-Así que estás con un bloqueo de escritor, ¿no es así?.- le dio una vuelta más a la copa que sostenía en la mano, ahciendo que el líquido carmesí se deslizara por aquellas paredes de cristal que lo contenían. Tenía las piernas cruzadas y observaba detenidamente como su compañero en aquella estancia se sentía frustrado, caminando de un lado para otro balbuceando maldiciones.
-Vamos, cálmate, no encontrarás nada dando vueltas como una peonza. Anda, siéntante y coméntame, al menos un mínimo de lo que tienes pensado. Tu primera novela sin duda era algo digno de admirar, una aventura de pirtas, de traición y confianza. La segunda he de reconocer que me pasó algo más desapercibida, pero no por ello menos talentosa. Sabes escribir, lo único que tienes que hacer es enfocarte en el resultado final y en cómo llevar tus personajes hacia esa consecución.- se lleva la copa a los labios y bebe un trago.
El hombre le mira, negando levemente con la cabeza, no tanto ante sus palabras, sino por no poder enfocarse en algo cierto, en un único pensamiento. CAsi de forma instintiva, toma el asiento señalado, justo frente a una mesa con un par de folios en blanco y otros tantos tachados.
-Erik... ese es mi problema, no sé como continuar, no sé siquiera... como plantear el desarrollo de la historia. Tengo... bagajes, meras ideas difuminadas en un mar que no soy capaz de navegar. Vivimos un momento de avances, de ciencia, de progreso y yo... aquí estoy, encerrado frente a unos legajos que no adquieren ninguna clase de coherencia...- observa de reojo las líneas no escrita y parece que la frustración vuelve a su rostro.
-Amigo mío, no pretendas innovar, o inventar algo de la propia nada, pues siempre nos debemos mover a hombros de los predecesores. La idea que me has comentado antes de ponerte a caminar era la de un científico, un hombre listo que persigue un sueño, un sueño que puede alcanzar por la ciencia...-
-Sí, sí, así es, pero qué quiere... qué desea... alcanzar... he ahí el problema, no quiero acabar escribiendo una absurda novela estúpida y exagerada acerca de sueños inalcanzables. No sé qué puede perseguir... no sé qué...- clava la mirada en la copa de sangre. Erik observa ese hecho y se detiene. De forma que roza lo cómico comienza a mover es recipiente para ver como su amigo no pierde detalle. - Eso es... dime, Erik, dime... ¿qué sientes cuando bebes la sangre? me comentaste cómo... naciste... hace tanto tiempo y cómo necesitabas beber, y que no eras tú quien tenía sed...- comienza a hilar recuerdos vagamente conexos de conversaciones anteriores.
-Robert... ya lo sabes. Hay algo dentro de mi que me empuja, que me pide que sacie su sed, que beba para alimentarlo. Me repugna y me da miedo a partes iguales, pues si se desata, parece que sea otro yo el que ocupa mi cuerpo, suplanta mi ser, y es capaz de hacer las peores cosas que jamás puedas imaginar. Beber sangre lo... mantiene a raya, por decirlo de alguna manera.-
-¡Eso es, eso es! eres... eres genial, amigo mío. Un científico, un científico que... que quiere que sus estudios ayuden al mundo y ...y... y tiene dentro otro yo... otro ser que no, que busca... busca saciar... algo oscuro... sus... sus impulsos... sí, ¡sí!.- se gira y se pone a escribir de forma frenética.
Erik se alza de la silla y se aceca a ese escritorio, observando como las líneas van cobrando contexto y la historia va cobrando forma.
-Ya lo tengo... lo tengo... una... una fórmula, para ... sí... y al beberla... se transforma... en ese otro ser... sí, un conflicto... un mismo cuerpo ... dos almas... sí, Erik, sí, ahí está la historia, ahí está la clave. Gracias, amigo mío, gracias, esto es lo que necesitaba, un poco de inspiración...- agacha la cabeza y se pierde entre los papeles, con la pluma y la tinta.
Erik alza la copa sabiendo que será ignorado, acabandola de un trago y marchándose.
-Mi buen amigo Robert, te dejo con tu próximo éxito. Celebro haberte servido de inspiración... de algún modo.- la deja en la mesita y cierra la puerta tras de sí.