Azi se hubieran enredado con los suyos. Como si aún quedara una parte de él… bajo ella, esperando.
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  • Desde que te vi por primera vez, ocupaste toda mi mente, no hay momento que vengas a mis pensamientos.

    Te volviste en la musa de mi vida, solo estar cerca de ti, me dan fuerzas para vivir. Todos mis versos y palabras de amor seran solo para ti.

    Deseo endulzar tus oídos con dulces palabras de amor, cautivar tu corazón para que seas solo mía.

    Mi mirada esta fija en ti, mi doncella.
    Desde que te vi por primera vez, ocupaste toda mi mente, no hay momento que vengas a mis pensamientos. Te volviste en la musa de mi vida, solo estar cerca de ti, me dan fuerzas para vivir. Todos mis versos y palabras de amor seran solo para ti. Deseo endulzar tus oídos con dulces palabras de amor, cautivar tu corazón para que seas solo mía. Mi mirada esta fija en ti, mi doncella.
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  • >>https://youtu.be/KYlLWcsJWdQ?si=nQMHWI4Sbi6WVmiy <<

    ɱ૦ՐƿҺ૯υς era curioso, demasiado curioso. No se conformaba con crear sueños; deseaba comprender la realidad, incluso alterar el curso de los destinos que observaba mientras los humanos dormían. En su anhelo de sabiduría, quiso cruzar el umbral prohibido: descendió a los dominios del Destino, donde ni los dioses deben intervenir.

    Hipnos, al descubrir la osadía de su hijo, se vio consumido por una mezcla de ira, miedo y tristeza. Sabía que el castigo de los hilos del destino no sería leve, y temía que Morfeo se condenara por su ambición.

    Entonces, tomó una decisión cruel por amor.

    Mientras Morfeo dormía, Hipnos lo visitó, y por primera vez, tejió un sueño tan perfecto que su propio hijo no supo que estaba soñando. En ese sueño, lo envolvió con una niebla densa y luminosa, cargada de olvido. Con un beso en la frente, le susurró:

    —Perdóname, hijo mío. Te quito el peso del saber para salvarte del abismo que tú mismo quisiste escalar.—

    Cuando Morfeo despertó, ya no recordaba haber sido un dios. Era solo una sombra que flotaba entre los sueños, dando forma a los pensamientos de los hombres sin saber por qué. Pero aún, en lo más profundo de su esencia, sentía una nostalgia inexplicable cada vez que el viento traía el eco de una voz que le era familiar… una voz que decía su nombre con ternura.

    Hipnos, desde su trono de niebla, observaba a su hijo con lágrimas ocultas, repitiéndose una y otra vez que había hecho lo correcto.
    >>https://youtu.be/KYlLWcsJWdQ?si=nQMHWI4Sbi6WVmiy << [Sweets_dreams] era curioso, demasiado curioso. No se conformaba con crear sueños; deseaba comprender la realidad, incluso alterar el curso de los destinos que observaba mientras los humanos dormían. En su anhelo de sabiduría, quiso cruzar el umbral prohibido: descendió a los dominios del Destino, donde ni los dioses deben intervenir. Hipnos, al descubrir la osadía de su hijo, se vio consumido por una mezcla de ira, miedo y tristeza. Sabía que el castigo de los hilos del destino no sería leve, y temía que Morfeo se condenara por su ambición. Entonces, tomó una decisión cruel por amor. Mientras Morfeo dormía, Hipnos lo visitó, y por primera vez, tejió un sueño tan perfecto que su propio hijo no supo que estaba soñando. En ese sueño, lo envolvió con una niebla densa y luminosa, cargada de olvido. Con un beso en la frente, le susurró: —Perdóname, hijo mío. Te quito el peso del saber para salvarte del abismo que tú mismo quisiste escalar.— Cuando Morfeo despertó, ya no recordaba haber sido un dios. Era solo una sombra que flotaba entre los sueños, dando forma a los pensamientos de los hombres sin saber por qué. Pero aún, en lo más profundo de su esencia, sentía una nostalgia inexplicable cada vez que el viento traía el eco de una voz que le era familiar… una voz que decía su nombre con ternura. Hipnos, desde su trono de niebla, observaba a su hijo con lágrimas ocultas, repitiéndose una y otra vez que había hecho lo correcto.
    Me entristece
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  • - El joven pelinegro habia salido de su casa, estuvo todo el dia dibujando y ahora quería despejarse un rato. El arte para el era lo mas importante, aunque la misma juzgaba el como el se sentía realmente, ultimamente sus pensamientos eran vacios y oscuros, aunque el no quería había vuelto a su clara soledad, no tenia razones nuevamente para su existencia en el mundo y eso lo hacía meterse en su mundo oscuro nuevamente

