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Dejó ir un largo gruñido molesto y se dio vuelta en la cama abrazándose a la almohada y escondiendo el rostro contra esta. Le molestaban los rayos de luz que entraban por la ventana, esos molestos rayos del sol naciente de las ocho de la mañana. Pasó los brazos por debajo del acolchado de la almohada y apretó sus ojos con fuerza, como si se negara a despertarse. Como si se negara a enfrentarse a un nuevo día. Y entonces… El apocalipsis desatado sobre su cama. Un terremoto. Un maremoto. Un tsunami que apartó las mantas de su cuerpo dando botes casi sobre él.

 

- ¡Levanta! ¡Levanta! ¡Levanta! -le decía entusiasmada una clara y alegre voz femenina- ¡Vamoooos! Ya sabes qué día es hoy. Me lo prometiste. Vamos… Levanta…

 

-Hmmm -gruñó Dean tratando de fingir que estaba durmiendo- ¿Dónde está tu madre? -preguntó con voz pastosa.

 

-No lo sé… Ha salido temprano esta mañana.

 

Los botes pararon y casi pudo vislumbrar, gracias a su brillante imaginación, esa pequeña naricilla arrugándose y su pequeña cabecita maquinando algo. La calma que precedía a la tempestad.

 

Y nunca mejor dicho, pues empezó a notar rápidos pinchazos provocados por sus dedos índice a raíz de sus costados, que le provocaron espasmos y un estremecimiento tras otro.

 

- ¡No! ¡No! ¡No! -decía riendo sin poderlo evitar mientras se daba la vuelta sobre la cama y trataba de evitar esa marejada de cosquillas- ¡Para! -una palabra casi incomprensible a través de aquella risa que escapaba de sus labios. - ¡Ay!

 

Movió sus manos tratando de atrapar las ajenas, moviéndolas rápidamente hasta dar en el blanco.

 

- ¡Tiempo muerto! - dijo abriendo sus ojos y enfrentándose a esa maraña pelirroja que eran los largos cabellos de Sarah haciéndole cosquillas en la cara. Observó sus grandes ojos azules y le dedicó una sonrisa amplia de oreja a oreja. -Uno a cero.

 

-Eso es trampa… -refunfuñó la muchacha- Exijo mi revancha.

 

Dean rio divertido.

 

-Habrá que posponer esa revancha. No quiero que te canses- respondió con tono socarrón y soltó las manos de la muchacha- Además, tengo hambre. ¿Tú no? Y se me antojan unas deliciosas tortitas con nata.

 

Ella se sentó sobre las piernas del rubio y se apartó el cabello del rostro antes de brindarle una suave risilla divertida y burlona.

 

-Sí, ya… ¿Para que las quemes como la última vez? - frunció las cejas y ladeó la cabeza.

 

-Eh… No te burles. Cada vez estoy más cerca de la perfección. Voy aprendiendo.

 

Ella hizo un divertido movimiento con su mano acercando el dedo índice y el pulgar.

 

-Un poquito…

 

-Con que sí, ¿eh? - y no le dio tregua antes de comenzar a hacerle cosquillas hasta tumbarla sobre la cama retorciéndose entre risas.

 

-Basta. Basta… Me rindo… -dijo la pelirroja alzando las manos provocando en Dean una sonrisa triunfal- Yo me encargo de las tortitas…

 

 

 

“She's my cherry pie 
Cool drink of water such a sweet surprise
Tastes so good make a grown man cry”

 

Los acordes de Warrant llenaban la cocina de la casa mientras Dean y la muchacha hacían el desayuno. Ella se encargaba de las tortitas… Y él del café. Como siempre. Ella era maravillosa. Le daba la estabilidad, le completaba y le hacía más fuerte. Desde hacía dieciséis años Sarah Winchester había llenado de luz su vida como ninguna otra cosa podría haberlo hecho.  Dejó la cafetera en el fuego y se cruzó de brazos apoyándose contra la isla de la cocina viendo como Sarah preparaba esas deliciosas y doradas tortitas. Tenía una mano estupenda para esas cosas, y era algo inaudito y no sabía de quien había podido heredarlo. Probablemente de su abuela…

 

- ¿Qué te parece un Mustang del 77? El padre de Billy tiene uno que quiere vender…- dijo Sarah con su habitual vocecilla de niña pequeña, esa que ponía cuando quería algo. Esa con la que Dean se derretía.

 

- ¿Esa chatarra? - se mofó el rubio con su habitual sonrisa de suficiencia- No tiene nada que hacer contra mi bebé. Además, daría mucho más trabajo… Hay que repararlo, hay que…

 

-Papá. Papá… Papá… -dijo ella poniendo las manos en sus mejillas- Para -y sus ojos azules atrajeron de forma inevitable la verdosa de Dean- ¿Te crees que no lo sé? ¿Crees que no sé que esa es una chatarra para desguace…? - rio- Por favor… Me has enseñado mejor que eso… Y creo… -las manos de Sarah atraparon las de su padre- Que el equipo Winchester podrá hacer algo que merezca la pena con ese trasto, ¿qué opinas? ¿Un experto mecánico como tú podría hacer hueco en su atestada agenda laboral y en su taller para el futuro coche de su hija? ¿Trabajaremos mano a mano?

 

Esa maravillosa pelirroja sabía cómo tocar su fibra sensible. En eso había salido a su madre, sin duda alguna. Poppy era de las que siempre sabían perfectamente qué decir en cada situación. Y Sarah era igualita a ella.

 

-Mano a mano. Batman y Robin. Juntos como siempre.

 

Ella esbozó una enorme sonrisa dando un suave saltito antes de abrazar su cintura y apoyar su cabeza contra el pecho de Dean.

 

-Te quiero, papá. Eres el mejor.

 

Dean rodeó el cuerpo de la muchacha y la meció suavemente entre sus brazos.

 

-Y yo a ti, niña… 

 

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■■  El sonido de la puerta cerrándose lo despertó de golpe, y el cazador abrió los ojos para enfocar qué era lo que había perturbado su sueño. Y entonces vio otra cabellera pelirroja, una que conocía demasiado bien y en la que había enterrado el rostro mas de una vez.

 

-Buenos días- saludó esa voz cantarina dejando una taza de café sobre la mesilla de noche.

-Hmmmmmm…- musitó él mientras estiraba sus extremidades todavía tumbado en la cama tratando de desperezarse.

 

-Caramba, sí que te está costando levantarte… ¿Has tenido un buen sueño? -preguntó Poppy.

 

Los labios del cazador se curvaron en una pequeña sonrisa mientras apartaba las mantas y se levantaba de la cama, todavía con el eco de aquel sueño, de aquella vida idílica flotando por su cabeza. Intentó retenerlo un segundo antes de que se hiciera humo entre sus sinapsis.

 

-Ni te lo imaginas…