    Lo que dije de cambiar . . Quizás yo no merezca cambiar

    - Se había adentrado a un callejón en donde empezó a escuchar voces y gruñidos junto con pequeñas quejas de una chica, se detuvo, al ver lo que sucedía sus ojos se volvieron rojos por la ira que sentía, se colocó su capucha, tomó una botella de vidrio y se acercó a ellos

    Ey! Idiotas acaso no saben respetar a una mujer? Pues yo les enseñaré a hacerlo. . . Tú niña vete de aquí, estos tipos no te molestarán mas

    - La miró a la chica y esta salió corriendo, los tipos rieron y se acercaron a él

    X: Niño, acaso no sabes que meterte en temas de grandes es de muy mala educación? - Habló el mas grande de ellos, luego lanzaron el primer golpe, el se dejó, no hizo nada hasta que en un movimiento rápido se subió al grandulón y con fuerza le descolocó la cabeza casi arrancándosela, al siguiente su destino fue peor, con su mano atravesó su pecho y le quitó el corazón para asi estrujarlo y a los otros dos con aquella botella que habia tomado antes empezó a golpearlos sin piedad hasta que ambos quedaron totalmente inconscientes. En aquel momento recuperó la conciencia y se dio cuenta de lo que hizo

    Q-que acabo de hacer? Y-yo no soy asi...

    - Sus ojos se llenaron de lagrimas y con heridas de golpes en todas partes de su cuerpo hasta en su rostro salió del callejón con esfuerzo
    - El joven pelinegro habia salido de su casa, estuvo todo el dia dibujando y ahora quería despejarse un rato. El arte para el era lo mas importante, aunque la misma juzgaba el como el se sentía realmente, ultimamente sus pensamientos eran vacios y oscuros, aunque el no quería había vuelto a su clara soledad, no tenia razones nuevamente para su existencia en el mundo y eso lo hacía meterse en su mundo oscuro nuevamente Lo que dije de cambiar . . Quizás yo no merezca cambiar - Se había adentrado a un callejón en donde empezó a escuchar voces y gruñidos junto con pequeñas quejas de una chica, se detuvo, al ver lo que sucedía sus ojos se volvieron rojos por la ira que sentía, se colocó su capucha, tomó una botella de vidrio y se acercó a ellos Ey! Idiotas acaso no saben respetar a una mujer? Pues yo les enseñaré a hacerlo. . . Tú niña vete de aquí, estos tipos no te molestarán mas - La miró a la chica y esta salió corriendo, los tipos rieron y se acercaron a él X: Niño, acaso no sabes que meterte en temas de grandes es de muy mala educación? - Habló el mas grande de ellos, luego lanzaron el primer golpe, el se dejó, no hizo nada hasta que en un movimiento rápido se subió al grandulón y con fuerza le descolocó la cabeza casi arrancándosela, al siguiente su destino fue peor, con su mano atravesó su pecho y le quitó el corazón para asi estrujarlo y a los otros dos con aquella botella que habia tomado antes empezó a golpearlos sin piedad hasta que ambos quedaron totalmente inconscientes. En aquel momento recuperó la conciencia y se dio cuenta de lo que hizo Q-que acabo de hacer? Y-yo no soy asi... - Sus ojos se llenaron de lagrimas y con heridas de golpes en todas partes de su cuerpo hasta en su rostro salió del callejón con esfuerzo
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  • Pienso pensamientos pensantes, debería de socializar más, pero aunque quiera aparentar ser extrovertido no lo soy, me encantaría hablar con más personas
    Pienso pensamientos pensantes, debería de socializar más, pero aunque quiera aparentar ser extrovertido no lo soy, me encantaría hablar con más personas
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  • Marianne estaba pasando por una nueva ruptura amorosa.

    Pero no una de esas que tenían un fin, si no de aquellas en las que la otra persona no da señales claras y parece más que quiere aún mantenerla en su vida como sí en algún momento la conexión vuelva a ocurrir.

    Y ella lo sabía muy bien, era consciente acerca de que lo mejor sería dar un paso hacia un costado y seguir adelante, pero también requería quedarse sola otra vez junto a sus pensamientos, a sus inseguridades y miedos.

    Pero, aún así, no puede negar el hecho de que quedarse en esa relación no le está haciendo ningún bien.

    "–¿De qué me sirve estar con alguien que yo misma sé que no puede ofrecerme todo lo que necesito?"

    "–¿De qué me sirve a mí, seguir con alguien a quien no puedo brindarle lo que él desea?"

    Con el pasar de los días, las diferencias de sintonía son palpables y claramente notables.

    "–¿Vale más conservar un vínculo por lo que alguna vez te transmitió o solo lo estás haciendo porque de alguna forma él todavía no te soltó? Valemos más que esto."

    Le dijo su propia consciencia, y la realidad, es que ya no podía seguir sosteniendo una relación en la que parecía que ella hacía más esfuerzo por prolongarla que del otro lado.
    Marianne estaba pasando por una nueva ruptura amorosa. Pero no una de esas que tenían un fin, si no de aquellas en las que la otra persona no da señales claras y parece más que quiere aún mantenerla en su vida como sí en algún momento la conexión vuelva a ocurrir. Y ella lo sabía muy bien, era consciente acerca de que lo mejor sería dar un paso hacia un costado y seguir adelante, pero también requería quedarse sola otra vez junto a sus pensamientos, a sus inseguridades y miedos. Pero, aún así, no puede negar el hecho de que quedarse en esa relación no le está haciendo ningún bien. "–¿De qué me sirve estar con alguien que yo misma sé que no puede ofrecerme todo lo que necesito?" "–¿De qué me sirve a mí, seguir con alguien a quien no puedo brindarle lo que él desea?" Con el pasar de los días, las diferencias de sintonía son palpables y claramente notables. "–¿Vale más conservar un vínculo por lo que alguna vez te transmitió o solo lo estás haciendo porque de alguna forma él todavía no te soltó? Valemos más que esto." Le dijo su propia consciencia, y la realidad, es que ya no podía seguir sosteniendo una relación en la que parecía que ella hacía más esfuerzo por prolongarla que del otro lado.
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  • El Encanto de lo Inesperado
    Fandom Harry Potter
    Categoría Fantasía
    Starter Balthazar Octavius Blythe


    Cazador de Secretos, guardiana de criaturas.


    “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.”



    >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo.

    – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo.

    – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha.

    En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler.

    Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre.

    Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído.
    Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza.
    Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado.



    Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow.
    Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas.

    Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley.

    El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”.

    – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca.

    – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía.

    – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía .

    – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento.

    Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar.

    – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro.

    – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –.

    Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida.

    En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia.

    Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre.

    Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo.

    No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar.

    – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –.

    Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.

    Starter [B0BProphet] Cazador de Secretos, guardiana de criaturas. “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.” >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo. – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo. – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha. En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler. Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre. Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído. Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza. Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado. Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow. Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas. Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley. El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”. – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca. – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía. – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía . – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento. Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar. – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro. – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –. Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida. En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia. Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre. Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo. No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar. – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –. Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.
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  • Ivory dibuja.

    El lápiz, apenas sostenido entre sus dedos, acaricia el papel con una delicadeza ausente, como si fuera el viento de la tibia tarde quien guía los trazos.

    Formas abstractas nacen en silencio, sin intención, sin destino; pensamientos que escapan sin ser oídos.

    No sabe qué dibuja, ni le importa. Sólo sabe que algo dentro de él necesita salir, aunque sea así, en líneas quebradas y curvas que no llevan a nada.

    Sus ojos, perdidos en el vacío más allá del papel, parecen no ver lo que tiene frente a sí. Está, pero no está. La carne permanece mientras el alma ha empezado a desprenderse, lenta, calladamente.

    Siente que ya nada lo une a este mundo, ni el peso de la rutina, ni el murmullo de la emoción.

    Es una sombra que dibuja, un suspiro atrapado entre el ahora y el nunca.

    Y sin embargo, sigue.
    Ivory dibuja. El lápiz, apenas sostenido entre sus dedos, acaricia el papel con una delicadeza ausente, como si fuera el viento de la tibia tarde quien guía los trazos. Formas abstractas nacen en silencio, sin intención, sin destino; pensamientos que escapan sin ser oídos. No sabe qué dibuja, ni le importa. Sólo sabe que algo dentro de él necesita salir, aunque sea así, en líneas quebradas y curvas que no llevan a nada. Sus ojos, perdidos en el vacío más allá del papel, parecen no ver lo que tiene frente a sí. Está, pero no está. La carne permanece mientras el alma ha empezado a desprenderse, lenta, calladamente. Siente que ya nada lo une a este mundo, ni el peso de la rutina, ni el murmullo de la emoción. Es una sombra que dibuja, un suspiro atrapado entre el ahora y el nunca. Y sin embargo, sigue.
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